miércoles, 11 de julio de 2012

Pedro de Bardeci Franciscano Chileno



Fray Pedro de Bardeci.jpg
Se celebra el tercer centenario del orduñés fray Pedro de Bardeci
Placa junto a la tumba con los restos mortales de fray Juan de Bardeci en la iglesia de San Francisco, en Santiago, y detalle con algunas de las placas y notas de agradecimiento por los favores concedidos dejadas por los fieles.


Se celebra el tercer centenario del orduñés fray Pedro de Bardeci


Ciudadanos vascos y chilenos han conmemorado en Orduña y Santiago el tercer centenario de la muerte del Venerable orduñés Pedro de Bardeci, cuya tumba se venera en la capital chilena.
Orduña/Santiago. Diversos actos celebrados en Orduña (Bizkaia) y Santiago de Chile han conmemorado en ambas su localidad natal y su ciudad de adopción el tercer centenario del fallecimiento del franciscano vascochileno fray Pedro de Bardeci. Numerosos fieles y seguidores de la causa de beatificación del franciscano recoleto abarrotaron el histórico templo de San Francisco en la Alameda santiaguina en las diversas funciones celebradas con motivo de la efeméride.
Los actos conmemorativos organizados en la capital chilena han incluido un concurso de pintura infantil, actuaciones corales y una representación teatral sobre la vida y milagros atribuidos al orduñés. En Euskal Herria, una misa celebrada en la iglesia de Orduña ha encabezado los actos conmemorativos del tercer aniversario de la muerte del ilustre religioso.
Fray Pedro de Bardeci y Aguinaco falleció el 12 de septiembre de 1700 en la capital chilena en olor de santidad y rodeado de santiaguinos de toda clase y condición. Tras diversas vicisitudes, su proceso de beatificación --que comenzó al poco de su fallecimiento-- ha vuelto nuevamente a sus inicios, ya que a lo largo de sucesivos cambios en el procedimiento la categoría de 'Venerable' que llegó a alcanzar quedó eliminada y ninguno de los muchos milagros que se le atribuyen ha sido aún reconocido por el Vaticano.
La tumba de fray Pedro de Bardeci, situada en el interior de la iglesia santiaguina de San Francisco, es objeto de permanente devoción popular por parte de gran número de fieles que a él se encomiendan en sus rezos y peticiones, como atestiguan las múltiples placas de agradecimiento que la rodean.

Pedro de Bardeci (* Orduña, Vizcaya, 1641 - Santiago de Chile, 1700) es un religioso español, que se encuentra actualmente en proceso de beatificación.

Biografía

Nació en Orduña, (Vizcaya) en 1641, hijo de una familia acomodada y profundamente cristiana. Fue bautizado el 6 de abril de [[1641] en la ermita de San Clemente de Erbileta (Lendoño de Arriba-Orduña).

Estado actual de la ermita de San Clemente de Erbileta.
Alrededor de 1661, emigró con sus hermanos José y Francisco hacia México. Una vez instalados, se dedicó al comercio del tabaco, que le proporcionó bienestar y dinero. Dado que algunas propuestas de los negocios lo alejaban de la rectitud y la justicia, decidió abandonar el negocio y se contrató como escribano en una nave que lo trasladó el año 1666 al Virreinato del Perú, estableciéndose en el Alto Perú, actualmente Potosí-Bolivia. Allí sirvió de ensayista de metales y pedagogo de dos jóvenes de una aristocrática familia.
Los testimonios recogidos relatan pasajes que destacan su amor a Cristo crucificado y a la Santísima Virgen María, llegando hasta nuestros días la crónica de sus contemporáneos relativa a su vida de austeridad y penitencia. En 1674 una imagen de la Virgen María lo guiará en su viaje a la ciudad de Santiago de Chile. El 8 de septiembre de 1675 ingresó al noviciado en la Provincia Franciscana de la Santísima Trinidad, perteneciente a la Observancia, en la Recoleta Franciscana de Nuestra Señora de la Cabeza y al año siguiente profesó las Reglas del Padre San Francisco.
Su vida espiritual de hermano menor no clérigo tuvo como centro la devoción a Cristo Sacramentado, al Viacrucis y a la Santísima Virgen en sus diversas advocaciones. En aquella época era inusitado comulgar todos los días y Fr. Pedro, con el permiso de sus superiores, comulgaba en la semana cuantas veces podía. Apenas oía la palabra eucaristía se inclinaba con mucho fervor y permanecía adorando el Santísimo Sacramento por largo tiempo. Conservamos en el templo de San Francisco de Santiago y en Orduña partes de la cruz con la cual revivió la Pasión de Cristo e invitaba a los fieles a practicar por los claustros tan excelsa devoción. Manifestaba asimismo su amor a la Madre Inmaculada. Siempre estuvo bajo su amparo desde su amada Orduña donde existe un amor inmenso por Nuestra Señora de Orduña la Antigua. Luego en México la Patrona de América, Nuestra Señora de Guadalupe, y finalmente se abandonó al amor de Nuestra Señora de la Cabeza y de Nuestra Señora del Socorro del Convento máximo de San Francisco. El título utilizado por el Siervo de Dios para referirse a la Santísima Virgen era el de "Gran Reina" y quienquiera que le pidiera oraciones por sus necesidades, lo invitaba a encomendarse a Ella.

