VATICANO, 26 Oct. 16 / 04:12 am (ACI).- En el ciclo de catequesis sobre las obras de misericordia, el Papa Francisco habló en esta ocasión de “fui extranjero y me acogieron, estuve desnudo y me vistieron” y comentó que el cristiano debe estar atento a esta realidad y ayudar al que lo necesita.
“Estas obras de misericordia hacen evidente que los cristianos no están cansados ni tienen pereza en la espera del encuentro final con el Señor, sino que cada día allí lo encuentran, reconociendo su rostro en el de tantas personas que piden ayuda”.
Francisco afirmó que “en nuestros tiempos es más que nunca actual la obra de misericordia relacionada con los extranjeros” puesto que “la crisis económica, los conflictos armados y los cambios climáticos empujan a muchas personas a emigrar”.
En su opinión, “las migraciones no son un fenómeno nuevo, sino que pertenecen a la historia de la humanidad”. Es “falta de memoria histórica pensar que es una cosa solo de nuestros tiempos” ya que “la Biblia nos ofrece muchos ejemplos concretos de migración”. “Basta pensar en Abraham a quien la llamada de Dios le lleva a dejar su país para ir a otro”, recordó.
También fue así “para el pueblo de Israel, que de Egipto, donde era esclavo, fue marchando durante 40 años por el desierto hasta que llegó a la tierra prometida por Dios” e incluso “para la Sagrada Familia, que fue obligada a emigrar y huir de la amenaza de Herodes”.
En la actualidad, “el contexto de crisis económica favorece por desgracia el emerger actitudes de cierre y de no acogida”. “En algunas partes del mundo –explicó el Papa– surgen muros y barreras” y “parece a veces que la obra silenciosa de muchos hombres y mujeres que, de diferentes modos, se prodigan por ayudar y asistir a los refugiados e inmigrantes es oscurecida por el rumor de otros que dan voz a un instintivo egoísmo”, denunció.
Sin embargo, “la cerrazón no es una solución, es más, termina por favorecer la criminalidad”. “La única vía de solución es la de la solidaridad”, afirmó.
“El compromiso de los cristianos en este campo es urgente hoy como fue en el pasado” y es para todos: “las diócesis, las parroquias, los institutos de vida consagrada, las asociaciones y los movimientos, todos estamos llamados a acoger a los hermanos y las hermanas que huyen de la guerra, del hambre, de la violencia y de condiciones de vida deshumanas”.
“Todos juntos somos una gran fuerza de ayuda para cuantos han perdido la patria, familia, trabajo y dignidad. Y vestir al desnudo, ¿qué quiere decir si no restituir la dignidad a quien la ha perdido?”, preguntó.
El Pontífice pidió pensar en las mujeres víctimas de la trata y que están en las calles o “en los diferentes modos de usar el cuerpo humano como una mercancía, incluso con menores”.
“No tener un trabajo, una casa, un salario justo o ser discriminados por la raza o por la fe son todo formas de ‘desnudez’, frente a las cuales como cristianos somos llamados a estar atentos, vigilantes y prontos a actuar”.
Por último, el Obispo de Roma pidió no ceder “a la trampa de encerrarnos en nosotros mismos, indiferentes a las necesidades de los hermanos y preocuparnos solo por nuestros propios intereses”. Así, “en la medida que nos abramos a nosotros la vida es fecunda, la sociedad retoman la paz y las personas recuperan su plena dignidad”.
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