jueves, 21 de marzo de 2013

Liturgia de las Horas. V Semana de Cuaresma. Ciclo C. 22 de marzo, 2013.

 



VIERNES V SEMANA DE CUARESMA
Propio del tiempo
 
 
 
INVITATORIO
Si Laudes es la primera celebración del día:
    V.
Señor, abre mis labios.
   
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

        A continuación se dice el salmo
Invitatorio, con la antífona:




        Adoremos a Cristo, el Señor, en esta solemnidad de san José.
(T. P.: Aleluya, aleluya).
 Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso

Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
    V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
   
R. Señor, date prisa en socorrerme.
        Gloria.
(T. P. Aleluya.)
 
 
 
Oficio de lectura

 
HIMNO

¡Oh Redentor, oh Cristo,
Señor del universo,
víctima y sacerdote,
sacerdote y cordero!

Para pagar la deuda
que nos cerraba el cielo,
tomaste entre tus manos
la hostia de tu cuerpo
y ofreciste tu sangre
en el cáliz del pecho:
altar blando, tu carne;
altar duro, un madero.

¡Oh Cristo Sacerdote,
hostia a la vez y templo!
Nunca estuvo la vida
de la muerte tan dentro,
nunca abrió tan terribles
el amor sus veneros.

El pecado del hombre,
tan huérfano del cielo,
se hizo perdón de sangre
y gracia de tu cuerpo. Amén.
SALMODIA

Ant. 1:
Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.Salmo 34, 1-2. 3c. 9-19. 22-24a. 27-28
SÚPLICA CONTRA LOS PERSEGUIDORES INJUSTOS

Se reunieron... y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con engaño y matarlo. (Mt 26, 3-4)
I

Pelea, Señor, contra los que me atacan,
guerrea contra los que me hacen guerra;
empuña el escudo y la adarga,
levántate y ven en mi auxilio;
di a mi alma:
«Yo soy tu victoria.»

Y yo me alegraré con el Señor,
gozando de su victoria;
todo mi ser proclamará:
«Señor, ¿quién como tú,
que defiendes al débil del poderoso,
al pobre y humilde del explotador?»

Se presentaban testigos violentos:
me acusaban de cosas que ni sabía,
me pagaban mal por bien,
dejándome desamparado.
Ant.1: Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.Ant. 2: Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.II

Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,
me vestía de saco,
me mortificaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración.

Como por un amigo o por un hermano,
andaba triste,
cabizbajo y sombrío,
como quien llora a su madre.

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,
se juntaron contra mí
y me golpearon por sorpresa;

me laceraban sin cesar,
cruelmente se burlaban de mí,
rechinando los dientes de odio.
Ant.2: Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.Ant. 3: Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.III

Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?
Defiende mi vida de los que rugen,
mi único bien, de los leones,

y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo.

Que no canten victoria mis enemigos traidores,
que no se hagan guiños a mi costa
los que me odian sin razón.

Señor, tú lo has visto, no te calles;
Señor, no te quedes a distancia;
despierta, levántate, Dios mío;
Señor mío, defiende mi causa.
Júzgame tú según tu justicia.

Que canten y se alegren
los que desean mi victoria;
que repitan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean la paz a tu siervo.

Mi lengua anunciará tu justicia,
todos los días te alabaré.
 
Ant. 3: Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.V. Convertíos al Señor, vuestro Dios.R. Porque es compasivo y misericordioso.PRIMERA LECTURA

Año I:


De la carta a los Hebreos    
12, 14-29

EL ACCESO AL MONTE DEL DIOS VIVO


    Hermanos: Fomentad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor. Procurad que nadie se vea privado de la gracia de Dios. Que ninguna raíz amarga vaya creciendo y causando turbación entre vo­sotros, no sea que se inficionen todos. Y mirad que no haya ningún fornicario ni profanador, como Esaú, que por un plato vendió su primogenitura. Ya sabéis cómo luego, queriendo heredar la bendición, fue desechado, Porque no logró cambiar el parecer de su padre, aunque con lágrimas lo intentó.
    No os habéis acercado a una realidad sensible: fuego que arde, oscuridad o tinieblas; ni a huracán, sonido de trompeta, o clamor de palabras tal, que quienes lo oyeron pidieron que no se les hablara más, pues no po­dían soportar lo mandado: «Quien toque el monte, aun­que sea animal, sea lapidado.» Y tan terrible era el es­pectáculo, que el mismo Moisés dijo: «Estoy aterrado y temblando.»
    Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a la asamblea de los innumerables ángeles, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino, al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
    Guardaos de rechazar al que os habla, pues si no escaparon al castigo los que rechazaron al que promulgaba la ley en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros, si volvemos la espalda al que nos habla desde el cielo. Su voz hacía entonces temblar la tierra; ahora, en cambio, hace esta promesa: «Todavía haré estremecer una vez más no sólo la tierra, sino también el cielo.» Estas palabras, «todavía una vez más», quieren significar que las cosas que van a ser estremecidas serán cambiadas, ya que son realidades creadas, para que subsistan aquellas que son inconmovibles.
    Así pues, ya que recibimos un reino inconmovible, retengamos firmemente esta donación gratuita y, por medio de ella, sirvamos a Dios con amor filial y reverencia para agradarle, pues nuestro Dios, en efecto, «es un fuego devorador».
Responsorio     Dt 5, 23. 24; cf. Hb 12,22

R.
Vosotros, cuando oísteis la voz que salía de la tiniebla, mientras el monte ardía, os acercasteis a Moisés y le dijisteis: * «El Señor, nuestro Dios, nos ha mostrado su gloria y su grandeza.»V. Ahora os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo.R. El Señor, nuestro Dios, nos ha mostrado su gloria y su grandeza.Año II:

Del libro de los Números    
22, 1-8b. 20-35

BALAAM SE PONE EN CAMINO PARA MALDECIR A ISRAEL


    En aquellos días, los israelitas siguieron adelante y acamparon en la estepa de Moab, al otro lado del Jordán, frente a Jericó. Balac, hijo de Sipor, vio cómo habla tratado Israel a los amorreos, y Moab tuvo miedo de aquel pueblo tan numeroso; Moab tembló ante los israelitas. Y dijo a los ancianos de Madián:
    «Esa horda va a apacentarse en nuestra comarca como un buey que pace la hierba de la pradera.»
    Balac, hijo de Sipor, era entonces rey de Moab. Y despachó correos a Balaam, hijo de Beor, que habitaba en Petor, junto al Éufrates, en tierra de amonitas, para que lo llamaran, diciéndole:
«Ha salido de Egipto un pueblo que cubre la super­ficie de la tierra, y se ha establecido frente a nosotros. Ven por favor, a maldecirme a ese pueblo, que me exce­de en número, a ver si logro derrotarlo y expulsarlo de la región. Pues sé que el que tú bendices queda bendecido y el que tú maldices queda maldecido.»
    Los ancianos de Moab y de Madián fueron con el precio del conjuro a donde estaba Balaam y le transmitieron el mensaje de Balac. Él les dijo:
    «Dormid esta noche aquí y os comunicaré lo que el Señor me diga.»
    Los jefes de Moab se quedaron con Balaam. Dios vino de noche a donde estaba Balaam y le dijo:
    «Ya que esos hombres han venido a llamarte, leván­tate y vete con ellos; pero harás lo que yo te diga.»
    Balaam se levantó de mañana, aparejó la borrica y se fue con los jefes de Moab. Al verlo ir, se encendió la ira de Dios, y el ángel del Señor se plantó en el camino haciéndole frente. Él iba montado en la borrica, acompañado de dos criados. La borrica, al ver al ángel del Señor plantado en el camino, con la espada desenvainada en la mano, se desvió del camino y tiró por el campo. Pero Balaam le dio de palos para volverla al camino.
    El ángel del Señor se colocó en un paso estrecho, entre viñas, con dos cercas a ambos lados. La borrica, al ver al ángel del Señor, se arrimó a la cerca, pillándole la Pierna a Balaam contra la tapia. Él la volvió a golpear. El ángel del Señor se adelantó y se colocó en un paso angosto, que no permitía desviarse ni a derecha ni a izquierda. Al ver la borrica al ángel del Señor, se tumbó debajo de  Balaam. Él, enfurecido, se puso a gol­pearla. El Señor abrió la boca a la borrica y ésta dijo a Balaam:
    «¿Qué te he hecho para que me apalees por tercera vez?»
    Contestó Balaam:
    «Porque te burlas de mí. Si tuviera a mano un puñal, yo mismo te mataría.»
    Dijo la borrica:
    «¿No soy yo tu borrica, en la que montas desde hace tiempo? ¿Me solía portar contigo así?».
    Contestó él:
    «No.»
    Entonces el Señor abrió los ojos a Balaam, y éste  vio al ángel del Señor plantado en el camino con la espada desenvainada en la mano, e inclinándose se postró en tierra. El ángel del Señor le dijo:
    «¿Por qué golpeas a tu burra por tercera vez? Yo he salido a hacerte frente, porque sigues un mal camino. La borrica me vio y se apartó de mí tres veces. Si no se hubiera apartado, ya te habría matado yo a ti, dejándola viva a ella.»
    Balaam respondió al ángel del Señor:
    «He pecado, porque no sabía que estabas en el camino, frente a mí. Pero ahora; si te parece mal mi viaje, me vuelvo a casa.»
    El ángel del Señor respondió a Balaam:
    «Vete con esos hombres; pero dirás únicamente lo que yo te diga.»
    Y Balaam prosiguió con los ministros de Balac.
Responsorio     Ez 13, 9. 3

