jueves, 27 de octubre de 2011

El canto gregoriano y la Santa Cruz


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Presentamos la traducción de una historia de conversión aparecida en el portal de noticias Asia News.

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Mumbai (AsiaNews) – Con una altura de un metro noventa y un centímetros, Gaurav literalmente mira a la gente desde arriba. Este joven converso “gujarati” fue cautivado por la música cristiana del renacimiento, y la música coral despertó en él una búsqueda de la belleza.


Gaurav Shroff nació el 30 de diciembre de 1972 en el hospital de la Sagrada Familia, Nueva Delhi (“bromeo con mis padres que ‘Sagrada Familia’ debería haberles dado una pista de mi futuro”). Su temprana niñez la pasó en Bethesda, MD (un suburbio de Washington DC), mientras su padre trabajaba para el Banco Mundial. La familia regresó a la India cuando él tenía alrededor de seis años, y asistió al St Xavier’s Loyola Hall, una escuela en Ahmedabad, donde se unió al coro escolar. Su único conocimiento de los cristianos era que no hablaban fluidamente el “gujarati” o el “hindi”, y que enterraban a los muertos, algo que lo intrigaba.


Describiendo su educación religiosa, Gaurav dijo: “Mi padre trabajó en el Banco Mundial, y luego fue editor del Economic Times. Mi madre fue la primera recaudadora de impuestos mujer del distrito en Gujarat. Aunque había un énfasis en los valores tradicionales de la India, ellos propugnaban ideales y valores humanistas seculares. Sin embargo, de mi abuela aprendí las antiguas historias de la religión hindú – los relatos épicos del Mahabharata, el Ramayana y el Bhagavad Gita”.


“Fue la estética”, dice Gaurav. “La belleza de la música sacra me dejó embelesado en mi primer experiencia de la Eucaristía en el St Xavier’s College de Mumbai el 15 de agosto, día de la independencia india y Fiesta de la Asunción. La sublime música de la Misa sin duda me aseguró de la presencia de Dios; los cantos gregorianos elevaron mi espíritu, creando en mí un sentido de sobrecogimiento por lo sagrado. Fui atraído instintivamente por la belleza estética de la Eucaristía y esta experiencia llenó mi corazón con un gozo inmenso”.


Este joven idealista, un hindú de la más alta casta occidentalizado, de 18 años, entrenado en la música clásica hindustán, comenzó a estudiar la historia de la Iglesia en un intento por comprender “lo que pudo haber inspirado el genio de los grandes músicos para componer algunas de las más grandes obras clásicas en honor de lo divino, y poner su arte al servicio de la liturgia”.


Gaurav pasó horas estudiando minuciosamente libros de la biblioteca de St Xavier’s, enseñándose a sí mismo el latín a partir de misales anteriores al Vaticano II, para aprender y comprender los cantos gregorianos en latín: el Credo, el Gloria, las demás partes de la Misa.


Tan fascinado estaba por la música sacra de la Eucaristía que asistió a la “Misa de gallo” del mismo año en la Catedral del Santo Nombre, acompañado por su padre. Como crecía su interés en las liturgias solemnes, sus amigos lo invitaron al Triduo Pascual del año siguiente, con la simple directiva de no recibir la Santa Comunión.


Por esto, en 1991, Gaurav fue a la Misa de la Cena del Señor en la Catedral del Santo Nombre. “Nada me había preparado para el ‘lavatorio de pies’. Observé con asombro como el Arzobispo Simon Pimenta se quitaba las vestimentas y se arrodillaba, lavando los pies de 12 hombres. Nunca había experimentado tal humildad en un líder espiritual”. Comenzó entonces a reflexionar en la naturaleza de estos sacerdotes, este liderazgo de servicio, que le era un concepto ajeno.


En el servicio del Viernes Santo, dado que sus amigos sólo lo habían excluido de la Comunión, se acercó para la Veneración de la Cruz. “Cuando me arrodillé y besé la Cruz, recuerdo vívidamente la voz clara en mi corazón que me decía: ‘Yo morí por ti’, y comencé a llorar sin vergüenza, y aunque no entendía lo que significaba, estaba seguro que Cristo Crucificado me amaba. Entonces ya no se trataba de la música, quise aprender más de este Jesús. O Jesús estaba completamente loco, o era Dios”.


