miércoles, 19 de octubre de 2011

Señor mío



Señor mío: Tú me diste estos ojos;
dime dónde he de volverlos en esta noche larga,
que ha de durar más que mis ojos.
Rey jurado de mi primera fe:
Tú me diste estas manos;
dime qué han de tomar o dejar
en un peregrinaje sin sentido para mis sentidos,
donde todo me falta y todo me sobra.
Dulzura de mi ardua dulzura:
Tú me diste esta voz en el desierto;
dime cuál es la palabra
digna de remontar el gran silencio.
Soplo de mi barro: Tú me diste estos pies...
Dime por qué hiciste tantos caminos
si Tú solo eres el Camino, y la Verdad, y la Vida.

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