El Papa Francisco llamó por teléfono el lunes 18 de marzo al quiosco en el que todos los días adquiría su diario en Buenos Aires (Argentina), para saludar al dueño y pedir por favor que ya no se lo manden pues, ahora que es el Pontífice de la Iglesia Católica, ya no necesitará que lo hagan.
Alrededor de la 1:30 p.m., Daniel del Regno, hijo del dueño del quiosco, contestó el teléfono y escuchó el siguiente saludo “hola, Daniel, habla el Cardenal Jorge”. Pensando que se trataba de una broma de un amigo, que sabía que el antes Arzobispo de Buenos Aires compraba ahí su periódico, contestó “dale, Mariano, no seas boludo”.
“En serio, soy Jorge Bergoglio, te estoy llamando desde Roma”, insistió la voz. Entonces, Daniel se echó a llorar de la emoción.
En declaraciones al diario argentino La Nación, Daniel del Regno confesó que “entré en shock, me puse a llorar, no sabía qué decirle”. “Me agradeció por el tiempo en el que le acercamos el diario y me mandó un saludo para la familia”, recordó.
Daniel señaló que habló con el Papa sobre “un detalle, que fue que hace un mes, cuando partió, sabíamos del viaje. Las palabras que le dije fueron: ‘Jorge, ¿vas a agarrar la batuta?’, y él contestó: ‘Eso es un fierro caliente, nos vemos en 20 días, vos seguí tirando el diario’. Y bueno, después.... Es historia conocida".
“Le dije que se cuidara, que lo iba extrañar, que le mandaba un beso grande y le pregunté si existía la posibilidad de verlo de vuelta alguna vez. Me dijo que de acá a un tiempo eso va a ser muy complicado, pero que siempre iba a estar presente”, dijo.
Al concluir la conversación telefónica, el Papa le pidió que rezara por él.
El padre de Daniel, Luis del Regno, señaló que le dejaban el periódico en su vivienda de lunes a sábado, y los domingos, el ahora Papa Francisco, “a las 5:30 pasaba por el quiosco, compraba La Nación, charlaba unos diez minutos y se tomaba el colectivo 28 para ir a Lugano a dar mate cocido a chicos, a gente enferma”.
Entre las “miles de anécdotas” que asegura guardar, Luis del Regno recordó que “le tiraba La Nación con una bandita, para que no se desarmara cuando había viento o lluvia. A fin de mes me traía todas las banditas del mes, ¡las 30!”.
Luis asegura que se le pone “la piel de gallina” al recordar la sencillez del Papa Francisco.
“En junio bautizó a mi nieto, fue una emoción impresionante. Y ayer llamó a mi hijo al quiosco, desde Roma, para saludar y para decirle que no lleváramos más el diario porque no iba a estar más. Es algo imborrable en mi vida: yo sé lo que es, un tipo único”, aseguró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario