miércoles, 21 de agosto de 2013

Bartolomé, Santo


Apóstol, 24 de agosto
 
Bartolomé, Santo
Bartolomé, Santo

Apóstol y Mártir

Martirologio Romano: Fiesta de san Bartolomé, apóstol, al que generalmente se identifica con Natanael. Nacido en Caná de Galilea, fue presentado por Felipe a Cristo Jesús en las cercanías del Jordán, donde el Señor le invitó a seguirle y lo agregó a los Doce. Después de la Ascensión del Señor, es tradición que predicó el Evangelio en la India y que allí fue coronado con el martirio (s. I)

Etimológicamente: Bartolomé = hijo de Tolomé” (Bar =hijo. Tolomé = “cultivador y luchador”).. Viene de la lengua hebrea.
A este santo (que fue uno de los doce apóstoles de Jesús) lo pintaban los antiguos con la piel en sus brazos como quien lleva un abrigo, porque la tradición cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel de su cuerpo, estando él aún vivo.

Parece que Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre que era Natanael (que significa "regalo de Dios") Muchos autores creen que el personaje que el evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman Bartolomé. Porque San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol Felipe, le colocan como compañero de Felipe a Natanael.

El encuentro más grande de su vida.

El día en que Natanael o Bartolomé se encontró por primera vez a Jesús fue para toda su vida una fecha memorable, totalmente inolvidable. El evangelio de San Juan la narra de la siguiente manera: "Jesús se encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". Felipe se encontró a Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret". Natanael le respondió: " ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le dijo: "Ven y verás". Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" Natanael le preguntó: "¿Desde cuando me conoces?" Le respondió Jesús: "antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi". Le respondió Natanael: "Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel". Jesús le contestó: "Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre." (Jn. 1,43 ).
Felipe, lo primero que hizo al experimentar el enorme gozo de ser discípulo de Jesús fue ir a invitar a un gran amigo a que se hiciera también seguidor de tan excelente maestro. Era una antorcha que encendía a otra antorcha. Pero nuestro santo al oír que Jesús era de Nazaret (aunque no era de ese pueblo sino de Belén, pero la gente creía que había nacido allí) se extrañó, porque aquél era uno de los más pequeños e ignorados pueblecitos del país, que ni siquiera aparecía en los mapas. Felipe no le discutió a su pregunta pesimista sino solamente le hizo una propuesta: "¡Ven y verás que gran profeta es!"

Una revelación que lo convenció.

Y tan pronto como Jesús vio que nuestro santo se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría: "Este si que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño". El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce , y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover: "Allá, debajo de un árbol estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas". Aquélla revelación lo impresionó profundamente y lo convenció de que este sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó: "¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! ¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que El leyó sus pensamientos. Esto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios que hasta leía los pensamientos. Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora. Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cuál una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas.

Desde entonces nuestro santo fue un discípulo incondicional de este enviado de Dios, Cristo Jesús que tenía poderes y sabiduría del todo sobrenaturales. Con los otros 11 apóstoles presenció los admirables milagros de Jesús, oyó sus sublimes enseñanzas y recibió el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.
El libro muy antiguo, y muy venerado, llamado el Martirologio Romano, resume así la vida posterior del santo de hoy: "San Bartolomé predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza".

Para San Bartolomé, como para nosotros, la santidad no se basa en hacer milagros, ni en deslumbrar a otros con hazañas extraordinarias, sino en dedicar la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar mas a Jesucristo, y a propagar su santa religión, y en tener una constante caridad con los demás y tratar de hacer a todos el mayor bien posible.

