Este Domingo XXI del Tiempo Ordinario Ciclo C, al Señor se le hace un pregunta, tal vez, sea nuestra gran interrogante, y quizá, sea además una duda angustiosa: (Lc 13, 22-30) “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”. Esta es ha sido una de las grandes preocupaciones que hemos tenido desde siempre, todos los hombres estamos llamados a la salvación, pero no sabemos si de verdad seremos salvados o condenado, o si por nuestra actitud de vida, seremos cuestionados. Esta pregunta sobre si son muchos o pocos los que se salvan, no tiene una respuesta concreta, el mismo Jesús, no la respondió cuando se la preguntaron, y aunque muchos se crean que si entraran por esa puerta, solo Dios debe saber la respuesta final. Lo que si sabemos, es que el señor nos ha pedido: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán”. Jesús pide un esfuerzo importante, una actitud muy notable qué debe consistir en un esfuerzo para obrar en todo con rectitud y justicia.
Un aspecto importante a destacar, es cuando algunos dirán: "Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas". El relato evangélico nos hace pensar con seguridad que es el dueño de la casa es Jesús y es el quien invita a todos los hombres. Y aquí la importancia del verso, los invitados no son los que han conocido a Jesús, los que le han acompañado, los que han comido con él, los que ha hablado de sus milagros, los que hoy repiten sus palabras, es decir, los verdaderos invitados son aquellos que se preparan en un proceso de conversión, aquellos que están dispuestos a una apertura hacia Jesús y hacia los demás hombres, de ahí, que el Señor nos pide que es necesario ser justo y bueno con el prójimo. En efecto, todo aquel que respondan a la llamada de Jesús en favor del prójimo, amándolo, y no haciéndole daño ni buscando que los demás le hundan, o le odie, podrá compartir finalmente la mesa del reino de Dios.
“Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?...... “Traten de entrar por la puerta estrecha”. Porque el Señor no responde directamente?. No es la primera vez que el Señor le responde así a los que le preguntan, y él no lo hace por descortesía, lo hace porque es el maestro y quiere educar a los discípulos, es decir no hay que buscar las repuestas por curiosidad, hay que buscar las repuestas en la sabiduría, esa que nos regala Dios. En una ocasión se acercaron a él en privado sus discípulos, y le dijeron: “Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo” (Mateo 24, 3-4), Jesús les respondió: “Mirad que no os engañe nadie. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy el Cristo", y engañarán a muchos. Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin. (Mateo 24, 5-7). Que esta forma de respondernos, nos ayude a comprender lo errado de aquellas sectas que incluso hablan de cuanto serán salvados, y que comprendamos que a Jesús no le interesa revelarnos el número de los salvados, pero si le interesa cual es la manera de salvarse, y no hay que pertenecer a una determinado pueblo o raza para salvarse, no hay que mostrar o tratar de convencer a los demás que por mi vida religiosa, o porque tengo algún título estoy ya dentro de los elegidos, lo que lleva a la salvación, es una decisión personal, intima de amistad con el Señor, con una forma de vida y una conducta coherente con la amistad que decimo tener con EL.
En evangelista Mateo, nos trae los versos siguiente: “Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran” (Mateo 7, 13-14). Nos delata este verso porque podemos elegir dos tipos de puertas, la entrada ancha y espaciosa, un acceso más fácil, donde todo es más agradable, sin grandes sacrificios, entrada a la cual siempre estamos tentados de elegir. Pero antes de ingresar en esa puerta, el Señor no invita a meditar si nos encontraremos o no en un callejón sin salida. Por el contrario, podemos elegir la entrada estrecha, donde al principio se requiere un gran esfuerzo, pero luego se hace amplia, pues en ella, encontramos que nos lleva a un camino de esperanza, alegría, lo que nos va a producir una gran paz en el corazón.
De ahí, que la respuesta del Señor pase a ser muy acertada, porque el punto no es cuanto puedan salvarse, y quien puede salvarse, ya que todos tienen la posibilidad de hacerlo, el verdadero plan que se nos propone, es que debemos hacer nosotros para salvarnos y el Señor, nos pide un esfuerzo. Y algo importante, algunos creen que por ser lo que son, ya están salvados, frente a esto, no hay que ser arrogantes ni pensar que están seguros.
En síntesis, la "puerta estrecha" es una indicación al esfuerzo que se nos solicita para la forma de vida que debemos tener para con Dios y para con nuestro prójimo, y eso es camino de testimonio de conversión, algo que es para todos indispensable. De nada nos sirve rezar mucho, aparentar que somos personas buenas, si en nuestro corazón no hay una verdadera conversión al evangelio. Y esto es muy serio, porque la puerta no sólo es estrecha, sino que además puede cerrarse en cualquier momento; de ahí la urgencia de que el cambio de actitud y la conversión no puede dejarse para mañana.
El Señor nos bendiga
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