Iglesia de San Francisco de Santiago de Chile, donde se encuentran sus restos
Ejerció su apostolado con su propio testimonio de vida centrado en el seguimiento de Cristo pobre y humilde a ejemplo de San Francisco. La orfandad, el dolor, la pobreza del necesitado, enternecían su corazón. Los enfermos reclamaban su presencia junto al lecho del dolor; las viudas, su consuelo; las madres le presentaban a sus hijos para pedirle el necesario sustento. Recorría las calles de Santiago con gran serenidad y paciencia solicitando limosnas.
Su fama de santidad creció de día en día y llegado el momento de su muerte el 12 de septiembre de 1700 durante tres días los ciudadanos de Santiago y alrededores visitaron el templo de San Francisco para rendir honores al virtuoso hermano. Asistió a sus funerales el Obispo junto a su Cabildo y religiosos de diversas Órdenes. Se encontraron las más altas autoridades civiles y la colonia Vasca residente en Chile.
La devoción al Siervo de Dios se extiende hasta nuestros días. Los fieles visitan su tumba y se encomiendan en sus diversas necesidades, muchas son las acciones de gracias por las intercesiones otorgadas por el buen hermano. Actualmente la Provincia Franciscana de la Santísima Trinidad de Chile trabaja en la confección de la Positio.

Énlaces éxternos


 HISTORIA DE LA PROVINCIA
PROVINCIA FRANCISCANA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD



Siguiendo las huellas de Nuestro Señor Jesucristo a la forma de San Francisco, los hermanos menores llegan a Chile en Agosto de 1553. En esta fecha ingresan a Chile los primeros frailes provenientes de la Provincia de los 12 Apóstoles de Perú.

Cinco son los religiosos que componían la primera misión de franciscanos. Ellos eran:
  • Padre Martín de Robleda, Superior
  • Padre Juan de Torralba
  • Padre Cristóbal de Rabaneda
  • Hermano Francisco de Frejenal
El ingreso a territorios chilenos fue por el paso de Charcas y es posible que hasta su llegada a Santiago, los hermanos se dedicaran a misionar en los distintos pueblos que encontraron en su camino. Desde sus comienzos los hermanos se dedicaron a la evangelización de los naturales, atención espiritual de los españoles y la organización de la Orden, siendo la primera preocupación de los religiosos el fundar casas en donde poder vivir y atender con más facilidad las necesidades espirituales de este territorio.

La primera fundación corresponde al Convento de Santa Lucía el 03 de Octubre de 1553, en terrenos donados por el Cabildo de Santiago, lugar que en la actualidad se encuentra el Convento de Nuestra Señora de la Merced. En este lugar los franciscanos estuvimos hasta el 7 de Abril de 1553, cuando por orden del gobernador Don Pedro de Valdivia, el cabildo de esta ciudad asignó un nuevo lugar que coincidía con la ermita de Nuestra Señora del Socorro.

