El término kerigma proviene del griego κήρυγμα («anuncio, proclamación») y significa «proclamar como un emisario».[1]
Se trata de un género literario bíblico de sesgo oratorio que actualmente podría estar representado en cierta manera por la publicidad. Esta palabra se aplica a la proclamación de los cristianos que se inicia poco después de la muerte de Jesús de Nazaret, hacia el año 30.
Según el libro de Hechos de los Apóstoles:
Los que se han dedicado a la búsqueda del Jesús histórico consideran kerigma toda la doctrina que aparece después de la muerte de Jesús de Nazaret. Inicialmente se intentó eliminar todo lo correspondiente al kerigma para acceder a la figura del Jesús histórico. Tras comprobar que no es posible, se inició un acercamiento al Jesús de la historia precisamente a partir de ese kerigma.
Según la Biblia, cuando Jesús inició su ministerio público, ingresó a la sinagoga, tomó el rollo del profeta Isaías y leyó
Si es:
*Una Buena Noticia para ti.
*Proclamada en sus términos esenciales.
*Por personas que la viven.
*Capaz de cambiar Tu Vida.
*El centro del kerigma cristiano: Jesús de Nazareth, Hijo de Dios. Muerto y Resucitado por nosotros. Para salvarnos.
Una síntesis del kerigma:
290. Todo el pueblo de Dios debe agradecer a los Obispos eméritos, que como pastores han entregado su vida al servicio del Reino, siendo discípulos y misioneros. A ellos los acogemos con cariño y aprovechamos su vasta experiencia apostólica, que todavía puede producir muchos frutos. Ellos mantienen profundos vínculos con las diócesis que les fueron confiadas, a las que están unidos por su caridad y su oración.
El kerigma: 1er Anuncio
Se trata de un género literario bíblico de sesgo oratorio que actualmente podría estar representado en cierta manera por la publicidad. Esta palabra se aplica a la proclamación de los cristianos que se inicia poco después de la muerte de Jesús de Nazaret, hacia el año 30.
Según el libro de Hechos de los Apóstoles:
- Israelitas, oíd estas palabras: A Jesús el Nazareno, hombre acreditado por Dios ante vosotros por los milagros, signos y prodigios que realizó Dios a través de Él entre vosotros (como bien sabéis), lo matásteis clavándolo por manos impías, entregado conforme al designio previsto y aprobado por Dios. Pero Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte... (Hechos 2,22-25)
- Por lo tanto, todo Israel esté en lo cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías. (Hechos 2,36)
Los que se han dedicado a la búsqueda del Jesús histórico consideran kerigma toda la doctrina que aparece después de la muerte de Jesús de Nazaret. Inicialmente se intentó eliminar todo lo correspondiente al kerigma para acceder a la figura del Jesús histórico. Tras comprobar que no es posible, se inició un acercamiento al Jesús de la historia precisamente a partir de ese kerigma.
Según la Biblia, cuando Jesús inició su ministerio público, ingresó a la sinagoga, tomó el rollo del profeta Isaías y leyó
- El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.Lucas 4:18-19
Referencias
- ↑ Palacio, Carlos (1978) (en español). Jesucristo. Historia e interpretación. Ediciones cristiandad. pp. 256. ISBN 978-84-7057-238-8. http://www.edicionescristiandad.es/jesucristo-historia-interpretacin-p-160.html. Consultado el 12 de marzo de 2013.
El Kerigma es esencial
Dos constataciones:
• Numerosos católicos que han pasado a otras confesiones cristianas, aseguran que han encontrado a Jesús como Señor y Salvador de su vida.
• Con nuestras actividades pastorales normales no logramos conversiones; no hacemos nuevos cristianos: no creamos el gozo de un encuentro con Cristo.
Para evangelizar al mundo post-cristiano hay que volver al tipo de anuncio hecho al mundo pre-cristiano: El Kerigma.
¿Qué es el Kerigma?
Kerigma significa “proclamar”. Se refiere a la predicación y proclamación que hicieron los Apóstoles una vez que Jesucristo ascendiera a los Cielos y les dejara la Misión de ir por todo el mundo anunciando su Palabra y bautizando en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt. 28).
El Kerigma es reconocido como el primer Anuncio de Salvación, la Buena Noticia por antonomasia: Jesucristo, el Hijo de Dios ha vencido la muerte y el pecado. Padeciendo, muriendo y resucitando nos ha dado una vida nueva.
No es:
*Una demostración de nuestra fe.
*Una serie de normas y prohibiciones.
*Un conjunto de prácticas piadosas.
*Una demostración de nuestra fe.
*Una serie de normas y prohibiciones.
*Un conjunto de prácticas piadosas.
Si es:
*Una Buena Noticia para ti.
*Proclamada en sus términos esenciales.
*Por personas que la viven.
*Capaz de cambiar Tu Vida.
*El centro del kerigma cristiano: Jesús de Nazareth, Hijo de Dios. Muerto y Resucitado por nosotros. Para salvarnos.
En los Hechos, encontramos:
Anuncios de Pedro:
-Discurso de Pedro en Pentecostés: (Hch 2,14-41).
