miércoles, 26 de junio de 2013

Liturgia de las Horas. Miércoles, XII Semana Tiempo Ordinario. Ciclo C. 26 de junio, 2013.

 





IV Semana del Salterio
Propio
 
INVITATORIO
Para la primera celebración del día:
V.
Señor, abre mis labios.R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Al final de cantico y salmo se reza el Gloria
A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:
Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.

Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Para la segunda celebración del día:
V.
Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria. Aleluya.

 
  OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Himno: PUES BUSCO, DEBO ENCONTRAR

Pues busco, debo encontrar;
pues llamo, débenme abrir;
pues pido, me deben dar;
pues amo, débenme amar
aquel que me hizo vivir.

¿Calla? Un día me hablará.
¿Pasa? No lejos irá.
¿Me pone a prueba? Soy fiel.
¿Pasa? No lejos irá:
pues tiene alas mi alma, y va
volando detrás de él.

Es poderoso, mas no
podrá mi amor esquivar;
invisible se volvió,
mas ojos de lince yo
tengo y le habré de mirar.

Alma, sigue hasta el final
en pos del Bien de los bienes,
y consuélate en tu mal
pensando con fe total:
¿Le buscas? ¡Es que lo tienes! Amén
SALMODIA
Ant 1. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
Salmo 102 I - HIMNO A LA MISERICORDIA DE DIOS
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Ant 2. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.
Salmo 102 II
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él sabe de que estamos hechos,
se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

Ant 3. Bendecid al Señor, todas sus obras.
Salmo 102 III
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.

El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.

Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.

Bendice, alma mía, al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Bendecid al Señor, todas sus obras.

V. Ábreme los ojos, Señor.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.


PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 1, 20-28; 2, 11-21
NACIMIENTO Y CONSAGRACIÓN DE SAMUEL
En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo, y le puso de nombre Samuel, diciendo:
«¡Al Señor se lo pedí! »

Pasado un año, su marido Elcaná subió, con toda la familia, para hacer el sacrificio anual al Señor y cumplir la promesa. Ana se excusó para no subir, diciendo a, su marido:

«Cuando destete al niño, entonces lo llevaré para presentárselo al Señor y que se quede allí para siempre.»

Su marido Elcaná le respondió:

«Haz lo que te parezca mejor; quédate hasta que lo destetes. Y que el Señor te conceda cumplir tu promesa.»

Ana se quedó en casa y crió a su hijo hasta que lo destetó. Entonces, subió con él al templo del Señor de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo:

«Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí, junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso, yo se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.»

Después, se postraron ante el Señor. Ana volvió a su casa de Ramá; y el niño estaba al servicio del Señor a las órdenes del sacerdote Elí.

En cambio, los hijos de Elí eran unos desalmados: no respetaban al Señor ni las obligaciones de los sacerdotes con la gente. Cuando una persona ofrecía un sacrificio; mientras se guisaba la carne, venía el ayudante del sacerdote, empuñando un tenedor, lo clavaba dentro de la olla o caldero o puchero o barreño, y todo lo que enganchaba el tenedor se lo llevaba el sacerdote. Así hacían con todos los israelitas que acudían a Siló. Incluso antes de quemar la grasa, iba el ayudante del sacerdote y decía al que iba a ofrecer el sacrificio:

«Dame la carne para el asado del sacerdote. Tiene que ser cruda, no te aceptaré carne cocida.»

Y si el otro respondía:

«Primero hay que quemar la grasa, luego puedes llevarte lo que se te antoje.»

Le replicaba:

«No. O me la das ahora o me la llevo por las malas.»

Aquel pecado de los ayudantes era grave a los ojos del Señor, porque desacreditaban las ofrendas al Señor.

Por su parte, Samuel seguía al servicio del Señor y llevaba puesto un roquete de lino. Su madre solía hacerle una túnica, y cada año se la llevaba cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio anual. Y Elí bendecía a Elcaná y a su mujer:

«El Señor te dé un descendiente de esta mujer, en compensación por el préstamo que ella hizo al Señor.»

Luego se volvían a casa. El Señor se cuidó de Ana, que concibió y dio a luz tres niños y dos niñas. El niño Samuel crecía en el templo del Señor.
RESPONSORIO    1S 2, 1. 2; Lc 1, 46-47
R. Mi corazón se regocija por el Señor, porque gozo con tu salvación. * No hay santo como el Señor, no hay roca como nuestro Dios.
V. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.
R. No hay santo como el Señor, no hay roca como nuestro Dios.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado del beato Elredo, abad, Sobre la amistad espiritual.
(Libro 3: PL 195, 692-693)
LA AMISTAD VERDADERA ES PERFECTA Y CONSTANTE
Jonatán, aquel excelente joven, sin atender a su estirpe regia y a su futura sucesión en el trono, hizo un pacto con David y, equiparando el siervo al señor, precisamente cuando huía de su padre, cuando estaba escondido en el desierto, cuando estaba condenado a muerte, destinado a la ejecución, lo antepuso a sí mismo, abajándose a sí mismo y ensalzándolo a él: Tú -le dice- serás el rey, y yo seré tu segundo.

