"Y María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. El corazón es la habitación secreta en la que nos invita Dios a orar. Es el lugar íntimo del encuentro con El. Llegará el día en que ni aquí ni en Jerusalén se dará culto a Dios, sino en espíritu y en verdad, es decir, en todas partes donde se encuentre un discípulo de Cristo, porque el verdadero templo de Dios es el hombre y el corazón simboliza su ser más profundo, su centro espiritual y, por qué no, místico. Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, dice el Señor. Mansedumbre y humildad deben ser las piedras sobre las que se edifique este templo a la gloria de Dios. Te doy gracias Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Dios es sencillez, humildad, pequeñez, por eso se hace carne, se hace niño en Belén. El Reino de Dios está en el interior del ser humano, de aquél que le abre las puertas del corazón. Por eso el Señor nos invita a hacernos como niños para entrar en el Reino de los Cielos, a pasar por la puerta estrecha, a ser el servidor de todos, a ser el último si queremos ser el primero. Misterio de anonadamiento de Dios, de kénosis divina. Los hombres buscamos sin embargo los primeros puestos, las dignidades, los premios, la estima de los otros hombres, sobresalir, la gloria y el poder, ..., sin embargo no ha de ser así entre vosotros, nos dice el Señor. El que quiera ser el primero que sea vuestro siervo, porque muchos últimos serán primeros y muchos primeros últimos. ¡Qué difícil para el hombre entender y vivir ésto! María entendió perfectamente este misterio de humildad, he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra. Y guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. ¡Qué gran enseñanza! Guardemos como María estas palabras y enseñanzas del divino Maestro, meditemoslas pacientemente, saboreemoslas en el silencio sagrado del corazón, donde el Espíritu Santo nos lo irá enseñando todo y nos conducirá a la Verdad plena.
*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
viernes, 7 de octubre de 2011
GUARDAR ESTAS COSAS EN EL CORAZÓN
"Y María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. El corazón es la habitación secreta en la que nos invita Dios a orar. Es el lugar íntimo del encuentro con El. Llegará el día en que ni aquí ni en Jerusalén se dará culto a Dios, sino en espíritu y en verdad, es decir, en todas partes donde se encuentre un discípulo de Cristo, porque el verdadero templo de Dios es el hombre y el corazón simboliza su ser más profundo, su centro espiritual y, por qué no, místico. Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, dice el Señor. Mansedumbre y humildad deben ser las piedras sobre las que se edifique este templo a la gloria de Dios. Te doy gracias Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Dios es sencillez, humildad, pequeñez, por eso se hace carne, se hace niño en Belén. El Reino de Dios está en el interior del ser humano, de aquél que le abre las puertas del corazón. Por eso el Señor nos invita a hacernos como niños para entrar en el Reino de los Cielos, a pasar por la puerta estrecha, a ser el servidor de todos, a ser el último si queremos ser el primero. Misterio de anonadamiento de Dios, de kénosis divina. Los hombres buscamos sin embargo los primeros puestos, las dignidades, los premios, la estima de los otros hombres, sobresalir, la gloria y el poder, ..., sin embargo no ha de ser así entre vosotros, nos dice el Señor. El que quiera ser el primero que sea vuestro siervo, porque muchos últimos serán primeros y muchos primeros últimos. ¡Qué difícil para el hombre entender y vivir ésto! María entendió perfectamente este misterio de humildad, he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra. Y guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. ¡Qué gran enseñanza! Guardemos como María estas palabras y enseñanzas del divino Maestro, meditemoslas pacientemente, saboreemoslas en el silencio sagrado del corazón, donde el Espíritu Santo nos lo irá enseñando todo y nos conducirá a la Verdad plena.
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