-Discurso de Pedro después de la curación del tullido en el Templo: (Hch 3,12-26).
-Discurso de Pedro y Juan ante el Sinedrio: (Hch 4, 7-12).
-Discurso de Pedro en casa de Cornelio (Hch 10,34-48).
-Discurso de Pedro en Pentecostés: (Hch 2,14-41).
-Discurso de Pedro después de la curación del tullido en el Templo: (Hch 3,12-26).
-Discurso de Pedro y Juan ante el Sinedrio: (Hch 4, 7-12).
-Discurso de Pedro en casa de Cornelio (Hch 10,34-48).
Anuncio de Pablo a los Judíos:
-Discurso de Pablo ante los Judíos: (Hch 13,16b-43.6).
-Discurso de Pablo ante los Judíos: (Hch 13,16b-43.6).
Anuncio de Pablo a los paganos, en el areópago de Atenas:
-Discurso de Pablo en el Areópago de Atenas: (Hch 17, 22-31).
-Discurso de Pablo en el Areópago de Atenas: (Hch 17, 22-31).
Una síntesis del kerigma:
• Cristo muere en la cruz, según el designio de Dios.
• Jesús ha sido resucitado y exaltado por el Padre.
• Ha recibido el don del Espíritu y lo ha derramado.
• Ha sido constituido Señor y Mesías: No hay salvación fuera de Él.
• El hombre recibe esta salvación por la fe, la conversión y el Bautismo.
• La justificación en Cristo:
• Jesús ha sido resucitado y exaltado por el Padre.
• Ha recibido el don del Espíritu y lo ha derramado.
• Ha sido constituido Señor y Mesías: No hay salvación fuera de Él.
• El hombre recibe esta salvación por la fe, la conversión y el Bautismo.
• La justificación en Cristo:
En el Kerigma hay una palabra clave:
Justificación, o Salvación.
La Justicia de Dios nos viene dada gratis y nos hace hombres nuevos.
El Kerigma en el documento de Aparecida:
• Es determinante el encuentro vivo con Cristo. (DA 12,21,290).
• Es determinante el encuentro vivo con Cristo. (DA 12,21,290).
12. No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza
“es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad”
A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que
“no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.
21. La presencia cotidiana y esperanzada de incontables peregrinos nos ha recordado a los primeros seguidores de Jesucristo que fueron al Jordán, donde Juan bautizaba, con la esperanza de encontrar al Mesías (cf. Mc 1, 5). Quienes se sintieron atraídos por la sabiduría de sus palabras, por la bondad de su trato y por el poder de sus milagros, por el asombro inusitado que despertaba su persona, acogieron el don de la fe y llegaron a ser discípulos de Jesús. Al salir de las tinieblas y de las sombras de muerte (cf. Lc 1, 79), su vida adquirió una plenitud extraordinaria: la de haber sido enriquecida con el don del Padre. Vivieron la historia de su pueblo y de su tiempo y pasaron por los caminos del Imperio Romano, sin olvidar nunca el encuentro más importante y decisivo de su vida que los había llenado de luz, de fuerza y de esperanza: el encuentro con Jesús, su roca, su paz, su vida.
290. Todo el pueblo de Dios debe agradecer a los Obispos eméritos, que como pastores han entregado su vida al servicio del Reino, siendo discípulos y misioneros. A ellos los acogemos con cariño y aprovechamos su vasta experiencia apostólica, que todavía puede producir muchos frutos. Ellos mantienen profundos vínculos con las diócesis que les fueron confiadas, a las que están unidos por su caridad y su oración.
• Anunciado por auténticos testigos. (DA 144,548).
144. Al llamar a los suyos para que lo sigan, les da un encargo muy preciso: anunciar el evangelio del Reino a todas las naciones (cf. Mt 28, 19; Lc 24, 46-48). Por esto, todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión, al mismo tiempo que lo vincula a Él como amigo y hermano. De esta manera, como Él es testigo del misterio del Padre, así los discípulos son testigos de la muerte y resurrección del Señor hasta que Él vuelva. Cumplir este encargo no es una tarea opcional, sino parte integrante de la identidad cristiana, porque es la extensión testimonial de la vocación misma.
548. Esta V Conferencia, recordando el mandato de ir y de hacer discípulos (cf. Mt 28, 20), desea despertar la Iglesia en América Latina y El Caribe para un gran impulso misionero. No podemos desaprovechar esta hora de gracia. ¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de “sentido”, de verdad y amor, de alegría y de esperanza! No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en Iglesia, y que quiere multiplicar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de su Reino en nuestro Continente. Somos testigos y misioneros: en las grandes ciudades y campos, en las montañas y selvas de nuestra América, en todos los ambientes de la convivencia social, en los más diversos “areópagos” de la vida pública de las naciones, en las situaciones extremas de la existencia, asumiendo ad gentes nuestra solicitud por la misión universal de la Iglesia.
• Esto exige una reestructuración de toda la vida pastoral de la parroquia. (DA 99e).
99e. Crecen los esfuerzos de renovación pastoral en las parroquias, favoreciendo un encuentro con Cristo vivo, mediante diversos métodos de nueva evangelización, transformándose en comunidad de comunidades evangelizadas y misioneras. Se constata, en algunos lugares, un florecimiento de comunidades eclesiales de base, según el criterio de las precedentes Conferencias Generales, en comunión con los Obispos y fieles al Magisterio de la Iglesia39. Se valora la presencia y el crecimiento de los movimientos eclesiales y nuevas comunidades que difunden su riqueza carismática, educativa y evangelizadora. Se ha tomado conciencia de la importancia de la Pastoral Familiar, de la Infancia y Juvenil.
Textos sobre el Anuncio Kerigmático | |||
La Iglesia no puede substraerse al mandato explícito de Cristo; no puede privar a los hombres de la "Buena Nueva" de que son amados y salvados por Dios. | |||
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El kerigma: 1er Anuncio
Pbro. Lic. Arturo Barranco
Comisión de Pastoral Misionera
Comisión de Pastoral Misionera
KERIGMA: COMIENZO DE LA EVANGELIZACIÓN
La expresión "primer anuncio" resuena en los oídos de un cristiano con espíritu misionero como gran ideal, como un programa de Vida, como una vivencia, pues anuncio es comunicación de la fe.
"En la compleja realidad de la misión, el primer anuncio kerigmático tiene una función central e insustituible, porque introduce en el misterio del amor de Dios, quien lo llama a iniciar una comunicación personal con él en Cristo y abre la vía para la conversión" (RMi, 441).
Al hablar del anuncio este texto da relieve e importancia a la realidad del kerigma. Palabra que no debería sonar extraña para el cristiano. Por kerigma se entiende la presentación de Jesús con sus tres grandes títulos: Salvador, Señor y Mesías. También se le denomina "proclamación" en cuanto anuncia la muerte, resurrección y glorificación de Jesús.
La evangelización comienza con el kerigma el cual es vida nueva, experiencia de fe, Buena Noticia y poder del Espíritu.
KERIGMA: CIMIENTO Y TESORO
El kerigma es el cimiento de la construcción y debe permanecer siempre, de lo contrario la "casa se vendrá abajo". Es el primer encuentro con Cristo y se busca que sea un encuentro vivencial, de ojos abiertos y corazón palpitante. Es la roca sobre la que se construye con solidez, a diferencia de la arena que no da seguridad. Y es lo primero que se coloca. Y el albañil no es otro que el cristiano con dinamismo misionero.
KERIGMA: IDENTIFICACIÓN Y TRANSPARENCIA
El evangelizador debe ser testigo lleno del Espíritu Santo, totalmente identificado con el mensaje que anuncia. Jesús no anunciaba la palabra de Dios, Él era la Palabra de Dios. La identificación con su Padre era plena. Así nosotros debemos incorporarnos a Cristo, apropiarnos de la vida que Él nos ha dado. Se trata de que el Pbro. Lic. Arturo Barranco Comisión de Pastoral Misionera mensaje que tenemos en la cabeza pase al corazón. Es una de las primeras exigencias que tiene el kerigma para que sea verdadero anuncio de Jesucristo en la vida del evangelizador.
Al mismo tiempo, la identificación nos debe llevar a la transparencia. Transparencia es la propiedad de dejar ver, a través de sí, algo más. Jesús era transparente. A través de Él se veía al padre y su amor. "Nadie va al Padre sino por mí" [Jn 14, 61]. Para evangelizar hay que vivir como personas de Dios con la transparencia de los santos. Aún más: la esencia de la misión incluye la transparencia. Transparentar al amado, de modo que al anunciar a Jesucristo la otra persona lo vea.
KERIGMA: RUPTURA Y ÉXODO
El primer anuncio no se puede hacer sin romper los muros. Ante todo el muro del encerramiento en la propia realidad. Lo realizó Jesús quien "siendo Dios... se despojó tomando la condición de servidor" [Flp 2, 6-7]. Tuvo que hacer una especie de éxodo de la divinidad hacia la humanidad.
Este éxodo o salida se repite en todo el ministerio de Jesús, saliendo siempre más allá de las fronteras, rompiendo el muro del preconcepto, saliendo de los códigos sociales, culturales, religiosos, escogiendo a aquellos que eran rechazados. Las múltiples formas de salida representan los múltiples esfuerzos para llegar a la gran variedad de situaciones donde el Evangelio no ha sido anunciado.
Kerigma: experiencia comunicada de corazón a corazón
La persona que se ha encontrado e identificado con Jesús transparenta vida y rompe fronteras, siente que debe salir de su tierra con Cristo, salir de su tierra. El kerigma vivido no se puede quedar en lo oculto. Debe ser ECO comunicado. Por ¡lo, el corazón no puede permanecer cerrado, sino que debe hablar a todos con el lenguaje propio del corazón; no es la comunicación de datos, ni de nociones, ni de doctrinas sino de la experiencia viva dé Jesús que sale de un corazón destinado directamente a otro corazón. Porque es ahí en el corazón donde Dios influye en el hombre 12 Cor 4, 6-71, donde habita especialmente, don de derrama en abundancia su amor [Hch 16, 14].
