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Bibiana (Viviana), Santa |
Mártir
Martirologio Romano: En Roma, santa Bibiana, mártir, a quien el
papa san Simplicio dedicó una basílica en el Esquilino (s.
inc.).
Etimología: Bibiana = "aquella que vive", es de origen latino.
Ya
se menciona en el Liber Pontificalis el culto a la
mártir Bibiana cuando se afirma en él que el Papa
Simplicio (468 - 473) le dedicó una basílica. Restaurada en
el siglo XVII por el infatigable papa Urbano VIII quien
con su pasión renacentista, además de salvar un monumento antiguo,
quiso dejar un testimonio litúrgico del hallazgo incluyendo en el
calendario de la Iglesia universal la fiesta de Santa Bibiana
en el día 2 de Diciembre. La basílica tiene tres
naves divididas por ocho columnas antiguas y contiene una escultura
graciosa de la Santa esculpida por Bernini. Está situada cerca
de la vía férrea, da nombre al túnel por donde
se ésta se cruza —Arcos de Santa Bibiana— se
halla próxima a la Stazione Termini.
¿Quién fue Santa Bibiana?
Bernini,
todo arte, la representa con los instrumentos del martirio que
le dieron la Vida: la columna donde fue flagelada, los
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Bibiana (Viviana), Santa |
azotes, la corona del martirio y la sonrisa en su
cara. Pero todo ello, con ser verdadero, es cosa común
y aplicable a la mayor parte de los mártires cristianos
en la Roma pagana, por lo que es decir mucho
y, al mismo tiempo, nada acerca de un personaje concreto.
El
relato de las actas no es fiable. Las actas de
los mártires que comienzan a proliferar y los escritos aún
más tardíos del martirio no son dignos de crédito histórico
por las añadiduras apócrifas y contradicciones que contienen. Incluso los
datos que se mencionan, como hacer responsable de su martirio
al emperador Juliano el Apóstata, adolecen de un pronunciado desinterés
cronológico. La leyenda de nuestra santa que relata pormenorizadamente su
martirio es una novela ejemplar que aplica un esquema general
romano.
Pero es cierto que Santa Bibiana existió y que fue
mártir. Posiblemente también existieron su madre Dafrosa y su hermana
Demetria cuyos sarcófagos intactos se descubrieron debajo de los dos
vasos de vidrio con inscripciones que conservaban las reliquias de
la Santa. La historia se remonta como más remoto documento
al papa Simplicio que se sitúa en el siglo V.
La veneración de esta mártir es anterior al ese dato.
Y por ello no está lejos de la verdad histórica
la afirmación de que vivió santa Bibiana a finales del
siglo III, antes incluso de lo que cantan las actas.
Es,
pues, Bibiana una santa de la que poco sabemos por
los documentos que pueden aducirse con valoración histórica cierta. Conocemos
su existencia y la entrega colmada, definitiva, que de su
vida hizo a Dios, dándole un sí apoteósico con el
martirio. Todo lo demás ¿qué importa? Al fin y al
cabo, las piedras talladas, papiros, pellejos, papeles y datos informáticos
en donde pueda constar la historia más completa de cualquier
santo no son más que raspar en la corteza sin
alcanzar jamás ese núcleo personal de la relación entre el
santo —la santa en nuestro caso— y Dios. Lo que
consta en los archivos nos puede llevar al reconocimiento de
sus virtudes, pero la reciprocidad de amores entre redimido y
Redentor es un misterio siempre escondido para la historia y
patente sólo cabe Dios.
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