"En aquel momento, las palabras que resonaron
en mi corazón fueron: ´Señor, ¿porque me pides esto y que me pides? Es un peso
grande el que pones en mi espalda, pero si me pides esto, por tu palabra, tiraré
las redes, seguro que tu me guiaras, también con todas mis debilidades."
"Me sentí como san Pedro con los Apóstoles en
la barca sobre el lago de Galilea: el Señor nos ha donado tantos días de sol y
de brisa ligera, días en que la pesca fue abundantes; hubo también momentos en
que las aguas estaban agitadas y el viento soplaba contrario, como en toda la
historia de la Iglesia y el Señor parecía dormir. Pero siempre supe que en la
barca estaba el Señor y siempre supe que la barca de la Iglesia no es mía, no es
nuestra, es suya. Y el Señor no la deja hundirse."
"Quisiera que cada uno si sintiese amado de
aquel Dios que ha donado su Hijo por nosotros y que nos ha mostrado su amor sin
confines. Quisiera que cada uno sintiese la alegría de ser cristiano."
"Hice este paso con pleno conocimiento de su
gravedad y novedad, pero con una profunda serenidad en el alma. Amar a la
Iglesia significa también tener el coraje de hacer elecciones difíciles,
sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no de nosotros
mismos."
"Mi decisión de renunciar el ejercicio del
ministerio petrino, no cambia esto (de trabajar siempre y para siempre por el
Señor). No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros,
recibimientos, conferencias, etc.. No abandono la cruz, sino que quedo de una
forma nueva unido al Señor Crucificado."
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