UN CUENTO PARA FINALIZAR
Para concluir tal vez es bueno traer una pequeña historia.
En una reunión de artistas, un declamador muy famoso deleitaba a los demás recitando trozos de poetas y dramaturgos maravillosos, empezando por Pablo Neruda, Shakespeare y otros. Un sacerdote estaba allí y en un momento de descanso le preguntó si podía declamar el salmo 23 sobre el pastor. El declamador le respondió: Claro que puedo y lo voy a declamar pero, como condición, después de que yo lo declame también usted lo declamará. El sacerdote, extrañado por la propuesta, aceptó. La declamación del artista fue preciosa, entusiasta. Una lluvia de aplausos cerraron su presentación.
Luego fue el turno del sacerdote. Declamó el mismo salmo 23 sobre el pastor. Al terminar, no hubo aplausos, sólo un silencio muy grande, un silencio especial, diríamos espiritual. Tal vez de algún ojo se escapó una lágrima. Pasados unos instantes el declamador se levantó y dijo: "Ustedes acaban de presenciar algo muy grande". Yo declamé el salmo sobre el pastor porque conocía muy bien las palabras, pero él conocía al pastor.
Hablar, proclamar, gritar lo que está en nuestro corazón, es el movimiento de amor que se llama Misión. De ahí la importancia de comprender la llamada que nos hace la Misión 2000 a vivir y anunciar el kerigma SE LUZ DE DIOS EN TU CIUDAD.
KerigmaDPE
Entre los elementos dinámicos de la acción misionera de la Iglesia juega un papel de primer orden la realidad teológica y pastoral que nombramos con este vocablo griego y no traducido de "kerigma".
En su sentido más amplio puede entenderse como abarcador de todo el ámbito pastoral de la palabra: evangelización, misión, catequesis, catecumenado, testimonio, diálogo y compromiso caerían bajo su amplio arco (así C. Floristán Teología práctica, Salamanca 1993, pp. 359-419). Limitamos sin embargo el concepto a esta dimensión o momento de la acción misionera en el que se manifiesta el núcleo mismo del misterio cristiano: la persona de Jesucristo muerto y resucitado.
Subrayamos desde el principio su condición de elemento dinámico no de fase o periodo superable, como si fuese una etapa o circunstancia inicial que progresando se hubiera de abandonar. Surgido en el ámbito de la Palabra, sin embargo, es inconcebible sin el Espíritu, sin el testimonio y sin la fe. Por tanto, entra en la zona de los acontecimientos más que de los anuncios. De modo que su acontecer acompaña todos los estadios o procesos de la acción pastoral, y está, de hecho, presente en todos los ámbitos y sectores de la evangelización.
"La evangelización también debe contener siempre -como base, centro y a la vez culmen de su dinamismo- una clara proclamación (esto es kerigma) de que en Jesucristo, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios" (RM 44).
Aspectos bíblicos
Kerigma se puede traducir por proclamación, anuncio o predicación, pero estas palabras no llegan a recubrir el contenido denso de esta realidad transida de brillante novedad cristiana, genuinamente cristiana. Su alta concentración de sentido y su difusión en la teología y en la catequesis posconciliar impiden su traducción.
En el NT que emplea mucho más el verbo (kerysso) que el sustantivo —ya en esto se atisba su condición de concepto dinámico— significa ordinaria y simultáneamente el acto de proclamar y el contenido mismo del mensaje proclamado. Sujeto de esta acción es siempre un mensajero cualificado, autorizado y deputado para ese fin. No todos pueden "proclamar" este mensaje.
De hecho el verbo, que en el NT únicamente se aplica a los apóstoles, no significa propiamente "predicar", exponer una doctrina, enseñar o hacer una exhortación, sino "proclamar un hecho".
El objeto directo del verbo proclamar o el contenido del sustantivo kerigma no es otro que "el evangelio" en 1Tes 2, 9; Gal, 2,2; Mc 1, 14; 13,10; 14,9; Mt 4, 23; 9, 35; 24,14; 26, 13; o Cristo Jesús en 1Cor 1, 23; 15,12; 2Cor, 1,19; 11, 4; en Lc preferentemente es el reino de Dios, (Lc 8,1; 9,2; Hch 20,25, 28,31; también en Mt 4,23; 9,35; 24,14) la vida, pasión muerte y resurrección de Cristo. Una llamada que se dirige a los oyentes comprometiéndoles y urgiéndoles.
Está su realidad presente ya en la vida terrena del Salvador, que aparece "proclamando" el reino de Dios, y se prolonga en la vida y trabajo de los apóstoles y de la entera comunidad cristiana: el núcleo mismo de la comunidad cristiana y por tanto el sentido y el fin primordial de su acción y de su presencia en el mundo es el acto de proclamar el kerigma, valga la redundancia. En cuanto acto o acontecimiento y en cuanto contenido el kerigma hace presente a los hombres que lo reciben la salvación misma.
