Cuatro clases de perdón
1) Para saber
Jesús nos invita a ser misericordiosos, como Dios Padre es misericordioso. Señala el Papa Francisco que no se trata de un slogan, sino de un compromiso de vida. Para comprender mejor esta expresión, podemos confrontarla con la otra invitación de Jesús a ser perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo (cfr. Mt 5,48). ¿En qué radica esa perfección? Consiste en amar y, por tanto, en ser misericordiosos.
Se pregunta el Papa: ¿Una persona que no es misericordiosa es perfecta? Y responde enfáticamente: ¡No! Y ¿Una persona que no es misericordiosa es buena? ¡No! La bondad y la perfección radican en la misericordia.
Mirar la perfección de Dios nos puede hace sentir su imposibilidad, pero al mirar a Dios como misericordioso, podemos verlos más accesible y animarnos a ser también misericordiosos.
2) Para pensar
Se dice que puede haber cuatro clases de perdón.
Primero es perdonarse a uno mismo. Sucede que al no ser todavía perfectos, hemos cometido hechos que nos humillan y avergüenzan y pueden producir desilusión. Perdonarnos a nosotros mismos consistirá en aceptar nuestra condición de ser humano. Aceptar con humildad que fallamos. Y así, podemos seguir caminando, sin detenernos en el pasado lamentándonos. Así nos liberamos de pretender obtener la perfección ahora mismo, sino caminamos en un camino de perfección que se alcanzará en la Vida eterna por la gracia de Dios.
El segundo perdón, es el de perdonar a los demás. Cuando no perdonamos a alguien, nos atamos a esa persona, perdiendo libertad. Es un acto de caridad perdonar a los que nos hirieron. Además, si Dios nos ha perdonado, ¿por qué no debo perdonar a los demás? ¿Acaso soy más grande de Dios?
El tercero es perdonar a Dios. No es que Dios se equivoque, sino que en ocasiones somos nosotros, que por nuestra ignorancia y orgullo, le echamos la culpa injustamente a Dios y creemos que nos ha fallado, que se ha olvidado de nosotros, cuando realmente nunca ha dejado de amarnos y de ver por nuestro mejor bien. Si estamos enojados con Dios, habría que cambiar de actitud y dejar de ser necios, porque Él quiere siempre lo mejor para nosotros. “Perdonarlo” significará reconocer su bondad y nuestro desatino al enfadarnos.
Y el cuarto perdón es el de Dios. Muchas veces le fallamos a Dios. Y aunque es juez, la Justicia misma, más que juzgarnos, nos perdona cuando se lo pedimos sinceramente y con contrición. El Papa Francisco ha dicho que perdonar es lo que más le gusta hacer a Dios, pues es una manera de amarnos. A tal extremo llegó su amor, que nos entregó a su Hijo para que pudiéramos ser perdonados. La muerte de Jesús en la cruz es el culmen de la historia de amor de Dios con el hombre. Además, nos perdona todo, la misericordia de Dios es infinita.
3) Para vivir
Perdonar significa ser generosos. La misma palabra perdón, deriva de per-don, es un sorprenderse de tal don.
El camino a la santidad es de amor, y una de sus facetas, es perdonar. Los santos son quienes se han dejado llenar el corazón con la divina misericordia. Vivamos imitando esa misericordia.
El Papa Francisco afirma que la misericordia significa perdonar y donar. Se ha comentado el perdón, para la próxima meditaremos sobre el donar.
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