¡Oh preclarísimo espejo de amistad verdadera! ¡Cosa admirable! El rey estaba enfurecido con su siervo y concitaba contra él a todo el país, como a un rival de su reino; asesina a los sacerdotes, basándose en la sola sospecha de traición; inspecciona los bosques, busca por los valles, asedia con su ejército los montes y peñascos, todos se comprometen a vengar la indignación regia; sólo Jonatán, el único que podía tener algún motivo de envidia, juzgó que tenía que oponerse a su padre y ayudar a su amigo, aconsejarlo en tan gran adversidad y, prefiriendo la amistad al reino, le dice: Tú serás el rey, y yo seré tu segundo. Y fíjate cómo el padre de este adolescente lo provocaba a envidia contra su amigo, agobiándolo con reproches, atemorizándolo con amenazas, recordándole que se vería despojado del reino y privado de los honores.

Y, habiendo pronunciado Saúl sentencia de muerte contra David, Jonatán no traicionó a su amigo. ¿Por qué ha de morir David? ¿Qué ha hecho? Él puso su vida en peligro, mató al filisteo, y tú te alegraste. ¿Por qué ha de morir? El rey, fuera de sí al oír estas palabras, intenta clavar a Jonatán en la pared con su lanza, llenándolo además de improperios: ¡Hijo perverso y contumaz! -le dice-; sé muy bien que lo amas, para vergüenza tuya y vergüenza de la desnudez de tu madre. Y, a continuación, vomita todo el veneno que llevaba dentro, intentando salpicar con él el pecho del joven, añadiendo aquellas palabras capaces de incitar su ambición, de fomentar su envidia, de provocar su emulación y su amargor: Mientras viva sobre el suelo el hijo de Jesé, no estarás a salvo ni tú ni tu realeza.

¿A quién no hubieran impresionado estas palabras? ¿A quién no le hubiesen provocado a envidia? Dichas a cualquier otro, estas palabras hubiesen corrompido, disminuido y hecho olvidar el amor, la benevolencia y la amistad. Pero aquel joven, lleno de amor, no cejó en su amistad, y permaneció fuerte ante las amenazas, paciente ante las injurias, despreciando, por su amistad, el reino, olvidándose de los honores, pero no de su benevolencia. Tú -dice- serás el rey, y yo seré tu segundo.

Ésta es la verdadera, la perfecta, la estable y constante amistad: la que no se deja corromper por la envidia; la que no se enfría por las sospechas; la que no se disuelve por la ambición; la que, puesta a prueba de esta manera, no cede; la que, a pesar de tantos golpes, no cae; la que, batida por tantas injurias, se muestra inflexible; la que, provocada por tantos ultrajes, permanece inmóvil. Ve, pues, y haz tú lo mismo.
RESPONSORIO    Sir 6, 14. 17
R. El amigo fiel es un refugio seguro; * el que lo encuentra encuentra un tesoro.
V. El que teme a Dios encontrará al amigo fiel: según es él, así será su amigo.
R. El que lo encuentra encuentra un tesoro.

ORACIÓN.
OREMOS,
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios. 

   
   
Laudes

 
HIMNO

Estate, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.

Llévame, en tu compañía,
donde tú vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das,
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.

Por eso, más que a la muerte
temo, Señor, tu partida,
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das,
sé que alcanzarla no puedo,
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas. Amén.

 
SALMODIA

Ant.1:
Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.
 
Salmo 100
PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO
  
Si me amáis, guardaréis mandatos.(Jn 14, 15)
Voy a cantar la bondad y la justicia,
para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto:
¿Cuándo vendrás a mí?

Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles.

Aborrezco al que obra mal,
no se juntará conmigo;
lejos de mí el corazón torcido,
no aprobaré al malvado.

Al que en secreto difama a su prójimo
lo haré callar;
ojos engreídos, corazones arrogantes
no los soportaré.

Pongo mis ojos en los que son leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.

No habitará en mi casa
quien comete fraudes;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia.

Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.
 
Ant.1: Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.

 
Ant. 2: No nos desampares, Señor, para siempre.
 
Cántico     Dn 3, 26-27. 29. 34-41
ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO

Arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados. (Hch 3, 19)
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.

Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.

Hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.

Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.

Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.

En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón contrito,
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados;

que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscarnos tu rostro.
 
Ant. 2: No nos desampares, Señor, para siempre.

 
Ant. 3: Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.
 
Salmo 143, 1-10
ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ

Todo lo puedo en aquel que me conforta. (Flp 4, 13)
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;

mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.

Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
 
Ant. 3: Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.

 
LECTURA BREVE     Is 55, 1

Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar: vino y leche de balde.

 
RESPONSORIO BREVE

V.
Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
 
V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.R. Espero en tu palabra.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
 
Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR


Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Ant.: De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.

 
PRECES

Dios nos otorga el gozo de poder alabarlo en este comienzo del día, reavivando con ello nuestra esperanza. Invoquémosle, pues, diciendo;

    Por el honor de tu nombre escúchanos, Señor.

Dios y Padre de nuestro Salvador Jesucristo,
    te damos gracias porque, por mediación de tu Hijo, nos has dado el conocimiento y la inmortalidad.

Danos, Señor, un corazón humilde
    para que vivamos sujetos unos a otros en el temor de Cristo.

Infunde tu Espíritu en nosotros, tus siervos,
    para que nuestro amor fraterno sea sin fingimiento.

Tú que has dispuesto que el hombre dominara el mundo con su esfuerzo,
    haz que nuestro trabajo te glorifique y santifique a nuestros hermanos.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Ya que Dios nos muestra siempre su amor de Padre, velando amorosamente por nosotros, nos atrevemos a decir: Padre nuestro.

 
Oración

Aumenta, Señor, nuestra fe, para que esta alabanza, que brota de nuestro corazón vaya siempre acompañada de frutos de vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 
CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amén.



hora intermedia
 

V.
Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

 
HIMNO
 
TERCIA

Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,
Amor, que en tus incendios nos abrasas:
renueva el alma de este pueblo tuyo
que por mis labios canta tu alabanza.

En sus fatigas diarias; sé descanso;
en su lucha tenaz, vigor y gracia:
haz germinar la caridad del Padre,
que engendra flores y que quema zarzas.

Ven, Amor, que iluminas el camino,
compañero divino de las almas:
ven con tu viento a sacudir al mundo
y a abrir nuevos senderos de esperanza. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:

El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.

En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.


SEXTA
 
En los domingos:

Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta. tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:

Te está cantando el martillo
y rueda en tu honor la rueda.
Puede que la luz no pueda
librar del humo su brillo.
¡Qué sudoroso y sencillo
te pones a mediodía,
Dios de esta dura porfía
de estar sin pausa creando,
y verte necesitando
del hombre más cada día!

Quién diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde;
decid, si preguntan dónde,
que Dios está -sin mortaja-
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:

Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.


NONA

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:

Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu gran misericordia,
y tu fuerza nos das para seguirte
por el mismo camino hacia la gloria.

Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en tu obra salvadora,
y, al llegar a la tarde de la vida,
en gozo eterno el Padre nos acoja.

Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su sangre nos redime,
y al Espíritu, luz y guía
de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
 
Pueden usarse también, sobretodo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


SALMODIA

Ant. 1:
Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.
 
Salmo 118, 137-144

Señor, tú eres justo,
tus mandamientos son rectos;
has prescrito leyes justas
sumamente estables;
me consume el celo,
porque mis enemigos olvidan tus palabras.

Tu promesa es acrisolada,
y tu siervo la ama;
soy pequeño despreciable,
pero no olvido tus decretos;
tu justicia es justicia eterna,
tu voluntad es verdadera.

Me asaltan angustias y aprietos,
tus mandatos son mi delicia;
la justicia de tus preceptos es eterna,
dame inteligencia y tendré vida.
 
Ant. 1: Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.

 
Ant. 2: Llegue, Señor, hasta ti mi súplica.
 
Salmo 87
ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

Ésta es vuestra hora, la del poder de las tinieblas. (Lc 22, 53)
I

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,
de noche grito en tu presencia;
llegue hasta ti mi súplica,
inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas,
y mi vida está al borde del abismo,
ya me cuentan con los que bajan a la fosa,
soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
de los cuales ya no guardas memoria,
porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa,
en las tinieblas del fondo;
tú cólera pesa sobre mí,
me echas encima todas tus olas.
 
Ant. 2: Llegue, Señor, hasta ti mi súplica.

 
Ant. 3: Todo el día te estoy invocando, Señor, no me escondas tu rostro.
 
II

Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho repugnante para ellos,
encerrado, no puedo salir,
y los ojos se me nublan de pesar.

Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla
o tu justicia en el país del olvido?

Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro?

Desde niño fui desgraciado y enfermo.
Me doblo bajo el peso de tus terrores,
pasó sobré mí tu incendio,
tus espantos me han consumido:

me rodean como las aguas todo el día,
me envuelven todos a una;
alejaste de mí amigos y compañeros:
mi compañía son las tinieblas.
 