R.
Extenderé mi mano contra los profetas y visionarios falsos y adivinos de embustes; * no tomarán parte en la asamblea de mi pueblo, ni serán inscritos en el censo de la casa de Israel.V. ¡Ay de los profetas necios que se inventan profecías, cosas que nunca vieron, siguiendo su inspiración!R. No tomarán parte en la asamblea de mi pueblo, ni serán inscritos en el censo de la casa de Israel.SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Fulgencio de Ruspe, obispo, Sobre la fe a Pedro
(Cap. 22, 62: CCL 91 A, 726. 750-751)

SE ENTREGÓ POR NOSOTROS


    Los sacrificios de víctimas carnales, que la Santísima Trinidad, el mismo y único Dios del antiguo y del nuevo Testamento, había mandado a nuestros padres que le fueran ofrecidos, significaban la agradabilísima ofrenda de aquel sacrificio en el cual el Hijo de Dios había de ofrecerse misericordiosamente según la carne, él solo, por nosotros. Él, en efecto, como nos enseña el Apóstol, se entregó por nosotros a Dios como oblación de suave fragancia. Él es el verdadero Dios y el verdadero sumo sacerdote, que por nosotros penetró una sola vez en el santuario, no con la sangre de toros o de machos cabríos, sino con su propia sangre. Esto' es lo que significaba el sumo sacerdote del antiguo Testamento cuando entraba con la sangre de las víctimas, una vez al año, en el santuario.
    Él es, por tanto, el que manifestó en su sola persona todo lo que sabía que era necesario para nuestra redención; él mismo fue sacerdote y sacrificio, Dios y templo; sacerdote por quien fuimos absueltos, sacrificio con el que fuimos perdonados, templo en el que fuimos purificados, Dios con el que fuimos reconciliados. Pero él fue sacerdote, sacrificio y templo sólo en su condición de Dios unido a la naturaleza de siervo: no en su condición divina sola, porque bajo este aspecto todo es común con el Padre y el Espíritu Santo.
    Debemos, pues, retener firmemente y sin asomo de duda que el mismo Hijo único de Dios, la Palabra hecha carne, se ofreció por nosotros a Dios en oblación y sacrificio de agradable olor: el mismo al que, junto con el Padre y el Espíritu Santo, los patriarcas, profetas y sacerdotes del antiguo Testamento sacrificaban animales; el mismo al que ahora, en el nuevo Testamento, junto con el Padre y el Espíritu Santo, con los que es un solo Dios, la santa Iglesia católica no cesa de ofrecerle, en la fe y la caridad, por todo el orbe de la tierra, el sacrificio de pan y vino. Aquellas víctimas carnales significaban la carne de Cristo, que él, libre de pecado, había de ofrecer por nuestros pecados, y la sangre que para el perdón de ellos había de derramar; pero en este sacrificio se halla la acción de gracias y el memorial de la carne de Cristo, que él ofreció por nosotros, y de la sangre, que el mismo Dios derramó por nosotros. Acerca de lo cual dice san Pablo en los Hechos de los apóstoles: Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo.
    Por tanto, los antiguos sacrificios eran figura y signo de lo que se nos daría en el futuro; pero en este sacrificio se nos muestra de modo evidente lo que ya nos ha sido dado.
    Los sacrificios antiguos anunciaban por anticipado que el Hijo de Dios sería muerto en favor de los impíos; pero en este sacrificio se anuncia ya realizada esta muerte, como lo atestigua el Apóstol, al decir: Cuando estábamos nosotros todavía sumidos en la impotencia del pecado, murió Cristo por los pecadores, en el tiempo prefijado por el Padre; y añade: Siendo enemigos, hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.
 
Responsorio     Cf. Col 1,21-22; Rm 3,25

R.
A vosotros, que antes estabais enajenados y enemigos en vuestra mente por las obras malas, ahora Dios os ha reconciliado en el cuerpo de carne de Cristo mediante la muerte, * presentándoos ante él como santos sin mancha y sin falta.V. Dios ha propuesto a Cristo como instrumento de propiciación, por su propia sangre y mediante la fe.R. Presentándoos ante él como santos sin mancha y sin falta.
La oración conclusiva como en las Laudes.


CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
Bendigamos al Señor.R. Demos gracias a Dios.



Laudes

 
HIMNO

Delante de la cruz los ojos míos
quédenseme, Señor, así mirando,
y sin ellos quererlo estén llorando,
porque pecaron mucho y están fríos.

Y estos labios que dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor, así cantando,
y sin ellos quererlo estén rezando,
porque pecaron mucho y son impíos.

Y así con la mirada en vos prendida,
y así con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,

quédeseme, Señor, el alma entera;
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis me muera. Amén.
SALMODIA


Ant. 1:
Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.Salmo 50
CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana. (cf. Ef 4, 23-24)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios, Dios,
Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Ant. 1: Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.Ant. 2: Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.Cántico     Is 45, 15-25
QUE LOS PUEBLOS TODOS SE CONVIERTAN AL SEÑOR

Al nombre de Jesús toda rodilla se doble (Flp 2, 10)
Es verdad: tú eres un Dios escondido,
el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
mientras el Señor salva a Israel
con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen
nunca jamás.

Así dice el Señor, creador del cielo
-él es Dios-,
él modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó;
no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor y no hay otro.»

No te hablé a escondidas,
en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob:
«Buscadme en el vacío.»

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia
y declara lo que es justo.
Reuníos, venid, acercaos juntos,
supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera,
y rezan a un dios que no puede salvar.

Declarad, aducid pruebas,
que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor?
-No hay otro Dios fuera de mí-.

Yo soy un Dios justo y salvador,
y no hay ninguno más.
Volveos hacia mí para salvaros,
confines de la tierra,
pues yo soy Dios y no hay otro.

Yo juro por mi nombre,
de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
«Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua»,
dirán: «Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder.»

A él vendrán avergonzados
los que se enardecían contra él,
con el Señor triunfará y se gloriará
la estirpe de Israel.
Ant. 2: Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.Ant. 3: Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.Salmo 99
ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO

Los redimidos deben entonar un canto de victoria. (S. Atanasio)
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Ant. 3: Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.LECTURA BREVE     Is 52, 13-15

Mirad: mi siervo tendrá éxito, será enaltecido y ensalzado sobremanera. Y, así como muchos se horrorizaron de él, pues tan desfigurado estaba que ya ni parecía hombre, no tenía ni aspecto humano, así también muchos pueblos se admirarán de él y, a su vista, los reyes enmudecerán de asombro porque verán algo jamás narrado y contemplarán algo inaudito.
RESPONSORIO BREVE

