lunes, 29 de julio de 2013

Francisco responde a 20 preguntas de máxima actualidad en el vuelvo Río-Roma

 

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 “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?”. Palabra de Francisco, quien ayer dejó con la boca abierta a los 71 periodistas que viajábamos con él en el avión que le llevó de vuelta a Roma al concluir su viaje a Río de Janeiro.
Fue una auténtica sorpresa descubrir un Papa que predica que hay que “integrar a los gays en la sociedad”, que no tiene problemas en hablar sobre el supuesto ‘lobby gay’ de El Vaticano, que confiesa que echa de menos salir a pasear por las calles de Roma, que reconoce que no sabe qué va a hacer con el Banco vaticano, que admite que en la Curia hay algunos sacerdotes que “no son santos” y que tienen un comportamiento “escandaloso”, que hace chistes, que pone sobre la mesa sus sentimientos, que dice que si en Brasil no ha hablado del aborto y de los matrimonios entre personas del mismo sexo es porque, total, ya se conoce cuál es la postura de la Iglesia al respecto y prefiere centrarse en aspectos positivos…

El ‘milagro’ ocurrió la pasada noche, durante el vuelo que llevó a Francisco de regreso a Roma. Sólo una hora después de que el avión despegara, cuando nos encontrábamos a unos 7.000 pies de altura, el Pontifice compareció ante los 71 periodistas que le acompañábamos en el vuelo papal. Y durante una hora y veinte minutos estuvo respondiendo a las preguntas que se le hicieron. Sin censuras previas: se le podía preguntar absolutamente sobre cualquier tema. Y, de hecho, le fueron planteadas cuestiones incómodas, peliagudas. Francisco respondió a absolutamente todas las preguntas, de manera directa, sin escaquearse y sin perder en ningún momento la sonrisa.

Ni siquiera cuando fue preguntado por el supuesto ‘lobby gay’ de El Vaticano y por monseñor Ricca, el hombre a quien recientemente ha nombrado prelado del Banco Vaticano (el famoso IOR) y que ahora se ha visto sacudido por escándalos homosexuales. “Con respecto a monseñor Ricca, he hecho lo que el derecho canónico manda hacer, que es la investigación previa. Y no hemos encontrado nada”, decía Francisco. Pero el Papa (¡el Papa!) también dejó caer que, aunque fueran ciertas las acusaciones que salpican a Ricca, estaría dispuesto a perdonarle. “Tantas veces en la Iglesia, con relación a este caso y a otros casos, se va a buscar los pecados de juventud y se publican. Y hablo de pecados, no de delitos como los abusos de menores. Pero si una persona -laica, cura, o monja- comete un pecado y luego se arrepiente, el Señor la perdona. Y cuando el Señor perdona, olvida”.

Por si no fuera suficiente, Francisco destacó que el problema no es ser gay, sino formar parte de un lobby. “Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me he encontrado con ninguno que me dé el carné de identidad en El Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno”.

Francisco aseguró que en la Curia hay “santos”, gente que reza, que trabaja mucho y que también va al encuentro de los pobres, muchas veces a escondidas. Pero también reconoció que hay manzanas podridas. “Hay santos en la Curia. Aunque también hay alguno que no es tan santo. Y esos son los que hacen más ruido. Ya sabéis que hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece. Y me duelen esas cosas. Hay algunos que dan escándalo, tenemos este monseñor en prisión, creo que aún sigue en prisión, y no ha ido a la cárcel porque se pareciera precisamente a la beata Imelda… No era un santo. Son escándalos y hacen daño”, aseguraba en relación a monseñor Scarano, acusado de tratar de introducir ilegalmente en Italia 20 millones de euros en un avión privado procedente de Suiza.

Sobre si está encontrando resistencias internas a las reformas que se propone llevar a cabo, Francico puso cara de póquer. “Si hay resistencia por ahora, yo no la he visto”, soltó.

Le preguntamos también si se asustó cuando leyó el informe sobre el Vatileaks, la fuga masiva de documentos reservados por la que fue condenado el mayordomo de Benedicto XVI. El informe, según se cuenta, revelaría el profundo estado de corrupción que afecta a la Curia. “No, no me he asustado. Es un problema grande, pero no me he asustado”, señalaba. “Les voy a contar una anécdota sobre el informe Vatileaks. Cuando fui a ver al Papa Benedicto, después de rezar en la capilla nos reunimos en el estudio y había una caja grande y un sobre. Benedicto me dijo: en esta caja grande están todas las declaraciones que han prestado los testigos. Y el resumen y las conclusiones finales están en este sobre. Y aquí se dice tal tal tal… Lo tenía todo en la cabeza”.

