lunes, 10 de junio de 2013

Las bienaventuranzas

Mateo 5, 1-12. Tiempo Ordinario. Vivir estos mensajes en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida profesional y familiar.
 
Las bienaventuranzas
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 1 - 12

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos posseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

Oración introductoria

Señor, gracias por indicarme tan claramente el camino para poder alcanzar la dicha, la alegría que me hará saltar de contento por toda la eternidad. Guía mi oración para que este día esté orientando hacia mi meta final.

Petición

Dios mío, que las bienaventuranzas sean mi criterio de vida, mi forma de pensar y de comportarme.

Meditación del Papa

No se trata de una nueva ideología, sino de una enseñanza que procede de lo alto y que toca a la condición humana, que el Señor, al encarnarse, quiso asumir para salvarla. Por este motivo, "el sermón de la montaña se dirige a todo el mundo, en el presente y en el futuro... y sólo puede ser comprendido y vivido en el seguimiento de Jesús, caminando con Él". Las Bienaventuranzas son un nuevo programa de vida para liberarse de los falsos valores del mundo y abrirse a los verdaderos bienes presentes y futuros. Cuando Dios consuela, sacia el hambre de justicia, enjuga las lágrimas de los afligidos, significa que, además de recompensar a cada uno de manera sensible, abre el Reino de los Cielos. "Las Bienaventuranzas son la transposición de la cruz y de la resurrección en la existencia de los discípulos". Reflejan la vida del Hijo de Dios que se deja perseguir, despreciar hasta la condena a muerte para dar a los hombres la salvación. Benedicto XVI, 30 de enero de 2011.

Reflexión

Jesús, como en tantas otras ocasiones ha salido a predicar en descampado. Sus apóstoles y el gentío le siguen gustosos, porque saben que el Maestro tiene palabras de vida eterna. El pueblo de Israel, vagaba desconcertado por sus propios guías, los escribas, fariseos y saduceos, a quienes Jesús calificó de guías ciegos. Ahora que aparece Jesús, ¿será el Mesías? se preguntan muchos para sus adentros, pero no encuentran en El nada de la figura de un libertador terreno, lleno de poder y castigador de sus adversarios, tan prometido por sus maestros.

Al contrario, para quienes venían buscando liberación política para Israel, topan con un Mesías que les propone el camino de la abnegación, de la humildad, de la pobreza, del sufrimiento... Pero todo esto basado en una recompensa grande en el Reino de los Cielos.

El sermón de la montaña ha resonado tantísimas veces en el corazón de los cristianos de todos los tiempos, y ha sido para todos, el mensaje de la esperanza, en medio del vaivén de las dificultades del mundo. Es la paradoja de la fe, reducida su más clara expresión: bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Es la promesa que todos deseamos ver cumplida algún día. Pero el cristiano no es el que simplemente se resigna a todo lo que le venga. El discípulo de Cristo, empuña el arado todos los días, remueve obstáculos, limpia el terreno, trabaja, porque sabe que su esfuerzo siempre será remunerado, si no aquí, sí en la otra vida.

Por eso las bienaventuranzas no son sólo promesas para esperar, son todo un programa de vida para reformar esta tierra. Si por un día todos los hombres fuéramos pobres de espíritu, mansos de corazón, pacíficos, misericordiosos, limpios de corazón, podríamos traer el cielo a la tierra. Es cierto que el Señor permite el mal en nuestras sociedades, la desorientación y las injusticias, pero no podemos olvidar que si lo permite, es porque está seguro de obtener de todo ello un bien mayor.

Propósito

Como cristianos nos toca testimoniar este mensaje, viviéndolo en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida profesional y familiar, dejando a Dios la posibilidad de iluminar al mundo con la luz que emane de nuestras vidas.


lunes 10 Junio 2013

Lunes de la décima semana del tiempo ordinario

Santo Ángel de Portugal

 Leer el comentario del Evangelio por
San Francisco de Asís : “De ellos es el Reino de los Cielos”

San Pablo a los Corintios 2 1,1-7.
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y el hermano Timoteo saludan a la Iglesia de Dios que está en Corinto y a los santos que viven en toda Acaya.
Reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús, el Señor.
Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús, nuestro Señor, Padre lleno de ternura, Dios del que viene todo consuelo.
El nos conforta en toda prueba, para que también nosotros seamos capaces de confortar a los que están en cualquier dificultad, mediante el mismo consuelo que recibimos de Dios.
Pues en la misma medida en que los sufrimientos de Cristo re-caen abundantemente sobre nosotros, el consuelo de Cristo también nos llega con mayor abundancia.
Estas pruebas nuestras son para consuelo y salvación de ustedes, y de igual modo nuestro consuelo será consuelo para ustedes cuando tengan que soportar los mismos sufrimientos que ahora padecemos nosotros.
Si ustedes comparten nuestros sufrimientos, también compartirán nuestro consuelo; se lo decimos y lo esperamos con mucha firmeza.

Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
no cesará mi boca de alabarlo.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Engrandezcan conmigo al Señor
y ensalcemos a una su nombre.
Busqué al Señor y me dio una respuesta
y me libró de todos mis temores.

Mírenlo a él y serán iluminados
y no tendrán más cara de frustrados.
Este pobre gritó y el Señor lo escuchó,
y lo salvó de todas sus angustias.

El ángel del Señor hace sus rondas
junto a los que le temen y los guarda.
Gusten y vean cuán bueno es el Señor
¡dichoso aquel que busca en él asilo!


Mateo 5,1-12.
Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor.
Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo:
«Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Felices los que lloran, porque recibirán consuelo.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia.
Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando por cau sa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias.
Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vinieron antes de ustedes.


Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Francisco de Asís (1182-1226), fundador de la orden franciscana
Admoniciones, § 13-16

“De ellos es el Reino de los Cielos”

“Dichosos los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios”. El
siervo de Dios no puede saber cuánta paciencia y humildad posee mientras
todo le vaya a satisfacción. Mas la paciencia y humildad que tenga el día
en que se lleven la contraria quiénes debieran darle satisfacción, esa
tiene y no más. “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es
el reino de los cielos” (Mt 5,3). Hay muchos que perseveran en la
oración y en los divinos oficios y hacen muchas abstinencias y
mortificaciones corporales, pero por sola una palabra que parece ser
injuriosa para sus cuerpos o por cualquier cosa que se les quite, se
escandalizan y en seguida se alteran. Esos tales no son pobres de
espíritu; porque quien es de verdad pobre de espíritu se odia a sí mismo
y ama a los que le golpean en la mejilla (Mc 8,34; Mt 5,39). “Dichosos
los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios”. Son verdaderamente
pacíficos aquellos que, en medio de todo lo que padecen en este siglo,
conservan la paz de alma y cuerpo, por el amor de nuestro Señor
Jesucristo. “Dichosos los limpios corazón, porque ellos verán a
Dios”. Son verdaderamente de corazón limpio los que desprecian lo
terreno, buscan lo celestial y nunca dejan de adorar y contemplar con
corazón y ánimo limpio al Señor Dios vivo y verdadero.

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