miércoles, 7 de agosto de 2013

Juan Felton, Beato


Mártir Laico, 8 de agosto
 
Juan Felton, Beato
Juan Felton, Beato

Mártir Laico

Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, beato Juan Felton, mártir, que fijó en público la sentencia de excomunión lanzada por el papa san Pío V contra la reina Isabel I y, por este motivo, fue despedazado cruelmente junto a la iglesia de San Pablo, mientras invocaba el nombre del Salvador, consumando así gloriosamente su martirio (1570).
El santoral encierra sus sorpresas. Muchas veces tenemos la idea de que es sólo un monótono e interminable desfile de religiosos y religiosas que se santificaron entre las cuatro paredes de su convento. Pero de vez en cuando nos encontramos con que figuran en los altares, expuestos a la veneración de los fieles, quienes, mientras estuvieron en la tierra, participaron de nuestro mismo género de vida y como nosotros contrajeron un día matrimonio y vieron alegrado su hogar con la sonrisa de un nuevo ser.

Así, por ejemplo, nos ocurre en este día 8 de agosto. El Beato Juan Felton es un ejemplar de santidad seglar, de hombre que en medio del mundo, sin apartarse de él, cultiva las virtudes domésticas, crea un hogar cristiano y sabe luchar con viril entereza por la fe católica que profesa.

Juan Felton pertenecía a la nobleza inglesa, era gentilhombre de una vieja familia de Norfolk, en la costa sudeste de Inglaterra, pero vivía en Southwark, cerca del monasterio cluniacense de Bermondsey. Cuando llegó la hora de formar un nuevo hogar, Juan puso sus miradas en una mujer también noble, unida con personal amistad a la reina Isabel de Inglaterra. Lejos estaban los dos novios, cuando contrajeron matrimonio, de pensar que poco tiempo después Juan habría de ser cruelmente inmolado a causa de aquella reina que tanta simpatía demostraba por la joven esposa.

La vida del matrimonio se desarrollaba plácida. Ambos, íntimamente compenetrados, vivían la paz de su hogar, cultivando las virtudes cristianas. Dios les bendijo enviándoles un niño, a quien pusieron el nombre de Tomás, y que un día habría de imitar, soportando también el martirio, a los veinte años de edad, el precioso ejemplo que le había dado su padre.

Pero... llega el año 1570 y la angustia que con algunas alternativas habían venido sintiendo los católicos ingleses desde la triste separación que Enrique VIII impuso a Inglaterra respecto a la Iglesia, llegó a su colmo. Contra los consejos de moderación que, pese a la leyenda, consta históricamente que Felipe II dio insistentemente, el enérgico papa San Pío V se decidió a dar el paso definitivo: por la bula Regnans in excelsis, promulgada el 25 de febrero de 1570, lanzaba la excomunión "contra Isabel, pretendida reina de Inglaterra, y contra sus partidarios". El problema de la fidelidad a su reina y de la fidelidad, al mismo tiempo, a la Iglesia quedaba en rojo vivo para todos los católicos ingleses.

La historia nos da a conocer el furor de la reina al saber esta decisión del Papa. Preludiando lo que tantas veces habría de intentarse, en las más diversas épocas y en los más diferentes países, la reina intenta por todos los medios impedir que la bula sea conocida.

Se produce entonces un gesto de audacia. El 25 de mayo de aquel año alguien, antes de que amanezca, se atreve a clavar la bula en la puerta del obispo de Londres. El audaz católico que tal gesto de valentía tuvo se llamaba Juan Felton.

No estaba solo. Le había ayudado en su empresa un tal Lorenzo Webb, doctor en ambos Derechos. Pero Webb supo desaparecer a tiempo. En cambio, a Felton le esperaba el tremendo castigo por su atrevimiento.

En efecto, los policías dirigieron sus pasos hacia la casa de un hombre de leyes, bien conocido como católico, que habitaba en Lincoln´s Inn, un barrio del Londres de entonces. Un registro a fondo les permitió encontrar una copia de la bula. Puesto en interrogatorio el dueño de la casa, consiguen arrancarle el nombre de quien se la proporciono: Juan Felton. Rápidamente vuelan a su casa de Bermondsey y le detienen.