V.
Él me librará de la red del cazador.R. Él me librará de la red del cazador.V. Me cubrirá con su plumaje.R. Él me librará de la red del cazador.V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Él me librará de la red del cazador.CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.
«Muchas y buenas obras os he hecho ver -dice el Señor-, ¿por cuál de ellas me queréis apedrear?»A continuación se dice el Cántico de Zacarías


PRECES


Demos gracias a Cristo, el Señor, que al morir en cruz nos dio la vida, y digámosle con fe:

      Tú que por nosotros moriste, escúchanos, Señor.
Maestro y Salvador nuestro, tú que nos revelaste con tu palabra el designio de Dios y nos renovaste con tu gloriosa pasión,
      no permitas que nuestros días transcurran entre vicios y pecados.

Que sepamos, Señor, mortificarnos hoy al tomar los manjares del cuerpo,
      para ayudar con nuestra abstinencia a los hambrientos y necesitados.

Que vivamos santamente este día de penitencia cuaresmal
      y lo consagremos a tu servicio mediante obras de misericordia.

Sana, Señor, nuestras voluntades rebeldes
      y llénanos de tu gracia y de tus dones.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Que el Espíritu que habita en nosotros y nos une en su amor nos ayude a decir: Padre nuestro.
Oración

Perdona, Señor, las culpas que hemos cometido a causa de nuestra debilidad y, por tu misericordia, líbranos de la esclavitud en que nos tienen cautivos nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amén.



hora intermedia

V.
Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria.
HIMNO


Tercia


Amigo de los hombres, Jesucristo,
tú solo das sentido a nuestra historia,
y, con los ojos fijos al futuro,
la Iglesia vive fiel a tu memoria.

Este tiempo de ayuno te presenta
de nosotros la parte más oscura,
y tus manos clavadas al madero
nos devuelven tu paz y tu ternura.

A lo largo del día no nos dejes,
no nos falte la luz de tu mirada:
llena de amor los pasos que caminan
de este mundo a la luz de tu alborada. Amén.
O bien:

Como el fuego calcina
la madera reseca,
cuando el pecado nos domina,
Espíritu de Dios,
purifícanos.

Como el río derrama
por la tierra sus aguas
y hay flor y fruto en la rama,
Espíritu de Dios,
vivifícanos.

Como tu fuerte viento
hizo en el mar camino,
cuando haya duda y desaliento,
Espíritu de Dios,
ayúdanos.

Luz, Amor, Viento, Fuego,
los caminos de éxodo
enseña al hombre pobre y ciego.
Espíritu de Dios,
condúcenos. Amén.
Sexta

Jesús, contigo iremos al desierto
en medio de la villa populosa,
y tú nos brindarás el pan sabroso
que alimentó tu alma silenciosa

Contigo pasaremos el mar Rojo,
beberemos el agua de la roca;
tú serás el pastor y, en la montaña,
tú serás nuestra gracia esplendorosa.

Contigo humildemente hasta el Calvario,
contigo por la vía dolorosa,
y al final, oh Jesús, por tu promesa,
contigo viviremos en tu gloria. Amén.
O bien:Por el pecado primero
entró la muerte a la vida,
y la muerte fue vencida
por la vida del Cordero.

El Padre lo hizo pecado
para salvar al caído;
el que nunca había sufrido
se quiso crucificado.

La humanidad pecadora
está bien representada,
mas la culpa fue lavada
por la sangre redentora. Amén.
Nona

Ojos de aquel publicano
hasta la tierra caídos,
el Dios de la luz os mira,
miradle con regocijo.

Mano que pide clemencia
hiriendo el pecho contrito,
el Señor te abre la puerta
de su pecho compasivo.

Lengua que en bajo murmullo,
dices tu dolor sentido,
el Juez que sabe juzgar
ha escuchado complacido.

Padre del octavo día,
glorioso siendo propicio,
perdónanos, purifícanos,
por el honor de tu Hijo. Amén.
O bien:

Cada tarde se nos van los días,
y cada tarde el tiempo pasa;
se acaba nuestra vida cada tarde
y miramos la muerte más cercana.

