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Jacopone de Todi,
Beato |
Jacopone, a quien se bautizó con el nombre
de Jacobo, nació en Todi, ciudad de Umbría, en el seno de una buena familia
apellidada Benedetti.
Su nacimiento ocurrió alrededor del año 1230.
Estudió leyes en Bolonia, donde pro bablemente hizo su doctorado para iniciar
sus prácticas en su ciudad natal.
Al parecer, en aquellos años, no se
destacó, ni por su virtud, ni por su mala vida, y ciertamente que no dio
muestras del fervor religioso que le caracterizó más tarde.
Alrededor
del 1267, se casó con Vanna di Guidone, una joven mujer muy hermosa en lo físico
y de grandes cualidades morales que, durante el único año que vivió casada con
él, antes de que la arrebatase la muerte, demostró ser el ángel bueno de
Jacopone.
Vanna murió trágicamente durante una fiesta de bodas, al
desplomarse un balcón donde se encontraba junto con otros invitados.
Ella fue la única que perdió la vida entre los que cayeron, y el golpe
de aquella inesperada pérdida produjo un dolor tan profundo en Jacopone, que su
vida cambió completamente.
Quizá la transformación se debió sobre todo a
que, al morir Vanna, su marido cayó en la cuenta de lo virtuosa que era; se dice
incluso, que él fue quien más se sorprendió al descubrirse en el cadáver de
Vanna una camisa de cerdas que usaba, según se supone, para hacer penitencia por
sus pecados.
A decir verdad, el golpe fue tan rudo que, durante algún
tiempo, Jacopone estuvo decididamente trastornado.
De la noche a la
mañan a abandonó su profesión, se vistió el hábito de los terciarios
franciscanos- y se convirtió, como dicen los que le conocieron, en "una especie
de Diógenes cristiano".
Sus excentricidades realizadas en público eran
tan descabelladas, que los chiquillos en las calles de Todi le seguían por todas
partes para divertirse gratuitamente con él, gritándole: ¡ Jacopone, Jacopone!
En cierta ocasión, atravesó la plaza pública en cuatro patas y enjaezado con los
arneses de un asno; en otra oportunidad, se presentó bañado en alquitrán y
emplumado en la casa de su hermano donde se desarrollaba un suntuoso banquete.
Durante diez años llevó esa existencia de penitente público.
En
1278, vencidos algunos naturales escrúpulos por parte de los frailes, Jacopone
fue admitido entre los franciscanos de San Fortunato, en Todi, como hermano
lego.
Se afirma que eligió aquel estado por humildad. Tal vez haya sido
así, pero no hay duda de que Jacopone se sentía inclinado a pertenecer al grupo
más estricto de los franciscanos, el de los espirituales, quienes consideraban
que San Francisco había deseado que sus frailes se ordenasen para el sacerdocio
sólo por excepción.
Durante doce años, permaneció el hermano Jacopo ne
en el convento de Todi y, a medida que recuperaba el equilibrio de sus
facultades mentales, producía más y más poemas líricos y cantos, cada vez de
mejor calidad, en el dialecto de Umbría.
Sus composiciones alcanzaron
popularidad. Eran alabanzas de profundo contenido religioso y místico que lle
garon a ser adoptadas por los "flagelantes" y otras cofradías penitenciales para
cantarlas en público.
Las composiciones se prestaban para expresar
jubilus franciscano, pero el hermano Jacopone era cándido y poco dado al
exhibicionismo y a la hilaridad. Sin embargo, con frecuencia se veía envuelto en
dificultades con sus hermanos en el convento de San Fortunato y, tal vez por
eso, se convirtió en una figura cada vez más notable entre los espirituales.
Dos destacados miembros de esta rama, el Beato Conrado de Offida y el
Beato de Alvernia, eran sus amigos personales. Jacopone se encontraba entre los
frailes que, en 1294, solicitaron al Papa San Celestino V el permiso de vivir a
parte de la comunidad, pero a las pocas semanas de recibida la petición,
Celestino renunció y el cardenal Gaetani, opositor de los espirituales, fue el
Pontífice Bonifacio VIII.
En 1297, se produjo la ruptura entre el Papa y
los cardenales Colonna, y Jacopone fue uno de los tres franciscanos que
colaboraron en la redacción del manifiesto donde se afirmaba que Bonifacio VIII
había sido electo en forma ilegítima. Desde entonces, el hermano Jacopone se
convirtió en el propagandista literario de los cardenales Colonna y escribió un
famoso y rudo ataque al Papa.
Sin suscribimos a la opinión de que "ya el
haber tenido a Bonifacio por adversario es de por sí un gran honor", podemos
decir que Jaccopone se opuso al Papa con toda buena fe. Sin contar a los
partidaristas, había gran número de gentes que participaban de la idea de que la
abdicación de Celestino había ido contra los cánones. Cuando las fuerzas del
Papa se adueñaron de Palestina, la fortaleza de los Colonna, el hermano Jacopone
aprehendido y encarcelado en un horrible calabozo durante cinco años.
Ni
si uiera en el año jubilar de 1300 se le concedió la libertad. Durante sus años
de cárcel, compuso algunos de sus más hermosos poemas, así como varias de sus
obras más agresivas, satíricas y agudas, en curioso contraste con la unción
conmovedora de las primeras.
A J acopone se le conoce también mucho como
el supuesto autor del famoso himno Stabat Mater dolorosa, pero no hay
certidumbre de que él lo haya escrito. También se le acredita la composición de
otro himno menos conocido, que algunos críticos califican de parodia, titulado
Stabat Mater speciosa.
Se dice que el primero de los himnos se le
adjudicó a Jacopone en un manuscrito del siglo catorce, y tanto uno como el otro
aparecen en una edición de sus alaban zas, impresa en Brescia en 1495. La
Speciosa fue rescatada del olvido por Fe derico Ozanam, quien la reimprimió por
primera vez en su obra Poètes Franciscains en Italie, au XIIIeme siecle, en
1852. El himnologista inglés Meams, se inclina por el punto de vista de que
Jacopone escribió la Speciosa, pero no la Dolorosa; sin embargo, no hay pruebas
de que haya escrito poema latino alguno.
A la muerte de Bonifacio VIII, a
fines de 1303, el hermano Jacopone quedó en libertad y se fue a vivir primero,
como ermitaño, cerca de Orvieto y, después, a un convento de Clarisas Pobres, en
Collazzone, entre Todi y Perugia. Ahí murió el día de la Navidad de 1306 (?). El
Beato Juan de Au vernia le administró los últimos sacramentos, y se han hecho
relatos conmo vedores pero contradictorios sobre sus últimos momentos. En 1433,
se trasla daron sus reliquias a la iglesia de San Fortunato en Todi; la
veneración en que se le tenía ahí, se deduce por la inscripción en su tumba:
"Los huesos da Bendito Jacopone dei Benedetti de Todi, de la Orden de los
Frailes Menorres Padeció la locura por la causa de Cristo y, al desilusionar al
mundo con un nuevo artificio, tomó al cielo por asalto. Se durmió en el Señor el
25 de marzo A. D. 1296" (sic). El monumento de su tumba fue puesto por mandato
de Angelo Cesi, obispo de Todi, en el año de 1596.
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