lunes, 3 de octubre de 2011

Jesucristo ,fundamento de nuestra esperanza por san Alfonso María de Ligorio



Para alcanzar la perseverancia final en el bien obrar, no debemos fiarnos, ni de nuestros propósitos ni de las promesas que hemos hecho a Dios, porque si nos apoyamos en nuestras propias fuerzas, estamos perdidos. La esperanza que abrigamos de conservar la gracia de Dios en nuestro corazón debe estribar en los méritos de Jesucristo; apoyados en su favor y ayuda, perseveremos hasta la muerte, aunque por todas partes nos veamos combatidos por los enemigos de la tierra y del infierno. A las veces nos sentiremos tan asaltados y abatidos por la tentación, que nos daremos ya por perdidos; procuremos no desalentarnos en tan ruda lucha, ni demos entrada a la desconfianza; acudamos a Jesús crucificado, y nos sostendrá para que no caigamos.
El Señor permite que hasta los santos tengan que sufrir tan deshechas tempestades y temores. San Pablo tuvo que padecer en Asia tan grandes aflicciones y angustias, que llegó a decir : "los males eran tan excesivos y tan superiores a nuestra fuerza, que nos hacían pesada la misma vida". Al declararnos con esto el Apóstol hasta dónde llegaban sus propias fuerzas, nos insinuó de paso que Dios, a veces, nos deja caer en la desolación, a fin de que tanteemos nuestra natural flaqueza y, desconfiando de nuestras fuerzas acudamos con humildad a implorar la gracia y asistencia divinas para no sucumbir.

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