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Julio Álvarez Mendoza, Santo |
Martirologio Romano: En la aldea de San Julián, en el territorio de Guadalajara, en México, san Julio Álvarez, presbítero y mártir, que en la cruel persecución religiosa atestiguó con su sangre su fidelidad a Cristo Señor y a su Iglesia (1927).
Etimológicamente: Julio = Aquel que nació en el mes de Julio, es de origen latino.
Fecha de canonizado: 21 de mayo de 2000 por el Papa Juan Pablo II, junto a otros 24 mártires mexicanos.
Nació en Guadalajara el 20 de diciembre de 1866. Ayudado por bienhechores ingresó al seminario de Guadalajara, fue ordenado sacerdote en 1894. Luego se desempeñó como capellán de Mechoacanejo y se distinguió por su celo pastoral, la atención al catecismo y el fervor con que atendía al culto divino. Era un hombre amable, bondadoso con todos, muy comunicativo y sencillo. Cuando estalló la persecución y mientras podía dejar su parroquia y esconderse optó por permanecer al cuidado de sus fieles.
El 26 de marzo de 1927 en camino a un rancho para celebrar una misa fue sorprendido por una partida de soldados. Lo condujeron, atado a la silla de una caballería, por varias ciudades.
En León, el general Amaro dio la sentencia para que lo fusilaran. Al amanecer del día 30 lo condujeron al lugar de la ejecución.Su cadáver quedó tirado en un basurero cercano al templo parroquial. En el lugar de su martirio se erigió un monumento en su honor.Fue beatificado el 22 de noviembre de 1992 y canonizado por el Papa Juan Pablo II el 21 de mayo del 2000.
Fueron muchos los fieles que sufrieron el martirio por defender su fe, de entre ellos presentamos ahora a veinticinco que fueron proclamados santos de la Iglesia por Juan Pablo II.
Los 25 santos canonizados el 21 de mayo del 2000 fueron:
Cristobal Magallanes Jara, Sacerdote Roman Adame Rosales, Sacerdote Rodrigo Aguilar Aleman, Sacerdote Julio Alvarez Mendoza, Sacerdote Luis Batis Sainz, Sacerdote Agustin Caloca Cortés, Sacerdote Mateo Correa Magallanes, Sacerdote Atilano Cruz Alvarado, Sacerdote Miguel De La Mora De La Mora, Sacerdote Pedro Esqueda Ramirez, Sacerdote Margarito Flores Garcia, Sacerdote Jose Isabel Flores Varela, Sacerdote David Galvan Bermudez, Sacerdote Salvador Lara Puente, Laico Pedro de Jesús Maldonado Lucero, Sacerdote Jesus Mendez Montoya, Sacerdote Manuel Morales, Laico Justino Orona Madrigal, Sacerdote Sabas Reyes Salazar, Sacerdote Jose Maria Robles Hurtado, Sacerdote David Roldan Lara, Laico Toribio Romo Gonzalez, Sacerdote Jenaro Sanchez Delgadillo David Uribe Velasco, Sacerdote Tranquilino Ubiarco Robles, Sacerdote
San Julio Álvarez Mendoza, presbítero y mártir
fecha: 30 de marzo n.: 1866 - †: 1927 - país: México canonización: B: Juan Pablo II 22 nov1992 - C: Juan Pablo II 21 may 2000 hagiografía: Mártires Mexicanos
En la aldea de San Julián, en el territorio de Guadalajara, en México, san Julio Álvarez Mendoza, presbítero y mártir, que en la cruel persecución contra la religión atestiguó con su sangre su fidelidad a Cristo.
Nació en Guadalajara, Jalisco, el 20 de diciembre de 1866. Se distinguió por ser amable y bondadoso con todos, comunicativo y sencillo, desprendido y generoso. Sus muchas habilidades las puso al servicio del prójimo; emprendedor y caritativo, llegó a regalar incluso la camisa que llevaba puesta a quien la necesitaba. Don Julio, enseñó a sus feligreses el oficio de la sastrería y él mismo confeccionaba prendas a los pobres. Su familia, encabezada por Atanasio Álvarez y Dolores Mendoza, carecía de recursos económicos, sin embargo la generosidad de unos bienhechores y la aplicación de Julio en los estudios, le permitieron formarse con suficiencia en un colegio de estudios superiores, antes de ingresar, en 1880, al Seminario Conciliar de Guadalajara.
Su arzobispo, don Pedro Loza y Pardavé, lo ordenó presbítero el 2 de diciembre de 1894. Una semana más tarde lo envió a su primer y único destino, la capellanía de Mechoacanejo, misma que fue elevada a Parroquia y agregada al obispado de Aguascalientes. Desde su llegada a Mechoacanejo se distinguió por su celo pastoral. Cuando debía reprender las faltas de sus fieles, lo hacía con prontitud, firmeza y siempre de la mejor manera, sin herir los sentimientos de las personas.
Cuando los obispos de México decretaron en agosto de 1926 la suspensión del culto público, el Padre Julio decidió permanecer en su Parroquia, y a partir de entonces, administró los Sacramentos a hurtadillas, oculto en ranchos. No creía ser uno de los agraciados sacerdotes que morían fusilados porque -decía- «Dios no escoje basura para el martirio». Sin embargo, el ejército federal implementó una represión extrema, luego de que muchos católicos de la región se sublevaron contra las leyes anticlericales del Gobierno, y finalmente, el 26 de marzo de 1927, a las 16:00 horas, una partida de soldados aprehendió al eclesiástico, quien junto con dos acompañantes, se dirigían al rancho El Salitre, a celebrar misa. Descubierta su identidad, inició un penoso calvario para él y sus camaradas; fueron remitidos a San Julián, Jalisco, en donde en ayunas y con las manos atadas, se le prehibió descansar sentado: o se mantenía de pie o arrodillado.
El día 30 de marzo, a las 5:15 horas, un capitán de apellido Grajeda condujo al reo al paredón: -¿Siempre me van a matar? -Esa es la orden que tengo. -Bien -repuso el mártir-, ya sabía que tenían que matarme porque soy sacerdote; cumpla usted la orden, sólo le suplico que me concedan hablar tres palabras; Voy a morir inocente porque no he hecho ningún mal. Mi delito es ser Ministro de Dios. Yo les perdono a ustedes; sólo les ruego que no maten a los muchachos porque son inocentes, nada deben. Cruzó los brazos y de los soldados recibió la descarga fatal.
El cadáver fue abandonado en un tiradero de basura, próximo al templo parroquial, hasta que los habitantes de San Julián, enterados de que habían matado a un sacerdote, procedieron a velarlo y darle sepultura. En el sitio donde lo aprehendieron se colocó una lápida y una cruz; lo mismo se hizo en el lugar del martirio. Sus restos, años más tarde, fueron trasladados a Mechoacanejo. Todos estos lugares son meta de peregrinación de numerosos fieles, atraídos por el recuerdo de la vida ejemplar y muerte edificante del santo Julio Álvarez.
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