Desde el primer momento se intentó dar al asunto un giro político. Querían a toda costa que Juan confesara que había actuado bajo la influencia política de España, pues bien sabido es que el protestantismo inglés tuvo en su nacimiento una verdadera obsesión antiespañola. Por tres veces fue interrogado, y por tres veces contestó Juan con heroica firmeza que en manera alguna había actuado por otro móvil que no fuera el estrictamente religioso.

Por fin, el 8 de agosto fue entregado al verdugo. Mientras caminaba hacia el lugar de la ejecución, iba recitando los salmos penitenciales. Pronto dieron vista al patíbulo, que había sido levantado precisamente en la misma puerta en la que él había puesto la bula el 25 de mayo. El mártir no pudo contener un estremecimiento al contemplar el patíbulo, pero inmediatamente se rehizo y declaró rotundamente:

—Sí, he sido yo quien puso ahí la carta del Papa contra la pretendida reina. Y ahora estoy dispuesto a morir por la fe católica.

Tuvo un gesto verdaderamente magnífico. Frente al empeño que tenían sus verdugos de hacer de aquel asunto algo puramente político, él quiso separar rotundamente los dos aspectos: moría por la fe católica, y nada tenía contra la reina, fuera de su actitud religiosa. Por eso, con gesto elegante, de auténtico noble, se quitó de su dedo un anillo y rogó que se lo llevaran a la reina como un regalo suyo, personal.

Hecho esto, se arrodilló y rezó el Miserere, encomendando su alma a Dios. Después quedó a disposición del verdugo.

Conocida es la inaudita crueldad que Inglaterra usó con los católicos. A Juan Felton le correspondió el ser descuartizado. Entonces se produjo algo que hemos oído muchas veces en labios de los santos como si fuera una amplificación poética, pero que en este caso tuvo una realidad, testificada por quienes presenciaron el tormento. A medida que le iban descuartizando, Juan continuaba su oración. Y en el momento en que le arrancaban el corazón se le oyó invocar el nombre de Jesús.

Había muerto Juan cual corresponde a un modelo y espejo de hombre católico; ejercitando de una parte la virtud de la fortaleza, no sólo en su valentía al atreverse a dar publicidad de aquella manera a la bula de San Pío V, sino también en la serenidad y valor sobrehumano demostrado en su atroz martirio. Y ejercitando también otra virtud auténticamente viril: la grandeza de ánimo, con la que fue capaz de enviar un obsequio, desde el patíbulo, a la misma reina que le condenaba.

Quedaban en la tierra su viuda y su hijo. Como hemos dicho, Tomás, que al morir su padre contaba dos años, murió dieciocho años después también mártir por su fidelidad a la Santa Sede.

El Beato Juan Felton fue objeto de culto y, por fin, beatificado "equivalentemente", es decir, confirmado su antiguo culto por el papa León XIII en 1886.



Beato Juan Felton, mártir
fecha: 8 de agosto
†: 1570 - país: Reino Unido (UK)
canonización: Conf. Culto: León XIII 29 dic 1886
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Londres, en Inglaterra, beato Juan Felton, mártir, que expuso públicamente la bula de excomunión emitida por el papa san Pío V contra la reina Isabel I y, por este motivo, fue despedazado cruelmente junto a la iglesia de San Pablo, mientras invocaba el nombre del Salvador, consumando así gloriosamente su martirio.
EL 25 de febrero de 1570, san Pío V publicó la bula «Regnans in excelsis» contra la reina Isabel, quien a la sazón era todavía católica en apariencia. La bula excomulgaba a Isabel, la declaraba privada del trono y absolvía a los católicos del juramento de fidelidad, porque la reina se había proclamado jefe de la Iglesia en Inglaterra, había dado asilo a varios herejes, aprimido a los católicos e impulsado a sus súbditos a la herejía y al repudio de la Santa Sede. El 25 de mayo por la mañana, los habitantes de Londres encontraron un copia de la bula de excomunión de Isabel, clavada sobre la puerta en la casa del obispo de la ciudad, contigua a la catedral de San Pablo. El autor de la hazaña era Juan Felton, un caballero originario de Norfolk, que vivía en Southwark.