En la forma que se presenta en el NT ordinariamente contiene un esquemático compendio de la vida, muerte y exaltación de Cristo. Tiene por tanto un componente de relato histórico, inserta a Jesús en la historia, partiendo de su humillación y preexistencia, y llegando a su resurrección y exaltación lo anuncia como el acontecimiento definitivo y escatológico. Los discursos de Pedro en Hechos pueden ser las mejores muestras de la forma de presentar el kerigma como proclamación de la irrupción del señorío o el reinado de Dios en la resurrección de Cristo, proclamación que se acompaña con signos, sucesos y acciones que lo manifiestan como algo nuevo, un nuevo orden, una situación distinta llena de abiertas posibilidades sorprendente.
Kerigma es pues un acto, una intervención viva y actual de Dios presente por la palabra del mensajero que no se guarda nada de lo que le han dicho, (Hch 24,12) y cuya palabra es mediadora de la oferta de salvación presente en ese acontecimiento.
Es algo nuevo en su contenido: no una nueva doctrina, ni una nueva visión de Dios, ni un nuevo culto. Lo decisivo del kerigma es la acción, la proclamación. Por la proclamación del hecho viene actualmente el Reino de Dios, se hace real el evangelio. Cristo se hace presente, la Palabra de Dios se pronuncia y actúa. "El kerigma apostólico era algo más que la simple prelación de un mensaje. Pablo fue a Corinto a llevar el mensaje; pero lo específico suyo, lo que lo contradistinguiría de los demás filósofos, no era precisamente lo que había de logos en el kerigma, sino lo que había de pneuma y de dínamis". Esto que tiene de fuerza y poder del Espíritu es lo que distingue al kerigma de otros actos de palabra también presentes y necesarios en la acción pastoral y evangelizadora: la confesión de fe, la didascalía cristiana, la catequesis o la profecía carismática, el himno litúrgico, etc.
"Resumiendo, podríamos decir que el kerygma es la proclamación oficial y autorizada del gran hecho cristiano: Cristo presente y activo en la historia humana, para conducirla desde dentro a su salvación final". (J. Mª. GONZALEZ Ruiz, s.v. en: Enciclopedia de la Biblia, col. 838).
Reflexión Teológica
a. Podemos definir el kerygma, como el hecho dinámico y progresivo de la salvación actuada por Cristo, en cuanto proclamado desde la Iglesia, en cuyo seno se realiza visiblemente la fuerza operante del Espíritu. Es proclamado por los enviados con la autoridad de la Iglesia. El kerygma se realiza envuelto en la fuerza y la obra visible del Espíritu, que va transformando al oyente que recibe el anuncio y responde con fe.
El kerigma es para la Iglesia una de sus formas de vida y actividad esenciales, imprescindibles e insustituibles. El kerigma identificado con la predicación así entendida y junto con la administración de los sacramentos, es el servicio principal que debe realizar la Iglesia. "La evangeli
zación también debe contener siempre -como base, centro y a la vez culmen de su dinamismo- una clara proclamación de que en Jesucristo, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios". Todas las formas de la actividad misionera están orientadas a esta proclamación que revela e introduce el misterio escondido en los siglos y revelado en Cristo (cf. Ef 3, 3-9; Col 1, 25-29), el cual es el centro de la misión y de la vida de la Iglesia, como base de toda la evangelización (RM 44).
b. El kerigma tiene estos rasgos:
Es un relato cuyo objeto es en último término todo el conjunto de la revelación divina cuyo condensado y núcleo se encuentra en el misterio pascual. El kerigma presupone la palabra de Dios y está vinculado a todo lo que esta palabra revelado de la actividad salvífica de Dios en el pasado, presente y futuro. Pero el punto central de este relato es la persona v obra de Jesucristo, la palabra de Dios encarnada.
Es un relato vinculado siempre a la historia de salvación. El kerigma se vacía de Espíritu y deja de servir a la palabra de Dios cuando se mengua o se anula esta vinculación a la historia de la salvación. Queda así protegido de toda idealización y de toda desencarnación y atemporalidad. No puede prescindir de lo singular e irrepetible del acontecer histórico, pasado y presente.
Es íntegro. Tal relato implica que el Kerigma de por sí es siempre íntegro: no ha de omitir ni añadir nada. En cuanto relato-acontecimiento, es cumplimiento de un mensaje. El que lo porta habla como embajador de Dios, condición que excluye todo modo autónomo o autocrático de hablar. El kerigma prohibe al portador la imposición de valoraciones y exigencias propias, o su rebaja. El anuncio no es, pues, un acto original creado por el mensajero, sino que su presencia y palabra es siempre instrumental, subordinada. El kerigma está al servicio a la palabra de Dios que es quien habla en el acontecimiento.
Actualización. Si "en el kerigma se da la presencialización y actualización de la palabra divina, dado que esta palabra es para el hombre palabra de la verdad y palabra de salvación, no puede permanecer en el pasado, sino que debe ser traída constantemente al presente y dicha a cada uno de los hombres" (CFT t. III "Predicación", p. 515).
c. Hay formas y grados diversos de ejercitarse el kerigma:
La lectura de la palabra divina fijada en la Escritura tiene el rango de predicación. Y en el culto eucarístico tiene su lugar más propio y eficaz.
Pero, también la presentación "ocasional" en la conversación privada, o en actos poco más formales que ésta, tiene lugar el kerigma, el cual siempre ha de precedido, acompañado y seguido de otros actos de preparación, de exposición y de aplicación a la situación de los oyentes.
Prescindiendo de otras diferencias accidentales, las dos formas fundamentales del kerigma son la predicación "primera" o misionera "ad gentes" y la predicación intraeclesial ante la asamblea de los fieles, que suele tener lugar de ordinario en el culto divino. Gracias a la presencia del Señor glorificado, la predicación kerigmática es un acontecimiento salvífico, pues la palabra de Dios no es sólo un lenguaje informativo o meramente revelador, sino una actividad divina salvífica. Es la "palabra de salvación" (Act 13,26) en el doble sentido de que en ella se anuncia salvación, pero también se ofrece y dispensa. La palabra de Dios, en efecto, es "fuerza de Dios para la salvación" (Rom 1,16). La actividad salvífica divina a través de la palabra no está en contradicción con la dispensación de gracia por parte de Dios a través de los sacramentos.
Son dos formas de actividad divina en esencial correlación: ambas poseen su función intransferible y se complementan mutuamente. Ni subrayar la fuerza salvífíca de la palabra divina significa quitar valor a la comunicación sacramental de gracia, ni ensalzar el sacramento representa una depreciación de la palabra. La perenne tensión entre evangelización y sacramentalización sin desaparecer se aclara en cuanto percibimos el sentido de una genuina predicación kerigmática.
De todos modos, ninguna forma de exposición o de adaptación explica o produce el contenido del misterioso acontecimiento temporal y escatológico que se da en el kerigma. Este misterio trasciende todo esfuerzo humano. Consiste en la presencia de la misma palabra encarnada, es decir, Jesucristo. Es Dios mismo quien hace presente su palabra mediante su Espíritu en el acto kerigmático. Por eso la proclamación de la palabra de Dios es un misterio: la presencia activa y salvífica de Dios bajo el velo de la palabra humana. Por lo mismo el núcleo más íntimo del kerigma sólo es accesible a la fe, pero la palabra viviente de Dios, no convierte al factor humano de la predicación en mera apariencia prescindible. La predicación kerigmática presenta la palabra de Dios envuelta en palabras del hombre. Es realidad de estructura sacramental, aunque no esté ritualizada.
El kerigma es público en el doble sentido de que no responde a la iniciativa autónoma del particular, pues el predicador está ligado de por vida a la misión que le es encomendada por Dios, ligado a través de Cristo, de sus apóstoles y de la Iglesia. Y como tal proclamación, por más que se pueda dar en el diálogo privado y ocasional, es actuación de destino común, no privado; está dada para todo el mundo y ante toda la creación se proclama. "A toda la tierra alcanza su pregón". Con la tarea de proclamar (Kerigma), a la Iglesia le fue concedido el poder de conservar la palabra divina (Sagrada Escritura) y dar su explicación auténtica (Magisterio). Todo esto sólo puede hacerlo la Iglesia mediante la asistencia del Espíritu Santo que le prometió el Señor. Sucesión apostólica y predicación dotada de autoridad están en esencial correlación con la función kerigmática de la comunidad y especialmente de los fieles cristianos que han sido ungidos y constituidos como profetas, mensajeros y testigos.
El kerigma tiene como fin la conversión y la fe del hombre. De forma que el hombre salvado por la fe y elevado a la vida eterna se halla al fin del camino que Dios describe en su palabra. Pero la salvación sólo se da sobre la base de la aceptación de la propia situación con un conocimiento sereno y realista.
Reflexión pastoral
a. No hay predicación kerigmática atemporal ni utópica aunque siempre sea escatológica. La tarea de predicar y actuar el kerigma inmutable de Dios sólo puede ser sostenida y culminada si se intenta realizar en formas siempre nuevas, adaptadas a los diferentes tiempos. Está ampliamente extendido el reproche de que la predicación, por estar ligada a unas formas de pensamiento y expresión ajenas a la vida actual, superadas y en parte empapadas de clericalismo, no afecta al hombre de hoy.
La tarea indudablemente muy difícil de anunciar el kerigma, la palabra de Dios, al hombre de la moderna sociedad masificada y técnica exige como presupuesto ineludible poseer un conocimiento realista y objetivo del hombre y de su entorno. El kerigma no es mágico, es sacramental, no es fundamentalista, es católico y misionero. Sus portadores deben tomar en serio los problemas del hombre de hoy y anunciar el kerigma cristiano como la respuesta verdaderamente clarificadora, liberadora de y absolutamente fiel a estos problemas y situaciones.
El conocimiento de la situación real del hombre actual aparece entonces como primer presupuesto pastoral para una auténtica predicación kerigmática.
Para no caer en el gran peligro de una descripción individualista, espiritualista y moralista, en el que no raras veces cayó la predicación de los últimos siglos, se debe predicar, más de lo que se hizo hasta ahora, el Evangelio como mensaje de Dios, que ofrece en Jesucristo la salvación a todo el mundo.
b. Sobre todo, incumbe hoy a la predicación hacer patente a los hombres,
- frente al predominio de las ideologías (de origen social, político y filosófico) formas modernas de servicio a los ídolos, que la soberanía divina instaurada a través de Cristo es la verdadera libertad;
- y frente al nihilismo habrá de mostrar que esta misma soberanía divina es la realidad salvífica que da pleno sentido a la existencia humana.
Sólo cuando las múltiples exigencias de la palabra de Dios vayan acompañadas, por parte del predicador, de una voluntad sincera y fraternal de convivir y conllevar las angustias, problemas y dudas del hombre actual, podrá el mismo predicador abrigar la esperanza de que los hombres vuelvan a ser capaces de oír con ánimo pronto y bien dispuesto la palabra de Dios.
Ni el presente es indiferente al kerigma ni el kerigma se desentiende del presente. Cierto que solamente se podrá hablar de predicación en el sentido del NT, cuando las palabras humanas procedan del conocimiento de la misión y la promesa dadas por Dios de una vez para siempre. Por eso, sería pretensión injustificada manejar el concepto de kerigma, como si el acontecimiento fuera manipulable y desentendiéndonos del contenido dado y atendiendo solo a las "demandas" si no a las modas.
Es posible afirmar en buen sentido que el presente constituye el texto de la predicación, como sostiene la línea empirico-crítica de la teología, pero llevado al extremo significa reducir a sabiendas la historia de salvación manifestada en la vida, palabra pasión y exaltación de Cristo al presente, y además se acerca peligrosamente al riesgo de someter la necesidad urgente y la relevancia perentoria del kerigma al capricho de los hombres o a las modas de las generaciones. Esa línea teológica tiene ciertamente razón al indicar que hoy día hay que dar testimonio del significado de Jesús dentro del contexto y del conjunto de las formas actuales de vida. Pero el dar testimonio y proclamar incluye asimismo, más allá de la exposición y el anuncio, el sufrir y el no ser comprendido, pues no es el discípulo más que su Maestro. Sólo podrá haber kerigma cuando la palabra es anunciada y vivida (cf. 2 Cor 3, 3: sois carta de Cristo). La vida es la mejor interpretación y adaptación.
Por lo que atañe a los destinatarios y a los métodos el kerigma de por sí se dirige no tanto a confirmar a los que se hallan ya dentro de la fe, cuanto al acto misionero de ir y proclamar, de salir y llevar el mensaje a los de lejos. Su ámbito más apropiado no es la propia comunidad, que es más que destinataria mediadora del kerigma y su caja de resonancia, sino la humanidad, el universo entero. A eso tiende el evangelio. Es una proclamación que tiene lugar públicamente y a todos se dirige. Aunque se proclame en el interior del culto, su destino no es la asamblea litúrgica allí convocada a pesar de que muchas veces tome la forma de monólogo ante un auditorio eclesial y sociológicamente cerrado.
Por otra parte el kerigma no está vinculado exclusivamente a las formas o métodos de comunicación que son usuales hoy. Ciertamente puede y de hecho se lleva a cabo mediante todas las formas en uso: la proclamación, el diálogo, el relato, la información, la enseñanza, etc; pero aun parece que no hemos prestado suficiente atención a formas de comunicación potenciadas por los nuevos medios. A nuevos areópagos (RM 37), nuevos modos de kerigma. En todo caso, una realidad tan indisolublemente ligada al testimonio y a los" signos" o acontecimientos concomitantes, no puede prescindir de la presencia y cercanía personales. De ahí que el anuncio tenga que prepararse por una larga etapa de prestar atención al oyente, al lugar y a las circunstancias y conveniencias metodológicas que en cada caso son tanto más adecuadas al anuncio expreso. "En este sentido, hay que reflexionar sobre la importancia histórico salvífica de un desarrollo, en el que, gracias a las técnicas electrónicas de información, se hace posible la simultaneidad global de las experiencias, y un alcance de la información, que llega hasta a penetrar en los hogares, cosa apenas imaginable hace solo unos pocos decenios" (L. COENEN, S.V. Mensaje, en DTNT, Salamanca 1983, p. 66).
La RM en su capítulo V, n° 44 ha dado indicaciones preciosas sobre el modo y condiciones del primer anuncio o kerigma. En la compleja realidad de la misión, el primer anuncio tiene una función central e insustituible, porque introduce "en el misterio del amor de Dios, quien lo llamó a iniciar una comunicación personal con él en Cristo (AG 13) y abre la vía para la conversión".
c. Actitudes que acompañan al kerigma:
Está hecho en comunión con toda la comunidad eclesial. "Debe hacerse con una actitud de amor y de estima hacia quien escucha, con un lenguaje concreto y adaptado a las circunstancias" (ib.)
Entusiasmo y parresía. "El anuncio está animado por la fe, que suscita entusiasmo y fervor en el misionero, con esa actitud que se designa con la palabra parresía, que significa hablar con franqueza y valentía. "Confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas" (1 Tes 2, 2).
Confianza en el hombre y en las semillas del verbo que preceden a todo anuncio y lo previenen con la esperanza. "Al anunciar a Cristo a los no cristianos, el misionero está convencido de que existe ya en las personas y en los pueblos, por la acción del Espíritu, una espera, aunque sea inconsciente, por conocer la verdad sobre Dios, sobre el hombre, sobre el camino que lleva a la liberación del pecado y de la muerte".
Perseverancia y resistencia. "El entusiasmo por anunciar a Cristo deriva de la convicción de responder a esta esperanza, de modo que el misionero no se desalienta ni desiste en su testimonio, incluso cuando es llamado a manifestar su fe en un ambiente hostil o indiferente" (RM 45).
Algunas dificultades especiales se presentan hoy para el kerigma. Pero precisamente por su novedad y su diferencia y trascendencia el kerigma no es de esta tierra ni es tierra, es semilla, es diferente y germinal. Proclamar y "testimoniar esta buena noticia no es hoy fácil a causa de la increencia moderna, del auge de los sustitutivos religiosos y del crecimiento de algunos fenómenos sectarios religiosos".
La opción preferencial por lo pobres impone al kerigma este campo de partida y este lugar de desde el que se lanza el anuncio, sin ese' respaldo la voz del mensajero queda expuesta a malentendidos que se le podrían evitar desde este lugar social. "La evangelización, como proceso de salvación liberadora o de liberación va dirigida a todos los hombres a partir de las exigencias del reino de Dios. Por esta razón tiene unos destinatarios y unos portadores privilegiados, que son los pobres, a los que Dios ama y defiende porque quiere que se implante la justicia de su reino" (C. FLORISTÁN, ib., p. 377).
La proclamación kerigmática está siempre acompañada y necesitada del compromiso y el testimonio. La revelación de Dios, que se condensa en el kerigma se cumple "por hechos y palabras íntimamente trabados entre sí" (DV 2), de tal modo que las obras corroboran la doctrina y las palabras proclaman las obras. También la EN afirma que Jesús evangelizó mediante la predicación infatigable de una palabra (EN 11) y por medio de innumerables signos (EN 12) o acciones. Es cierto que el primer significado de kerigma es proclamación verbal de un mensaje (EN 42), pero se ha de acompañar del testimonio de vida (EN 21, 41, 76, 78) y de la indispensable acción transformadora (EN 4), asistencial o liberadora (EN 30).
Si el objetivo del kerigma es la conversión y la fe, se ha avisar siempre que esta conversión implica cambios personales y sociales. El mensaje busca dar sentido y luz a la totalidad de la existencia humana encarnada y de índole social y comunitaria.
El kerigma ha de contar con el actual pluralismo cultural y por tanto se ha de interpretar de diverso modo según esos mismos contextos culturales y dar respuesta en ellos a los dolores y gozos, angustias y esperanzas humanas.
El respeto y ejercicio del pluralismo lleva consigo una fuerte apuesta por la inculturación del kerigma que significa y promueve una íntima transformación de los auténticos valores culturales por la integración del todos ellos en el cristianismo. Reconozcamos que en la sociedad tecnificada y secularizada actual, la fe cristiana para muchos es "una opción más". Si ya no vivimos en ámbito de mayorías "culturalmente" cristianas o católicas necesitaremos cambiar muchos lenguajes, formulaciones, vías de penetración, con los consiguientes respaldos de complejos y prejuicios que hasta aquí nos han condicionado..
Exigencia de la actualidad del kerigma es por tanto la asunción de la realidad social en la que se proclama. Es decir que para hacer efectiva y entendible su proclamación el cristiano heraldo ha de estar atento a la situación personal, social y política de los hombres en la sociedad concreta que escucha su clamor. Y sabrá que le ha precedido el poder del Espíritu pues descubre, con ojos de fe, el desarrollo de la obra de Dios en la acción de los hombres. El mensaje aunque se encuentra fijado en la Escritura, está por así decir como anticipado en múltiples facetas de la vida humana. "Al anunciar a Cristo a los no cristianos, el misionero está convencido de que existe ya en las personas y en los pueblos, por la acción del Espíritu, una espera, aunque sea inconsciente, por conocer la verdad sobre Dios, sobre el hombre, sobre el camino que lleva a la liberación del pecado y de la muerte" (RM 45).
BIBL. – F. X. ARNOLD, Al servicio de la fe, Buenos Aires, 1963; Ch. MOELLER, Mentalidad moderna y evangelización, Barcelona, 1964; Anuncio del Evangelio hoy, Barcelona, 1964; L. MALDONADO, El mensaje de los cristianos. Introducción a la pastoral de la predicación, Barcelona, 1965; K. RAHNER, Teología de la predicación, Buenos Aires 1950, J. A. UBIETA, El Kerygma apostólico y los evangelios, en EstB, 18 (1959) 21-61; J. Ma GONZÁLEZ Ruiz, s.v. Enciclopedia de la Biblia, Barcelona 1967; L. COENEN, DTNT, s. v. Mensaje. Salamanca 1983. CFT., s.v. Predicación, vol. III.
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