Comenzó a leer todo acerca de la fe católica, la Biblia, y regularmente participó de la Misa dominical. En 1993, Gaurav fue a un retiro jesuita, en el que rezaba sólo, en la noche, ante el Santísimo Sacramento. “Sentí fuertemente la presencia de la Divinidad, el profundo amor de Dios por mí, y en la oscuridad fui iluminado: mi vida le pertenecía a Jesús, conocerlo, amarlo y servirlo. Esta era mi misión y vocación. Me sentí llamado a ser un sacerdote”.


“También tuve una conversación muy seria con mi familia acerca de mi decisión de hacerme católico y ser bautizado. ‘Mientras no rompas los lazos con la familia y no vayas haciendo proselitismo agresivamente, tienes nuestra bendición’, fue la respuesta de mi padre”.


El 15 de agosto de 1994, Fiesta de la Asunción, Gaurav fue bautizado en la Iglesia de San Pedro, Bandr, rodeado de 20 amigos, hindúes, católicos y musulmanes.


Dos semanas después de su bautismo, Gaurav llegó a los Estados Unidos en un clima intelectual que engendraba sospecha sobre la Iglesia Católica. “Dios fue siempre fiel, y bajo la protección de Su Bendita Madre, perseveré en la fe”.


“Los cuatro años siguientes de mi vida fueron el tiempo en el que Dios me permitió ver mi realidad, pero incluso en las crisis, el llamado al sacerdocio persistió inolvidable. Por eso, en orden a discernir el plan de Dios para mi vida, en 1998 comencé un segundo grado en estudios religiosos, también en la Universidad de Carolina del Sur, y en el 2001 recibí un título en estudios religiosos centrado en el Nuevo Testamento”.


Ese mismo año comenzó un trabajo de jornada completa en el Centro Católico de Estudiantes de Santo Tomás Moro en la Universidad de Carolina del Sur como ministro asociado del campus, en el que era el responsable de la formación en la fe de la pequeña parroquia de la Universidad. Su celo por la evangelización lo llevó, en el año 2006, al noviciado de los Padres Paulistas (una orden religiosa norteamericana) en Washington, DC.


“En el 2006 mi padre fue diagnosticado con un cáncer de pulmón en su última fase. Siempre había tenido una relación cercana con él, y esto fue devastador. Fue justo antes de ingresar al noviciado, y pasé unos pocos meses con él antes de partir para Washington. La generosidad de Dios no conoce límites, y fui capaz de estar en la India para las últimas dos semanas de su vida”.


En el 2007 descubrió que Dios lo estaba llamando al sacerdocio diocesano y entonces se mudó al sur, y allí se presentó en la Arquidiócesis de Atlanta. Después de algún trabajo pastoral en la diócesis, fue enviado al Seminario Mount St. Mary en Emmitsburg, Maryland, en el 2008.


Actualmente está terminando el primero de los cuatro años de estudios teológicos en el seminario y “Dios mediante, seré ordenado diácono en el 2012 y sacerdote en el 2013, para la Arquidiócesis de Atlanta”.


“La intervención de Dios a los pies de la Cruz en 1991 cambió el curso de mi vida para siempre. La evangelización y la vocación del laicado será la pasión central de mi ministerio como sacerdote diocesano. Veo mi futuro rol como el de alguien que guía, santifica, enseña al laicado no como a receptores pasivos”, deberé ser “alguien que convoca sus dones, talentos, carismas, para que los fieles laicos de Cristo puedan ser equipados para llevar el Evangelio al mundo y compartir la misión de la Iglesia”.


“Espero, por medio de mi llamado, proclamar el Amor de Cristo Crucificado a los hombres y llevarlos a entrar en contacto con Jesucristo, a conocerlo en una relación profunda, íntima”, porque “Él es la fuente de todo amor y felicidad”.

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