jueves, 27 de junio de 2013

ORGULLO DE SER, Y SER CRISTIANO



 “Hay en el orgullo una paradoja; hace ridículos a algunos hombres, pero impide que otros lleguen a serlo” 
28 de Junio, día del orgullo gay. Bueno, es más que un día del orgullo, es un día que merece la pena celebrarse por muchos motivos, ya que aun a pesar de la negatividad de las noticias y de que no hay un parto sin dolor, pues podemos afrontar la vida con renovada esperanza; viviendo el hoy caluroso y sin preocuparnos por el incierto mañana.


Como cristianos que somos, tenemos un motivo de ejemplaridad para afrontar este día y todos los días, Jesucristo. ¿Sabía Jesús de sexualidad? Claro que supo de sexualidad. La sexualidad está en la mente y en la propia esencia del ser humano, y como humano que era “Jesús tuvo que tener deseo sexual” (José Mª Castillo). Ojo, hablo de deseo no de relaciones sexuales. De esas cosas personales respecto de Jesús, el evangelio no dice nada aunque si las hubiera tenido, su mensaje, persona y la obra de la redención hacia nosotros, no queda invalidada desde ningún punto de vista, pues todo lo ánima el Espíritu Santo de Dios como aliento de vida .

Lo que es una autentica lastima, es que centrándose Jesús en la necesidad de la felicidad para el ser humano, en el interés que tuvo por la salud de las personas y su propia vida afectiva, desarrollando lazos sensibles de autentica fraternidad comunitaria como autentica táctica para la evangelización; nuestra Iglesia Católica se afane constantemente en denostar a los homosexuales y demás grupos de género.
Al no acoger a ciertos sectores, la jerarquía debiera darse cuenta de que devalúan plenamente el sentido de comunidad, realizan una acepción de personas denunciada por Jesús y encima pierden un motivo ejemplar para estar orgullosos de sí mismos como pastores. Y es que, todo lo que para los obispos no es normal, está intrínsecamente desordenado. Todo lo que no es conforme a su opinión sobre cualquier cosa, está apartado de la comunión de la iglesia.

¿Cómo así somos Iglesia? Esta es ya una guerra declarada y defendida por los obispos, en pro de un magisterio que es causa interpretativa de la Palabra de Dios realizada por hombres. Y esta ofensiva episcopal en contra de la libertad sexual, se pone en estos días de nuevo en marcha para defender el mal llamado único modelo de familia heterosexual, cuando debiera llamarse único modelo de familia tradicional. Hay una noticia reciente que le ponen nerviosos.

El fallo del Tribunal Supremo de Estados Unidos, que considera inconstitucional la acepción de los homosexuales respecto de la institución matrimonial, por lo que la unión de dos personas del mismo sexo, es un matrimonio en los EE.UU. de América y en tantos otros países, que a pesar de ser acusados de muchas cosas, ofrecen a los ciudadanos más derechos de los que la Iglesia Católica ofreció en todos los siglos de su existencia.

Considero un derecho el ejercer libremente lo que cada uno viva en si mismo y viva con naturalidad. Creo que es una grandeza para la humanidad, y creo que da pleno sentido al evangelio de Jesús el que muchas personas podamos hacer un uso particular de la libertad, aunque la jerárquica iglesia solo considere libertad a la suya, la llamada libertad responsable, que descansa en el principio anunciado por Alfonso Guerra, de que “quien se mueva no sale en la foto”. Me duelen las personas y me duele la iglesia. Me duele que algunos quieran esgrimir la Biblia al pié de la letra para condenar por ejemplo la homosexualidad; y no cojamos el pié de la letra otros pasajes para defender aquello en lo que jamás debiera de convertirse la Iglesia de Jesús.

La mayoría de pasajes que en la Biblia condenan la homosexualidad, condenan de fondo la infidelidad a Dios, valga el ejemplo de las enfermedades consideradas causa de castigo. Lo de David y Jonathan es algo que no tiene vuelta de hoja, se amaron y punto. Pero, ¿cómo interpretamos Mateo 23? Este capítulo es el que la liturgia debiera mandar leer, en el ritual de la ordenación de los sacerdotes y obispos. Porque esta iglesia jerárquica a la que a lo largo de los siglos, todos hemos colaborado en dar forma, está más que censurada por Jesús, ya que “la iglesia como institución, encarna todos los defectos que Jesús criticó en la religión de su tiempo”. 


Le podemos preguntar a este respecto a los jóvenes de la parroquia de Mairena del Aljarafe (Sevilla), expulsados por el cura a expensas del obispo por insubordinación al magisterio. Con estas actitudes, ¿Dónde deja la iglesia el sentido de la parábola del buen samaritano? (Lc 10,35) Pues la deja en lo más alto, porque no será el sacerdote el que se pare en el camino, él pasará de largo. Será otro excluido u otra persona que viva en sus carnes el sentido de humanidad, quien pasará junto a nosotros y dignificará nuestras vidas. 

“Obedecedlos y haced todo lo que os digan. Pero no sigáis su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra” (Mt 23,3). Vamos que de coherencia evangélica, como que nada de nada. Siento que haya quienes se molesten por estas palabras, incluso que las utilicen en mi contra. En igualdad de oportunidades, podemos discutir sobre ello. Para terminar, solo dar un mensaje esperanzador.

Los que en Jesús tenemos puesta nuestra mirada y nos tratamos de manera fraternal y solidaria, seremos Iglesia aun a pesar de los que piensan que no los somos. Aquellos que pasaron de largo ante el hombre herido en el camino (Lc 10, 31-32), no se pararán en el camino ante nuestra necesidad. Dios Padre, bondadoso es harina de otro costal.

Este, en Jesús y por Jesús -su revelador-, renueva nuestra esperanza en la superación diaria de obstáculos y controversias. De sus labios recibimos un apoyo, para dejar caer la cabeza en su hombro para poder reír y llorar. La amplitud de su corazón, en Dios se hace acogida total, pues con el profeta nos dice: “¿acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré” (Isaías 49,15).
Floren de Estepa (Bachiller en Teología)

PADRE NUESTRO, DE TODOS LOS AMORES



Padre nuestro y padre de todos.
De los altos y los bajos,
de los hambrientos y los hastiados,
de los tradicionalmente casados,
y padre también de los homosexuales.
Como me siento hijo/a  tuyo/a, te digo
que quiero vivir en ese reino que prometes
y que día a día esperamos.
Queremos repartirnos entre todos
el pan, las flores, el tiempo y el trabajo.
Equitativamente y sin desigualdades,
ya que todos, ¡todos somos imagen y semejanza tuya!
Espero de ti el perdón tan necesario,
para ofrecerlo a aquellos que nos ofenden
con teorías sobre nuestra sexualidad,
que se basan en la muerte y la degradación;
Ese perdón que nos haga vivir serenamente el futuro.
También nosotros queremos perdonarnos,
colaborando a levantar un mundo derruido,
Un mundo que se atreve a pesar el amor
para separar el legítimo del ilegitimo.
Como si todo el amor no proviniera de ti.
Queremos aportar nuestra fuerza en la lucha,
del odio egoísta,
de la boca soberbia,
de la ciega violencia,
de la xenofobia bendecida,
de los deseos que esclavizan,
de toda individualidad que excluya.
Tentaciones que cada día nos acosan
como a Jesús un día le acosaron.
Con su fuerza, que es la tuya,
queremos rechazarlas
y bendecirte por nuestro amor y sexualidad.
Quiero ser fuerte para rechazar,
todo aquello que lastre mi dignidad personal,
y convencido  de la enormidad de tu corazón
poder decirte:

PADRE NUESTRO.

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