Pronto fue descubierto. En efecto, habiéndose encontrado otra copia de la bula en casa de un abogado católico muy conocido, en Lincoln's Inn, se le sometió a la tortura y confesó que Juan Felton le había dado el ejemplar. Inmediatamente fue capturado Felton en Bermondsey. Pero, aunque confesó al punto su culpa, no fue juzgado sino tres meses después. En el ínterin, estuvo en la prisión de Newgate y en la Torre de Londres, donde fue tres veces sometido a la tortura del potro para que delatase a los conspiradores españoles, si acaso los conocía. Pero Felton no era un conspirador político: su intento era dar a conocer, como cristiano, una bula legítima del Sumo Pontífice contra los crímenes de la reina. El juicio se llevó a cabo en Guildhall el 4 de agosto. Juan, se declaró culpable y proclamó abiertamente la soberanía de la Santa Sede. Cuatro días más tarde se le arrastró hasta el atrio de San Pablo. El cadalso estaba situado frente a la puerta en que había clavado la bula. Al ver el cadalso, el beato tuvo un espasmo de terror, pero logró vencerlo mediante vigoroso esfuerzo de su voluntad. Señalando la puerta de la catedral, dijo: «Ahí clavé la bula del Sumo Pontífice contra la pretendida reina y ahí quiero morir por la fe católica».

Después, se quitó del dedo un valioso anillo y le envió a la reina, como prueba de buena voluntad. En seguida se arrodilló, recitó el Miserere y encomendó su alma a Dios. El verdugo, apiadándose de él, tenía la intención de dejarle morir en la horca; pero la autoridad ordenó que se cortase la cuerda antes de la muerte de Juan y se le arrancase el corazón. La hija del beato, la señora de Salisbury, le oyó pronunciar dos veces en ese momento el nombre de Jesús. La esposa de Juan Felton había sido amiga personal de la reina. Después de la ejecución de su esposo, Isabel le concedió permiso de tener un capellán en su casa. Como existen otros casos análogos a éste, es verosímil pensar que Isabel lo hizo así realmente. Tomás Felton, el hijo de Juan, que era entonces un niño de dos años, había de seguirle en el martirio dieciocho años más tarde.

Juan fue beatificado por el decreto de 1886, aunque no nominalmente. No vamos a discutir aquí la cuestión de la bula «Regnans in excelsis», pero indicaremos, que el beato Juan murió por haber divulgado un documento canónico de la Santa Sede contra un perseguidor y fautor de herejías, es decir, por haber defendido la jurisdicción pontificia. La cuestión de la oportunidad y justicia de dicha bula no modifica los hechos. Los papas, aun los papas santos, pueden equivocarse en sus opiniones. La opinión que prevalece actualmente es que la bula «Regnans in excelsis» fue un intento de poner en práctica la facultad de deponer a los soberanos, que los papas ya no podían ejercer. Por lo demás, lo mejor será citar las palabras de otro Papa, también llamado Pío, a la Academia de la Religión católica, en 1871: «Aunque algunos papas ejercieron el poder de deponer a los soberanos en circunstancias extremas, lo hicieron siguiendo las leyes de la época y con el acuerdo de los países católicos, los cuales profesaban tal reverencia al poder judicial del Papa, que lo extendían hasta a los príncipes y las naciones. Actualmente, las circunstancias son totalmente distintas ... A nadie se le ocurre pensar que la Santa Sede posee el poder de deponer a los soberanos .. Y al Sumo Pontífice menos que a nadie».

Hay un relato muy completo en B. Camm, Lives of the English Martyrs, vol. II (1905), pp. 1-13.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

No hay comentarios: