lunes, 3 de diciembre de 2012

Juan Damasceno, Santo

Doctor de la Iglesia, Diciembre 4
 
Juan Damasceno, Santo
Juan Damasceno, Santo

Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia, célebre por su santidad y por su doctrina, que luchó valerosamente de palabra y por escrito contra el emperador León Isáurico para defender el culto de las sagradas imágenes, y hecho monje en la laura de San Sabas, cerca de Jerusalén, compuso himnos sagrados y allí murió. Su cuerpo fue enterrado en este día (c. 750).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.
Juan Damasceno (Yahia ibn Sargun ibn Mansur, nacido a mediados del siglo VII de una familia árabe cristiana y muerto en el 749) es considerado el último representante de la patrología griega y el equivalente oriental de San Isidoro de Sevilla por sus obras monumentales como la Fuente del conocimiento. Su actividad literaria es multiforme: pasa con autoridad de la poesía a la liturgia, de la elocuencia a la filosofía y a la apologética. Hijo de un alto funcionario del califa de Damasco, Juan fue compañero de juegos del príncipe Yazid, que más tarde lo promovió al mismo puesto del padre, que corresponde en cierto modo al de ministro de Hacienda. En calidad de “Logothete”, fue representante civil de la comunidad cristiana ante las autoridades árabes.

A un cierto punto Juan renunció a la corte y a su alto cargo, probablemente por las tendencias anticristianas del califa. En compañía del hermano Cosme, futuro obispo de Maiouma, se retiró al monasterio de San Sabas cerca de Jerusalén, en donde, ordenado sacerdote, profundizó su formación teológica, preparándose para el cargo de predicador titular de la basílica del Santo Sepulcro.

Era el período en el cual el emperador de Bizancio, León III Isáurico, inauguraba la política iconoclasta, es decir, desterraba todas las imágenes sagradas, cuyo culto era considerado como un acto de idolatría. El anciano patriarca de Constantinopla, San Germán, defendió el culto tradicional explicando la verdadera naturaleza del homenaje que se les rendía a las imágenes, pero pagó con la destitución su acto de valentía. Desde Jerusalén, bajo el dominio árabe, se hizo oír otra voz en favor del culto de las imágenes, la del entonces desconocido monje Juan Damasceno o de Damasco, que con sus Tres discursos en favor de las sagradas imágenes se impuso inmediatamente a la atención del mundo cristiano. El emperador, no pudiendo atacar directamente al monje, recurrió vilmente a la calumnia, haciendo falsificar una carta de Juan, en la que éste habría tramado una conjuración para restituir el dominio de la ciudad de Jerusalén al emperador bizantino.

En esta disputa teológica, hecha de sutiles distinciones, Juan pudo demostrar toda su preparación teológica, puesta al servicio no sólo del patriarca de Jerusalén, sino de toda la Iglesia. En efecto, el segundo concilio de Nicea, en reparación de las injurias recibidas por el defensor de la ortodoxia, proclamó no sólo su ciencia, sino también su santidad. León XIII lo proclamó doctor de la Iglesia en el año 1890.

La Iglesia lo recuerda el 4 de Diciembre, aunque en muchos sitios se mantiene la fecha tradicional antigua de festejarlo el 27 de Marzo.

Juan Damasceno

Juan Damasceno
Ioann Damaskin ikona.jpg
Icono del Monte Athos (siglo XIV).
Padre de la Iglesia
Proclamado Doctor de la Iglesia el 1883 por el papa León XIII
NombreMansur ibn Sarjun Al-Taghlibi (árabe: منصور بن سرجون التغلبي)
ApodoOrador de Oro
Nacimiento675
Damasco, Siria
Fallecimiento749
Monasterio de San Sabba, Jerusalén
Venerado enIglesia Católica Romana, Iglesia Ortodoxa, Iglesia Luterana
Festividad4 de diciembre
PatronazgoPintores
 
Παναγία Τριχερούσα (Santísima Trijerusa). La tercera mano es la de Juan Damasceno.
 
Trijerusa.
San Juan Damasceno (en árabe, يوحنا الدمشقي Yūhannā al-Dimašqī; en latín: Iohannes Damascenus, en griego: Ιωάννης Δαμασκήνος) (Damasco, Siria, 675 - 749) fue un teólogo y escritor sirio, es doctor de la Iglesia.