El peregrinar de los hermanos por territorio chileno, tuvo su segunda fundación el 11 de Noviembre de 1553 en la ciudad de Concepción, convento que tomó el nombre de la Purísima Concepción de la Virgen María. La donación de los terrenos se debió a la petición que Pedro de Valdivia presentó al cabildo el día 09 de Noviembre argumentando que era necesario ocuparse de la evangelización y misión de estos territorios. Fue el mismo Padre Robleda quien tomó posesión a nombre de la Orden de los terrenos donados y procedió a la fundación del mencionado convento. Esta fundación alcanzó a subsistir por espacio de tres a cuatro meses, luego que la ciudad fue arrasada por los indígenas al ser derrotado el ejercito español en la batalla de Tucapel, ocasión que fue muerto Pedro de Valdivia, esto obligó a los hermanos a regresar a Santiago.

Las nuevas fundaciones fueron gestándose paralelamente con el avance que iba experimentando la Conquista. La tercera casa fundada fue Nuestra Señora de los Remedios en la ciudad de Valdivia, luego vino la fundación del convento de Nuestra Señora de la Buena Esperanza, en la ciudad de La Serena (1562).

Ya en el año de 1565 la pequeña custodia franciscana de Chile había crecido lo suficiente como para poder vivir y sostenerse por sí sola. En este mismo año la Orden celebra en Valladolid su Capítulo General, donde se aprueba previa autorización de Pío V la elevación de la entonces Custodia de Chile a Provincia independiente con el nombre de Santísima Trinidad. Luego vendrán las fundaciones del convento de Santa María de los Angeles de la ciudad de Angol (1567); el convento de San Francisco de Jesús, en la ciudad de Imperial (1568); en Agosto de 1568 se funda el convento de Nuestra Señora de las Nieves, en Villarica y en Noviembre del mismo año el convento San Francisco en la ciudad de Castro, en el centro mismo del gran archipiélago de Chiloe.

El 02 de Enero de 1572 se da cumplimiento al decreto que convertía a la antigua custodia chilena en Provincia, aquí comienza para los franciscanos un período de crecimiento, el cual se caracterizará por nuevas fundaciones y por el intenso trabajo misional. Este apostolado, aunque de continuo obstaculizado por la guerras y alzamiento de las comunidades indígenas, fue floreciente en el ámbito doctrinal y en las diversas expediciones evangelizadoras que se realizaron en el sur de Chile.

Los siglos XVI y XVII se destacarán por una presencia importante de los franciscanos en la vida de la Iglesia Chilena, serán varios hermanos que durante este período ocuparán las sedes episcopales de Santiago y de la Imperial - Concepción; esto contrastará con la disminución de los conventos que al comienzo del siglo XVII eran once a seis, producto de las destrucciones que se producían con los alzamientos indígenas. Durante este período destacan la fundación de los conventos de Copiapó, en el norte de Chile el año 1660 y el de San Diego en Santiago que también funcionaba como colegio, y estaba situado en el lugar donde hoy se encuentra el Instituto Nacional. El desarrollo de la provincia continuó, recuperando la vitalidad que en un principio le habían dado sus hermanos fundadores. Al empezar el siglo XVIII la provincia contaba con doce conventos y con más de 160 religiosos.

A lo largo de la historia los Hermanos Franciscanos hemos caminados junto a los hombres y mujeres que han ido construyendo la identidad de Chile, desde sus comienzos los hermanos fueron aportando con sencillez y alegría en la construcción de este país. La evangelización y misión franciscana ha tenido la impronta característica de nuestro Hermano Francisco, nuestro desafió fue, es y será dar a conocer al Dios Altísimo, como un Dios de Amor que está presente en todas sus criaturas y que toda la creación es una invitación constante a alabarlo.

Son muchos los rostros de hermanos nuestros que en esta tierra han logrado alcanzar la perfecta asimilación con Nuestro Señor Jesucristo, hombres que con su testimonio de vida han sido una presencia concreta de cómo Dios ha visitado nuestra tierra. Cómo no recordar la santidad de Fray Pedro de Bardeci (1641 - 1700), el primer Venerable que ha tenido Chile; Fray Andrés de Guinea, muerto en 1665 con fama de santidad; Fray Andrés Filomeno García y Acosta (1800 - 1853), nuestro querido Fray Andresito; y la figura siempre viva del santo obispo de San Felipe, monseñor Roberto Bernardino Berríos Gainza.

La presencia franciscana en Chile, no es solamente historia es presente y futuro, somos hombres que queremos al igual que San Francisco de Asís, seguir las huellas de Jesucristo Pobre y Crucificado, haciendo de nuestras vidas un instrumento de la voluntad de Dios.





No hay comentarios: