viernes, 14 de junio de 2013

Epístola de Judas









    
 
Un trozo del Códice Sinaítico que contiene la Epístola de Judas (Judas 1:9)‎.
 
Colofón de la epístola en el Códice Alejandrino. Siglo V.
La Epístola de Judas es uno de los libros de Nuevo Testamento de la Biblia. El autor se identifica como Judas, el hermano de Santiago (Judas 1:1), que podría ser también por tanto, "hermano de Jesús" (Mateo 13:55). Algunos han afirmado que Judas Tadeo el apóstol había sido el autor. Pero ya en la época de Orígenes (siglo III) había dudas en la Iglesia sobre su autoría y durante la reforma protestante reaparecieron estas dudas.
A partir de principios del siglo XX cada vez más teólogos empezaron a proponer que había sido escrito por otro autor a principios del siglo II. Por las referencias al Antiguo Testamento y otros libros y por la apropiación del nombre de Judas, la mayoría de los teólogos piensan que la epístola fue escrita en Palestina.
La referencia más antigua que se tiene está el canon de Muratori del año 170.
Este libro fue declarado canónico desde el Concilio de Nicea I en 325.
 

Supuestos sobre la persona de Judas

  • Algunos teólogos protestantes suponen que Judas era un hermano o hermanastro de Jesús.
  • En la Iglesia católica suponen que era un primo de Jesús e hijo de Cleofás.
  • En la Iglesia ortodoxa oriental suponen que Judas era un hermanastro de Jesús nacido de otro casamiento.
  • En una parte de Siria suponen que Judas era el apóstol Tomás, hermano de Jesús.

Contenido

  1. Judas se dirige a los cristianos en general (Judas 1-2) y se preocupa por su salvación común (Judas 3).
  2. Una amonestación para los falsificadores de la doctrina (Judas 3-4) y ejemplos de personas castigadas en el Antiguo Testamento (Judas 5-16).
  3. Incitación a amar a Dios, fortalecer la fe y ayudar a hermanos y hermanas que tienen dudas (Judas 17-23).
  4. Promesa y alabanza (Judas 24-25).

Uso de los apócrifos

El autor demuestra un conocimiento de los libros apócrifos: hace referencia al Libro de Henoc en el versículo 6 (1 Henoc 21:10) y lo cita expresamente en los versículos 14-15 (1 Henoc 60:8 y 1:9); cita quizás la Asunción de Moisés en el versículo 9 y se basa en el Testamento de los Doce Patriarcas (Neftalí 3:4-5) al relacionar los temas de los versículos 6 y 7.
  • Judas 14 "a estos hombres profetizó Enoc, séptimo desde Adam, diciendo: He aquí, el Señor es venido con sus santos millares"
  • 1 Henoc 60:8 "Enoc, séptimo desde Adam"
  • 1 Henoc 1:9 "He aquí, el Señor es venido con sus santos millares,"
1 Henoc 1:2-10 es una expansión de las palabras de Moisés en Deuteronomio 33:2-4, y no de las palabras del Enoc de Génesis 5.[1]
La frase de Judas es inusual; En griego esto Enoc profetizó a estos hombres (autoi) e no sobre ellos (peri auton).

Semejanzas con la segunda epístola de San Pedro

Judas 3-18 se parecen mucho a los de 2Pedro 1:5 y 2Pedro 2:1-18. Esto sugiere que uno de los escritores conocía la otra epístola. La mayoría de los teólogos suponen que Pedro usó la epístola de San Judas como fuente, dado que ésta es más corta y tras el análisis minucioso de los textos. Un argumento para suponer lo contrario es que Pedro predice que van a venir falsificadores de la doctrina y Judas dice que ya han venido. Además, Judas 18 cita 2Pedro 3:3 diciendo que son palabras de los apóstoles:
  • 2 Pedro 3:3 Ante todo, sepan esto: que en los últimos días vendrán burladores con su sarcasmo, siguiendo sus propias pasiones,
  • Judas 18 quienes les decían: "En los últimos tiempos habrá burladores que irán tras sus propias pasiones impías."
  1. Nickelsburg 1 Enoch

Enlaces externos


Epístola a Judas
Autor: La Biblia

La CARTA DE SAN JUDAS es uno de los escritos más extraños del Nuevo Testamento, porque se opone a ciertos errores que actualmente no resultan del todo claro. En ella se previene a los fieles contra los falsos doctores que corrompían la fe en Jesucristo y pervertían las costumbres cristianas, y se los exhorta a mantener intacta la enseñanza recibida de los Apóstoles.

Esa exhortación se apoya principalmente en ejemplos tomados del Antiguo Testamento (vs. 5-16). Este hecho, y la mención de algunas tradiciones contenidas en los escritos apócrifos del Judaísmo, que el autor supone conocidas de sus lectores, hacen pensar que los destinatarios de la Carta eran en buena parte judíos convertidos al Cristianismo. Sin embargo, había también entre ellos algunos convertidos del paganismo que, por su mismo origen, estaban más expuestos al libertinaje moral propiciado por los falsos doctores. La dureza de las amenazas se explica por la gravedad del peligro y por el estilo literario de este escrito, en el que sin duda se inspira la segunda Carta de Pedro.

En cuanto al lugar y fecha de composición de esta Carta, es verosímil que la misma haya sido escrita en Palestina o en Siria, entre los años 70 y 80, cuando ya habían desaparecido los representantes de la primera generación cristiana (v. 17). Sin embargo, su autor la atribuye a "Judas", identificado como "hermano de Santiago" (v. 1), el pariente de Jesús, que presidía la comunidad de Jerusalén (Gál. 1. 19).
En el Nuevo Testamento, este escrito atribuido a Judas (pretendidamente el hermano de Santiago, pariente de Jesús por tanto), con sus veinticinco versículos solamente, aparece en último lugar de las cartas católicas, antes del Apocalipsis de Juan. Ello es sintomático. Pero hay que reconocer que está muy relacionada con la 2Pe, aunque se piensa que es esta última la que depende de Judas.
Indice:
• Introducción general
1.- Judas 1


Epístola de San Judas

De Enciclopedia Católica

 

El autor y la autenticidad de la epístola

Judas en los Libros del Nuevo Testamento

Al principio de la epístola el autor se hace llamar "Judas, el siervo de Jesucristo y hermano de Santiago". "Siervo de Jesucristo" significa "ministro u obrero apostólico". "Hermano de Santiago" lo identifica como el hermano de Santiago kat exochen, quien era bien conocido por los cristianos hebreos destinatarios de la epístola de San Judas. Este Santiago es identificado como el obispo de la iglesia de Jerusalén (Hechos 15:13; 21:18), a quien San Pablo llama "el hermano del Señor" (Gálatas 1:19), también autor de la epístola católica de Santiago y considerado entre los intérpretes católicos como el Apóstol Santiago hijo de Alfeo (Santiago el Menor). Esta última manera de identificarlo, sin embargo, no es evidente, ni parece quedar fuera de toda duda desde un punto de vista crítico. La mayoría de los comentaristas católicos identifican a Judas con el "Judas Jacobi" ("Judas, el hermano de Santiago") de Lucas 10:16 y Hechos 1:13 -- también llamado Tadeo (Mateo 10:3; Marcos 3:18) -- refiriéndose la expresión al hecho de que su hermano Santiago era más conocido que él mismo en la iglesia primitiva. Este punto de vista queda ampliamente confirmado por el título "el hermano de Santiago", mediante el cual Judas se designa a sí mismo al principio de la epístola. Si se comprueba esta identificación, queda claro que Judas, el autor de la epístola pertenecía a los Doce Apóstoles. Esta opinión es muy probable. Más allá de esto no encontramos más información con respecto a Judas en el nuevo testamento, excepto que los "hermanos del Señor", entre quienes Judas era incluido, eran conocidos por los Gálatas y los Corintios; además que varios de ellos estaban casados y que no creyeron completamente en Jesucristo hasta después de la Resurrección (I Corintios 9:5; Gálatas 1:10; Juan 7:3-5; Hechos 1:14). A partir de un hecho de Hegesipo contado por Eusebio (Hist. eccl. III, ix, x, xxi) nos enteramos que se decía de Judas que "había sido hermano del Señor en la sangre", y que dos de sus nietos vivieron durante el reinado de Traján (sin embargo, vea el artículo Hermanos del Señor en la Enciclopedia Católica).

Tradición sobre la legitimidad y estatus en el canon de la Epístola

La Epístola de Judas es una de las llamadas antilegomena; pero, aunque su canonicidad ha sido cuestionada por varias iglesias, su autenticidad nunca ha sido puesta en duda. La brevedad de la epístola, sus coincidencias con la II de Pedro, y las supuestas citas de libros apócrifos, crearon prejuicios contra esta carta, los cuales se han superado gradualmente. La historia de su aceptación por la Iglesia es, en breves palabras, la siguiente:
Existen algunas coincidencias o analogías entre la carta de Judas y los escritos de los Padres de la Iglesia -- entre Bernabé II, 10 y Judas 3, 4; Clemens Romanus, Ep. xx, 12; y Judas 25; Ep. ad Polyc., iii 2 y iv, 2; así como Judas 3,20, Mart. Polyc., xx, y Judas 24 y siguientes. Es posible, aunque no seguro, que los pasajes aquí mencionados fueran aludidos por el texto de Judas. La similitud entre "Didache" ii, 7 y Judas 22 y siguientes parece no ser accidental, mientras que en Atenágoras (año 177 D.C. aprox.), "Leg.", xxiv y en el "Ad Auto." II, xv de Teófilo de Antioquia (m. aprox. 183), hay una clara referencia a Judas 6 y 13 respectivamente.
La más temprana referencia positiva a la Epístola ocurre en el Fragmento Muratoriano, "Epistola sane Judae et superscriptae Joannis duae in catholica [scil. Ecclesia] habentur". La Epístola fue entonces reconocida como canónica y apostólica (ya que se refiere a Judas el apóstol) en la Iglesia Romana aproximadamente en el año 170. Al final del segundo siglo, también fue aceptada como canónica y apostólica por la Iglesia de Alejandría (clemente de Alejandría, "Paed.", III, viii, seguida por Origen), y por la Iglesia Africana de Cartago. Al principio de la tercera centuria la Epístola fue aceptada universalmente excepto por la primitiva Iglesia Siria del Este, donde no se reconoció ninguna de las epístolas católicas ni el Apocalipsis.
Esta aceptación tan marcada, que representa la voz de la antigua tradición, testifica la canonicidad y autenticidad de la epístola de Judas. Durante el tercero y cuarto siglos surgieron en varias iglesias dudas y sospechas basadas en evidencia interna (especialmente por supuestas citas del Libro de Enoc y la "Asunción de Moisés"). Sin embargo, el prejuicio creado contra esta carta deuterocanónica se superó pronto, ya que la epístola fue universalmente aceptada por la Iglesia Occidental recién iniciado el siglo quinto (vea Canon del Nuevo Testamento).
En la Iglesia Oriental, Eusebio de Cesárea (260-340) colocó la epístola de san Judas entre los antilegomena o "libros controvertidos que sin embargo son conocidos y aceptados por la mayoría" (Hist. eccl., II xxii; III, xxv); Eusebio incorporó todas las epístolas católicas a las 25 copias de la Biblia en que escribió para la Iglesia de Constantinopla por mandato de Constantino. San Atanasio (m. 387) y san Epifanio (m. 403) colocaron la carta de Judas entre los escritos canónicos y apostólicos. Junilio y Pablo de Nisibis en Constantinopla (513) la mantuvieron como mediae auctoritatis. Sin embargo, en el siglo sexto la Iglesia Griega reconoció la carta como canónica.
El reconocimiento de la epístola de san Judas por la Iglesia Siria no es muy claro. En Siria Occidental no se encuentran rastros de la carta de Judas en el siglo quinto. En Siria Oriental la versión siria más antigua de la epístola estaba desprovista del Peshito, pero las versiones Filoxenia (508) y Heracleon (616) eran aceptadas. Excepto entre los Nestorianos Sirios, no hay rastros de ninguna contradicción eclesiástica desde el inicio del siglo sexto hasta el Concilio de Trento, en el cual se definió la canonicidad de los libros protocanónicos y deuterocanónicos del Nuevo Testamento.

Dificultades que surgen del texto

El fraseo del verso 17 -- que algunos críticos han tomado como evidencia de que la epístola fue escrita en el siglo II -- no implica que los destinatarios de la epístola hubieran recibido anteriormente instrucciones orales de todos los Apóstoles, ni que Judas mismo no fuera uno de los Apóstoles. El texto ton apostolon sólo implica que varios de los Apóstoles habían predicho a los lectores que los "impostores" descritos por el autor atacarían la Fe; no es la separación temporal, sino la distancia física lo que lleva a Judas a referirse a los Apóstoles dispersos como un cuerpo. Tampoco se excluye asimismo de este cuerpo, sólo declara que no era uno de los Apóstoles que hicieron esa profecía. El autor de la II de San Pedro, quien con frecuencia se clasifica a sí mismo como uno de los Apóstoles, usa la expresión similar ton apostolon humon (3:2), y ciertamente ésta no implica que él no fuera uno de los Apóstoles.
Muchos eruditos protestantes han sostenido que los falsos maestros denunciados por Judas son gnósticos del siglo II. Sin embargo, como bien dice Bigg: "en realidad esa creencia no se puede sostener" (op. cit. infr.), ya que san Judas no da detalles sobre los errores denunciados en su pequeña carta, como tampoco lo hace San Pedro, y no hay bases para relacionar a los falsos maestros con alguna de las sectas gnósticas que ahora conocemos. No hay nada en las referencias a falsas doctrinas que nos obligue a buscar en épocas posteriores al tiempo de los Apóstoles.
El uso de escritos apócrifos, aunque pudiera comprobarse, no es argumento contra la apostolicidad de la epístola; a lo sumo, sólo podría invalidar su canonicidad e inspiración. Didymus ("Enarr. in Epist. Judae" en P.G. XXXIX, 1811 sg.), Clemente de Alejandría (Adumbr. en Ep. Judae) y Origen (De Princ. III, ii, 1) supusieron que el verso 9, que contiene referencias concernientes al cuerpo de Moisés, fue tomado de la "Asunción de Moisés", la cual sin duda es anterior a la Epístola de Judas. Probablemente Judas haya aprendido la historia de esa contienda por la tradición judía. De todos modos, es evidente que Judas no cita la "Asunción" como una autoridad escrita, y mucho menos como un libro canónico.
En lo concerniente a la profecía de los versos 14 y siguientes, muchos eruditos católicos admiten que es una cita abreviada y libre del libro apócrifo de Enoc I, 1, 9, el cual ya existía un siglo antes de que San Judas escribiera. Pero nuevamente, San Judas no cita a Enoc como libro canónico. Como comenta Plumptre (op. cit. infra, 88), no es extraño que Judas use libros no incluidos en el canon judío del Viejo Testamento "como ilustraciones que dieran sentido y fuerza a sus consejos. Los falsos maestros contra los cuales escribió se caracterizaban en gran medida por su gusto por las fábulas judías, y las referencias alusivas a libros que les eran familiares eran por lo tanto de la naturaleza de un argumentum ad hominem. Es decir que los combatió con sus propias armas". Simplemente trata de recordar a los lectores lo que saben. No afirma ni enseña el origen literario del libro apócrifo, pues no es esa su intención. Simplemente hace uso del conocimiento general que con lleva, de la misma manera que la mención de la disputa entre Miguel y el diablo es simplemente una alusión a lo que se asume que los lectores conocen. Por lo tanto, ninguno de los pasajes ofrece dificultades en absoluto contra la canonicidad de la epístola o contra la doctrina católica de la inspiración.

La relación de Judas con la Segunda Epístola de San Pedro

El parecido de pensamiento y lenguaje entre la epístola de San Judas y la II de San Pedro basta para asegurar que uno de los dos escritores pidió prestado al otro: la hipótesis de que ambos escritores tomaron prestado de un documento en común debe descartarse por no tener ningún fundamento. La pregunta sigue en el aire: ¿cuál de las dos epístolas antecedió a la otra? Tanto la anterioridad de la II de Pedro como la de la epístola de san Judas han encontrado firmes defensores, y mucho se ha escrito acerca de esta compleja pregunta. Los siguientes argumentos, sin embargo, nos guían a la conclusión de que la epístola de San Judas fue primero:
No es poco común que San Pedro arroje luz sobre los oscuros pasajes de la epístola de Judas, o que interprete los pasajes más difíciles. En una ocasión, los pone en forma más corta o usa términos más generales; en otra, aunque en general aduce los mismos argumentos, agrega uno nuevo u omite otro. Esto muestra que probablemente San Pedro había leído la Epístola de San Judas. Compare especialmente el versículo 2:12 de la II de San Pedro con Judas 10. Esto puede confirmarse no sólo con la comparación entre el versículo 1:17 de la II de Pedro con Judas 13 -- donde San Pedro redobla la comparación de Judas y le agrega fuerza, en tanto que la carta de Judas tiene más comparaciones -- sino también comparando el estilo de ambos, ya que mientras el estilo de Judas permanece siempre igual, el de Pedro difiere un poco de su forma acostumbrada de escribir, y las razones de este cambio parecen ser el tema de escritura y la influencia de la epístola de San Judas.
Finalmente, es más probable que San Pedro haya asimilado en su obra el texto de la epístola de San Judas que Judas haya incluido en sus escritos sólo una parte de la epístola de San Pedro. Si Judas escribió después que Pedro y encontró el mismo estado de cosas, ¿por qué omitió el resto de las preguntas? (Por ejemplo, las dudas sobre la Parusía). O, ¿por qué habría de dar sólo un resumen de la epístola de San Pedro para combatir a los mismos herejes, omitiendo por completo los argumentos más fuertes?

Vocabulario y Estilo

El vocabulario de la epístola de San Judas prueba que el autor un judío saturado del Viejo Testamento y hebraísmos, pero familiarizado con el koine dialektos -- el "dialecto común". Trece palabras que aparecen en la epístola de San Judas no aparecen en ninguna otra parte del Nuevo Testamento. Algunas palabras del nuevo dialecto cristiano aparecen en la epístola de San Judas así como en las Epístolas Paulinas; sin embargo, no se puede comprobar una afinidad literaria ni el uso de citas directas. El estilo, aunque algunas veces poético, siempre revela el tono de autoridad y severidad de un hombre de rango apostólico.

Análisis de la Epístola

(a) Exordio. Saludo y buenos deseos (versos 1-2), ocasión y propósito de la carta (3-4).
(b) Primera Parte. Ataca furiosamente a los falsos maestros; describe su vida y sus errores (5-16). Serán castigados severamente, como es evidente a partir del severo castigo dado a los israelitas incrédulos en el desierto (5), a los ángeles malvados (6), y a los habitantes de Sodoma (7). Menciona sus perversas vidas y enseñanzas (8), y contrasta la modestia del Arcángel Miguel (9) con su orgullo (10). Profetiza para los herejes el castigo de Caín, Balam y los hijos de Coré por haber imitado sus errores (11-3). Enoc ya ha profetizado el juicio de Dios sobre ellos (14-6).
(c) Segunda Parte. Exhorta a los fieles (17-23). Deben recordar las enseñanzas de los Apóstoles, quienes les habían advertido la llegada de dichos herejes (17-19). Deben conservar la Fe, mantenerse en el amor de Dios, y esperar la vida eterna (20-21). Cuál debía ser su comportamiento hacia los cristianos que habían caído (22-23).
(d) Epílogo. Una hermosa doxología (24-25).

Ocasión y objeto

Ocasión. La ocasión de esta epístola es la diseminación de errores dogmático-morales entre los cristianos hebreos, seudo doctores "se han infiltrado" y abusan de la libertad cristiana dándose a la intemperancia; además de "negar al único soberano y nuestro Señor Jesucristo" (4).
Objetivo. La intención de Judas era prevenir a los lectores, los cristianos hebreos, contra tales enseñanzas depravadas, y exhortarlos a mantener fielmente la enseñanza de los Apóstoles.

Destinatarios

La dedicatoria dice así: tois en Theo patri hegapemenois kai lesou Christo teteremenois kletois (a aquellos amados en Dios Padre, preservados en Cristo Jesús y llamados). Quienes son los kletoi, o "llamados", queda aclarado por el contexto. No son todos los cristianos del mundo, sino los de una Iglesia en particular (versos 3, 4, 17 y 22). Varios comentaristas piensan que la Epístola de San Judas fue dirigida a las mismas iglesias de Asia Menor a las que San Pedro escribió su epístola. Según dichos comentaristas, esa opinión debe conservarse porque en ambas epístolas se condenan los mismos errores, y también porque Judas (v. 17) parece haber conocido la II de Pedro, y muestra que la profecía del Príncipe de los Apóstoles ha sido verificada. Sin embargo, ya hemos probado que el segundo argumento no es válido (ver sección I, 4); en cuanto al primero, existen dos objeciones:
Los errores condenados en la Epístola de San Judas y en la II de Pedro pueden haberse diseminado en países fuera de Asia Menor. Encontramos en la epístola de Judas varias razones para creer que la epístola fue dirigida, no a los cristianos gentiles de Asia Menor, sino a los cristianos hebreos de Palestina o de un país vecino.

Fecha y lugar de composición

Fecha. Es difícil establecer la fecha exacta en que Judas escribió su epístola. Pero las doctrinas que ataca, y el relajamiento de la moral o la llamada antinomismus, parecen indicar el fin de la era Apostólica. Por otro lado, Judas parece haber escrito antes del año 70; de lo contrario, en los versículos 5-7 habría hablado de la destrucción de Jerusalén. En dichos versículos, San Judas menciona los diferentes castigos aplicados a los prevaricadores, y por lo tanto en su exhortación a los cristianos hebreos no podría haber pasado por alto una calamidad tan terrible. Además, hemos demostrado que la epístola de San Judas fue escrita antes que la II de Pedro, la cual probablemente fue escrita en el año 64 (65). Por lo tanto, la de San Judas debe haber sido escrita poco antes del 64 (65).
Lugar de Composición. Sólo podemos imaginar, pero preferimos la opinión de que la epístola fue escrita en Palestina, y probablemente en Jerusalén.

Carta de Judas
 
La CARTA DE SAN JUDAS es uno de los escritos más extraños del Nuevo Testamento, porque se opone a ciertos errores que actualmente no resultan del todo claro. En ella se previene a los fieles contra los falsos doctores que corrompían la fe en Jesucristo y pervertían las costumbres cristianas, y se los exhorta a mantener intacta la enseñanza recibida de los Apóstoles.
Esa exhortación se apoya principalmente en ejemplos tomados del Antiguo Testamento (vs. 5-16). Este hecho, y la mención de algunas tradiciones contenidas en los escritos apócrifos del Judaísmo, que el autor supone conocidas de sus lectores, hacen pensar que los destinatarios de la Carta eran en buena parte judíos convertidos al Cristianismo. Sin embargo, había también entre ellos algunos convertidos del paganismo que, por su mismo origen, estaban más expuestos al libertinaje moral propiciado por los falsos doctores. La dureza de las amenazas se explica por la gravedad del peligro y por el estilo literario de este escrito, en el que sin duda se inspira la segunda Carta de Pedro.
En cuanto al lugar y fecha de composición de esta Carta, es verosímil que la misma haya sido escrita en Palestina o en Siria, entre los años 70 y 80, cuando ya habían desaparecido los representantes de la primera generación cristiana (v. 17). Sin embargo, su autor la atribuye a "Judas", identificado como "hermano de Santiago" (v. 1), el pariente de Jesús, que presidía la comunidad de Jerusalén (Gál. 1. 19).
Saludo inicial
 

1 Judas, servidor de Jesucristo, hermano de Santiago, saluda a los que han sido llamados, a los amados de Dios, el Padre, y protegidos por Jesucristo. 2 Llegue a ustedes la misericordia, la paz y el amor en abundancia.
Ocasión de la Carta
 

3 Queridos míos, yo tenía un gran deseo de escribirles acerca de nuestra común salvación, pero me he visto obligado a hacerlo con el fin de exhortarlos a combatir por la fe, que de una vez para siempre ha sido transmitida a los santos. 4 Porque se han infiltrado entre ustedes ciertos hombres, cuya condenación estaba preanunciada desde hace mucho tiempo. Son impíos que hacen de la gracia de Dios un pretexto para su libertinaje y reniegan de nuestro único Dueño y Señor Jesucristo.
Los falsos maestros
 

5 Quiero recordarles, aunque ustedes ya lo han aprendido de una vez por todas, que el Señor, después de haber salvado al pueblo, sacándolo de Egipto, hizo morir en seguida a los incrédulos. 6 En cuanto a los ángeles que no supieron conservar su preeminencia y abandonaron su propia morada, el Señor los tiene encadenados eternamente en las tinieblas para el Juicio del gran Día. 7 También Sodoma y Gomorra, y las ciudades vecinas, que se prostituyeron de un modo semejante a ellos, dejándose arrastrar por relaciones contrarias a la naturaleza, han quedado como ejemplo, sometidas a la pena de un fuego eterno.
8 Lo mismo pasa con estos impíos: en su delirio profanan la carne, desprecian la Soberanía e injurian a los ángeles gloriosos. 9 Ahora bien, el mismo arcángel Miguel, cuando se enfrentaba con el demonio y discutía con él, respecto del cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir contra él ningún juicio injurioso, sino que dijo solamente: "Que el Señor te reprima". 10 Estos impíos, en cambio, hablan injuriosamente de lo que ignoran; y lo que conocen por instinto natural, como animales irracionales, sólo sirve para su ruina.
La perversidad de los falsos maestros
 

11 ¡Ay de ellos! Porque siguieron el camino de Caín; por amor al dinero cayeron en el extravío de Balaam y perecieron en la rebelión de Coré. 12 Ellos manchan las comidas fraternales, porque se dejan llevar de la glotonería sin ninguna vergüenza y sólo tratan de satisfacerse a sí mismos. Son nubes sin agua llevadas por el viento, árboles otoñales sin frutos, doblemente muertos y arrancados de raíz; 13 olas bravías del mar, que arrojan la espuma de sus propias deshonras, estrellas errantes a las que está reservada para siempre la densidad de las tinieblas. 14 A ellos se refería Henoc, el séptimo patriarca después de Adán, cuando profetizó: "Ya viene el Señor con sus millares de ángeles, 15 para juzgar a todos y condenar a los impíos por las maldades que cometieron, y a los pecadores por las palabras insolentes que profirieron contra él". 16 Todos estos son murmuradores y descontentos que viven conforme al capricho de sus pasiones: su boca está llena de petulancia y adulan a los demás por interés.
Recomendaciones a los fieles
 

17 En cuanto a ustedes, queridos míos, acuérdense de lo que predijeron los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. 18 Ellos les decían: "En los últimos tiempos habrá gente que se burlará de todo y vivirá de acuerdo con sus pasiones impías". 19 Estos son los que provocan divisiones, hombres sensuales que no poseen el Espíritu. 20 Pero ustedes, queridos míos, edifíquense a sí mismos sobre el fundamento de su fe santísima, orando en el Espíritu Santo. 21 Manténganse en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la Vida eterna. 22 Traten de convencer a los que tienen dudas, 23 y sálvenlos librándolos del fuego. En cuanto a los demás, tengan piedad de ellos, pero con cuidado, aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo.
Doxología
 

24 A aquel que puede preservarlos de toda caída y hacerlos comparecer sin mancha y con alegría en la presencia de su gloria, 25 al único Dios que es nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, el honor, la fuerza y el poder, desde antes de todos los tiempos, ahora y para siempre. Amén.
3. "Santos": ver nota Hech. 9. 13.
4. La "gracia de Dios" es aquí la libertad cristiana (Gál. 2. 4), que los falsos doctores interpretaban erróneamente considerándose dispensados de toda disciplina moral. Esta actitud implica negar prácticamente la soberanía de Cristo.
5. Ver Núm. 14. 35.
6. Alusión al pecado de los ángeles del que se habla en Gn. 6. 1-2.
7. Ver nota Mt. 11. 23.
8. Ver nota 2 Ped. 2. 10.
9. Judas se hace eco de una tradición contenida en un libro apócrifo del Judaísmo, denominado Asunción de Moisés.
11. Ver Gn. 4. 3-15; Núm. 22. 28-33; Núm. 16.
12. Los falsos maestros se habían infiltrado en el seno de la comunidad. Ver 1 Tim. 1. 3-7; 2 Tim. 2. 16-17; 2 Ped. 2. 1-3.
14-15. En estos versículos se cita libremente el Libro de Henoc (1. 9), que es otro de los apócrifos del Judaísmo.
18. Ver 2 Tes. 2. 3-12.
23. "Aborreciendo hasta la túnica contaminada por su cuerpo": esta dura expresión exhorta a no contaminarse con la inmoralidad de los falsos maestros. Ver Sant. 1. 27; 2 Jn. vs. 10-11.
 
 
Y vi que venía sobre las nubes del cielocomo un Hijo de hombre;él avanzó hacia el Ancianoy lo hicieron acercar hasta él.Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino,y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas.Su dominio es un dominio eterno que no pasará,y su reino no será destruido.
 

Dn. 7. 13-14
 
 
Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva,porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron,y el mar ya no existe más.Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén,que descendía del cielo y venía de Dios,embellecida como una noviapreparada para recibir a su esposo.Y el que estaba sentado en el trono dijo:"Yo hago nuevas todas las cosas".

Apoc. 21. 1-2, 5

Epístola de San Judas.
 
Introducción.

Personalidad del autor. Autenticidad y canonicidad de la epístola. Destinatarios. Fecha y lugar de composición. Ocasión y finalidad de la epístola. Doctrina. Lengua y estilo. Uso de la literatura apócrifa. División de la Epístola. Encabezamiento y saludo, 1-2. Ocasión de la carta, 3-4.

Primera Parte: Los Falsos Doctores, v.5-16.

El castigo que amenaza a los falsos doctores, 5-7. Las blasfemias de los falsos doctores, 8-11. Perversidad de los falsos doctores, 12-16.

Segunda parte: Exhortación a los fieles, 17-23.

La enseñanza de los apóstoles, 17-19. El deber de la caridad, 20-23. Doxología final, 24-25.
 


 
 


El autor de esta epístola se presenta a sí mismo como Judas, siervo de Jesucristo, hermano de Santiago (v.1). El nombre solo de Judas no permite una identificación precisa, pues hay varios personajes de la Iglesia primitiva que tenían este nombre 1. En cambio, la expresión hermano de Santiago nos hace pensar inmediatamente en Judas pariente del Señor, lo mismo que su hermano Santiago, obispo de Jerusalén 2. El que aluda a Santiago, sin más explicaciones, para presentarse a sus lectores, indica que dicho Santiago era bien conocido de las comunidades. Este no podía ser otro que Santiago, obispo de Jerusalén y "hermano del Señor." San Pablo nos habla de él3 como de la personalidad más representativa de la iglesia de Jerusalén.
 

Judas, el autor de esta epístola, ¿fue apóstol? Así lo cree la tradición antigua 4, aunque no unánimemente, la cual lo identifica con el apóstol Judas Tadeo. Se apoya en los textos de Mc 3:18 y Mt 10:3, en donde "Santiago, el de Alfeo, y Tadeo" van juntos. Lucas, en cambio, designa a Judas apóstol con la expresión Ιούδας Ιακώβου, dαndole el sentido de "Judas hermano de Santiago." Sin embargo, en el Nuevo Testamento, cuando se trata de parentesco expresado por un genitivo después de un nombre, se quiere designar una relación no de fraternidad, sino de paternidad. Judas en el Evangelio, es hijo de Santiago; por lo tanto, un individuo distinto de nuestro Judas, hermano de Santiago. Por consiguiente, Judas autor de nuestra epístola y hermano de Santiago es probable que no sea apóstol, como el mismo Santiago 6.
Los "hermanos del Señor" parece que no eran apóstoles, pues siempre son distinguidos, tanto en los Evangelios7 como en los Hechos 8, de los Apóstoles. Además, en la literatura patrística se dan fluctuaciones y dudas acerca de la identificación de Judas, principalmente en algunos escritores de la iglesia antioquena 9. Por otra parte, la misma epístola de Judas no dice que su autor formase parte de los Doce. Todo lo contrario, parece distinguirlo del grupo apostólico, cuya enseñanza coloca .en .el pasado (Jds 17).-Sin embargo, aunque no fuera apóstol, su parentesco con Jesucristo le aseguraba una altísima consideración en la Iglesia naciente.
 
Según una tradición antigua, dos nietos de Judas que eran simples labradores fueron llevados ajuicio durante la persecución de Domiciano 10. La tradición le hace predicar primero en Palestina, después en Siria, Mesopotamia, Persia, Arabia. Habría muerto en Edesa 11.
 
 

La utilización de la epístola en los primeros siglos es un tanto incierta, pues los testimonios que se han querido encontrar en los escritores del siglo n no son bastante claros. Si se admite la prioridad de la epístola de Judas sobre la 2 Pe y la dependencia de ésta respecto de aquélla, habría que admitir que la 2 Pe es el primer testimonio en favor de San Judas. El Fragmento Muratoriano (fin del s.u) coloca la epístola de Judas entre los escritos canónicos 12. En el siglo ni tenemos a Tertuliano, que cita la epístola "del apóstol Judas," considerándola como canónica 13. Clemente Alejandrino escribió un comentario a la epístola de Judas 14. Orígenes atribuye la epístola a Judas apóstol, la admite en el canon y la cita con frecuencia 15. Después, muchos otros Padres, como San Atanasio, Dídimo, San Cirilo de Jerusalén, San Agustín, San Jerónimo, San Epifanio, la consideran como canónica.

Sin embargo, hay otros escritores de esta época que rechazan su autenticidad. La objeción más grave contra su autenticidad era la cita que hace la epístola del Libro de Henoc (Jds 14-15 = Henoc 1:9), como nos lo dice expresamente San Jerónimo: "ludas, frater lacobi, parvam quae de septem catholicis est epistolam reliquit; et quia de libro Enoch, qui apocryphus est, in ea assumit testimo-nium, a plerisque reiicitur; tamen auctoritatem vetustate iam et usu meruit, et ínter sanctas Scripturas computatur"16. Eusebio de Cesárea la coloca entre los antilegómena, es decir, entre los escritos discutidos 17.
A pesar de estas fluctuaciones, en el siglo IV y V se multiplican los testimonios en favor de la autenticidad de la epístola. La carta de Judas se encuentra también en todos los catálogos de los concilios y cánones (excepto el Mommsenianus), y será admitida por todos hasta los tiempos del protestantismo, en que vuelven a surgir las dudas. El concilio de Trento, teniendo en cuenta la tradición, definió su canonicidad 18.
 
 

El encabezamiento de la epístola: a los amados en Dios Padre, llamados y conservados en Jesucristo 19, es de lo más genérico y nada os dice sobre quiénes eran esos destinatarios. Algunos autores 20 han pensado que se trataba de una epístola dirigida a toda la Iglesia Sin embargo, el tenor del escrito indica que el autor mira a una situación bien precisa, que no puede convenir a todas las comunidades. Los falsos doctores no se encontraban en todas las iglesias; el tenor de los v. 17-18 se ve que hace referencia a un grupo bien determinado.
La mayoría de los autores creen que la carta fue dirigida a convertidos judío-cristianos, como parece insinuarlo el uso intensivo del Antiguo Testamento y las alusiones a tradiciones judías extra-bíblicas. También la referencia a Santiago se comprendería mejor en una carta dirigida a iglesias especialmente influenciadas por el obispo de Jerusalén. Una comunidad judío-cristiana de la región de Antioquía se adaptaría perfectamente a la índole de la epístola 21. Otros autores, Wikenhauser, Holzmeister, Chaine, Leconte, Cantinat, sin embargo, piensan que la epístola fue dirigida a cristianos convertidos del paganismo, sin que se pueda precisar la iglesia a la que pertenecían. El antinomismo y los vicios impuros que tratan de introducir los falsos doctores se comprenderían mucho mejor si se tratase de cristianos provenientes del paganismo. Un ambiente judío, por el hecho de ser más rígido, hubiera sido impermeable a tales infiltraciones. Además, parece que a los lectores a los cuales se dirigía les interesaban poco las vicisitudes de la nación judía, pues nada dice de la caída de Jerusalén del año 70.



 
 


Muchos autores sostienen que Judas escribió su epístola antes del año 70. Su estilo tiene color semítico; sus citas de los apócrifos judíos probarían que se dirigía a los judíos. Por otra parte, si hubiera escrito después del año 70, no hubiera dejado de aludir a la ruina de Jerusalén. No obstante, hay que procurar no exagerar el alcance de estos indicios. El estilo semitizante y las citas de la literatura rabínica y apócrifos suponen únicamente que Judas había recibido una educación judía. Que no diga nada sobre la ruina de Jerusalén se explicaría bien si se admite que Judas se dirige a cristianos venidos del paganismo, los cuales se interesarían poco de lo acaecido a los judíos.
La carta supone ya un tanto lejana la predicación de los apóstoles (v.17). El hecho de que la epístola coloque en el pasado las predicciones de los apóstoles relativas a la venida de los herejes 22 se explicaría perfectamente colocando su composición después del año 70, es decir, entre el 70 y el 8o, cuando los apóstoles ya habían muerto. Creemos, por lo tanto, probable que la epístola de Judas, en la cual se inspira la 2 Pe, fue compuesta en los últimos años de la edad apostólica, entre el 70 y el 8p 23. El lugar de composición de la epístola nos es desconocido. Judas debía de estar bastante lejos del país de los destinatarios, puesto que nada dice de que les irá a visitar.



 
 

El motivo que indujo a San Judas a escribir esta carta fue la nefasta actividad de los falsos doctores, los cuales comenzaron a esparcir doctrinas contrarias a la fe. Judas quiere prevenir a los fieles para que no se dejen seducir por los falsos doctores y los exhorta a conservar intacta la fe recibida. Los adversarios combatidos por Judas parecen ser los mismos que los de la 2 Pe.
Los errores combatidos en la epístola de Judas son semejantes a los combatidos en la 2 Pe. Lo que más ha escandalizado a los cristianos son los vicios impúdicos de los falsos doctores (v.4.8. 11.13). También les ha causado muy mala impresión el interés por el dinero y la glotonería que manifiestan (v. 11.12.16). Por otra parte, reniegan de Cristo (v.4), desconocen su soberanía (v.8), tratan los seres superiores con poca reverencia (v.5b.10).
 



