Me pregunto el porqué a los cristianos en ocasiones, nos resulta casi imposible el fijarnos en la figura de Pedro, sin pensar en las llaves y en el solio pontificio. Aquello de, “te daré las llaves del cielo, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo…” (Mt 16,19), según los evangelios lo dijo Jesús en tres ocasiones. Una a Pedro, otra a los discípulos y otra al conjunto de los que le seguían hombres y mujeres.
¿Con cual nos quedamos en exclusiva? Creo que con ninguna, aunque por ello no pretendo desmontar ningún planteamiento sobre el fundamento de la Iglesia. Particularmente, creo que el comienzo de la iglesia fue bastante fiel a la enseñanza de Jesús; pero cuando sobre el siglo II comenzaron a jerarquizarla, comenzó a crecer como institución y de ahí hasta nuestros días, para que vamos a contar.
Poder e Iglesia van inexorablemente de la mano, aun cuando algún obispo –siempre incitado por asuntos de dineros- nos habla de la necesidad de colaborar con la iglesia, para que esta a su vez pueda servir a los desfavorecidos de la sociedad. Por ello, pienso que la cuestión de Pedro puede centrarse en el fundamento de la creación de la iglesia, pues él fue su fundador, no Jesucristo; ya que Jesucristo nunca pensó en refundar una religión concreta que llevara su nombre.
Lo que considero que no está junto a Pedro es la potestad otorgada a este desde los primeros tiempos, para hacer y deshacer con las llaves lo que considerara oportuno; dando pié este pasaje de (Mt 16,19) a la absurda infalibilidad papal. Desde mi humilde interpretación de los textos de las misas propias de esta fiesta, la clave de mi planteamiento la encuentro en la Liturgia de la Palabra de la misa de ayer.
Por cierto, es una lastima que el sacerdote pasara de puntillas sobre la Palabra inspirada, pero eso es algo a lo que estamos acostumbrados los que solemos ir a misa de vez en cuando.
Digo que en -Hechos 3,1-10- la curación del paralítico, encontramos la clave. Para entender bien los textos hubiera sido muy necesario invertir el sentido de las lecturas, pero los liturgistas sabemos que el evangelio siempre ha de ser el ultimo. Si el evangelio de hoy se centra en una pregunta; “y vosotros, ¿quien decís que soy yo?” (Mt 16,15), la respuesta la encontramos en la primera lectura de ayer sobre la curación del paralitico. Por un lado Pedro responde un poco azorado que ama al Señor, considerando que este le somete a una prueba de transfondo, la cual él no entiende y que llega a entristecerle.
En este momento Pedro, aun no a somatizado la vivencia del Resucitado; aun no es un hombre de fe aunque comienza a tener convicciones. Pero tras la resurrección de Jesús y lo que esto representa para la comunidad paleocristiana, vemos acciones fundamentales que nos demuestran que efectivamente los apóstoles se hicieron eco en la totalidad de sus vidas, de la enseñanza de Jesús de Nazaret.
Apartando la curación del efecto “milagrero”, lo que encuentran Pedro y Juan en la puerta del templo es un excluido de la sociedad. Alguien con el cual la naturaleza fue caprichosa y al nacer con una anomalía en el funcionamiento normal de su cuerpo, le hizo ante los suyos ser considerado un pecador al llevar encima el estigma del pecado otorgado por Dios.
Este era el planteamiento de los judíos con estas personas, a las que alejaban de la condición humana.
Pedro y Juan llegan y no ignoran la situación del enfermo. Ven en él una necesidad imperiosa y en sus rasgos advierten los del Resucitado. Inmediatamente dan gratis, lo que del Señor han recibido gratis.
Le hablan, se relacionan con él, le dan consuelo, lo dignifican como persona otorgándole la condición humana que ellos despliegan con él; y encima estos dos hombres entran en el templo con el enfermo ya rehabilitado a los ojos de la sociedad, para demostrar que ante los ojos de Dios todos tenemos cabida.
Este fue Pedro. Alguien a quien le costo trabajo creer, alguien duro de mollera y duro de entendederas como una piedra (pedro=piedra respecto de dureza no de cimiento). Alguien que tras un complejo proceso de fe no exento de infidelidades, asumió la grandeza de seguir a Jesús y la necesidad de desplegar ante los demás su perfecta humanidad.
¿Qué potencial de mi persona dedico al seguimiento de Jesús desde la atención al otro?
¿Qué potencial de mi persona dedico a imponer mi pensamiento, mi autoridad, mi…etc, haciendo uso de la potestad de la llaves?
No perdamos de vista que Jesús envía a los suyos a evangelizar desde el desprendimiento (Mt 10.5-9), y este despredimiento a buen seguro le hacia a Pedro no tener, ni si quiera la llave de su casa.
Saludos desde la calurosa Andalucía.
Oración en la fiesta de los Santos Pedro y Pablo
Padre bueno que nos amas y nos buscas,
en tus discípulos Pedro y Pablo
encontramos fermento de cristianismo
y perfección en la humanidad.
Concédenos padre bueno,
que alejándonos de los reclamos del poder,
el fundamentalismo y la intransigencia,
vivamos nuestra fe con generosidad hacia los demás.
Que descifremos los rasgos del Resucitado
en todo aquel que llame nuestra atención,
para así estar convencidos de que colaboramos
en la construcción de un mundo mejor.
Insuflanos tu santo Espíritu
como garante de una conciencia responsable
y unas acciones contundentes,
para mostrar por ellas
la inmensidad de tu corazón.
Por Jesús tu Hijo, vuelto a la vida desde nuestros corazones.
Amén.
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