 Biografía

Nació de familia acomodada: su abuelo había sido funcionario al servicio del Imperio Bizantino, y tras la conquista musulmana de Siria pasó a servir a los nuevos dominadores; el padre de Juan siguió la tradición familiar al servicio de los Omeyas, como él mismo también. Sin embargo renunció a esa vida, repartió sus posesiones entre los pobres y entro en el monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén, donde pasó la mayor parte de su vida. Se dedicó al estudio y a escribir. Pretendió exponer sistemáticamente todo el dogma cristiano y no abordar unos pocos temas como hicieran sus antecesores. Por eso su pensamiento y su obra se convirtieron en las expresiones más perfectas del espíritu escolástico. Cuando el emperador de Constantinopla prohibió el culto a las imágenes haciéndose eco de los iconoclastas que acusaban a los cristianos occidentales y orientales -fundamentalmente los monjes- de adorar imágenes, San Juan Damasceno defendió la práctica de la veneración, no adoración, de las imágenes religiosas contra los iconoclastas:
Lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen.
Refiere la leyenda que en medio de la querella de los iconoclastas perdió una mano, y la Virgen se la restituyó. El ícono de la Trijerusa (que tiene tres manos) es sumamente popular y venerado en la Iglesia Oriental.
Fue llamado "Orador de Oro" por su elocuencia y es considerado un gran profeta de la Iglesia del Este.

Obra

 
Ícono de San Juan Damasceno.
Creyó que la Filosofía y las Ciencias eran siervas de la Teología, y que su misión consistía en contribuir a la comprensión de la verdad recibida a través de la revelación. La fe es el fundamento de la razón, tanto si su movimiento parte de la observación de la Naturaleza como si parte de la propia fe para comprenderla.
Su obra principal se titula Fuente del conocimiento. La misma comienza con la Dialéctica (que contiene las definiciones y los postulados) y prosigue con la Física, la Moral y la Teología (que ocupa el lugar de la filosofía primera). Entre sus escritos polémicos se destacan el diálogo Contra los maniqueos y el tratado Contra los monotelistas, y entre sus obras menores se encuentra un tratado Sobre los dragones y los fantasmas, contra las supersticiones.
Según Juan Damasceno, corresponde a la razón explicar los fenómenos físicos (relámpagos y truenos, por ejemplo). Por ello critica las supersticiones, a las que considera fruto de la ignorancia. En su Fuente del conocimiento afirma que no debe interpretarse al Universo desde el animismo: "Que nadie piense que los cielos y las estrellas están animados pues son, en realidad, inanimados e insensibles". Se opone, a su vez, a la interpretación maniquea de la materia como fuente del mal: "Malo es aquello que, no teniendo su causa en Dios, se debe a nuestra propia invención, a saber: el pecado."
La naturaleza de un ente es la ley o la potencia —que le confiere el Creador— según la cual el ente se mueve o no (Principio de Operación). Dicha naturaleza no existe fuera de los individuos y solamente el pensamiento puede concebirla. Lo real es el individuo (la hipóstasis, la existencia concreta, la persona). Él hace subsistir todo lo demás, incluida la substancia o naturaleza (el elemento común), que sólo son en la hipóstasis. Así, Juan Damasceno lleva al pensamiento hacia lo concreto, hacia la existencia, evitando el conceptualismo platónico y peripatético, y preanunciando la metafísica de la existencia (esse) de Tomás de Aquino.
Desde la caída ("pecado original") la angustia pasó a ser parte constitutiva de la naturaleza humana. Ella expresa el deseo natural de existir, el terror frente a la muerte, frente a la pérdida de la existencia recibida. La resurrección para la vida eterna termina con ella.
Al referirse a Dios, Juan Damasceno sostiene que es incomprensible y que accedemos a Él sólo por la fe. Si bien aclara que Dios no es ninguno de los seres, al afirmar que «Él lo llena todo», utilizando un lenguaje cercano al del pseudo Dionisio, sus expresiones adquieren un tinte panteísta. Para evitar esa confusión, sostiene que Dios está más allá de toda substancia y más allá del ser (como el Bien de Platón); es un océano infinito de ser, es la fuente del ser.

Enlaces externos




SAN JUAN DAMASCENO
(675-749)
Teólogo griego;
Presbítero y Doctor de la IglesiaFiesta: 4 de diciembre.
Por sus frutos los conoceréis, sobre la Natividad de la Virgen María, de sus sermones.
Me llamaste, Señor, para servir a tus hijos, oración, de su declaración de fe.