Déjame todavía gozar el milagro
de tu luz, de tu sol, de tus albas;
déjame gozar el milagro de sentirme vivo
y de nacer para ti cada mañana.

Déjame, Señor, gozar de tu milagro
al llegar una vez más la tarde mansa,
porque tú eres el Dios de nuestras horas,
el Dios oculto de nuestra esperanza. Amén.
SALMODIA

Tercia:
Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.Sexta: "Por mi vida dice el Señor, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva."Nona: Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.Salmo 118, 25-32

Mi alma está pegada al polvo:
reanímame con tus palabras;
te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus leyes;
instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas.

Mi alma llora de tristeza,
consuélame con tus promesas;
apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos.
Me apegué a tus preceptos,
Señor, no me defraudes;
correré por el camino de tus mandatos
cuando me ensanches el corazón.
Salmo 25
ORACIÓN CONFIADA DEL INOCENTE

Nos eligió para que fuésemos consagrados e irreprochables ante él por el amor. (Ef 1, 4)
Hazme justicia, Señor, que camino en la inocencia,
confiando en el Señor no me he desviado.

Examíname, Señor, ponme a prueba,
sondea mis entrañas y mi corazón,
porque tengo ante los ojos tu bondad,
y camino en tu verdad.

No me siento con gente falsa,
no me junto con mentirosos;
detesto las bandas de malhechores,
no tomo asiento con los impíos.

Lavo en la inocencia mis manos,
y rodeo tu altar, Señor,
proclamando tu alabanza,
enumerando tus maravillas.

Señor, yo amo la belleza de tu casa,
el lugar donde reside tu gloria.

No arrebates mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los sanguinarios,
que en su izquierda llevan infamias,
y su derecha está llena de sobornos.

Yo, en cambio, camino en la integridad;
sálvame, ten misericordia de mí.
Mi pie se mantiene en el camino llano;
en la asamblea bendeciré al Señor.
Salmo 27, 1-3. 6-9
SÚPLICA Y ACCIÓN DE GRACIAS

Padre, te doy gracias porque me has escuchado. (Jn 11, 41)
A ti, Señor, te invoco;
Roca mía, no seas sordo a mi voz;
que, si no me escuchas, seré igual
que los que bajan a la fosa.

Escucha mi voz suplicante
cuando te pido auxilio,
cuando alzo las manos
hacia tu santuario.

No me arrebates con los malvados
ni con los malhechores,
que hablan de paz con el prójimo,
pero llevan la maldad en el corazón.

Bendito el Señor, que escuchó
mi voz suplicante;
el Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido.

El Señor es fuerza para su pueblo,
apoyo y salvación para su Ungido.
Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,
sé su pastor y guíalos siempre.
Tercia: Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.Sexta: "Por mi vida dice el Señor, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva."Nona: Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.LECTURA BREVE

Tercia     Is 53, 2-3


Creció entre nosotros como un débil brote, como raíz en tierra árida. Lo vimos sin aspecto atrayente, sin gracia ni belleza, despreciado y rechazado por los hombres, como varón de dolores, acostumbrado a los sufrimientos, ante el cual se desvía la mirada, discriminado y desestimado.
V. Señor, crea en mi un corazón puro.R. Renuévame por dentro con espíritu firme.La oración conclusiva como en las Laudes.

Sexta     Is 53, 4-5


Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores: nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado: pero él fue herido por nuestras rebeldías, triturado por nuestros crímenes. Él soportó el castigo que nos trae la paz, por sus llagas hemos sido curados.
V. Aparta de mi pecado tu vista.R. Borra en mí toda culpa.La oración conclusiva como en las Laudes.

Nona     Is 53, 6-7


Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.La oración conclusiva como en las Laudes.


CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
Bendigamos al Señor.R. Demos gracias a Dios.



Vísperas
INVOCACIÓN INICIAL

V.
Dios mío ven en mi auxilioR. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria.
HIMNO

Señor, la luz del día ya se apaga,
la noche va extendiendo sus tinieblas;
alumbra lo más hondo de las almas
en este santo tiempo de Cuaresma.

Conoces nuestra vida y nuestra historia
y sabes que también hemos pecado,
por eso hacia ti nos dirigimos
confiando que seremos perdonados.

Unidos con la Iglesia recorremos
la senda que nos lleva hasta el Calvario,
llevando en nuestro cuerpo tus dolores,
sufriendo lo que aún no has completado.

Escucha nuestra voz, amado Padre,
que, junto con tu Hijo Jesucristo,
enviaste tu Espíritu a los hombres,
sellando con tu gracia sus destinos. Amén.
SALMODIA

Ant. 1:
Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.Salmo 40
ORACIÓN DE UN ENFERMO

Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo. (Mc 14, 18)
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.

Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere y se acaba su apellido.»

El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.

Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.

En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo mi triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.
Ant. 1: Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.Ant. 2: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.Salmo 45
DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

Le pondrán por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros». (Mt 1, 23)
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Ant. 2: El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.Ant. 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.Cántico     Ap 15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES


Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Ant. 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.LECTURA BREVE     1Pe 2, 21b-24

Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando le insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas nos han curado.
RESPONSORIO BREVE

V.
Yo dije: «Señor, ten misericordia.»R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»V. Sáname, porque he pecado contra ti.R. Señor, ten misericordia.V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
Si no queréis creerme a mí, creed a esas obras, que hago en nombre de Dios.A continuación se dice el Cántico de la Santísima Virgen María


PRECES


Oremos a Jesús, el Señor, que santificó por su propia sangre al pueblo, y digámosle:

      Compadécete, Señor, de tu pueblo.

Redentor nuestro, por tu pasión, concede a tus fieles la fuerza necesaria para mortificar sus cuerpos, ayúdalos en su lucha contra el mal y fortalece su esperanza,
      para que se dispongan a celebrar santamente tu resurrección.

Haz que los cristianos cumplan con su misión profética anunciando al mundo tu Evangelio
      y dando testimonio de él por su fe, esperanza y caridad.

Conforta, Señor, a los que están tristes,
      y otórganos a nosotros el poder consolar a nuestros hermanos.

Haz que tus fieles aprendan a participar en tu pasión con sus propios sufrimientos,
      para que sus vidas manifiesten tu salvación a los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que eres autor de la vida, acuérdate de los difuntos
      y dales parte en tu gloriosa resurrección.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo: Padre nuestro.
Oración

Perdona, Señor, las culpas que hemos cometido a causa de nuestra debilidad y, por tu misericordia, líbranos de la esclavitud en que nos tienen cautivos nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amen



Completas
INVOCACIÓN INICIAL

V.
Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria.
EXAMEN DE CONCIENCIA

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.


HIMNO


Cuando llegó el instante de tu muerte
inclinaste la frente hacia la tierra,
como todos los mortales;
mas no eras tú el hombre derribado,
sino el Hijo que muerto nos contempla.

Cuando me llegue el tránsito esperado
y siga sin retorno por mi senda,
como todos los mortales,
el sueño de tu rostro será lumbre
y tu gloria mi gloria venidera.

El silencio sagrado de la noche
tu paz y tu venida nos recuerdan,
Cristo, luz de los mortales;
acepta nuestro sueño necesario
como secreto amor que a ti se llega. Amén.
O bien:Tú, a quien he buscado, Señor,
en este día,
a quien he escuchado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien he cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien yo he negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de esta noche. Amén.
SALMODIA

Ant.:
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia. +
Salmo 87
ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

Ésta es vuestra hora, la del poder de las tinieblas. (Lc 22, 53)
Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
+ llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo;
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo;
tú cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.

Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos:
encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo,
me doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó sobre mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día,
me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y compañeros:
mi compañía son las tinieblas.
Ant.: Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.LECTURA BREVE     Jr 14, 9Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro.RESPONSORIO BREVE

V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.V. Tú, el Dios leal, nos librarás.R. Te encomiendo mi espíritu.V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL


Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.Oración

Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.
CONCLUSIÓN

V.
El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

I


Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
II

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
III

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
IV

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo II)

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