viernes, 21 de octubre de 2011

¿Cómo es nuestro Dios?



Creaste todas las cosas. Pero te muestras en un pedacito de pan. ¿Por qué no podemos verte y reconocerte en toda tu majestad?

"...aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse".

Nuestro Dios es un Dios diferente a todo cuanto podamos pensar o imaginar. Es amable y bueno, misericordioso, paciente. "El Señor es ternura compasión, lento a la cólera y lleno de amor"... "Él perdona todas tus ofensas y te cura de todas tus dolencias". Le gusta con nosotros ir despacio, en la medida de nuestros pasos. Deja crecer el trigo con la cizaña para no dañar el trigo. Paciencia. Ya vendrá el día en que separará lo bueno de lo malo.

Hace poco conducía mi auto y recordé que en el Santuario Nacional del Corazón de María tenían expuesto al Santísimo. Así que me desvié del camino para pasar a saludarlo.

— Eres Dios –le decía –. Creaste todas las cosas. Pero te muestras en un pedacito de pan. ¿Por qué no podemos verte y reconocerte en toda tu majestad?

Entonces, por respuesta, vino a mi mente un pasaje de la Biblia:

"Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y los llevó a ellos solos a un monte alto. A la vista de ellos su aspecto cambió completamente, incluso sus ropas se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo sería capaz de blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, que conversaban con Jesús. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: ´Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Levantemos tres chozas: una para Ti, otra para Moisés, otra para Elías´. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban aterrados". (Marcos 9, 2-6)
Jesús mío, ¿qué pasaría si te viésemos como realmente eres? Seguramente también quedaríamos aterrados, sin saber qué decir o hacer. Tu divinidad es demasiado para un simple mortal.

Qué bueno eres, que te muestras tan sencillo y humilde, en algo que nos es familiar, a lo que no tememos; y que podemos, confiados, acercarnos a Ti. "Tú eres un Dios al que le gusta esconderse..." (Is 45,15)

Me ocurre a mí, que siento tu presencia; sé que estás allí, pero me acerco tranquilo, como si estuviera en medio de mi familia. Me siento cómodo cuando estoy contigo. No te veo como el Juez implacable que vendrá para juzgar a las naciones, sino como el Amigo Bueno, que se ha quedado con nosotros para darnos la salvación eterna.

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