miércoles, 19 de octubre de 2011

El dedo de la estatua



Se cuenta que había una estatua de un rey, cuyo dedo índice estaba en posición de señalar. Llevaba la inscripción: «Para conseguir un tesoro golpea en este sitio».

Su origen era desconocido, pero muchas generaciones de personas de aquella ciudad habían golpeado, con todo tipo de instrumentos, en el lugar señalado. Esos golpes, sin embargo, dejaron pocas huellas en la dura piedra, aunque sí fueron mellando la confianza de la población en sus posibilidades de poder obtener la riqueza prometida por la inscripción. Muchos sabios de otros lugares se acercaron para estudiar la estatua, pero nadie conseguía desentrañar su misterio.

Algunos empezaron a considerar la estatua como una broma de mal gusto, pensada por alguien que quería demostrar algo que nadie lograba entender.

Así como algunos empezaron a mirar a la estatua con notable desconfianza, para otros la frustración era tan grande y profunda que incluso pidieron al alcalde de la ciudad que retirase cuanto antes el monumento para no tener que verse enfrentados cada día a su propia impotencia.

Un día, un hombre de un pueblo vecino, que disfrutaba contemplando la belleza de las formas de todo lo creado, llegó a la ciudad y se quedó conmovido por la belleza de la estatua.

El hombre estuvo observando desde todas las perspectivas posibles el estilo, las formas, los materiales, el color, y hasta el sonido que producía el viento al rozar aquella obra de arte. Y gracias a la profundidad de su mirada le fue posible observar que exactamente al mediodía la sombra del dedo que señalaba, ignorada por siglos, trazaba una línea en el pavimento al pie de la estatua.

Se cuenta que este hombre, después de observar con detenimiento, marcó el sitio que señalaba la estatua, obtuvo los permisos necesarios, y con una barra hizo saltar la loza.

Para sorpresa de todos la loza resultó ser una compuerta en el techo de una caverna subterránea. En ella había extraños objetos, de una hechura tal que eran de una perfección y belleza únicas, y en consecuencia pudo acceder al tesoro que la inscripción prometía.


Gracias, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos…

No hay comentarios: