viernes, 30 de agosto de 2013

El tesoro y la perla

Mateo 13, 44-46. Fiesta Sta. Rosa de Lima. El problema no es buscar el tesoro, sino saber dónde se encuentran los tesoros que Dios ha preparado para nuestra vida.
 
El tesoro y  la perla
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46


En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

Oración introductoria

Jesús, Tú eres mi mayor tesoro. Mi vida sin Ti no vale ni sirve para nada. Permite que sepa darte el cien por ciento de este tiempo de oración. Que nada ni nadie interrumpa este diálogo que creo y espero tener con Quien tanto me ama.

Petición

Dios mío, dame la gracia de amarte más este día.

Meditación del Papa

Es importante que se creen en la Iglesia las condiciones favorables para que puedan aflorar tantos "sí", en respuesta generosa a la llamada del amor de Dios. Será tarea de la pastoral vocacional ofrecer puntos de orientación para un camino fructífero. Un elemento central debe ser el amor a la Palabra de Dios, a través de una creciente familiaridad con la Sagrada Escritura y una oración personal y comunitaria atenta y constante, para ser capaces de sentir la llamada divina en medio de tantas voces que llenan la vida diaria. Pero, sobre todo, que la Eucaristía sea el "centro vital" de todo camino vocacional: es aquí donde el amor de Dios nos toca en el sacrificio de Cristo, expresión perfecta del amor, y es aquí donde aprendemos una y otra vez a vivir la “gran medida” del amor de Dios. Palabra, oración y Eucaristía son el tesoro precioso para comprender la belleza de una vida totalmente gastada por el Reino. Benedicto XVI, 13 de febrero de 2012.

Reflexión

Siempre me ha parecido lo más normal, que un hombre haga todo lo que está a su alcance para conseguir la perla o el tesoro más valioso del mundo. Eso fue lo que hizo Kalif. No tenía trabajo y los problemas económicos empezaban a ser cada vez más serios para su familia. Una noche, soñó que bajo el puente que unía la ciudad con el resto del valle, había un tesoro.

De madrugada se levantó, fue al puente y comenzó a cavar. La policía le vio excavando y dudó de sus intenciones. El pobre Kalif, después de unos intentos por evitar la respuesta, se sinceró: hoy soñé que debajo del puente había un tesoro y por ello vine aquí.

Uno de los policías con ironía le respondió: ¿cómo es posible que usted crea eso? Fíjese, hoy también soñé yo que debajo de la casa de un tal Kalif había un tesoro escondido. ¿Usted cree que me lo voy a creer?. Kalif calló, regresó a su casa, excavó y encontró el tesoro.

El problema no es buscar el tesoro, sino saber dónde se encuentran los tesoros que Dios ha preparado para nuestra vida. ¿Cuáles son tus tesoros? ¿Consideras tu vida matrimonial y tus hijos, verdaderos tesoros o no te das cuenta del regalo que Dios te ha concedido, porque sólo sientes el cansancio y el sudor que produce el remover la tierra para disfrutar de ellos?

¿Alguna vez has experimentado el valor de la Santa Misa y de la confesión, o la pereza de levantarte unos minutos antes el domingo te lo han ocultado?

Propósito

No se puede amar lo que no se conoce, por eso, buscaré participar en alguna actividad formativa en torno a la Eucaristía.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, por tu generosidad porque gratuitamente y sin ningún merito de mi parte me ofreces el tesoro de la Eucaristía y tu Palabra. No tengo que vender nada, sólo debo dejar a un lado todo lo que me pueda apartar de Ti. Ayúdame a ser santo al saber aprovechar cada minuto de la vida que me has regalado para crecer en el amor a Ti y a los demás.


viernes 30 Agosto 2013

Santa Rosa de Lima, virgen, Patrona de América Latina, fiesta
Santa Rosa de Lima

 Beato Tomás de Kempis

 Leer el comentario del Evangelio por
Santa Teresa del Niño Jesús : Un tesoro escondido

San Pablo a los Corintios 2 10,17-18.11,1-2.
Hermanos:
El que se gloría, que se gloríe en el Señor.
Porque el que vale no es el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien Dios recomienda.
¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran.
Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura.

Salmo 148(147),1-2.11-13a.13c-14.
Alaben al Señor desde los cielos,
alábenlo en las alturas,
alábenlo todos sus ángeles,
alábenlo todos sus ejércitos.

Reyes de la tierra, todas las naciones,
príncipes y los que gobiernan la tierra,
jóvenes y muchachas, ancianos con los niños,

alaben el nombre del Señor.
Alaben el nombre del Señor
pues su Nombre es el único sublime,
su majestad excede tierra y cielo.

Su majestad excede tierra y cielo,
levantó la cornamenta de su pueblo,
causa de orgullo para todos sus amigos,
para Israel, el pueblo que a él se acerca.


Mateo 13,44-46.
Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de la Iglesia
Carta 145

Un tesoro escondido

La esposa [del Cantar] de los Cantares dice que, al no encontrar a su Amado en el lecho, se levantó para buscarle por la ciudad, pero en vano; y que en cuanto salió de la ciudad, encontró al que amaba su alma... (Ct 3,1-4). Jesús no quiere que encontremos en el reposo su presencia adorable; él se esconde... ¡Y qué melodía para mi corazón ese silencio de Jesús...! Él se hace pobre para que nosotras podamos darle limosna, nos tiende la mano como un mendigo, para que cuando aparezca en su gloria el día del juicio, pueda hacernos oír aquellas dulces palabras: «Venid vosotros, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve enfermo y en la cárcel y me socorristeis» (Mt 25, 34-36). El mismo Jesús que pronunció estas palabras es quien busca nuestro amor, quien lo mendiga... Se pone, por así decirlo, a nuestra merced. No quiere tomar nada sin que se lo demos...

Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar porque está escondido, y el mundo ama lo que brilla. ¡Ah!, si Jesús quisiera mostrarse a todas las almas con sus dones inefables, ciertamente ni una sola alma los desdeñaría. Pero él no quiere que le amemos por sus dones: él mismo quiere ser nuestra recompensa.

Para encontrar una cosa escondida, hay que esconderse también uno mismo. Nuestra vida ha de ser, pues, un misterio. Tenemos que parecernos a Jesús, al Jesús cuyo rostro estaba escondido (Is 53,3)... Jesús te ama con un amor tan grande, que, si lo vieras, caerías en un éxtasis de felicidad..., pero no lo ves y sufres. ¡Pronto Jesús se levantará para salvar a todos los mansos y humildes de la tierra»...!

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