Oración

Oh, Dios omnipotente y eterno, que hiciste este día tan venerable día con la festividad de tu Apóstol San Bartolomé, concede a tu Iglesia amar lo que el creyó, y predicar lo que él enseñó. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén
 
San Bartolomé, Apóstol
 
LA LLAMADA

Jesús ha pasado la noche en oración. La voz de cristal de los grillos, el aullido de los chacales y el tranquilo aire de la noche, le han hecho compañía. Al sereno amanecer se ha postrado adorando a su Padre. Cuando se incorporó bajó a la mitad del monte. La gente le esperaba abajo con ansia. Majestuosamente comenzó a llamar radiante el rostro: Simón, Santiago, Juan, Andrés, Felipe, Bartolomé” (Mc 3,18). Bartolomé o Natanael, forma parte pues, del grupo de los primeros llamados, Juan, Andrés y Pedro. Todos son de Betsaida y pescadores del lago de Genesaret. Nadie podía pensar que el Mesías pudiera salir de Nazaret, un pueblo apenas conocido, no así como Belén, que sí es citado en la Biblia por el profeta Miqueas. Para Dios no cuenta ni la progenie humana ni la estirpe topográfica. Su elección sigue parámetros diferentes de los del mundo: Ahí están Nazaret, Asís, Lourdes, Aljustrel,“Bienaventurados los pobres de espíritu...”

NATANAEL BAJO LA HIGUERA

Estaba debajo de la higuera. Sombra, calma y monotonía al fresco de la tarde, con sus pergaminos y su lectura y sus reflexiones. Es hombre de pensamiento y buscador. Sabe que Nazaret no existe en la Biblia. De Nazaret puede salir algo bueno?. Además, eran pendencieros y testarudos los paisanos de Jesus. Pero aunque Natanael responde a Felipe remarcando su incredulidad en alguien que viene de Nazaret, es honrado y creyente al reconocer de inmediato en Jesús al Hijo de Dios, al Rey de Israel. Por ahí anduvo el Espíritu del Padre que, antes que a Simón Pedro, ya le ha revelado a Natanael la divinidad de Jesús, su filiación divina. No se ha equivocado Jesús cuando ha dicho de él que “es un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. San Juan, siempre con su tesis de que los suyos no le recibieron, recuerda y destaca la presentación hecha por Jesús de Natanael, para contraponer a la cerrazón de los judíos que se niegan a aceptar la divinidad de Jesús, la fe sencilla del buen israelita, conocedor de la Escritura, y el buen sentido del pueblo creyente sin prejuicios. Algo que debemos aprender de Jesús en este caso, es la presentación elogiosa que hace Jesús de él. Se da una praxis supuestamente piadosa y eclesial que pocas veces reconoce los valores de los otros, dicen que para no fomentar la vanidad, pero yo creo que la motivación es menos gloriosa: la envidia. Si el otro lo oye y se lo cree, nos considerará inferiores. ¡Cuidado, pues!

DATOS ESCASOS DE LOS EVANGELIOS

Es una lástima que los Evangelistas no nos hayan transmitido más noticias del Apóstol Bartolomé. Más, los pocos pero valiosos datos consignados en la Escritura nos permiten conocer su personalidad. Los tres sinópticos se contentan con incluirlo en la lista de "los Doce", presentándolo como el "hijo de Tholmai", que significa Bartolomé, y lo colocan siempre a continuación de su amigo Felipe.

San Juan es ya más explícito y además de su nombre propio -Natanael-, y lugar de nacimiento -Caná-, hace constar algún detalle de su vocación apostólica.

"Al día siguiente determinó Jesús salir para Galilea, y halla a Felipe y le dice: Sígueme. Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe se encuentra con Natanael y le revela: "Aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas, le hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret". Y le dijo Natanael: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?". Y le responde Felipe: "Ven y lo verás". Vio Jesús a Natanael venir hacia sí y dice:: "Ahí tenéis a un verdadero israelita en quien no hay dolo". Y Natanael: "¿De dónde me conoces?". Respondió Jesús: "Antes de que Felipe te llamase, cuando estabas debajo de la higuera, yo te vi". Respondió Natanael: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús le dijo: "¿Porqué te dije que te vi debajo de la higuera, crees? Mayores cosas que éstas verás". "En verdad, en verdad os digo, veréis el cielo abierto y a los ángeles del cielo que suben y bajan sobre el Hijo del hombre"".

