VATICANO, 18 Oct. 16 / 04:56 am (ACI).- En esta ocasión, la homilía del Papa Francisco en la Misa matutina de Santa Marta se centró en la misión de los apóstoles y puso de ejemplo al Buen Pastor, pero también advirtió sobre aquellos que están apegados al dinero y no siguen el camino de Jesús.
Al comentar la segunda lectura de Timoteo de la liturgia del día, Francisco habló de San Pablo al final de su vida. Se quedó “solo, mendigo, víctima de agresiones, abandonado”. “Pero es el gran Pablo, aquél que ha sentido la voz del Señor, la llamada del Señor”, aseguró. “Ese que ha ido de una parte a otra, que ha sufrido muchas cosas y muchas pruebas para la predicación del Evangelio, que ha hecho entender a los apóstoles que el Señor quería que también los gentiles entrasen en la Iglesia, el gran Pablo que en la oración subió hasta el Séptimo Cielo y ha escuchado cosas que ninguno había escuchado antes: el gran Pablo, allí, en esa salita de una casa, en Roma, esperando de qué forma terminará esa lucha en el interior de la Iglesia entre las diversas partes, entre la rigidez de los judaizantes y aquellos discípulos fieles a él”.
Así termina –continuó el Papa– la vida del gran Pablo, en la desolación: no en el resentimiento y en la amargura, sino con la desolación interior”.
El Santo Padre también contó como sucedió lo mismo a San Juan Bautista que “en la prisión estaba solo, angustiado” y luego le cortarán la cabeza por “el capricho de una bailarina y la venganza de una adúltera”.
Los mismo ocurrió a San Maximiliano Kolbe, “que había hecho un movimiento apostólico en todo el mundo y muchas cosas grandes”.
En definitiva,“el apóstol, cuando es fiel, no se espera otro fin que el mismo de Jesús”, dijo para recordar después que “la semilla de grano que no muere no da fruto”.
“Morir como mártires, como testimonios de Jesús, y la semilla que muere y da fruto llena la tierra de nuevos cristianos”, recalcó el Obispo de Roma.
“Cuando el pastor vive así no está amargado: quizás tiene desolación, pero tiene esa certeza de que el Señor está junto a él. Cuando el pastor, en su vida, se ha ocupado de otras cosas que no son los fieles –está por ejemplo apegado al poder, está apegado al dinero, apegado a tantas cosas– al final no estará solo, quizás sus nietos esperarán que muera para ver qué pueden llevarse con ellos”.
Francisco contó también que “cuando voy a hacer la visita a residencias de sacerdotes ancianos encuentro muchos que son buenos, buenos, que han dado la vida por los fieles”.
“Y están allí, enfermos, paralíticos, en silla de ruedas, pero se ve rápidamente su sonrisa. ‘Está bien, Señor; está bien, Señor’, porque sienten al Señor cerca suyo”. “Y también esos de ojos brillantes que preguntan: ‘¿cómo va la Iglesia? ¿cómo va la diócesis? ¿Cómo van las vocaciones?”.
“Hasta el final, porque son padres, porque han dado la vida por los otros”, subrayó para añadir a continuación. “El Buen Pastor, el pastor debe tener estar seguridad: si él va sobre el camino de Jesús, el Señor estará con él hasta el final”.
Francisco pidió orar por “los pastores que están al final de su vida y que esperan que el Señor les lleve con Él. Recemos para que el Señor les de su fuerza, el consuelo y la seguridad de que, aunque estén enfermos y también solos, el Señor está con ellos”.
Lecturas comentadas por el Papa:
Primera lectura
II Timoteo 4:10-17
10 porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia.
11 El único que está conmigo es Lucas. Toma a Marcos y tráele contigo, pues me es muy útil para el ministerio.
12 A Tíquico le he mandado a Efeso.
13 Cuando vengas, tráeme el abrigo que me dejé en Tróada, en casa de Carpo, y los libros, en especial los pergaminos.
14 Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho mal. El Señor le retribuirá según sus obras.
15 Tú también guárdate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación.
16 En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me desampararon. Que no se les tome en cuenta.
17 Pero el Señor me asistió y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles. Y fui librado de la boca del león.
10 porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia.
11 El único que está conmigo es Lucas. Toma a Marcos y tráele contigo, pues me es muy útil para el ministerio.
12 A Tíquico le he mandado a Efeso.
13 Cuando vengas, tráeme el abrigo que me dejé en Tróada, en casa de Carpo, y los libros, en especial los pergaminos.
14 Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho mal. El Señor le retribuirá según sus obras.
15 Tú también guárdate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación.
16 En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me desampararon. Que no se les tome en cuenta.
17 Pero el Señor me asistió y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles. Y fui librado de la boca del león.
Evangelio
Lucas 10:1-9
1 Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.
2 Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
3 Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos.
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
5 En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa."
6 Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
7 Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa.
8 En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
9 curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."
1 Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir.
2 Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
3 Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos.
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
5 En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa."
6 Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
7 Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa.
8 En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
9 curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."
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