"Él te condujo por el desierto, y en esa tierra seca y sin agua ha hecho brotar para ti un manantial de agua de la roca dura" (Dt 8,15).
Te invito a entrar en una experiencia de Jesús en el desierto: en soledad de comunión, en el silencio del encuentro, en la presencia amorosa de Dios en ti, y la tuya en Él.
El desierto te expone, en desnudez total, ante el misterio de Dios que envuelve. Nada ni nadie podrá interferir tu encuentro, "lo verás cara a cara, y llevarás su nombre en tu frente" (Ap 22,4). Sé consciente de que el lenguaje del Amor te es revelado como don del Espíritu que te capacita para entenderlo y vivirlo.
El desierto es el lugar del despojo del propio yo. La inmensa aridez que te rodeará, hará desaparecer de ti todas aquellas cosas que no son imprescindibles en tu vida. Desnudará tu alma, y te despojará de todo, incluso de lo que consideras como más amado.
Te acercará al encuentro con Dios, porque la vaciedad en la que vivirás, te hará plenamente disponible para Él, postrado ante el misterio insondable de su voluntad.
El desierto es indispensable para todo aquel que busca a Dios, fijos los ojos en Jesús, alentado por la nostalgia que el Espíritu hizo nace en ti gracias al don del agua que te dio vida.
El desierto te libera, te deja desnudo delante de Él, te ayuda a comprender las cosas desde dentro, desde otra perspectiva que todo tiene en Dios.
En el desierto la oración se simplifica mucho: descubres que orar es ser simplemente tú, ante Él. Porque nada ni nadie te condiciona, te limitarás a estar, en la transparencia de tu realidad ante Dios, al que buscas porque lo añoras, con un amor cada vez más fuerte. Y aprendes a vivir con un amor confiado, abandonado, en medio del desierto, y sumergido en el mar del Amor... consumido por su agua.
El Pueblo de Israel caminó por el desierto durante cuarenta años. Moisés vivió en él antes de acoger la misión que Dios le quería confiar.
Jesús fue al desierto para enfrentarse a los cuarenta días de tentación y de prueba, en los que se preparó para la predicación del Reino, después de haber vivido en la plena voluntad del Padre que lo había enviado al mundo, para ser Palabra visible y cercana del Amor Salvador de Dios.
María vive sus años de Nazaret, en el silencio de una vida oculta en la sencillez de lo cotidiano, como un tiempo largo de desierto en el que se prepara para acoger el misterio del proyecto de amor del Padre para ella, en el Espíritu.
Pablo cruza el desierto en el camino de conversión a Damasco. Allí experimenta la fuerza de la luz que, deslumbrándole, le hace caer del caballo e iniciar un intenso proceso de conversión.
El desierto también es indispensable para ti. Será un tiempo de gracia, ya que es una etapa por la cual ha de pasar todo aquel que quiera dar fruto en Dios. Descubrirás la necesidad del silencio, de la interiorización y de la renuncia a todo lo superfluo, para que Dios pueda construir en ti su Reino y hacer crecer, en cada uno, el espíritu interior, la vida de intimidad con Dios, en el diálogo directo con Él.
El Espíritu que te ha conducido al desierto, te llevará a mantenerte en una comunión interior en la fe, la esperanza y la caridad.
Después, purificado por la fe, alentado por la esperanza confiada, y transformado por el Amor que te invade, podrás dar fruto, en la medida en la que tu ser interior se ha dejado convertir al Amor.
En el silencio de María, en el abandono confiado en las manos del Padre, en la comunión sincera y cordial con los hermanos, "manteniendo tu mirada en Jesús", entra en el camino interior del desierto, porque necesitas andar por sendas de paz y de encuentro hacia el océano de Amor que es Dios.
Senderos de silencio
El objetivo de tus primeros pasos, en esta experiencia espiritual que estás iniciando, es sencillo y claro: En la serenidad y en la paz, busca el silencio. Reencuéntrate con la unificación interior en Él.
Tu camino se desenvuelve habitualmente en un entorno de actividad, más o menos intensa. Desde tu opción por Jesús se supone que lo vives todo en una perspectiva de fe. Ahora, se te va a pedir que te reencuentres con el núcleo central de tu opción de vida, que es Él, y en una actitud de amor, vives en disponibilidad tu relación fraterna, y el don que haces de ti mismo en la cotidianeidad de tu tierra. Todo ha de ser expresión de un mismo y único amor que se vive en ti.
