miércoles, 28 de agosto de 2013

“Dialogo de Amigos”

 
La oración a través del Evangelio de San Lucas
 

1.  HABLANDO CON NUESTRO MEJOR AMIGO
En estos días tan intensos para nuestra fe, de seguro que los mejores momentos serán los que pasemos hablando con nuestro mejor amigo, amigo de verdad, amigo que nos ama intensamente, así como lo define nuestra Santa Madre Teresa de Jesús, contemplativa, fundadora de las Carmelitas Descalzas, Doctora de la Iglesia; "A mi parecer no es otra cosa oración sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama". Es decir, un dialogo de amigos, intimo, de corazón a corazón. Sabiendo que orar es hablar con Dios, y que para hablar con El no hay que pedirle hora o una cita especial, esto es,  que lo podemos hacer en cualquier instante y donde estemos, por tanto hagamos siempre de este diálogo algo sencillo.
Muchas veces, no sabemos que o como orar, porque no nos damos cuenta que hablar con Dios es como hablar con nuestro papa, del mismo modo como lo puede hacer cualquier hijo. Entonces orar es darle a conocer a Dios nuestras preocupaciones, contarle las cosa buenas que hemos decidido hacer y pedirle todo lo que sea necesario para caminar hacia la santidad. Por todas esas cosas, también orar es alabar al Señor, agradeciendo todo lo bueno que es con nosotros.
Algunas veces queremos rezar y nos ponemos a pensar que le digo al Señor. Y buscamos palabras bonitas. Sin embargo, orar no es solamente pensar cosas buenas respecto a Dios, de Cristo o de la Santísima Virgen, orar, es mucho más que sentimientos de caridad, va mas allá de sentirse piadoso, tampoco es decir muchas palabras lindas. Rezar es darse cuenta de la presencia de Dios en nosotros, por tanto es entregarnos a El, abrirnos a El, sentir en el corazón que le pertenecemos, es darse cuenta que El nos quiere solo para El.
2.  ¿Y QUE ES ORAR?
Muchas veces nos hacemos esta pregunta, “¿QUÉ ES ORAR?” A veces nos cuesta mucho entender que es orar, del mismo modo nos cuesta esforzarnos para acercarnos al Señor, nos falta experiencia de apertura, de saber como acogerlo, de saber esperarlo. Sin embargo El, quien mas nos ama, esta siempre esperándonos, y lo curioso  es que no esta lejos, esta muy junto a nosotros, suplicando en nuestros oídos que nos abramos a El, que le oigamos, que no nos desentendamos de El, que los acojamos en nosotros, El no se cansa nunca de invitarnos. Entonces orar es substancialmente dar el sí en la gracia, es contestar la invitación del Señor, es un decir: "Aquí estoy, Señor".
"Dios es la eterna novedad" (San Juan de la Cruz) y los caminos de encuentro con él son también misteriosos, en cualquier recodo del camino, allí esta esperándonos, para que le respondamos; “A tu disposición; haz de mí lo que quieras”
Pero aún nos faltan muchas preguntas, y esperamos muchas respuestas sobre que es orar. El Nuevo Catecismo nos dice: "La oración es la relación viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo".
San Juan Damasceno: (Teólogo griego; Presbítero y Doctor de la Iglesia 675-749, Llamado "Orador de Oro" por su elocuencia. Gran poeta de la Iglesia del Este  nos define la oración: "La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes".
San Agustín, Obispo de Hipona y doctor de la iglesia (354-430, Uno de los cuatro doctores originales de la Iglesia Latina, llamado "Doctor de la Gracia". Nos define que es orar: "La oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de El".
Santa Teresa del Niño Jesús: (Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, "La Florecita", "Santa Teresita de Lisieux" Patrona de amor”), nos define de este modo: "Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde la prueba como desde dentro de la alegría".
3.  POR DONDE COMENZAR
 “Señor, enséñanos a orar”, (Lc 11,1) le piden los discípulos a Jesús, sin embargo ellos sabían mucho de oraciones, eran judíos y tenían que recitarlas varias veces durante el día. Pero se dieron cuenta del maravilloso mundo de estar en compañía de Jesús, su cercana amistad, su natural inclinación por hacer el bien, su pasión por el Reino, entonces se aproximan a El, para pedirle: “Enséñanos a orar”. Y Jesús les mostró su corazón, les enseñó al Padre, les dio su vida, su secreto, lo que llevaba de más entrañable dentro.
Nos preguntamos por donde comenzar a reflexionar sobre la oración, frente a esta duda, un invitación sencilla, orar la Palabra, orar los Evangelios, y esta es una invitación a aprovechar bien este tiempo fuerte, como por ejemplo, haciendo oración con el evangelio de Lucas, donde se nos relata que los momentos más significativos de la vida de Jesús, momentos que están marcados por la oración.
4.  JESUS, UNA VIDA EN ORACION
Jesús hace de su vida, una oración, y así es como  pasaba la toda la noche orando. Lucas nos relata mucho instantes de la vida de Jesús en oración. “Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo”  (Lucas (SBJ) 3,21); "Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.” (Lucas (SBJ) 5,16); “Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó”, (Lucas (SBJ) 9, 28-29); antes de escoger a los doce, " Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.  (Lucas (SBJ) 6, 12-13); “Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo?” (Lucas (SBJ) 9,18); y los discípulos sintieron la necesidad de orar como Jesús; “Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos. El les dijo: “Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino”, (Lucas (SBJ) 11,1).
5.  JESUS, MAESTRO DE ORACION
Lucas también nos relata a Jesús como maestro de oración en culto de la sinagoga; “Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. El iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos”. (Lucas (SBJ) 4, 14-15). Se da de este modo una perfecta identidad entre la vida de oración de Jesús, su enseñanza, sus gestos y sus palabras. Jesús es hombre de acción y de caridad, porque es hombre de oración. También la vida del cristiano está caracterizada por la oración: el discípulo tiene que pedir a Jesús, maestro de oración, que "le enseñe a orar" (11,1); pero además hay algo muy importante, y es no decaer en la oración, entonces Jesús nos relatas parábolas para que aprendamos algunas lecciones; “Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.  (Lucas (SBJ) 18, 1) y en cualquier situación del día; “Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.”  (Lucas (SBJ) 21, 36) y no debemos de olvidar que Dios nos hace participar de las necesidad de operarios; Y les dijo: La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies”.  (Lucas (SBJ) 10,2), y frente a nuestra dificultades de fe, el cual nos impulsa a cometer faltas, nos da una receta muy buena; “Llegado al lugar les dijo: Pedid (rezad) que no caigáis en tentación.  (Lucas (SBJ) 22,40)
6.  A QUIEN A QUE ORAR
Lucas ofrece además una "metodología" de la oración: hay que orar al Padre celestial porque es bueno y porque da el Espíritu Santo, que es la síntesis de todos sus dones de Padre y hay que orar con la confianza y la familiaridad de un amigo; “Les dijo también: Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: "Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle", y aquél, desde dentro, le responde: "No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos", os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite. Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.  Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.  ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!  (Lucas (SBJ) 11, 5-13)
7.  ORAR CON CONFIAZA DE QUE RECIBIREMOS LO QUE PEDIMOS
También Lucas, nos hace reflexionar para tengamos la certeza de obtener lo que se pide; Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!" Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.". Dijo, pues, el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?  (Lucas (SBJ) 18, 1-8)
8.  ORAR CON SENCILLEZ
La oración debe ser siempre de modo humilde, como la del publicano, no tenemos necesidad de decirle a Dios que somos estupendos, que somos muy buenos, y menos compararnos como somos de distintos en nuestra bondad respecto a otros, porque el Señor ya sabe como somos; “Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡OH Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias." En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡OH Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.  (Lucas (SBJ) 18, 9-14).
Porque Dios, nos quiere como somos, por tanto frente a dialogo con El, seamos sencillos y humildes, sin temor a doblegarnos, así como el hijo que abandono por un tiempo a su familia ya su papa; “Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. 19 Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." (Lucas (SBJ) 15, 18-19), sin miedo de sentirse pecador, como lo hizo el apóstol; “Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: « Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.” (Lucas (SBJ) 5, 8).
9.  ORAR EN COMUNIDAD
Nosotros como comunidad cristiana, debemos vivir siempre en oración, tal como se relata en los Hechos de los Apóstoles, donde se describe siempre a la comunidad cristiana en actitud perseverante de oración, origen y cima de la caridad y de la liturgia: “Entonces oraron así: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos,  (Hechos (SBJ) 1, 24); “Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones.  (Hechos (SBJ) 2,42), Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la hora nona.  (Hechos (SBJ) 3, 1), Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: “Señor, tú que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos”,  (Hechos (SBJ) 4, 24), los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos.  (Hechos (SBJ) 6, 6)
¡Qué grande es el poder de la oración! Se diría que es una reina que en todo momento tiene acceso directo al rey y puede conseguir todo lo que le pide." (Santa Teresa del Niño Jesús Teresa de Lisieux)   
Unidos en la oración
 
Escrito en mi Retiro de Semana Santa, Monasterio Santísima Trinidad, Carmelitas Descalzas de la Palmilla, Chile, en Abril de 2012
Fuentes; Textos, Sagrada Biblia de Jerusalén (SBJ)
Conceptos: Diccionario Teológico RAVASI
 
 
 
 

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