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Eugenia,
Santa |
Etimológicamente significa “bien nacida”. Viene de la lengua
griega.
Dios no quiere las guerras, ni los terremotos, ni el hambre, ni
los accidentes. Dios no suscita ni la enfermedad, ni le miedo, ni la desgracia.
Nunca viene Dios a atormentar la conciencia humana. En cambio, Cristo sufre con
el inocente, con quien lo pasa mal.
No cabe la menor duda de que esta
chica murió en Roma por defender su fe. Fue enterrada en el cementerio de
Aproniano, en la Via Latina.
Pertenece esta mártir a los primeros siglos
del cristianismo. En la “Pasión” o teatro que se escribió después, se narra su
martirio.
Era la hija de Felipe, gobernador de Alejandría. A los 16 años
ya se había leído los autores griegos y latinos, sabía todas las filosofías y
era la joven más bella de la ciudad.
Cuando le forzaron a que se casara
con un joven de ilustres antecesores, ella se opuso diciendo:"¿ Me caso con él o
con los suyos?"
Se convirtió al cristianismo de una forma original. Al
pasar delante de un convento, oyó a los monjes cantar:" Los dioses de los
gentiles son demonios; el que nosotras adoramos es el verdadero Dios, creador
del cielo y de la tierra".
Tuvo imaginación. Para poder entrar en
seguida, se vistió de hombre, se puso el nombre de Eugenio. A tan alto grado
llegó su perfección que los monjes le nombraron abad.
Sin embargo, pronto
fue denunciado por una mujer ante el gobernador. Le dijo a la autoridad de que
le había violado y tuvo un hijo de esta relación.
Su padre Felipe echó a
todos los monjes y citó a Eugenio. Se quitó su falsa barba y sus vestidos.
Los jueces dijeron que era inocente. El gobernador, que había reconocida
en él a su hija, la cogió con sus manos y aquel mismo día se bautizó.
El
juez, padre de Eugenia, llegó a ser un santo obispo y, mientras cantaba misa,
fue degollado por la fe de Jesucristo.
Además, la dama Claudia (madre de
Eugenia) y todos sus hijos, se trasladaron a Roma para enseñar la doctrina.
Fueron muchas las gentes comunes convertidas por ellos, mientras que
Eugenia conquistaba innumerables doncellas para el servicio de Dios.
La
dicha Eugenia, ya en Roma, fue atormentada de muy diversas maneras y al fin, la
espada consumó su martirio. Así ofreció su propío cuerpo a Nuestro Señor
Jesucristo,
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
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