jueves, 13 de octubre de 2011

Petición sin Fe, Oración que no Recé.


Hermanos la convicción de nuestra súplica debe y tiene que ser sustentada por la fe. Sin la fe, nuestras palabras son el eco vacío de un querer sin poder, es como tratar de cosechar el fruto verde, es como escribir una súplica en la arena bañada a cada instante por las olas del mar.
Es un esfuerzo estéril, demanda sin fundamento, es un desperdiciar la esencia de un esfuerzo.


Hay veces que pedimos a Dios algo, ya sea un milagro o una insignificancia y cuántas veces Dios nos cumple o no oye nuestra petición. Y en lo positivo alabamos al Altísimo y en lo negativo hasta lo retamos por no habernos escuchado. No es culpa de Dios, Dios siempre está dispuesto a ayudarnos, pero nosotros no sabemos o no queremos decirlo con la fe y convicción necesarias.

Oremos y pidamos a nuestro Dios con toda la fuerza de nuestra fe, pongamos en nuestra oración todo el fuego creyente de nuestra alma, abramos la comunicación entre nosotros y nuestro Creador sin que nada ni nadie se interponga a ella. Que nuestra concentración sea total, no mucha ni poca, sin términos medios, que sea completa e indivisible. Que nuestra mente abandone nuestro encierro humano y vuele en pos del entendimiento celestial, y después de haber hecho nuestra oración en la forma correcta, humilde y sincera no exijamos a Dios el otorgamiento de nuestra súplica.

No nos enojemos ni perdamos la fe si no se nos da cumplimiento a nuestra petición. Volvamos nuestra alma a Dios Nuestro Señor y con el corazón palpitante de poder estar hablando con Él, digámosle con toda la fuerza de nuestra verdad y de nuestro amor:

“Señor y Dios mío, Padre Nuestro, hágase tu voluntad, porque solo Tú Señor sabes lo que es bueno o malo para este siervo tuyo.”


Motivos para orar pueden ser muchos para nuestras necesidades mundanas, pero recordemos que nuestra salvación no estriba en cuanto sea lo que pidamos para nosotros sino todo lo que hagamos y pidamos por nuestro prójimo.

Despojémonos del ropaje de nuestra soberbia y vistámonos con la túnica invisible de la humildad. Y Dios de seguro nos tomará de la mano y nos llevará a su Reino el día en que traspongamos los umbrales de nuestra vida terrenal.



Para terminar, quiero también manifestarles que hay muchos lugares en los que podemos hacer oración pero tengamos presente que hay un lugar muy especial en nuestra comunidad creado con el único fin de adorar a Dios en persona y ese lugar es la Capilla o tu Parroquia cerca de tu casa.


¡Ven, Cristo te espera, Cristo te llama, Cristo te escuch

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