Papa Francisco. Foto: News.va
El Santo Padre señaló que muchas veces el Señor entra en nuestra vida “tan lentamente, que caemos un poco en el riesgo de perder la paciencia: ‘Pero Señor, ¿cuándo?’ Y rezamos, rezamos… Y no llega su intervención en nuestra vida”.
“Otras veces, cuando pensamos en aquello que el Señor nos ha prometido, que es tan grande, somos un poco incrédulos, un poco escépticos y como Abraham, un poco a escondidas, reímos… La Primera Lectura dice que Abraham agachándose, se puso a reír”.
El Papa señaló que Abraham tenía “un poco de escepticismo, ‘¿Acaso le va a nacer un hijo a un hombre de cien años? ¿Y puede Sara, a sus noventa años, dar a luz?’”.
“Cuando el Señor viene, no siempre lo hace de la misma forma. No existe un protocolo de acción de Dios en nuestra vida”, pero lo hace siempre.
Francisco subrayó que “siempre existe este encuentro entre nosotros y el Señor”.
Muchas veces, cuando el Señor no viene, “no hace el milagro y no hace aquello que queremos que Él haga, nos volvemos impacientes o escépticos”.
“Pero no lo hace, a los escépticos no puede hacerlo. El Señor toma su tiempo. Pero también Él, en esta relación con nosotros, tiene tanta paciencia. No sólo nosotros debemos tener paciencia: ¡Él la tiene! ¡Él nos espera! Y nos espera ¡hasta el final de la vida!”.
El Papa indicó el ejemplo del buen ladrón, quien “precisamente al final, reconoció a Dios. El Señor camina con nosotros, pero tantas veces no se deja ver, como en el caso de los discípulos de Emaús”.
“El Señor está comprometido en nuestra vida, ¡esto es seguro!, pero tantas veces no lo vemos. Esto nos pide paciencia. Pero el Señor que camina con nosotros, Él también tiene tanta paciencia con nosotros”.
Algunas veces en la vida, dijo el Papa, “las cosas se vuelven tan oscuras, hay tanta oscuridad, que tenemos ganas, si estamos en dificultad, de bajar de la Cruz”.
Este, indicó, “es el momento preciso: la noche es más oscura, cuando la aurora está cerca. Y siempre cuando nos bajamos de la Cruz, lo hacemos cinco minutos antes que llegue la liberación, en el momento de la impaciencia más grande”.
“Jesús, sobre la Cruz, escuchaba que lo desafiaban: ‘¡Baja!, ¡Baja! ¡Ven!’. Paciencia hasta el final, porque Él tiene paciencia con nosotros. Él entra siempre, Él está comprometido con nosotros, pero lo hace a su manera y cuando Él piensa que es mejor”.
El Señor, señaló el Santo Padre, “sólo nos dice aquello que dijo a Abraham: ‘Camina en mi presencia y sé perfecto’, sé irreprensible, es la palabra justa. Camina en mi presencia y trata de ser irreprensible”.
“Éste es el camino con el Señor y Él interviene, pero debemos esperar, esperar el momento, caminando siempre en su presencia y tratando de ser irreprensibles. Pidamos esta gracia al Señor: caminar siempre en su presencia, tratando de ser irreprensibles”, concluyó.
Etiquetas: Vaticano, Papa Francisco, Misa Santa Marta
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