 
 

Orígenes dice a propósito de nuestra epístola: "Judas escribió una carta muy breve, pero toda penetrada de divina sabiduría" 24. Aunque es uno de los escritos más breves de la Biblia, contiene datos doctrinales de interés: Dios es único (v.25), Padre y salvador (v.1.s), poderoso (v.25), fuente de gracia (v.4), de caridad (v.21) y de justicia vindicativa (v.5ss). Los fieles también conocen la Trinidad (v.20-21). Jesucristo es el único Maestro y Señor (v.4). Fue enviado por el Padre para operar nuestra salvación (v.25). Es el que habla por sus apóstoles (v.17). El guarda a los cristianos (v.1) y tendrá piedad de ellos para que obtengan la vida eterna (v.21). El Espíritu Santo está presente en el alma del fiel, y en él ha de ser hecha la oración (v.20) 25.
Los ángeles existen. Unos son buenos, como San Miguel (v.9); y otros malos, como el diablo y los que han sido castigados por haber pecado (v.6.9). El cristiano ha sido llamado por Dios. La fe constituye el fundamento de la vida cristiana (v.20). El cristiano ha de luchar por conservarla (v.3) y no ha de separarla de la caridad (v.21). Si esto hace, recibirá la vida eterna (v.21), para la cual está destinado (v.16). En cambio, si se deja llevar del libertinaje (v.4b. 8.10) y del amor del dinero (v. 12.16), perderá su fe (v.4.8) y sufrirá el castigo divino (v. 4.11.145).
Judas también cree en la unidad del Antiguo y Nuevo Testamento y en el valor figurativo de la Ley Antigua (v.5.6.7,11) 26·
 
 

El estilo es correcto y de estructura sencilla y regular. Es también de notable viveza y rico en imágenes. El vocabulario es variado, y se distingue por la búsqueda intencionada de palabras poco comunes (contiene por lo menos 12 hapax legómenon), poéticas y sonoras. La gramática es correcta y se acerca al buen griego. Emplea alguna vez el optativo, el superlativo y construcciones participiales subordinadas. Incluso muestra que conoce expresiones clásicas. Por consiguiente, la epístola nos manifiesta un serio conocimiento de la lengua griega, que sólo un buen judío helenista podía poseer. Sin embargo, contiene semitismos y el tono es de tipo semítico. Por eso la hipótesis de una colaboración redaccional no tiene nada de improbable 27.
 
 

Es algo propio de esta epístola el tomar sus argumentos no sólo de la Biblia, sino también de tradiciones judías extrabíblicas. La cita que hace del Libro de Henoc (Jds v.14-15 = Henoc 1:9; cf. Jds v.7 = Henoc 9:8; 10,11; 12:4) es explícita y no admite ninguna duda. Existen, además, otros textos que presentan reminiscencias y paralelos con la Asunción de Moisés (Jds v.9.16 = Asunc. Moisés 5-5) Y con los Testamentos de los XII patriarcas (Jds v.6s).
Estas citas indujeron a bastantes escritores antiguos a rechazar la canonicidad de la epístola de Judas, como nos lo dice San Jerónimo 28. Otros, en cambio, como Tertuliano y, en cierto sentido, San Agustín 29, admitieron la inspiración de los Libros de Henoc.


Esta manera de juzgar provenía, sin duda, de una falsa noción del concepto de inspiración. El que un autor sagrado se sirva de la literatura judía o pagana no es contrario, de ningún modo, a la inspiración bíblica. Judas, como todo escritor, era tributario del tiempo y del ambiente en que vivía. Sería muy difícil que al escribir no dejase traslucir — mediante verdaderas citas o vagas reminiscencias — su conocimiento de la literatura judía. Judas no intenta hablarnos de la autoridad de los apócrifos, sino que quiere simplemente poner de relieve la culpabilidad de los herejes y la severidad del castigo que les espera. La expresión que emplea la epístola: "De ellos también profetizo (έπροφήτευσεν). Henoc,” no significa que considere a Henoc como profeta. El verbo profetizar, lo mismo que el título de profeta, puede también entenderse en sentido amplio. San Pablo también da el título de profeta a un autor pagano: "Bien dijo de ellos su propio profeta: Los cretenses, siempre embusteros, bestias malas y glotones."30 Se trata de Epiménides (hacia 600 a. C.), al cual nadie jamás ha considerado como profeta, en sentido propio.
 

 
1 Cf. Me 3:19; 6:3; Act 1:13; 15:22. — 2 Cf. Me 6:3. — 3 Gal 2:9. — 4 Orígenes, Ad Rom. 5:1: PG 14:1016; De principiis III 2:1: PG 11:303; Tertuliano, Decultufem. 1:3: PL 1:1308. — 5 Lc6,16; Act 1:13. — 6 Cf. Introd. a la epístola de Santiago p.7ss. — 7 Mt 12:46-50; Me 3:31-35- — 8 Act i,14;cf. 1 Cor 9:5- — 9 Cf.RSR (1939) 335-351. — 10 Cf. Hegesipo, citado por Eusebio, Hist. Eccl. 3:18-20:PG 20:252-3. — 11 Nicéforo, Hist. Eccl. 2:40: PG 145:863; Eusebio, Ht'st. Eccl. 1:13: PG 20:124. — 12 Cf. EB6. — 13 Cf. Decultufem. 1:3: PL 1:1308. — 14 Cf. Eusebio, Hist. Eccl. 6:14: PG 20:549. — 15 Comm. in Mí. 10:17: PG 13:877; In los. homil. 7:1: PG 12:857. — 16 De viris illustr. 4: PL 23:61355. — 17 Hist. Eccl. 3:25: PG 20:269. — 18 Ses.4 (8 abril 1546) Decretum de canonicis Scripturis: EB 59. 19 Jd i. — 20 Ermoni (DB III col. 1808) y Calmes. — 21 Cf. Act 11:22ss; 15,iss. Ver A. Charue, o.c. 0.567. — 22 Jds 18.19. — 23 Cf. R. Leconte, Les Epítres catholiques, en La Sainte Bible de Jérusalem (París 1953) P-49- — 24 In Matth 10:17: PG 13:877. — 25 Cf. Rom. 8:15.26; 1 Cor 12:3. — 26 Cf. Cantinat, o.c. p.óogs; Leconte, o.c. p.46. — 27 Cf. R. M. díaz, Epistoles catoliques, en Biblia Montserrat XXII p.148. — 28 De viris illustr. 4: PL 23:61355. — 29 De dv. Dei 15:23: PL 41470. — 30 Tit 1:12.
 
 
  
La epístola, con sus veinticinco versículos, presenta los elementos esenciales de una carta, la cual se desarrolla con un orden bastante preciso en sus dos partes principales:
1) Encabezamiento y saludo (v.1-2).
2) Ocasión de la carta (v.3-4).
3) Primera parte: los falsos doctores (v.5-16). a) El castigo que les amenaza (v.5-y). b ) Sus blasfemias (v. 8 -11). c) Su perversidad (v. 12-16).
4) Segunda parte: exhortación a los fieles (v. 17-23).
a) La enseñanza de los apóstoles (v. 17-19).
b) El deber de la candad (v.20-23).
5) Doxología final (v.24-25).
 
  
1 Judas" siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, a los amados en Dios Padre, llamados y conservados en Jesucristo; 2 la misericordia, la paz y la caridad abunden más y más en vosotros.
 

Judas era un nombre muy frecuente entre los judíos por haber sido el nombre del hijo principal de Jacob. A pesar de que el autor de nuestra epístola era un pariente del Señor, sin embargo, pasa en silencio este título tan honorífico, presentándose humildemente como siervo de Jesucristo y hermano de Santiago, obispo de Jerusalén, muy conocido en la Iglesia primitiva. Dirige su carta a los que Dios, en su amor, llamó a la fe y los preservó uniéndoles a Jesucristo. Los fieles han sido el objeto de un llamamiento divino. La iniciativa de este llamamiento pertenece a la voluntad amorosa de Dios Padre 1. Los fieles, una vez llamados, son conservados en Cristo, incorporados a él, como los miembros del Cuerpo místico. En cambio, los herejes, los falsos doctores, se han separado de Dios y de Cristo.
Judas desea a sus lectores una triple bendición divina: la misericordia de parte de Dios, la paz del alma con El, tal como Cristo la había prometido a sus discípulos 2, y la caridad para con el prójimo (v.2). Las semejanzas que presenta el saludo de Judas con el saludo de la 2 Pe 3 y con otros escritos apostólicos parecen indicar que tales fórmulas eran frecuentes en la Iglesia primitiva.
 



 
 
3 Carísimos, deseando vivamente escribiros acerca de nuestra común salud, he sentido la necesidad de hacerlo, exhortándoos a combatir por la fe, que, una vez para siempre, ha sido dada a los santos. 4 Porque disimuladamente se han introducido algunos impíos, ya desde antiguo señalados para esta condenación, que convierten en lascivia la gracia de nuestro Dios y niegan al único Dueño y Señor nuestro, Jesucristo.
 

De estos versículos parece deducirse que Judas tenía pensado escribir una epístola general acerca de nuestra común salud (ν.β), para exhortar a los cristianos a ser mαs fieles a Cristo. Pero llegaron repentinamente noticias alarmantes sobre la actividad de los falsos doctores. Y, ante la inminencia del peligro, escribió esta carta-epístola, que es una carta de combate y, en su mayor parte, una diatriba contra los falsos doctores. En ella les exhorta a combatir por la fe, es decir, a luchar por conservar intacto el conjunto de verdades dogmáticas y morales que ha sido dado a los santos (v.3). La fe es considerada como ya transmitida de una vez para siempre. Forma ya una tradición que no cambia, un depósito que se ha de conservar intacto4. Esto no excluye el progreso dogmático, sino que condena toda heterodoxia. Santos designa a los cristianos.
El peligro para la fe de los lectores de Judas procede del hecho de que hombres perversos se han ido introduciendo disimuladamente entre los fieles y siembran entre los hermanos doctrinas subversivas con el fin de destruir su fe (v.4). San Ignacio Mártir conocía también predicadores ambulantes que esparcían doctrinas contrarias a la fe, de los cuales hay que huir como de las bestias salvajes 5. Su suerte ya está decidida desde antiguo. Están prefigurados en los severos castigos infligidos a los impíos, de que nos habla la Sagrada Escritura. En el v.5-y recordará algunos de estos terribles castigos. Se señalan dos inculpaciones principales contra esos falsos doctores: abusan de la gracia de Dios y de la libertad evangélica para entregarse a la lascivia y a la intemperancia y por su conducta inmoral niegan prácticamente la autoridad de Dios y de Jesucristo. El autor sagrado emplea el término δεσπότης, empleado ordinariamente para designar a Dios, atribuyιndolo a Cristo juntamente con el título de Κύριος. De donde se deduce que Judas reconoce claramente la divinidad y el supremo dominio de Cristo.
 
 
 
Para poner en guardia a los lectores contra las ideas corrosivas de los falsos doctores, les recuerda que esos malvados no escaparán a la justicia divina. Aduce tres ejemplos famosos de castigos que se leen en el Antiguo Testamento.
 
 
5 Quiero recordaros a vosotros que ya habéis conocido todas las cosas, cómo el Señor, después de salvar de Egipto a su pueblo, hizo luego perecer a los incrédulos; 6 y cómo a los ángeles que no guardaron su dignidad y abandonaron su propio domicilio, los tiene reservados en perpetua prisión, en el orco, para el juicio del gran día. 7 Cómo Sodoma y Comorra y las ciudades vecinas, que, de igual modo que ellas, habían fornicado, yéndose tras los vicios contra naturaleza, fueron puestas para escarmiento, sufriendo la pena del fuego perdurable.
 

Judas trae a la memoria algunos ejemplos, muy conocidos ya de los cristianos, en los que Dios infligió un severo castigo por el pecado. El primero está tomado de Núm 14:1-36, en donde se nos dice que Dios hizo perecer en el desierto a los israelitas incrédulos, sin que pudieran llegar a la tierra prometida. La lección que los cristianos han de sacar de este hecho 6 es que no deben presumir de sus privilegios, ya que los israelitas, que habían sido liberados de Egipto mediante una serie de portentosos milagros, murieron, no obstante, en el desierto a causa de su incredulidad. Es digno de tener en cuenta que en nuestro texto, como en el de 1 Cor 10:4-9, los sucesos del Éxodo son atribuidos a Cristo preexistente, que opera en la historia del mundo. El paralelismo con la 1 Cor autoriza para considerar a Jesús como sujeto, aunque se prefiera la lección Señor.
El segundo ejemplo se refiere a la caída de los ángeles y al castigo que Dios les infligió (v.6). Los ángeles habían sido creados sublimes entre todos los seres de la creación. Dios les había encomendado el gobierno del cosmos7 y les había dado la misión de interceder por los seres humanos 8. Pero ellos se rebelaron contra Dios, y entonces fueron arrojados del cielo, en donde habitaban con Dios, y aherrojados en las regiones tenebrosas del infierno. En el orco tenebroso están reservados en perpetua prisión hasta el día del juicio final, cuando los ángeles rebeldes recibirán su sentencia definitiva. En la 2 Pe 2:4 se encuentra un pasaje paralelo. Ciertas expresiones de Judas pueden ser esclarecidas por textos del Libro de Henoc 9, tan estimado por nuestro autor.
El tercer ejemplo alude a la destrucción de las ciudades de la Pentápolis (v.7), que es narrada en Gen 19:455. Además de Sodoma y Comorra, la tradición había conservado el recuerdo de otras dos ciudades, Adama y Seboím, que habían desaparecido en la misma catástrofe 10. Acerca de la expresión τον δμοιον τρόπον τούτοις — simili modo (NÁc.-CoL.: "de igual modo que ellas"), algunos autores (Calmes, De Bruyne, Leconte) afirman que Judas asimila la falta de los sodomitas a la cometida por los ángeles, inspirándose en la interpretación sexual de Gen 6. Otros autores (Chaine, Nácar-Colunga, etc.) creen que la comparación se hace entre las ciudades secundarias de la Pentápolis y las nombradas en el texto sagrado, en cuyo caso τούτος se referirνa a los habitantes de Sodoma y Comorra. Pero también τούτοις podrνa hacer referencia a los falsos doctores del v.4. A nosotros, sin embargo, nos parece más probable que Judas, influenciado por el Libro de Henoc y la literatura apócrifa, haga referencia a la idea, muy extendida entonces, de que ciertos ángeles habían pecado con mujeres n. Judas menciona juntamente el pecado de los ángeles (v.6) y el de Sodoma, como lo hacen los apócrifos judíos; por ejemplo, los Testamentos de los XII patriarcas. Los ángeles de que nos habla Gen 6:2-4 se habían aparecido en forma corporal, como los que visitaron a Abraham y a Lot. Por eso, el pecado con las mujeres sería un pecado contra naturaleza, por no ser los ángeles de naturaleza humana. Del mismo modo, Judas dice que los sodomitas habían fornicado yéndose tras los vicios contra naturaleza (v.7). El autor sagrado haría referencia aquí al hecho de que los habitantes de Sodoma, según Gen 19:1-11, quisieron infligir un trato infame a los ángeles que habían venido a visitar a Lot. Los sodomitas quisieron pecar con una carne que no era humana, que era diferente a su naturaleza. De ahí que Judas hable de los vicios contra naturaleza. Sin embargo, la mayoría de los autores entienden "los vicios contra naturaleza" de los pecados de sodomía.

Las ciudades de la Pentápolis, manchadas con tan abominables pecados, fueron terriblemente castigadas, sufriendo la pena del fuego perdurable (v.7). Ya el Dt 29:22ss consideraba las ruinas de estas ciudades pecadoras como tipo de los castigos reservados a los enemigos de Dios. La región donde estaban esas ciudades está constituida por tierras improductivas, quemadas; en donde las emanaciones bituminosas y de azufre, así como los vapores de fuentes de agua caliente, hacen pensar en el fuego eterno 12.
 
 
8 También éstos, dejándose llevar de sus delirios, manchan su carne, menosprecian la autoridad y blasfeman de las dignidades. 9 El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo contendiendo sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir un juicio de blasfemia, sino que dijo: "Que el Señor te reprenda." 10 Pero éstos blasfeman de cuanto ignoran; y aun en lo que naturalmente, como brutos irracionales, conocen, en eso mismo se corrompen. 11 Ay de ellos, que han seguido la senda de Caín y se dejaron seducir del error de Balam por la recompensa y perecieron en la rebelión de Coré!
 