Nació en Damasco, en la segunda mitad del siglo VII, en el seno de una familia cristiana. Gran conocedor de la filosofía ingresó en el monasterio de San Sabas, próximo a Jerusalén, fue ordenado sacerdote. Escribió numerosas obras teológicas sobre todo contra los iconoclastas. Murió a mediados del siglo VIII.

Llamado Damasceno por ser de Damasco, capital de Siria.
Defendió la práctica de la veneración de imágenes contra los iconoclastas.
Llamado "Orador de Oro" por su elocuencia.  Gran poeta de la Iglesia del Este. Nació de familia acomodada, su padre era ministro en Damasco, pero Juan renunció a esa vida, repartió sus posesiones entre los pobres y entro en el monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén.  Se dedicó al estudio y a escribir.  Quería hacer llegar los profundos tesoros de la fe a todo el mundo.
Cuando León el Isaurico, emperador de Constantinopla, prohibió el culto a las imágenes, haciéndose eco de los iconoclastas que acusaban a los católicos de adorar imágenes, San Juan Damasceno se hizo portavoz de la ortodoxia enseñando la doctrina católica. No adoramos imágenes sino que las veneramos.  (Ver: ¿Por qué los católicos veneramos imágenes?)
Lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen. -San Juan Damasceno.
Ramillete espiritual: «El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.» Lc 10, 16
San Juan Damasceno
SAN JUAN DAMASCENO
Doctor de la Iglesia
(776-880)
«Madre de la vida, haz morir en mí las pasiones de la carne que matan el espíritu. Protege a mi alma cuando salga de esta tienda mortal para ir a otro mundo ignorado. La tempestad de las pasiones ruge en cor mío, las olas de la iniquidad me empujan hacia el escollo de la desesperación. Estrella de los mares, haz renacer la calma entre las olas. El león ruge buscando a quién devorar. No me dejes entre sus garras, oh tú, Virgen Inmaculada, que diste al mundo un Niño Divino, dominador de furias y leones»...
Así escribía aquel enamorado de la Virgen María que extenderá su culto y devoción entre el pueblo y entre los más sabios. Era San Juan Damasceno, el gran defensor de las imágenes de Jesucristo, de la Señora y de los Santos.
San Juan es el último Padre de la Iglesia de Oriente. Es como un río abundante en dos vertientes que aprovecha al máximo y en sus maravillosa y abundantes obras dejará de ello un perenne testimonio: la tradición y fidelidad al pasado, a los Padres y Magisterio de la Iglesia, y su amor y profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras.
Se le dan dos nombres: «Damasceno» por haber nacido en Damasco y «Crisorroas» que significa «que fluye oro». Por la riqueza de su doctrina le llamaron así los antiguos.
El origen de su llamamiento, desde el hijo de cobrador de impuestos a los cristianos hasta llegar al retiro del Monasterio de San Sabas, es bello y aleccionador. Aprende las maravillas de nuestra fe, las vive, se convierte en un profundo conocedor de la doctrina de Jesucristo y empieza a predicarlo. Pero esto no le llena. No se ve maduro, y por lo mismo se retira al desierto, al famoso Monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén. Él en su juventud había disfrutado de todos los halagos que puede ofrecer el mundo, porque su padre, Sergio Mansur, es el que desempeña el papel de «logoceta», es decir, el de cobrador de impuestos que los cristianos deben entregar al califa. Sus padres son muy buenos cristianos y él crecía de día en día en la fe, pero aquella vida no le llenaba su gran corazón. Por ello, ahora, en la soledad del silencio y en las largas horas que pasa en oración, va madurando aquella alma que será un horno de fuego con su palabra y con su pluma en defensa de los valores de la fe cristiana cuando la vea atacada.
Los califas árabes atacan a los cristianos. Abundan los mártires por fidelidad a la fe. Ante Juan Mansur se abren dos caminos: o llegar a ser algo grande entre los musulmanes, porque le ofrecen cargos muy tentadores, o pasar por un anónimo cristiano viviendo y defendiendo su fe. Se decidió con valentía por lo segundo y a fe que no llegó a ser un desconocido cristiano, ya que con sus sermones arrebatadores y con sus abundantes y sólidos escritos llegará a ser una de las lumbreras más grandes de todos los tiempos.
El año 726 el emperador de Bizancio León el Isáurico proclama una Bula de prohibición de las imágenes. Juan se levanta, con fuerza, para defender su uso como medio para despertar la fe. Y dice: «Lo que es un libro para los que saben leer, eso son las imágenes para los analfabetos. Lo que la palabra obra por el oído, lo obra la imagen por la vista. Las santas imágenes son un memorial de las obras divinas». Aquel iconoclasta, León el Isáurico, tuvo un valiente opositor. Le cortaron la mano para que ya no escribiera más sobre esto, pero la Virgen María milagrosamente se la devolvió para que su fiel servidor continuara su obra defensora. Sus obras son profundas, elegantes, llenas de celo y de sólida doctrina que aún hoy conservan su frescura. El Damasceno fue para Oriente lo que Santo Tomás para Occidente. Moría el 749.