Sólo conjeturas podemos hacer de lo qué había sucedido debajo de aquella higuera, que bastó la mención de Jesús, para que el hijo de Tholmai le reconociese inmediatamente como al Hijo de Dios, el rey de Israel. Es y será un secreto para nosotros pero el conocimiento manifestado por Jesús fue suficiente para que corazón generoso de Bartolomé se le entregase sin reservas. En efecto, Natanael era un israelita sin doblez ni engaño. Había preguntado irónicamente a su amigo Felipe: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?". Y ahora, ante el destello de la sabiduría divina cree, y se da enteramente y en seguida se integró con los otros elegidos para seguir al Maestro. No tardarían sus compañeros en sentir simpatía hacia él, por su veracidad y transparencia, lejos de falsedad y malicia. Junto con ellos seguirá el largo camino de su transformación hasta llegar a ser un verdadero Apóstol.

SEGUIMIENTO

Con los otros Once, y siguiendo a Jesús, recorre pueblos y aldeas, predica a las gentes. Por dos veces es enviado junto con otro compañero a evangelizar los pueblos de Galilea, con poderes de arrojar demonios y realizar milagros. Conoce lo que es la falta de tiempo para comer y dormir.

Pero junto a todas las penalidades convive íntimamente con Jesús, es testigo de sus obras y de su sed insaciable de entregarse. Todo va dejando su huella en aquel corazón abierto a la verdad, y aun cuando pasará momentos de duda terrible al ser testigo de la Pasión y Muerte del Maestro, su fe se mantendrá incólume, y merecerá ser testigo de su resurrección. Bartolomé está allí en el Cenáculo, cuando a través de las puertas cerradas se les aparece a los discípulos Jesús: "La paz sea con vosotros. Yo soy; no temáis. Mirad mis llagas". ¡Qué emoción! ¡Cristo está vivo! Aún le volverá a ver e incluso comerá con él: cuando después de una noche de pesca infructuosa, Jesús se presenta en la ribera del mar de Tiberíades y les dice: "Muchachos, ¿tenéis algo qué comer? Respondieron: "No". Él les dijo: "Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis". La echaron, y no podían arrastrarla por la gran cantidad de peces. Cuando saltaron a tierra, vieron brasas puestas y un pescado asándose, y pan. Y Jesus les dijo "Venid, almorzad". Y toma el pan y se lo reparte y asimismo el pescado".

TESTIGO DE VISTA

Cuando hubieron comido, Bartolomé oyó cómo Jesús confería el primado a Pedro: “Tu eres Pedro. Apacienta mis ovejas”. Y presenció la maravilla de la Ascensión del Señor a los cielos en un medio día delicioso y perfumado. Y la eclosión de Pentecostés cuando descendió con el fuego de las lenguas la fortaleza y la llama del Espíritu Santo sobre él y todos. Y los Evangelios ya se callan, y ya no conocemos nada más de la historia de Bernabé. Ni sabemos dónde predicó, ni dónde murió. Es legendario que llegara a la India y allí sembrara el Evangelio. También se habla de Mesopotamia, Locoavia, Armenia y el país de los Partos. En Armenia, el rey Astiages lo martirizó con crueldad inaudita por causa de la predicación de la fe. Le arrancaron la piel y le decapitaron.

Como nos suele ocurrir poco debía pensar Natanael, en su primer encuentro con Jesús, las fatigas y penalidades que sufriría por su nombre. Pero al final de su vida debieron parecerle pocas, cuando abrió los ojos a la eternidad para encontrarse definitivamente con el "Hijo de Dios y Rey de Israel".

LA ESPOSA DEL CORDERO

Leemos en el Apocalipsis 21,9) “Ven y te mostraré la novia, la esposa del Cordero”. Aunque el autor sagrado describe la ciudad santa como una ciudad material, hemos de entenderla como una entidad divino-humana glorificada. Se trata de una novia, de una esposa, y la esposa no es un edificio, sino una persona con capacidad de relaciones y expresión de sentimientos. Aquí habríamos de pensar en el texto de la última cena: “Te ruego, Padre, que sean uno, como tú y yo somos uno”. Lo que el ángel le muestra al vidente de Patmos es la consumación de la unidad del Cordero con su esposa la Iglesia, a la cual ha llegado la entera humanidad. Está transfigurada, porque ha sido purificada en la sangre del Cordero. Es la manifestación del amor del Cordero a su esposa, que ha querido purificar con el baño de su sangre. Así es como Dios será todo en todos. Una ciudad santa y envidiable. Todo lo desordenado ha pasado. El primer mundo ha pasado. La ciudad nueva sustituye al viejo mundo. Todo lo que aquí nos hace sufrir y llorar y gemir, ha sido transfigurado. Ya no hay llanto ni dolor. Alegría perpétua, fiesta siempre, porque campea el amor y el amor siempre hace fiesta porque es gozo y paz en el Espíritu Santo. No hay muerte. La muerte ha sido vencida por la muerte del Cordero degollado. Todos se aman. Nadie pasa a la otra acera para no encontrarse con el que está enemistado. Todos son amigos, todos forman parte del mismo Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo. Todos se alegran con la felicidad de todos. Cada uno goza con el bien de cada uno y todos con el de cada uno.A esta unidad y felicidad estamos todos llamados y podemos y debemos vivirla ya aquí, venciendo el pecado que, aún acecha en este mundo, y será imposible en la ciudad celeste. Jesús constituyó así el grupo de los Doce: Simón Pedro, Santiago Zebedeo y su hermano Juan, Andrés, Felipe, Bartolomé” (Mc 3,18). Bartolomé o Natanael, forma parte pues, del grupo de los primeros llamados, Juan Andrés y Pedro. Todos son de Betsaida y pescadores del lago de Genesaret.

Nadie podía pensar que el Mesías pudiera salir de Nazaret, un pueblo apenas conocido, no así como Belén, que sí es citado por el profeta Miqueas. Para Dios no cuenta ni la progenie humana ni la estirpe topográfica. Su elección sigue parámetros diferentes de los del mundo: Nazaret, Asís, Lourdes, Alsustrel,“Bienaventurados los pobres de espíritu...”

LOS NOMBRES DE LOS APOSTOLES DEL CORDERO

“El muro tenía doce cimientos que llevaban doce nombres: los nombres de los Apóstoles del Cordero”. Sigue materializando el vidente la realidad espiritual sobrenatural en muro y cimientos: El significado es que los doce apóstoles, entre ellos San Bartolomé, construyeron la ciudad sobre el diseño y los planos que les dejó Cristo. A su generosidad y sangre, fatigas y desvelos estamos agradecidos, Dios, el Supremo agradecido, que sabe recompensar hasta el vaso de agua, cuanto más la sangre derramada, el primero, pero todos los salvados después, porque gracias a ellos, participamos en la salvación y en la unidad con Dios.
 
San Bartolomé, apóstol
fecha: 24 de agosto
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
Fiesta de san Bartolomé, apóstol, a quien generalmente se identifica con Natanael. Nacido en Caná de Galilea, fue presentado por Felipe a Cristo Jesús en las cercanías del Jordán, donde el Señor le invitó a seguirle, agregándolo a los Doce. Después de la Ascensión del Señor, es tradición que predicó el Evangelio en la India y que allí fue coronado con el martirio.
patronazgo: patrono de varias ciudades europeas, de los mineros, albañiles, agricultores, viticultores, pastores, trabajadores del cuero, curtidores, talabarteros, zapateros, sastres, panaderos, carniceros, y comerciantes del aceite y el queso (en Florencia); protector contra las enfermedades de la piel y nerviosas.
tradiciones, refranes, devociones: Por san Bartolomé, tormenta ha de haber.
Otoñada derechera, por San Bartolomé, el agua primera.
(variante del mismo:) Para que la otoñada sea buena, por San Bartolomé las aguas primeras.
L'eve de Saint Dzouan tôte le pan; La plodze de Saint Loren arreuve dzeusto a ten; Me a Saint Bartolomé gneun n'en vout më (francoprovenzal: El agua por San Juan se lleva el pan; La lluvia de San Lorenzo llega justo a tiempo; Pero por San Bartolomé, nadie quiere más.)
refieren a este santo: San Gregorio el Iluminador, San Simeón
oración:
Afianza, Señor, en nosotros aquella fe con la que san Bartolomé, tu apóstol, se entregó sinceramente a Cristo, y haz que, por sus ruegos, tu Iglesia se presente ante el mundo como sacramento de salvación para todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
Ver más información en:
Los Doce

Cuando John Meier, uno de los mayores especialistas actuales en los aspectos históricos del Nuevo Testamento, afronta en «Un judío marginal» la cuestión de presentar uno a uno los miembros del grupo apostólico de «Los Doce», no comienza con Pedro sino con Bartolomé, con estas palabras: «Comencemos por los casos sin la menor esperanza. Mencionado en las cuatro listas de los Doce, Bartolomé no vuelve a aparecer en el NT» (op. cit. tomo III, pág. 216). Por muy buena voluntad que se quiera poner, a esto se reduce la evidencia histórica sobre Bartolomé, y no es posible, ni siquiera en el contexto menos riguroso que una obra histórica, agregar otros conocimientos sólidos sobre el personaje.

Sin embargo, como sabemos sobradamente por experiencia, nunca ocurrió que el saber popular sobre la fe se haya quedado tranquilo flotando en la nube del no-saber, así que donde acaban las certezas comienzan las especulaciones. Por lo pronto, sobre el nombre puede decirse que no parece ser propiamente un nombre sino más bien «un patronímico arameo: Bar Tálmai, con el significado de 'Hijo de Tolmi' (AT LXX Jos 15,14) o 'Hijo de Tolomeo' (cfr Josefo, Ant. 20.1.1 §5). Obviamente, esto no nos dice nada.» (Meier, op cit). A su vez hacia el siglo IX se estabiliza la tradición que identifica al Bartolomé de las listas de «Los Doce» con el Natanael del evangelio de Juan; ¿por qué? porque en tres de las cuatro listas de los Doce se nombra a Bartolomé después de Felipe, y en el cuarto evangelio Felipe presenta a Natanael. Éste es todo el motivo de la identificación. ¿Que parece escaso fundamento? ¡pues no hay ni nunca hubo otro! Autores más antiguos que esa tradición, como san Agustín o san Gregorio Magno, muy dados a acpetar algunas explicaciones de ese mismo tenor, no sólo desconocen la supuesta identidad entre Bartolomé y Natanael, sino que no consideran a Natanael uno de los Doce, lo que es probablemente cierto.

¿De qué nos sirven todos estos datos «negativos»? Como primera medida, para no creer que sabemos lo que no sabemos. Eso es ya algo muy valioso. En segundo lugar para ayudarnos a depurar nuestros usos de la palabra «tradición». Decimos, por ejemplo, que la asunción de la Virgen no es un dogma que esté en el Nuevo Testamento, sino que lo hemos recibido «por tradición»; también decimos que «la tradición afirma» que Bartolomé y Natanael son la misma persona. En uno y otro caso estamos usando la palabra «tradición» en sentidos distintos: en el primero afirmamos que un aspecto de la fe, aunque no haya sido consignado por escritoen el NT, proviene de los albores de la fe, desde su época apostólica, y fue creído de manera constante e ininterrumpida por la Iglesia; es el uso «técnico» de la palabra tradición. Mientras que en el caso de Bartolomé-Natanael todo lo que afirmamos es que ese «conocimiento» lo hemos recibido del pasado remoto y su fundamento es muy difícil de rastrear, tanto que posiblemente no tengamos ninguna manera de verificarlo. La tradición en este segundo sentido es muy útil para rellenar las lagunas de nuestro escaso saber sobre los primero tiempos de la Iglesia, nos permite componer imaginativamente el pasado; pero hay que evitar traspasar esa utilidad y convertir esas tradiciones históricas, dudosas y esencialmente falibles, en pseudo-afirmaciones de fe; precisamente para que no pierdan sentido ni profundidad las auténticas tradiciones que definen la fe, como el mencionado ejemplo de la fe en la asunción de la Virgen, o muchos más que forman un tejido que nos conecta, no por textos mudos sino por fe vivida, con el inicio mismo de la Iglesia.