En él vives en la armonía y el equilibrio interior, en la paz y la serenidad del alma. No olvides el objetivo final: ser coherente con tu opción de vida y las exigencias que comporta. Tu coherencia tendrá su raíz en el amor, y su fruto será también la ofrenda que haces de ti mismo.
Podrás afirmar: Amor... Amor... Amor... sólo quiero dar amor, comunicarlo. Sólo quiero amar... entrar a descubrir el misterio que encierra el Amor.
Es el corazón de la vida, es el alma del silencio: abres tu vida al Misterio del proyecto de Dios para ti. En el silencio, el Espíritu correrá el velo que lo cubre.
Déjate guiar por Él. Porque el encuentro con el amor, muchas veces, se hace en una ruta de pura fe, en el que, aunque no lo sientas, estás viviendo en la ruta del amor.
De este amor que vives y experimentas en tu encuentro "cara a cara" con el Señor Jesús, nacerá como un manantial de agua que, después, revertirá en bondad, comprensión, compasión y ternura en tu relación con los demás.
En el itinerario de tu corazón hacia Dios, el desierto será indispensable para ti.
Entra en él, a pie descalzo, disponible para encontrar la voluntad de Dios para ti, en el misterio del Reino.
"No debáis nada a nadie, sólo sois deudores en el amor" (Rm 13,8)
Vámonos al desierto con Jesús | |||
Que la oración no nos deje caer en la tentación | |||
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JESÚS, UNA VIDA DE ORACION.
Cristo Jesús, lleno de angustia, oraba con más instancia; y sudó como gruesas gotas de sangre, que corrían hasta la tierra. Levantándose de la oración, vino a los discípulos, y, encontrándolos adormilados por la tristeza, les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación. (Cf Lc 22 44-46)
No podemos dejar de reconocer en todo momento, que Cristo Jesús es mucho más que un verdadero modelo de hombre de oración. Jesús oraba, y oraba con frecuencia, a veces pasaba noches enteras en la oración. Los discípulos, viéndole una vez orando, calmado y feliz, tranquilo y manso, sintieron el impulso de orar. Pero se preguntaron ¿cómo hacerlo?, entonces se acercaron a él y le rogaron: "Maestro, enséñanos a orar". Los discípulos es ese instante lo hacen por un extraordinario deseo y las ansias más profundas del corazón.
Así lo dice el Concilio que "desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios" (G et S, 19).
No hay nada mejor y nada más importante que poder mantener un diálogo con Dios, nuestro Creador, nuestro Padre. Y lo más relevante, es que podemos hablar con Dios y tenemos derecho de hablar con Dios. Pero además, tenemos necesidad. En efecto somos necesitados, indigentes, pobres criaturas, sujetas grandes penurias y carencias, y sometidas a todas las pasiones humanas, y víctimas de tantas calamidades, enfermedades, pobrezas y muerte. Somos además criaturas atadas con Dios como por el cordón umbilical, que no podemos, auque queramos, cortar.
Entonces no dejemos de dar gracias a Dios Padre, porque nos ha enviado a su Hijo Jesús a enseñarnos a orar y a pedirnos que oremos. Pero debemos hacerlo con el corazón y las manos limpias, en especial con humildad, con confianza y amor, de este modo Cristo Jesús nos asegura que siempre será escuchada nuestra oración, por que Dios es nuestro mejor amigo, es quien mas nos ama.
Así es como Santa Teresa de Jesús, define la oración: "Tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama".
Pidámosle a Cristo Jesús, igual como lo hicieron sus Apóstoles: Señor, enséñanos a orar y que además nos enseñe a no desfallecer, es decir a ser constantes en la oración.
Cristo Jesús, es una persona acostumbrada a orar, el participa de la religiosidad de su pueblo, va constantemente a la sinagogas, que son casas de oración, sube al monte a orar dándole una gran importancia a esta actividad, busca lugares y momentos para estar solo y poder orar con libertad y entrega. La oración de Jesús es un encuentro de intimidad con el Padre. Cuando Jesús ora se dirige a Dios llamándolo Padre.
Jesús ora en los momentos difíciles. Cuando se enfrenta a decisiones, cuando debe discernir cuál es la voluntad de Dios. Qué es lo que Dios quiere de él. La oración es su lugar de encuentro con la voluntad de Dios. Jesús da gracias al Padre. Reconoce la gratuidad del amor de Dios y lo alaba.
