viernes, 5 de julio de 2013

El domingo cristiano: Creados para amar

El domingo es un día especial para escuchar la palabra de Dios en y con la familia
 
El domingo cristiano: Creados para amar
El domingo cristiano: Creados para amar
Hace un tiempo escuché esta historia. Un niño vivía con toda su familia en un pueblecito alejado de la ciudad. Como su condición era muy humilde apenas tenía un zapato para vestir, caminar en la ciudad, ir a la escuelita. Cierto día se percató que sus zapatitos ya estaban a punto de perecer y no podía conseguir otro. Su amor grande de acudir a la Misa hizo que pusiera sus zapatos al hombro mientras tenía que caminar por aquel camino polvoriento. Apenas llegar al atrio de la Iglesia se ponía los zapatos bien limpios y entraba en ella. Este niño que no tenía medios ¿Por qué no se quedaba en casa los domingos? Desde pequeño entendió que era necesario asistir a la Santa Misa. Así lo hacía con toda su familia.

La resurrección del Señor es un acontecimiento muy grande y fundante en la vida del cristiano especialmente. Es la pascua. Cristo pasa por la cruz y la muerte a la resurrección y la vida. Este hecho pascual de Cristo es tan importante que la Iglesia conmemora todos los domingos del año. Tanto es así que los cristianos estamos obligados a celebrar el domingo: la resurrección del Señor. Ese día hemos sido creados nuevamente por Cristo.

Para muchos el domingo es un día de relax entendido como bajar la intensidad laboral. La gente acude a los estadios, a los espectáculos (siempre deben ser sanos), va de compra, hace algún paseo, baja el ritmo de trabajo. Pues eso está bien porque también el domingo es un día de descanso y estar con la familia. Conviene precisar que descanso significa cambiar de actividad; lo que quiere decir es evitar abandonarse a caprichos, perder tiempo en cosas que no vale la pena, la vaguedad. Esta práctica es necesaria ya que durante los otros días de la semana estamos inquietos y nerviosos en miles de cosas.

El domingo es un día especial para escuchar la palabra de Dios en y con la familia. La Iglesia es una gran familia y éste día como en las fiestas especiales (solemnidades) nos encontramos todos. Dejar de acudir sería aislarse y quien se aísla generalmente descuida cosas importantes de la vida.

Veamos otro testimonio. Se trata de la vida de los primeros cristianos. Durante la época pagana del Imperio Romano para un cristiano vivir el precepto dominical era muy duro. Estaba tajantemente prohibido todo tipo de reuniones religiosas. Así ocurrió al menos durante los tres primeros siglos. Mas los primeros cristianos tenían muy claro que deberían continuar las reuniones dominicales. Los testimonios de aquellos tiempos son aleccionadores. Por ejemplo, los soldados romanos encontraron reunidos a los mártires de Bitinia y les dijeron: ¿acaso no saben que está tajantemente prohibido reunirse los domingos?, aseveró el soldado siguiendo el mandato del emperador. Aquellos cristianos respondieron: es que sin el domingo no podemos vivir, ¡sine domenica non possumus!. Éste es un testimonio que nos ayuda a evitar todo tipo de excusas para celebrar el día cristiano de la fe. Decimos con frecuencia es que no puedo, no tengo tiempo, tengo muchas cosas que hacer, voy más tarde. Dios no necesita el tiempo que sobra, sino aquello dado con generosidad y amor.

Nos preguntamos: ¿por qué tengo que ir a Misa? ¿Acaso no se dice siempre lo mismo? Podemos responder diciendo que el domingo es el día del Señor; tenemos que cumplir con nuestro compromiso que hicimos el día del bautismo: crecer y educarnos en la fe con la escucha de la palabra de Dios y la recepción de los sacramentos. Nuestra fe tiene que ser alimentada. Es verdad que los textos de la Misa casi siempre son los mismos, pero están llenos de novedades; pues el Evangelio (Cristo) siempre es buena noticia para todos. Además esas oraciones y fórmulas han sido rezadas por muchísima gente a lo largo de la historia.

La cuestión está en que las palabras dichas o recibidas por un corazón encendido siempre resultan novedosas y alegran el corazón. Para quien quiere creer y amar hay muchas razones; para quien no, es difícil aceptar esta verdad. También nuestro lenguaje es limitado, pues no encuentro otra fórmula distinta para saludar a mis padres y amigos en sus fiestas, por decir algo.

La fe cristiana es educadora. El evangelio transmite cosas nuevas, despierta lo más profundo del hombre y ayuda a buscar lo más fundamental del ser humano. Hemos sido creados para amar mucho y estamos inquietos hasta que no amamos realmente algo grande. Un cristiano que sigue la palabra de Dios y vive el domingo está agradecido y procura dar lo mejor de sí a los demás. Se da cuenta qué cualidades tiene y qué le falta. Es un hombre que construye y edifica con su vida otras vidas, porque Cristo ha resucitado y con él todos nos levantamos y ponemos en pie.

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