Resumamos con Butler las restantes tradiciones en torno a san Bartolomé, siempre con la salvedad del escasísimo fundamento que poseen: «San Bartolomé predicó el Evangelio en la India; habiendo ido después a la Armenia Mayor, convirtió a muchas gentes, por lo cual los bárbaros le despellejaron vivo, y el rey Astiajes le mandó decapitar ...», así decía el antiguo Martirologio Romano. Según el relato popular el martirio tuvo lugar en Albanópolis (actualmente Derbend, en la costa occidental del Mar Caspio). Bartolomé predicó también en Mesopotamia, Persia, Egipto y otros países. Eusebio (siglo IV) es el primero que hace mención de la India. En efecto, dicho autor refiere que san Panteno había ido a la India unos cien años antes ("para predicar a los brahamanes", según añade San Jerónimo) y encontró a algunos indígenas que conocían el nombre de Cristo; dichos indígenas le mostraron una copia del Evangelio de San Mateo, en caracteres hebreos y le dijeron que era la que llevaba san Bartolomé consigo cuando había ido a evangelizar el país. Pero debe advertirse que los escritores griegos y latinos de la época aplicaban el nombre de «India» a Arabia, Etiopía, Libia, Partia, Persia y las tierras de los medos. Probablemente el sitio en el que estuvo Panteno fue Etiopía o la Arabia Saudí, o ambas. Otra leyenda oriental afirma que san Bartolomé encontró a san Felipe en Hierápolis de Frigia y fue con él a Licaonia; San Juan Crisóstomo sostiene que san Bartolomé evangelizó a los licaonios. No es imposible que san Bartolomé haya muerto realmente en Armenia, como lo afirman unánimemente todos los historiadores posteriores de ese país; pero lo cierto es que los escritores armenios primitivos apenas hacen mención de san Bartolomé cuando hablan de la evangelización de su país. La leyenda de las translaciones de sus restos es todavía más complicada que la de sus viajes. Las pretendidas reliquias del Apóstol se hallan actualmente en Benevento y en la iglesia romana de san Bartolomé junto al Tíber. El nombre de San Bartolomé no es tan famoso en los apócrifos como los de San Andrés, Santo Tomás y San Juan, sin embargo, un escrito apócrifo, del que se conserva un texto griego y varias traducciones latinas, narra el apostolado y el martirio del santo. El evangelio apócrifo de San Bartolomé es uno de los textos que condenó el decreto seudogelasiano. El relato del martirio de San Bartolomé no dice que haya sido despellejado vivo antes de ser decapitado, pero el dato se halla en el Breviarium Apostolorum, incluido en ciertos manuscritos del Martirologio Jeronimiano.

Pueden verse los textos de los apócrifos atribuidos al santo en Acta Sanctorum, agosto, vol. v; en Tischendorf, Acta Apostolorum Apocrypha, pp. 243-260; y en Bonnet, Act. Apocryph., vol. V, pte. I, pp. 128 ss. Existen también importantes fragmentos de un evangelio apócrifo de San Bartolomé (cf. Revue Biblique, 1913, 1921 y 1922), y se conservan huellas de unas Actas de Andrés y Bartolomé en copto. Probablemente, el cuchillo que aparece en tantas representaciones de san Bartolomé hace alusión al despellejamiento. Acerca de San Bartolomé en el arte, cf. Künstle, lkonographie, vol. II, pp. 116-120. Las referencia de Eusebio sobre san Bartolomé puede verse en Historia Eclesiástica V,10,3. Una comparativa de las listas de Los Doce, con la cuestión de Bartolomé-Natanael puede verse en Com. Bíb. «San Jerónimo» tomo V, pág.752ss. Algunas partes de la bibliografía y el cuarto parrafo de este escrito están tomados a la letra del Butler-Guinea, 24 de agosto.



¡Felicidades a los Bartolomés!

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