Si recorremos los cuatro evangelios, nos encontraremos con mucho relatos donde vemos a Cristo Jesús, haciendo una vida de oración, es así como a continuación se presentan para que se confronten con la buena lectura de las sagradas escrituras diversas referencias de Jesús en una vida de oración.
JESÚS EN ORACIÓN SEGÚN EL EVANGELIO DE SAN MARCOS:
Se nos relata como Jesús participaba de la oración del día sábado en la sinagoga. Mc 1:21 Llegaron a Cafarnaúm, y luego, el día de sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba. 22 Se maravillaban de su doctrina, pues la enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Estos oficios tenían dos partes: una oración, otra lectura y exposición de la Escritura : primero de la Ley y luego de los Profetas
Luego se nos relata como Jesús ora de madrugada, en lugares tranquilos, en soledad. Mc 1: 35 A la mañana, mucho antes de amanecer, se levantó, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. Y además nos dice que frecuentaba las sinagogas, las que eran casas de oración. Mc 1:39 Y se fue a predicar en las sinagogas de toda Galilea, y echaba los demonios.
Por supuesto que una bendición es también una oración, Jesús bendice los panes y pescados en la multiplicación de los panes. Mc 6:41 El, tomando los cinco panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes y se los entregó a los discípulos para que se los sirvieran, y los dos peces los repartió entre todos. Luego de la multiplicación de los panes y de esa jornada de enseñanza al pueblo, se va al cerro a orar. Mc 6: 46 Después de haberlos despedido, se fue a un monte a orar
Para cualquier actividad importante Jesús ora, así fue como antes de curar al sordomudo mira al cielo y suspira conmovido. Mc 7, 34 y le tocó la lengua, 34 y, mirando al cielo, suspiró y dijo: “Ephata,” que quiere decir ábrete; 35 y se abrieron sus oídos y se le soltó la lengua, y hablaba expeditamente.
En la segunda multiplicación de los panes da gracias y bendice los alimentos. Mc 8:6 Mandó a la muchedumbre recostarse sobre la tierra; y tomando los siete panes, dando gracias, los partió y los dio a sus discípulos para que los sirviesen, y los sirvieron a la muchedumbre.
La oración le da fuerzas para superar el poder del mal. 28 Entrando en casa a solas, le preguntaban los discípulos: ¿Por qué no hemos podido echarle nosotros? 29 Les contestó: Esta especie no puede ser expulsada por ningún medio si no es por la oración.
Enseñanzas sobre la oración. Mc 11, 24-25 Por esto os digo, todo cuanto orando pidiereis, creed que lo recibiréis y se os dará. 25 Cuando os pusieseis en pie para orar, si tenéis alguna cosa contra alguien, perdonadlo primero, para que vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone a vosotros vuestros pecados.
Jesús bendice y da gracias en la Ultima Cena. Mc 14, 22-24 Mientras comían, tomó pan, y, bendiciéndolo, lo partió, se lo dio y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Tomando el cáliz, después de dar gracias, se lo entregó, y bebieron de él todos. 24 Y les dijo: Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos.
Ante la adversidad y el conflicto se retira a orar en Getsemaní para buscar la voluntad del Padre. Mc 14,32 Llegaron a un lugar cuyo nombre era Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí mientras voy a orar.
En la cruz, próximo a la muerte, ora con las palabras del salmo 22. Mc 15, 34 Y a la hora de nona gritó Jesús con fuerte voz: “Eloí, Eloí, ¿lama sabachtaní?” Que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
JESÚS EN ORACIÓN SEGÚN EL EVANGELIO SAN MATEO
Enseñanzas sobre la oración: no aparentar, en secreto, con pocas palabras. Mt 6:5-8 Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar de pie en las sinagogas y en los cantones de las plazas, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. 6 Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo dará. 7 Y orando, no seáis habladores como los gentiles, que piensan ser escuchados por su mucho hablar. 8 No os asemejéis, pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes que se las pidáis.
Jesús nos enseña el padrenuestro Mt 6:9-13 Así, pues, habéis de orar vosotros: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, 10 venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día dánosle hoy, 12 y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, 13 y no nos pongas en tentación, mas líbranos del mal.
Oración de alabanza de Jesús al Padre Mt 11:25 Por aquel tiempo tomó Jesús la palabra y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos.
