“Mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte” Filipenses 1:20.
Hoy por la mañana estuve meditando en este pasaje y dije dentro de mi, el anhelo de Pablo es también el mío, porque hoy no quiero ser avergonzado en nada. Se que la vida trae para mi oportunidades que parecen buenas, agradables, prosperas y hasta fáciles pero que a la postre pueden avergonzarme y hoy no quiero tomar ese camino.
Se que me sentiré hoy avergonzado si no cedo al Señor toda mi vida, si reservo para mi una partecita de mi vida o una parte de mi corazón entonces llegará el momento cuando me sentiré avergonzado. Hoy mi propósito final es que todo mi ser sea para su mayor exaltación y lo mejor de mi para su gloria.
Cómo puedo yo alcanzar en este día el nivel de entrega total al Señor? Tengo que esperar que algo sobrenatural suceda?. Necesito hacer largas oraciones o promesas cotidianas? Acaso es un asunto de ser hoy más religioso que el resto del año o quizá de mi vida? No, esto sólo lo alcanzaré cuando yo entienda que esto es una asunto de voluntad, no es un asunto de religiosidad, pensamiento nuevo y penitencias.
Necesito entregar mi voluntad al Señor y emprender el camino firme de entrega a él, recordando que él primero se entregó por mi y ahora él espera que yo me entregue a él. Es una entrega total, absoluta e irrevocable de mi voluntad. Cuando yo entrego mi voluntad a él ya no queda nada para mi y todo le pertenece a él.
Se que mis peores enemigos en esto de entregar mi voluntad es mi egoísmo, mi autocomplacencia y mi terquedad. Se que muchas veces he discutido con el Señor cuando él me pide una entrega completa y en mis discusiones con él me visto de religiosidad, de buena voluntad y de comprensión por otros en mi necedad de entregarle mi voluntad. Este día ya no voy a luchar más, en este día voy a tomar la determinación de entregarle mi voluntad y así toda mi vida le pertenecerá y vivirá para él y entonces podré decir como el apóstol Pablo, en Nada seré avergonzado.
Señor, Gracias por darme esta hermosa oportunidad de caminar en tu voluntad y en tu presencia. Gracias por que solo tu eres bueno. Gracias por darme la oportunidad en este día de entregarte mi voluntad y ser tuyo en el 100 % de vida y así en nada seré avergonzado. Amén.
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