Es hoy la fiesta de San Benito abad, padre del
monacato occidental y patrono de Europa. Es muy importante en la historia de la
Iglesia, pero a la vez una figura casi desconocida. La mayor fuente biográfica
es la obra de san Gregorio Magno quien, al parecer, conoció algunos discipulos
directos del santo.
Si nuestras obras dicen algo de nosotros, en el
caso de San Benito, la otra gran fuente es la Regla. Dirigida a monjes sin
demasiada instrucción, su autor la juzga varias veces como «mínima» y en otras
como «elemental». A su juicio, quedaba lejos la edad de oro del monacato. Sin
embargo, acudió a aquella antigua tradición para cimentar su pensamiento en el
de los antiguos padres.
La Regla no contiene grandes teorías. Es
esencialmente práctica incluso en sus capítulos más espirituales. Se amolda a
las circunstancias concretas. Al parecer, tampoco nunca fue pensada su difusión
mas allá de sus destinatarios históricos. Hoy sabemos muy bien que la
penetración en el mundo monástico procedió con notable lentitud. Esta se dio por
motivos azarosos o providenciales. No se impondrá generalmente como regla única
hasta San Benito de Aniano. Sus innegables cualidades intrínsicas en primer
lugar, pero también la prestigiosa biografía de San Benito, la recomenda-ción
expresa de San Gregorio Magno, la influencia de Roma, todo colaboró a este
triunfo tardío.
En su escuela se formaron muchos de los más
grandes santos de la cristiandad y a mas de mil años de su composición continua
siendo «una de las obras más originales de la literatura patrística y
monástica»(1).
(1) G.PENCO, Storia del monachismo in Italia
dalle origini alle fine del Medio Evo, 64
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