Siempre me ha llamado la atención el pasaje del Evangelio de Mateo (cap 5,44), donde Jesús dice: “Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen”. Siempre me ha llamado la atención, porque nunca he creído posible que la literalidad de esta frase, pueda ser llevada a la práctica. Creo imposible amar a un enemigo, al que te daña, de la misma manera que se ama al que te ama y con el que te relaciones de una manera intensa y positiva.
Con el amigo y teólogo José María Castillo, afirmo creer que Jesús en este texto citado de Mateo; aspira a una cordialidad entre personas cuyas relaciones están desgastadas o son inexistentes. Jesús nos anima a no poner más piedras en el camino, y si no se alcanza la amistad plena, al menos fecundar la paz para no llegar a la guerra.
Hago este preámbulo, para opinar sobre las palabras del Papa Francisco en su vuelo de regreso a Roma.
Lo primero que me llama la atención es su servicio, hasta el punto de prestarse a una hora y media de entrevista y casi de pié, tras unas jornadas agotadoras.
Lo segundo que me llama la atención es que nunca hemos escuchado a un papa, referirse sin tapujos a los gays, las mujeres y otras cuestiones candentes.
Lo tercero que me llama la atención y por lo cual me congratulo, es por la cordialidad con la que el papa Francisco se refiere a los homosexuales. Varios medios de comunicación han confrontado estas recientes declaraciones del papa, con otras anteriores suyas siendo arzobispo de Buenos Aires, en las cuales demostraba la dureza con la comunidad gay.
Dejo de lado esta comparativa, pues considero que el prisma de Jorge Mario Bergoglio ha cambiado tras ocupar la silla de Pedro. Los gestos de su persona hablan por si solos. Sabe de la realidad de nuestra iglesia, y además sabe cuál es la opinión generalizada –por ejemplo- de la juventud con la que ha estado en Brasil.
Una juventud que al 65%, apoyaba el celibato opcional y el sacerdocio femenino. Y a esto sumamos el florecimiento de la libertad sexual, desde un punto de vista sano y edificante, sea cual sea la sexualidad de cada sujeto; y afirmamos con el papa que: “mientras las intenciones sean buenas y se busque a Cristo, nadie es quien para criticar a un gay”.
Comprenderán ustedes que son duras la relación de los homosexuales con la iglesia. De su jerarquía siempre hemos recibido recriminaciones, condenas y portazos en las narices. No diré que para Francisco seamos enemigos, pero sí creo que por medio de sus palabras, llegamos al sentido pleno de Mateo 5,44, pues se apuesta por una cordialidad y por una confraternización.
Dice un hermano mío, que no es muy solicito a expresarse en estos temas, que las palabras del papa le han producido orgullo como cristiano y que ha sentido cariño hacia el papa.
Mi sentimiento es aún mayor, pues aun a pesar de ser consciente de hasta dónde llegará este papa respecto a ciertos temas, se agradece un abrazo, un gesto. Francisco demuestra ser persona de decirte, siéntate junto a mí y cuéntame de tu vida; y así juntos iluminamos el camino hacia Cristo.
Permita Dios, que por medio de su santo Espíritu todos lleguemos al entendimiento, a la comprensión, al respeto, y a la inclusión total de los que siguen a Jesús por el camino de la vida. El camino que traza Francisco, es merecedor de ser seguido por todos aquellos que se consideren personas de bien.
Un abrazo.
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