Bendice y da gracias por los alimentos en la multiplicación de los panes. Mt 14:19 Y, mandando a la muchedumbre que se recostara sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces y, alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes y se los dio a los discípulos, y éstos a la muchedumbre.
Sube al cerro a orar solo. Mt 14:23 Una vez que la despidió, subió a un monte apartado para orar. Llegada la noche, estaba allí solo.
Da gracias en la segunda multiplicación de los panes Mt 15:35-36 Y mandó a la muchedumbre que se recostara en tierra, 36 tomó los siete panes y los peces, y, dando gracias, los partió y se los dio a los discípulos, y éstos a la muchedumbre.
Bendice y da gracias en la Ultima Cena. Mt 26:26-28 Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo. 27 Y tomando un cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed de él todos, 28 que esta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por muchos para remisión de los pecados
Canta los Salmos en la Última Cena. Mt 26: 30 Y, dichos los himnos, salieron camino del monte de los Olivos.
Ante la proximidad de la muerte se retira a orar para buscar la voluntad del Padre. Mt 26:41-42 Velad y orad para no caer en la tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca. 42 De nuevo, por segunda vez, fue a orar, diciendo: Padre mío, si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
Al morir, se dirige al Padre con un lamento del Salmo 22. Mt 27:46 Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte, diciendo: “Eli, Eli lema sabachtaní!” Que quiere decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
JESÚS EN ORACIÓN SEGÚN EL EVANGELIO DE SAN LUCAS
En el Templo, la casa de su Padre, a los doce años de edad. Lc 2:46 Y al cabo de tres días le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores
En el momento de su bautismo, se encuentra orando Lc 3:21-22 Aconteció, pues, cuando todo el pueblo se bautizaba, que, bautizado Jesús y orando, se abrió el cielo 22 y descendió el Espíritu Santo en forma corporal, como paloma, sobre El, y se dejó oír del cielo una voz: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.”
Antes de iniciar su predicación, Jesús se retira al desierto y ora durante 40 días. Lc 4: 1-2 Jesús, lleno del Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto 2 y tentado allí por el diablo durante cuarenta días. Pero al ser tentado responde con la fuerza de la Palabra. Lc 4:3-12 3 Le dijo el diablo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. 4 Jesús le respondió: “No sólo de pan vive el hombre.” 5 Llevándole a una altura, le mostró, en un instante, desde allí todos los reinos del mundo, 6 y le dijo el diablo: Todo este poder y su gloria te daré, pues a mí me ha sido entregado, y a quien quiero se lo doy; 7 si, pues, te postras delante de mí, todo será tuyo. 8 Jesús, respondiendo, le dijo: Está escrito: “Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo servirás.” 9 Le condujo después a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; 10 porque escrito está: “A sus ángeles ha mandado sobre ti para que te guarden 11 y te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra las piedras.” 12 Respondiendo, Le dijo Jesús: Dicho está: “No tentarás al Señor tu Dios.”
Jesús Tenía la costumbre de ir a la sinagoga, que es la casa de oración, los días sábado. Lc 4:16 Vino a Nazaret, donde se había criado, y, según costumbre, entró el día de sábado en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.
Jesús siempre buscaba lugares tranquilos para orar. Lc 5:16 pero El se retiraba a lugares solitarios y se daba a la oración.
Antes de elegir a sus discípulos sube al cerro y pasa la noche en oración. Lc 6: 12 Aconteció por aquellos días que salió El hacia la montaña para orar, y pasó la noche orando a Dios
Jesús bendice los alimentos en la multiplicación de los panes. Lc 9:16 16 y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al cielo, los bendijo y se los dio a los discípulos.
Jesús, nuevamente se retira a lugares apartados para orar Lc 9:18 18 Aconteció que, orando El a solas, estaban con El sus discípulos, a los cuales preguntó: ¿Quién dicen las muchedumbres que soy yo?
En una ocasión Jesús sube a un monte a orar y mientras estaba orando se transfigura. Lc 9:28 Aconteció como unos ocho días después de estos discursos que, tomando a Pedro, a Juan y a Santiago, subió a un monte a orar. 29 Mientras oraba, el aspecto de su rostro se transformó, su vestido se volvió blanco y resplandeciente.
A la vuelta de la misión de los setenta y dos, bendice y da gracias al Padre. Lc 10:17 Volvieron los setenta y dos llenos de alegría, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sometían en tu nombre.
Al ver cómo Jesús oraba sus discípulos le piden que les enseñe a orar. Lc 11:1 ss 1 Acaeció que, hallándose El orando en cierto lugar, así que acabó, le dijo uno de los discípulos: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñaba a sus discípulos. Y Jesús les enseña a orar el Padrenuestro Lc 11: 2 ss El les dijo: Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino; 3 danos cada día el pan cotidiano; 4 perdónanos nuestras deudas, porque también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos pongas en tentación.
Jesús enseña a sus discípulos la necesidad de perseverar en la oración, es decir a ser constantes. Lc 18, 1 ss Les dijo una parábola para mostrar que es preciso orar en todo tiempo y no desfallecer. Luego Jesús les enseña la humildad en la oración. Lc 18:9-14 Dijo también esta parábola a algunos que confiaban mucho en sí mismos, teniéndose por justos, y despreciaban a los demás. 10 Dos hombres subieron al templo a orar, el uno fariseo, el otro publicano. 11 El fariseo, en pie, oraba para sí de esta manera: ¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, adúlteros, injustos, ni como este publicano. 12 Ayuno dos veces en la semana, pago el diezmo de todo cuanto poseo. 13 El publicano se quedó allá lejos, y ni se atrevía a levantar los ojos al cielo, y hería su pecho diciendo: ¡Oh Dios!, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que bajó éste justificado a su casa, y no aquél. Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado.
Jesús da gracias en la Ultima Cena. Lc 22, 17-19 Tomando el cáliz, dio gracias y dijo: Tomadlo y distribuidlo entre vosotros; 18 porque os digo que desde ahora no beberé del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios. 19 Tomando el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: Este es mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haced esto en memoria mía.
Como era su costumbre, Jesús fue a orar al monte de los Olivos. Lc 22, 39 Saliendo, se fue, según costumbre, al monte de los Olivos, y le siguieron también sus discípulos. Luego Jesús les enseña a sus discípulos a orar para no caer en la tentación. Lc 22: 40 Llegado allí, les díjo: Orad para que no entréis en tentación.
Jesús, ante la proximidad de la muerte ora para buscar la voluntad del Padre. Lc 22: 41-46 Se apartó de ellos como un tiro de piedra, y, puesto de rodillas, oraba, 42 diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. “Se le apareció un ángel del cielo, que le confortaba. 44 Lleno de angustia, oraba con más instancia; y sudó como gruesas gotas de sangre, que corrían hasta la tierra. 45 Levantándose de la oración, vino a los discípulos, y, encontrándolos adormilados por la tristeza, 46 les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación.
Jesús al morir, sus últimas palabras se dirigen al Padre con un Salmo (31). Lc 23:46 Jesús, dando una gran voz, dijo: Padre, en tus manos entrego mi espíritu; y diciendo esto, expiró.
Los discípulos de Emaús lo reconocen al bendecir y partir el pan. Lc 24, 30 Puesto con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. 31 Se les abrieron los ojos y le reconocieron, y desapareció de su presencia.
JESÚS EN ORACIÓN SEGÚN EL EVANGELIO DE SAN JUAN
Participa de las Fiestas de su pueblo. Jn 2:13 13 Estaba próxima la Pascua de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 14 Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, de ovejas y de palomas, y a los cambistas sentados. Hay otra ocasión donde también participa en las fiestas de su pueblo: Jn 5:1 Después de esto se celebraba una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
Jesús da gracias por los alimentos en la multiplicación de los panes. Jn 6:11 Tomó entonces Jesús los panes, y, dando gracias, dio a los que estaban recostados, e igualmente de los peces, cuanto quisieron.
Jesús se dirige al Padre para darle gracias porque siempre lo escucha, antes de resucitar a su amigo Lázaro. Jn 11, 41-42 Quitaron, pues, la piedra, y Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, te doy gracias porque me has escuchado; 42 yo sé que siempre me escuchas, pero por la muchedumbre que me rodea lo digo, para que crean que tú me has enviado.
Jesús ora, antes de morir, por el nuevo pueblo santo, y ora al Padre por si mismo: Jn 17:1-5 Esto dijo Jesús, y, levantando sus ojos al cielo, añadió: Padre, llegó la hora; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique, 2 según el poder que le diste sobre toda carne, para que a todos los que tú le diste, les dé El la vida eterna. 3 Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo. 4 Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. 5 Ahora tú, Padre, glorifícame cerca de ti mismo con la gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo existiese.
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