Ant. 3: Todo el día te estoy invocando, Señor, no me escondas tu rostro.

 
LECTURA BREVE

Tercia     1Jn 3,17-18


Si un rico en bienes de fortuna ve a su hermano pasar necesidad y, hombre sin entrañas, le niega su socorro, ¿cómo es posible que more en él el amor de Dios? Hijitos míos, no amemos con palabras ni con la lengua, sino con las obras y de verdad.
 
V. Dichoso el que se apiada y presta.R. El recuerdo del justo será perpetuo.

Oremos:

Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a los apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que demos siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel amor que es el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
 
Sexta     Dt 30, 11. 14

El precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; el mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.
 
V. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor.R. Luz en mi sendero.

Oremos:

Dios nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Cristo nuestro Señor.
 
Nona     Is 55, 10-11

Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía; sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.
 
V. El Señor envía su mensaje a la tierra.R. Su palabra corre veloz.

Oremos:

Dios nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a la Iglesia de tu. Hijo, podamos llegar a ti. Por Cristo nuestro Señor.

 
CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
Bendigamos al Señor.R. Demos gracias a Dios.



Vísperas

 
INVOCACIÓN INICIAL

V.
Dios mío ven en mi auxilioR. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

 
HIMNO

Tú que eres, Cristo, el esplendor y el día,
y de la noche ahuyentas las tinieblas,
Luz de Luz que a tus fieles
cual luz te manifiestas,

te pedimos, Señor, humildemente
esta noche que estés de centinela,
en ti hallemos reposo
y la paz nos concedas.

Si se entregan al sueño nuestros ojos,
en ti vigile el corazón alerta,
y rogamos tus hijos,
Señor, que nos protejas.

Defensor nuestro, míranos, rechaza
al enemigo cruel que nos acecha
y, a quienes redimiste
con tu sangre, gobierna.

A ti, Cristo, Señor del universo,
y a ti, Padre, alabanza dondequiera,
y al Amor, por los siglos loores. Amén.

 
SALMODIA

Ant. 1:
Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.
 
Salmo 136, 1-6
JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA

Este destierro y esclavitud material hay que tomarlo
como símbolo de la esclavitud espiritual. (S. Hilario)
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;

que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
 
Ant. 1: Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.

 
Ant. 2: Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.
 
Salmo 137
HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DE UN REY

Los reyes de la tierra irán a llevar su esplendor a la ciudad santa. (cf. Ap 21, 24)
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre;

por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
 
Ant. 2: Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.

 
Ant. 3: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
 
Cántico     Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
HIMNO A DIOS CREADOR


Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
 
Ant. 3: Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

 
LECTURA BREVE     Col 3, 16

Que la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dad gracias de todo corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.

 
RESPONSORIO BREVE

V.
Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
 
V. De alegría perpetua a tu derecha.R. En tu presencia, Señor.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo.
 
Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Ant.: Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo.

 
PRECES

Invoquemos a Cristo, que da fuerza y poder a su pueblo, diciendo:

    Señor, escúchanos.

Cristo, fortaleza nuestra, concede a todos tus fieles, a quienes has llamado a la luz de tu verdad,
    que tengan siempre fidelidad y constancia.

Haz, Señor, que los que gobiernan el mundo lo hagan conforme a tu querer,
    y que sus decisiones vayan encaminadas a la consecución de la paz.

Tú que con cinco panes saciaste a la multitud,
    enséñanos a socorrer con nuestros bienes a los hambrientos.

Que los que tienen en su mano los destinos de los pueblos no cuiden sólo del bienestar de su nación,
    sino que piensen también en los otros pueblos.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Cuando vengas en tu día a ser glorificado en los santos,
    da a nuestros hermanos difuntos la resurrección y la vida feliz.

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús, y oremos al Padre diciendo: Padre nuestro.

 
Oración

Puestos en oración ante ti, Señor, implorarnos tu clemencia y te pedimos que nuestras palabras concuerden siempre con los sentimientos de nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


 
CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amen



Completas

 
INVOCACIÓN INICIAL

V.
Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

 
EXAMEN DE CONCIENCIA

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.


HIMNO


Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
 
O bien:

Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.

 
SALMODIA

Ant.:
No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.
 
Salmo 142, 1-11
LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

El hombre no se justifica por cumplir la ley, sino por creer en Cristo Jesús. (Ga 2, 16)
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
 
Ant.: No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 
LECTURA BREVE     1Pe 5, 8-9

Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.

 
RESPONSORIO BREVE

V.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL


Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 
Oración

Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.

 
CONCLUSIÓN

V.
El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.R. Amén.


 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

I


Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

 
Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo III)

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