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Juan Bufalari de Rieti, Beato |
Eremita Agostino
Martirologio Romano: En Rieti, de la Sabina, beato Juan Bufalari, religioso de la Orden de los Eremitas de San Agustín, joven humilde y amable, y siempre solícito para con su prójimo (c. 1336).
Etimolgía: Juan = Dios es misericordia. Viene de la lengua hebrea.
Nació a principios del siglo XIV, en Castel Porziano de la Umbría. Era hermano de la Beata Lucía Amelia.
El Beato Juan, ingresó a temprana edad en el convento de los ermitaños de San Agustín, en Rieti. Vivía consagrado al servicio de sus prójimos, especialmente de los enfermos y forasteros.
Pasaba largas horas en contemplación. Poseía un don de lágrimas extraordinario y lloraba no sólo por sus pecados, sino también por los de los otros. Decía: "Imposible dejar de llorar! Los árboles y las plantas germinan, crecen, dan fruto y mueren sin apartarse un punto de las leyes que les ha fijado el Creador.
En cambio los hombres, a quienes Dios ha dado inteligencia y prometido un premio eterno, se oponen continuamente a su voluntad". Es ésta una reflexión sencilla pero muy profunda. No se conoce la fecha exacta de la muerte del beato. Su santa vida y los milagros obrados en su tumba, dieron origen al culto popular, que fue confirmado oficialmente en 1832.
Su culto fue confirmado en 1832
Beato Juan Bufalari, eremita
fecha: 1 de agosto fecha en el calendario anterior: 9 de agosto n.: c. 1318 - †: c. 1336 - país: Italia otras formas del nombre: Juan de Rieti canonización: Conf. Culto: Gregorio XVI 1832 hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Rieti, de la Sabina, beato Juan Bufalari, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, joven humilde y amable, siempre dispuesto a ayudar a su prójimo.
Juan Bufalari nació a principios del siglo XIV, en Castel Porziano, de la Umbría. Era hermano de la beata Lucía Amelia. Por lo poco que sabemos sobre él, su vida debió tener escasos atractivos, pero fue llena de gracia y de virtud. Juan abandonó el mundo a temprana edad e ingresó en el convento de los ermitaños de San Agustín, en Rieti. Vivía consagrado al servicio de sus prójimos, especialmente de los enfermos y forasteros y atendía con delicadeza a los huéspedes del monasterio. Pasaba largas horas en contemplación y aprovechaba cuantas ocasiones se le ofrecían de ayudar la misa. Poseía un don de lágrimas extraordinario y lloraba no sólo por sus pecados, sino también por los de los demás. Una vez dijo, paseándose por el jardín: «¡Imposible dejar de llorar! Los árboles, las plantas y las flores que nos rodean germinan, crecen, dan fruto mueren sin apartarse un punto de las leyes que les ha fijado el Creador. En cambio los hombres, a quienes Dios ha dado inteligencia y prometido un reino eterno, se oponen continuamente a su voluntad». Es ésta un reflexión muy sencilla y a la vez muy profunda. Desconocemos la fecha exacta de la muerte del beato. Su santa vida y los milagros ocurridos en su tumba, dieron origen al culto popular, que fue confirmado oficialmente en 1832.
Véase Torelli, Secoli Agostiniani, vol. II; y P. Seebück, Die Herrlichkeit der Katolichen Kirche (1900), pp. 299-300.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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