Por supuesto, los escándalos que sacuden al Banco Vaticano y la posibilidad de que Francico decida echarle el cierre también salieron a relucir. El Papa confesó que en principio pensaba ocuparse de los problemas económicos del Vaticano hasta el año que viene. “Sin embargo, la agenda cambió debido a unas circunstancias que ustedes conocen, que son de dominio público, aparecieron problemas y había que enfrentarlos”, aseguraba en relación a los últimos escándalos. Y admitió no saber qué acabará haciendo con el IOR, el banco de la Santa Sede. “Algunos dicen que tal vez es mejor que sea un banco, otro que es mejor que sea un fondo de ayuda, otros dicen que hay que cerrarlo. Se escuchan estas voces. Yo no sé, me fío del trabajo de las personas del IOR, que están trabajando con esto”, destacó. “No sé decirle cómo terminará esta historia. Esto es también hermoso. Se busca, se encuentra. Somos humanos”. Pero dejó claro que, pase lo que pase con el IOR, sus características deben ser “transparencia y honestidad“.

Fueron tantos los temas que se abordaron… Francisco respondió en total a 20 preguntas, sobre las cuestiones más distintas. Una periodista brasileña le preguntó por ejemplo como es que, a pesar de que en Brasil se ha aprobado una ley que amplía el derecho al aborto y otra que contempla los matrimonios entre personas del mismo sexo, no había hablado de estas cuestiones durante su viaje a Río de Janeiro. “La Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso, no era necesario volver sobre ello, como tampoco hablé sobre la estafa, la mentira u otras cosas sobre las cuales la Iglesia tiene una doctrina clara. No era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que abren camino a los chicos. Además, lo sjóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia“, sentenció Francisco.

Otro periodista le preguntó sobre su relación con Benedicto XVI: “Es como tener al abuelo en casa, pero el abuelo sabio. En una familia el abuelo está en casa, es venerado, es amado, es escuchado. Él es un hombre de una prudencia… No se mete”.

Se reafirmó en su empeñó en no llevarse a Río el papamóvil blindado. “La seguridad es confiar en un pueblo”, subrayó. “Hacer un espacio blindado entre el obispo y el pueblo es una locura. Prefiero esta locura, fuera, tener el riesgo de la otra locura, la locura fuera. La cercanía nos hace bien a todos”, destacó.
 
Insistió en sus mensajes de austeridad y de normalidad. Pero con su humildad habitual, sin pretender imponer a los demás su forma de vida. “Cada uno debe vivir como el Señor le pide que viva”, subrayó. Aunque reconoció que “una austeridad general es necesaria para todos los que trabajamos en el servicio de la Iglesia”.

Se mostró sorprendido cuando le comentamos que había dado la vuelta al mundo su imagen subiendo al avión y llevando en la mano un maletín negro. “¿Qué llevaba dentro?”, le preguntamos. “No había dentro la llave de la bomba atómica. Llevaba el maletín porque siempre lo he hecho. Cuando viajo lo llevo. Dentro llevo la cuchilla de afeitar, el breviario, la agenda, un libro para leer”, indicó. “Debemos habituarnos a ser normales. La normalidad de la vida”.

Dijo que se siente feliz siendo Papa. “Cuando el Señor te pone ahí, si tú haces lo que el Señor te pide, eres feliz”, reveló. Y aseguró que si pide insistentemente a la gente que rece por él es porque considera que lo necesita. “Yo me siento de verdad con tantos límites, con tantos problemas, también pecador. Vosotros lo sabéis”.
 
Sobre la posibilidad de que las mujeres sean ordenadas sacerdotes fue categórico: “Esa puerta está cerrada”. Pero, a cambio, aseguró que “la Iglesia es femenina” e instó a que las mujeres ocupen espacios más allá de sus roles habituales.

Y explicó el porqué de sentirse enjaulado… “¿Usted sabe la de veces que he tenido ganas de pasear por las calles de Roma?”, señaló. “Porque a mí me gusta andar por las calles, me gustaba tanto y en ese sentido me siento un poco enjaulado. Pero debo decir que los de la Gendarmería vaticana son buenos, son realmente buenos y yo les estoy agradecido. Ahora me dejan hacer algunas cuantas cosas más, pero es su deber garantizar la seguridad. Enjaulado en ese sentido, de que me gusta andar por la calle, pero entiendo que no es posible, lo entiendo. Lo dije en ese sentido. Porque, como decimos en Buenos Aires, yo era un sacerdote callejero”.

 
Fuente: www.elmundo.es
 
“Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?”. Palabra de Francisco, quien ayer dejó con la boca abierta a los 71 periodistas que viajábamos con él en el avión que le llevó de vuelta a Roma al concluir su viaje a Río de Janeiro.

Fue una auténtica sorpresa descubrir un Papa que predica que hay que “integrar a los gays en la sociedad”, que no tiene problemas en hablar sobre el supuesto ‘lobby gay’ de El Vaticano, que confiesa que echa de menos salir a pasear por las calles de Roma, que reconoce que no sabe qué va a hacer con el Banco vaticano, que admite que en la Curia hay algunos sacerdotes que “no son santos” y que tienen un comportamiento “escandaloso”, que hace chistes, que pone sobre la mesa sus sentimientos, que dice que si en Brasil no ha hablado del aborto y de los matrimonios entre personas del mismo sexo es porque, total, ya se conoce cuál es la postura de la Iglesia al respecto y prefiere centrarse en aspectos positivos…

El ‘milagro’ ocurrió la pasada noche, durante el vuelo que llevó a Francisco de regreso a Roma. Sólo una hora después de que el avión despegara, cuando nos encontrábamos a unos 7.000 pies de altura, el Pontifice compareció ante los 71 periodistas que le acompañábamos en el vuelo papal. Y durante una hora y veinte minutos estuvo respondiendo a las preguntas que se le hicieron. Sin censuras previas: se le podía preguntar absolutamente sobre cualquier tema. Y, de hecho, le fueron planteadas cuestiones incómodas, peliagudas. Francisco respondió a absolutamente todas las preguntas, de manera directa, sin escaquearse y sin perder en ningún momento la sonrisa.

Ni siquiera cuando fue preguntado por el supuesto ‘lobby gay’ de El Vaticano y por monseñor Ricca, el hombre a quien recientemente ha nombrado prelado del Banco Vaticano (el famoso IOR) y que ahora se ha visto sacudido por escándalos homosexuales. “Con respecto a monseñor Ricca, he hecho lo que el derecho canónico manda hacer, que es la investigación previa. Y no hemos encontrado nada”, decía Francisco. Pero el Papa (¡el Papa!) también dejó caer que, aunque fueran ciertas las acusaciones que salpican a Ricca, estaría dispuesto a perdonarle. “Tantas veces en la Iglesia, con relación a este caso y a otros casos, se va a buscar los pecados de juventud y se publican. Y hablo de pecados, no de delitos como los abusos de menores. Pero si una persona -laica, cura, o monja- comete un pecado y luego se arrepiente, el Señor la perdona. Y cuando el Señor perdona, olvida”.

Por si no fuera suficiente, Francisco destacó que el problema no es ser gay, sino formar parte de un lobby. “Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me he encontrado con ninguno que me dé el carné de identidad en El Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno”.

Francisco aseguró que en la Curia hay “santos”, gente que reza, que trabaja mucho y que también va al encuentro de los pobres, muchas veces a escondidas. Pero también reconoció que hay manzanas podridas. “Hay santos en la Curia. Aunque también hay alguno que no es tan santo. Y esos son los que hacen más ruido. Ya sabéis que hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece. Y me duelen esas cosas. Hay algunos que dan escándalo, tenemos este monseñor en prisión, creo que aún sigue en prisión, y no ha ido a la cárcel porque se pareciera precisamente a la beata Imelda… No era un santo. Son escándalos y hacen daño”, aseguraba en relación a monseñor Scarano, acusado de tratar de introducir ilegalmente en Italia 20 millones de euros en un avión privado procedente de Suiza.

Sobre si está encontrando resistencias internas a las reformas que se propone llevar a cabo, Francico puso cara de póquer. “Si hay resistencia por ahora, yo no la he visto”, soltó.

Le preguntamos también si se asustó cuando leyó el informe sobre el Vatileaks, la fuga masiva de documentos reservados por la que fue condenado el mayordomo de Benedicto XVI. El informe, según se cuenta, revelaría el profundo estado de corrupción que afecta a la Curia. “No, no me he asustado. Es un problema grande, pero no me he asustado”, señalaba. “Les voy a contar una anécdota sobre el informe Vatileaks. Cuando fui a ver al Papa Benedicto, después de rezar en la capilla nos reunimos en el estudio y había una caja grande y un sobre. Benedicto me dijo: en esta caja grande están todas las declaraciones que han prestado los testigos. Y el resumen y las conclusiones finales están en este sobre. Y aquí se dice tal tal tal… Lo tenía todo en la cabeza”.

