martes, 18 de diciembre de 2012

Silencio en la confianza

 

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“Silencio en la confianza”
Estimado Hermano, quería consultarle algo sobre la vía apofática. Cada vez que leo sobre ella me siento muy atraído, siento paz. Cuando tengo algunas dificultades concretas en la vida o cuando tengo esa angustia no concreta, difusa, ese tipo de consideraciones y lecturas es lo único que me anima.
Las reflexiones o consideraciones como la teología especulativa que en algún momento me gustaban poco me atraen o me mueven y sólo leo con gusto textos apofáticos. (Dioniso Areopagita, Eckart, Tauler, La nube del no saber, Molinos, etc)
Pero experimento que a la hora de hacer algo práctico en referencia a lo que leo me veo un poco perdido. Como un no saber que hacer. Quizá alguno me diga que justamente se trata de no hacer, pero entonces diría que “no se cómo hacer ese no hacer”, si se trata de no hacer nada creo que hay dos (o más) formas de no hacer nada, hay algunas improductivas o perniciosas…
No sé si me logro explicar, es como preguntar qué tengo que hacer para seguir ese camino que me atrae. Y si fuera que no hay que hacer, ¿en qué consiste ese no hacer? Porque el perezoso, el indolente, el quietista, no hacen y eso no es productivo.
Si en algún momento me puede dar alguna pista, algún consejo práctico me servirá mucho…
Estimado Heraldo, te saludo invocando el Nombre de Jesucristo.
Hacer en lo cotidiano, aquello que consideramos nuestro deber, descansando en un sentimiento de profunda confianza en la providencia de Dios, sería lo que más se acercaría a ese modo de hacer “sin hacer” al que te refieres.
Esta vía hacia la que sientes atracción se basa en la simplicidad y el dejamiento. Es una intención radical de centrarse en lo único necesario y en ese sentido desecha consideraciones, que pudiendo ser útiles en otros momentos, son ya inadecuadas para el paisaje que ahora vislumbra el alma.
La oración de Jesús, su repetición asidua y perseverante es un camino hacia “el no saber”, hacia la quietud de la mente y, por lo tanto, a la percepción directa de la presencia de lo sagrado en lo cotidiano.
La acción concentrada, aplicada a lo que hacemos y con emoción reverente, es el equivalente en la conducta de una mente que se dirige hacia el silencio.
Como sabrás por las lecturas que describes, este camino unificado se caracteriza por un apasionado acto interior de búsqueda de Dios, en un anhelo muy fuerte de unión con Él.
Este afecto sincero unido a un creciente sosiego mental es lo mejor que podemos hacer, mientras vamos descubriendo como fluye la gracia mientras respiramos, como se apodera de los miembros tornándonos livianos y como se aparece en la mirada transfigurando lo conocido.
Siempre que se habla del silencio uno se sumerge en lo paradojal. Del mismo modo, cuando intentamos comprender lo que “debemos hacer” para alcanzar el “no hacer”. Es que Aquel al que tendemos se encuentra más allá de todo concepto y el lenguaje solo puede señalar hacia dónde dirigirse pero no puede abarcar lo inabarcable.
Atenerse siempre a lo necesario evitando lo superfluo, aporta a la vida diaria una moderación imprescindible que va facilitando el sosiego mental. Dedicarse a pocas cosas, evitar la dispersión, rodear toda complicación, contribuyen también al mismo propósito de unificación en torno a lo simple.
Recuerda que El Señor se manifiesta a través de lo que acontece. Da la cara a lo que va sucediendo en tu vida como si de tareas por Él encargadas se tratara. Y digo “como si” no porque no crea que de eso se trate precisamente el discurrir, sino porque estoy consciente del antropomorfismo que uso para describir lo indescriptible.
No quiero extenderme mucho, trato de darte algunas pistas según tu pedido. En mi entender, lo que sintetiza “la vía del no saber” es el silencio en la confianza.
Te mando un abrazo fraterno, invocando el Nombre de Jesucristo.

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