Velas
4 de Diciembre 
 San Juan DamascenoObispo y Doctor de la Iglesia
Año 749
Jesús en la CruzSe le llama "Damasceno", porque era de la ciudad de Damasco (en Siria).
Su fama se debe principalmente a que él fue el primero que escribió defendiendo la veneración de las imágenes.
Era hijo de un alto empleado del Califa de Damasco, y ejerció también el importante cargo de ministro de Hacienda en esa capital. Pero de pronto dejó todos sus bienes, los repartió entre los pobres y se fue de monje al monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén, y allí se dedicó por completo a leer y escribir.
Juan se dio cuenta de que Dios le había concedido una facilidad especial para escribir para el pueblo, y especialmente para resumir los escritos de otros autores y presentarlos de manera que la gente sencilla los pudiera entender.
Al principio sus compañeros del monasterio se escandalizaban de que Juan se dedicara a escurrir versos y libros, porque ese oficio no se había acostumbrado en aquella comunidad. Pero de pronto cambiaron de opinión y le dieron plena libertad de escribir (dice la tradición que este cambio se debió a que el superior del monasterio oyó en sueños que Nuestro Señor le mandaba dar plena libertad a Damasceno para que escribiera).
En aquel tiempo un emperador de Constantinopla, León el Isaúrico, dispuso prohibir el culto a las imágenes, metiéndose él en los asuntos de la Iglesia, cosa que no le pertenecía, y demostrando una gran ignorancia en religión, como se lo probó en carta famosa el Papa Gregorio II. Y fue entonces cuando le salió al combate con sus escritos San Juan Damasceno. Como nuestro santo vivía en territorios que no pertenecían al emperador (Siria era de los Califas mahometanos), podía escribir libremente sin peligro de ser encarcelado. Y así fue que empezó a propagar pequeños escritos a favor de las imágenes, y estos corrían de mano en mano por todo el imperio.
El iconoclasta León el Isaúrico, decía que los católicos adoran las imágenes (se llama iconoclasta al que destruye imágenes). San Juan Damasceno le respondió que nosotros no adoramos imágenes, sino que las veneramos, lo cual es totalmente distinto. Adorar es creer que una imagen en un Dios que puede hacernos milagros. Eso sí es pecado de idolatría. Pero venerar es rendirle culto a una imagen porque ella nos recuerda un personaje que amamos mucho, por ej. Jesucristo, la Sma. Virgen o un santo. Los católicos no adoramos imágenes (no creemos que ellas son dioses o que nos van a hacer milagros. Son sólo yeso o papel o madera, etc.) pero sí las veneramos, porque al verlas recordamos cuanto nos han amado Jesucristo o la Virgen o los santos. Lo que la S. Biblia prohibe es hacer imágenes para adorarlas, pero no prohibe venerarlas (porque entonces en ningún país podían hacerse imágenes de sus héroes y nadie podría conservar el retrato de sus padres).
San Juan Damasceno decía en sus escritos: "lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen".
Dicen autores muy antiguos que el emperador León, por rabia contra San Juan Damasceno por lo bien que escribía en favor de las imágenes, mandó a traición que le cortaran la mano derecha, con la cual escribía. Pero el santo que era devotísimo de la Sma. Virgen, se encomendó a Ella con gran fe y la Madre de Dios le curó la mano cortada y con esa mano escribió luego sermones muy hermosos acerca de Nuestra Señora.

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