viernes, 7 de octubre de 2011

Padre Nuestro conyugal





Padre nuestro que estás en el cielo; como esposos te invocamos anhelando crecer en el amor hacia tí y entre nosotros.

Santificado sea tu Nombre; y así como, con amor, te santificamos, con amor queremos santificar a nuestra esposa, a nuestro esposo, creciendo en el amor, en el respeto, en la fidelidad, en la entrega, en la confianza...

Venga a nosotros tu Reino; el Reino del amor, donde prevalezca la maduración cotidiana de la relación matrimonial, convirtiendo nuestro hogar en un paraíso.

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; te pedimos, Padre, que nos ayudes a aceptar, también la voluntad del otro, que es expresión de su interior, de su amor, de sus limitaciones, de su búsqueda y hasta de sus errores. Aceptándola aprenderemos a servir mejor y creceremos en la vida matrimonial.

Danos hoy nuestro pan de cada día; te expresamos la confianza filial y te pedimos el sustento cotidiano pidiendo la gracia de que nuestro trabajo sea solidario, pleno y sin mezquindades.

Perdona nuestras ofensas como perdonamos a los que nos ofenden; y te pedimos saber disimular y perdonar lo que pueda molestarnos del otro, amando su propia identidad.

No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal; a tu imagen, debemos protegernos entre los cónyuges, asistiéndonos en nuestras necesidades y dificultades.

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