Por supuesto, los escándalos que sacuden al Banco Vaticano y la posibilidad de que Francico decida echarle el cierre también salieron a relucir. El Papa confesó que en principio pensaba ocuparse de los problemas económicos del Vaticano hasta el año que viene. “Sin embargo, la agenda cambió debido a unas circunstancias que ustedes conocen, que son de dominio público, aparecieron problemas y había que enfrentarlos”, aseguraba en relación a los últimos escándalos. Y admitió no saber qué acabará haciendo con el IOR, el banco de la Santa Sede. “Algunos dicen que tal vez es mejor que sea un banco, otro que es mejor que sea un fondo de ayuda, otros dicen que hay que cerrarlo. Se escuchan estas voces. Yo no sé, me fío del trabajo de las personas del IOR, que están trabajando con esto”, destacó. “No sé decirle cómo terminará esta historia. Esto es también hermoso. Se busca, se encuentra. Somos humanos”. Pero dejó claro que, pase lo que pase con el IOR, sus características deben ser “transparencia y honestidad“.

Fueron tantos los temas que se abordaron… Francisco respondió en total a 20 preguntas, sobre las cuestiones más distintas. Una periodista brasileña le preguntó por ejemplo como es que, a pesar de que en Brasil se ha aprobado una ley que amplía el derecho al aborto y otra que contempla los matrimonios entre personas del mismo sexo, no había hablado de estas cuestiones durante su viaje a Río de Janeiro. “La Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso, no era necesario volver sobre ello, como tampoco hablé sobre la estafa, la mentira u otras cosas sobre las cuales la Iglesia tiene una doctrina clara. No era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que abren camino a los chicos. Además, lo sjóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia“, sentenció Francisco.

Otro periodista le preguntó sobre su relación con Benedicto XVI: “Es como tener al abuelo en casa, pero el abuelo sabio. En una familia el abuelo está en casa, es venerado, es amado, es escuchado. Él es un hombre de una prudencia… No se mete”.

Se reafirmó en su empeñó en no llevarse a Río el papamóvil blindado. “La seguridad es confiar en un pueblo”, subrayó. “Hacer un espacio blindado entre el obispo y el pueblo es una locura. Prefiero esta locura, fuera, tener el riesgo de la otra locura, la locura fuera. La cercanía nos hace bien a todos”, destacó.
 
Insistió en sus mensajes de austeridad y de normalidad. Pero con su humildad habitual, sin pretender imponer a los demás su forma de vida. “Cada uno debe vivir como el Señor le pide que viva”, subrayó. Aunque reconoció que “una austeridad general es necesaria para todos los que trabajamos en el servicio de la Iglesia”.

Se mostró sorprendido cuando le comentamos que había dado la vuelta al mundo su imagen subiendo al avión y llevando en la mano un maletín negro. “¿Qué llevaba dentro?”, le preguntamos. “No había dentro la llave de la bomba atómica. Llevaba el maletín porque siempre lo he hecho. Cuando viajo lo llevo. Dentro llevo la cuchilla de afeitar, el breviario, la agenda, un libro para leer”, indicó. “Debemos habituarnos a ser normales. La normalidad de la vida”.

Dijo que se siente feliz siendo Papa. “Cuando el Señor te pone ahí, si tú haces lo que el Señor te pide, eres feliz”, reveló. Y aseguró que si pide insistentemente a la gente que rece por él es porque considera que lo necesita. “Yo me siento de verdad con tantos límites, con tantos problemas, también pecador. Vosotros lo sabéis”.
 
Sobre la posibilidad de que las mujeres sean ordenadas sacerdotes fue categórico: “Esa puerta está cerrada”. Pero, a cambio, aseguró que “la Iglesia es femenina” e instó a que las mujeres ocupen espacios más allá de sus roles habituales.

Y explicó el porqué de sentirse enjaulado… “¿Usted sabe la de veces que he tenido ganas de pasear por las calles de Roma?”, señaló. “Porque a mí me gusta andar por las calles, me gustaba tanto y en ese sentido me siento un poco enjaulado. Pero debo decir que los de la Gendarmería vaticana son buenos, son realmente buenos y yo les estoy agradecido. Ahora me dejan hacer algunas cuantas cosas más, pero es su deber garantizar la seguridad. Enjaulado en ese sentido, de que me gusta andar por la calle, pero entiendo que no es posible, lo entiendo. Lo dije en ese sentido. Porque, como decimos en Buenos Aires, yo era un sacerdote callejero”.

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