Vicente Serrano nos acerca a la Misericordia de Dios a través del evangelio de San Lucas y nos lo presenta como un misionero cristiano –tal vez Pablo o algún discípulo suyo le anunciaría la buena noticia del Evangelio de Jesús. Lucas se siente seducido por Cristo ice decide a seguirlo, él no se propone realizar una descripción ni una biografía de Jesús, sólo cuenta a sus discípulos una experiencia de fe: “He descubierto que Cristo es el Señor, y quiero anunciaros que tan solo Él libera.
Ya, en los albores del Renaciendo, Dante Alighieri definía a Lucas como el “evangelista de la ternura de Dios”. Y, ciertamente es así; Lucas como todo evangelista, nos expone la salvación de Jesús y nos invita a seguir sus pasos. Al hablarnos de Él, Lucas, nos lo presenta con el rostro de la ternura y la misericordia de Dios.
A continuación presentamos el esquema donde se argumenta de cómo descubrir al Dios de la misericordia des de el evangelio de San Lucas.
Vicente Serrano (VS) nos expone que el rostro del Dios de la misericordia lo encontramos el la Parábola del Hijo pródigo: LC.15, 11-32; además, para saber ¿Cómo actúa el Dios de la misericordia VS hace referencia a: el perdón y, por ello nos invita a leer Zaqueo: Lc. 19, 1-10; y a la curación Lc 17, 11-19 “Los diez leprosos”.
¿Dónde puedo encontrarme con el Dios de la misericordia: en el dolor de los demás: Lc.10, 25-37: “El buen samaritano”; y en la Eucaristía: Lc. 24, 13-35.
¿Con qué actitudes percibo al Dios de la ternura?: a través de la humildad: Lc. 18, 9-14 “El fariseo y el publicano”; y a través de la oración: Lc. 23, 32-47, “El buen ladrón”.
¿Dónde lleva el encuentro con el Dios de la misericordia?: a) a descubrir la llamada del Señor para que vivamos la experiencia del amor y la misericordia: Lc. 4. 14-22 “La sinagoga de Nazaret; b) a través del ejemplo de quien ha vivido el proyecto de Dios para sus criaturas: Lc. 1-2 “Maria de Nazaret”.
El rostro de Dios de la misericordia La parábola del hijo pródigo tienen una única finalidad: presentarnos la intimidad del Dios que nos invita a seguirle. Nuestro Dios es el Señor de la vida. En ocasiones nos apartamos del camino del Dios de la vida y nos precipitamos, sin darnos cuenta, en las tinieblas del poder de los ídolos. Pero aunque huyamos de Dios, Él siempre nos acoge y nos espera porque es amor y ternura. Nuestra parábola es una invitación a volver a casa del Padre, a reiniciar nuestro camino junto a Dios, y a experimentar juntamente con Él el gozo de la plenitud vital.
¿Cómo actúa el Dios de la misericordia?
a) Zaqueo. El primer rostro de la misericordia de Dios con los hombres es el perdón. Muchas veces el Señor llega a nuestra vida por sorpresa, al igual que inesperadamente salió al encuentro de Zaqueo. La vida cristiana es la atenta espera para encontrarnos con Dios en cada rincón de nuestra existencia. Zaqueo, sin saberlo, preparó el camino del Señor. Por curiosidad salió a la calle a ver pasar a Jesús.
b) Los diez leprosos. El milagro de los diez leprosos nos ha presentado la misericordia de Jesús convertida en curación. Esta narración es muy adecuada para explicarnos tres cosas: la naturaleza de los milagros, el verdadero discipulado cristiano y la naturaleza de la fe. Para ello la atención se centra en descubrir el mensaje del texto en nuestra situación personal, comunitaria, social… Por eso, podríamos hacernos la siguientes preguntas: * Mira a tu alrededor y contesta: ¿Quiénes son en nuestra sociedad actual los “leprosos”? ¿Cómo reaccionamos ante ellos?. *¿De qué “lepra” necesitamos ser curados?, *¿De qué cosas te sientes agradecido?, ¿Qué lugar ocupa en tu vida de fe la acción de gracias?
¿Dónde puedo encontrarme con el Dios de la misericordia?
a) El buen samaritano. El texto no ha descrito teóricamente la misericordia, ha puesto un ejemplo claro de lo que es actuar con misericordia: cuando el samaritano ve al hombre herido siente misericordia. El texto bíblico nos dice que “se le conmovieron las entrañas”, ante la presencia de aquel hombre maltratado: se acerca a su lado; le venda las heridas echándole aceite y vino; lo monta en su propia cabalgadura; lo lleva a la posada y lo cuida; al día siguiente da dinero al posadero y le pide que lo cuide; y añade: “…cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta”. Jesús le dice al maestro: “Vete y haz tú lo mismo”. No le dice “Ve y aprende lo que has oído”, ni tampoco le dice: “Explica a la gente lo que yo te he enseñado”. Jesús habla de acción, y acción realizada desde la capacidad de amar: “Vete y haz tú lo mismo”.
b) Los discípulos de Emaús. Este pasaje es una catequesis que tiene como objetivo manifestarnos la presencia de Jesús resucitado en la celebración de la Eucaristía.
¿Con qué actitudes percibo al Dios de la misericordia?
a) El fariseo y el publicano. Esta parábola pretende enseñarnos la naturaleza de la humildad cristiana. La humildad es la virtud de ser realista ante la vida que nos ha tocado vivir. Humilde es aquel que tiene los pies en el suelo; es aquel que mirándose así mismo se ve tal cual es, que contempla a los demás tal como son, y que intenta observar el mundo como realmente se presenta. La verdadera humildad es lo único que permite el crecimiento personal; es ver aquello en que me he de aceptar y aquello en que debo convertirme. Cuando nos hemos dado cuenta de eso, nuestro corazón está ya abierto a Dios y presto a participar de su ternura. María es el modelo de humildad ante el Señor. Ella, mejor que nadie, nos ha mostrado la realidad de un corazón abierto ante Dios.
b) El buen ladrón. La crucifixión y el episodio del buen ladrón nos ha comunicado una triple enseñanza. Dios es quien nos ha amado primero, nos ha liberado antes de que se lo pidamos, por eso toda oración cristiana tiene en su raíz la acción de gracias.
¿Dónde lleva el encuentro de la misericordia?
a) La sinagoga de Nazaret. Jesús no se limita a anunciar en Nazaret un plan de vida teórico; Él se compromete con su propia vida en aquel proyecto; Jesús vivirá en su propia carne la narración del profeta Isaías; Él será el Mesías humilde que, desde la humildad y la entrega, proporcionará la salvación de todos. Él será el salvador, que aparecerá a los ojos de los hombres como un fracasado en la cruz, pero a través de la entrega de su vida nos dará la auténtica Vida: la Vida Nueva que brota el Domingo de Pascua.
b) María de Nazaret. Lucas nos propone a María como ejemplo fiel del seguimiento de Jesús. Nos la sitúa como paradigma palpable del creyente forjado por la Palabra de Dios. María aparece ante nuestra mirada con los ojos del corazón muy abiertos: la humildad y la plegaria son las dos grandes actitudes que la hacen el mejor ejemplo del testimonio vivo del Señor. En la medida en que la voz de Dios nos trabaje, nuestra vida se convertirá en testimonio de liberación para todos.
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