Aquí tenemos la aplicación de los ejemplos a los falsos doctores. A pesar de los terribles castigos, los falsos doctores se conducen del mismo modo que los grandes culpables a los cuales Dios castigó: manchan su carne, entregándose a la lujuria más degradante, como los sodomitas; menosprecian la soberanía y blasfeman de las glorias (v.8). Los falsos doctores rechazan la soberanía de Cristo, nuestro Señor, no haciendo caso de sus ordenaciones y entregándose a una vida licenciosa y a especulaciones heréticas. Además injurian a las glorias, es decir, a los ángeles, en los que se refleja la majestad divina. Aquí, a diferencia de 2 Pe 2:10, los ángeles no son considerados como malos, sino como buenos. La blasfemia contra los ángeles caídos no constituiría un grave pecado al lado de los pecados de lujuria y de rebelión contra la soberanía del Señor.
 
En contraste con la ultrajante conducta de los falsos doctores, está la moderación que San Miguel muestra en su disputa con el diablo a propósito del cuerpo de Moisés (v.9). Mientras aquéllos injurian a los ángeles buenos, el arcángel San Miguel no osa siquiera insultar al demonio. Judas parece depender aquí del apócrifo Asunción de Moisés, según dicen expresamente Orígenes 13 y Clemente Alejandrino 14. Sin embargo, en los fragmentos de la Asunción de Moisés llegados hasta nosotros no se encuentra este pasaje. Las especulaciones judías posteriores sobre la muerte de Moisés se apoyan en Dt 34:6, en donde se atribuye al mismo Yahvé el enterramiento de Moisés. Filón atribuye a los ángeles el enterramiento de Moisés 15. La Asunción de Moisés lo atribuye a San Miguel. Cuando es enviado por Dios para enterrar a Moisés, el diablo se le opone. Satán reclama el cuerpo de Moisés, pues se considera señor de la materia. Una tradición referida por Ecumenio 16 narra que el diablo se oponía a una sepultura honorable de Moisés por considerarlo asesino, ya que había matado a un egipcio 17. La discusión con Satanás terminó con la réplica del arcángel San Miguel: Que el Señor te reprenda. Esta especie de imprecación se parece a aquella otra pronunciada por el ángel de Yahvé contra Satán en el libro de Zacarías 18: "¡Que Yahvé te reprima, ¡oh Satán!; que Yahvé te reprima, pues El ha elegido a Jerusalén!"19
Los falsos doctores están en el polo opuesto de la discreción de San Miguel. Incapaces de elevarse hasta el conocimiento del mundo espiritual y hasta las realidades de la fe, blasfeman de cuanto ignoran (v.10). Por lo que se refiere al mundo material, aunque lo conocen, lo conocen a la manera de las bestias irracionales; es decir, siguiendo las inclinaciones de la naturaleza corrompida, las pasiones sensuales, que los arrastran y les causan la ruina moral y después la eterna 20.
Después los falsos doctores son comparados con tres personajes del Antiguo Testamento, que son como los prototipos de los grandes pecadores: Caín, Balam, Coré. La idea que quiere exponer Judas es que los falsos doctores son tan criminales como ellos. Porque imitan la conducta homicida de Caín, matando espiritualmente a los hermanos con sus perversas doctrinas y licenciosa vida21. Como Balam, permiten que la codicia ahogue la voz de la conciencia e incitan a toda clase de obscenidades 22.
A ejemplo de Coré, los falsos doctores no obedecen, siguen sus propias ideas 23. Por eso, les aguarda un terrible castigo en el fuego eterno.
 
 
12 Estos son deshonra de vuestros ágapes; banquetean con vosotros sin vergüenza, apacentándose a sí mismos; son nubes sin agua, arrastradas por los vientos; árboles tardíos sin fruto, dos veces muertos, desarraigados;13 olas bravas del mar, que arrojan la espuma de sus impurezas; astros errantes, a los cuales está reservado el orco tenebroso para siempre. 14 De ellos también profetizó el séptimo desde Adán, Henoc, cuando dijo: "He aquí que viene el Señor con sus santas miríadas 15 para ejercer un juicio contra todos y convencer a todos los impíos de todas las impiedades que cometieron y de todas las crudezas que contra El hablaron los pecadores impíos." 16 Estos son murmuradores, querellosos, que viven según sus pasiones, cuya boca habla con soberbia, que por interés fingen admirar a las personas.
 
Judas utiliza una serie de metáforas tornadas de la naturaleza para describir el deplorable estado en que se encuentran los falsos doctores. Participan en los ágapes de la comunidad, cuando los cristianos se reunían para comer juntamente los alimentos que llevaban como signo de unión y de mutuo amor 24. Pero ellos, con su conducta escandalosa y de crápula, se convertían en escollos 25 que hacían naufragar la fe de los que se reunían con ellos. Su arrogancia, su doctrina está vacía de todo significado. Es engañosa como las nubes que prometen agua, pero que luego son arrastradas por el viento 26. Su vida está vacía de obras virtuosas. Por eso son semejantes a los árboles otoñales que debieran estar cargados de frutos, pero son estériles. Los falsos doctores, considerados como desarraigados (v.1a), no forman ya parte de la comunidad. Están dos veces muertos, porque, viviendo espiritualmente muertos antes de su conversión, han vuelto a morir a la gracia de Cristo; o bien porque, estando muertos al presente por el pecado, han incurrido ya en la segunda muerte, en la condenación 27.
La conducta impetuosa y obscena de estos malvados es comparada a las furiosas olas del mar, que arrojan a la costa impurezas y fango (ν.13). Asν también ellos arrojan sobre los fieles sus vergonzosas doctrinas y pésimos ejemplos. Pretenden ser lumbreras, pero no son sino extraviados que, al apartarse de la sana doctrina, se asemejan a una estrella fugaz que desaparece en la oscuridad para siempre. Las estrellas o los cometas simbolizan aquí a los falsos doctores que aparentaban ser buenos cristianos, pero que no tardaban en apartarse de Dios, y que serán arrojados para siempre en las tinieblas del infierno. Quizá se aluda a una leyenda antigua, según la cual los planetas habrían abandonado el puesto que tenían señalado 28.
La alusión al castigo que aguarda a los falsos doctores lleva al autor sagrado a citar un texto del libro de Henoc, que hace referencia al castigo final de los impíos (v.14). Henoc es llamado el séptimo patriarca desde Adán. O sea, en la serie de patriarcas antediluvianos, Henoc ocupa el séptimo puesto (Adán, Seth, Enos, Cainan, Malaleel, Yared, Henoc). El autor sagrado precisa de este modo para impedir que se confunda con el tercero llamado Enos 29. Además, el número siete implica perfección, y es indicio, símbolo, de predilección del patriarca por parte de Dios. En efecto, por el Gen 5:22-24 sabemos que "anduvo constantemente en la presencia de Dios, y desapareció, pues se lo llevó Dios." 30
La expresión profetizo hay que tomarla en sentido amplio y en conformidad con las costumbres literarias apocalípticas de la época en que fue compuesto Henoc. Aunque la cita no sea una auténtica profecía, sin embargo, contiene una doctrina verdadera. Del uso que hace Judas del libro de Henoc no se sigue que lo haya considerado como canónico e inspirado. El texto citado es Henoc 1:9. Chaine 31 compara varias recensiones de este texto y concluye que Judas introduce algunas modificaciones, citando el texto de memoria. En él se describe el juicio divino como universal, y anuncia la suerte terrible reservada a los impíos en el gran día del Señor, cuando Cristo aparezca rodeado de sus santas miríadas, es decir, de sus ángeles 32. Entonces todo será conocido y retribuido, no sólo las obras impías, sino también las palabras ultrajantes contra Dios (v.15). Porque los falsos doctores cometen pecados análogos a los de Caín, Balam y Coré (cf. v.11): son murmuradores y querellosos (v.16), descontentos siempre de su suerte, se quejan de la Providencia, viven a su antojo, cuyo lenguaje es presuntuoso, pero que por interés condescienden con la adulación.
 

 
 
 
La segunda parte, en claro contraste con la primera, tiene carácter exhortativo. Inculca la fidelidad a la enseñanza de los apóstoles, y recomienda las tres virtudes teologales como medio de conseguir la vida eterna.



 
 
17 Pero vosotros, carísimos, acordaos de lo predicho por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. 18 Ellos os decían que a lo último del tiempo habría mofadores que se irían tras sus impíos deseos. 19 Estos son los que fomentan las discordias; hombres animales, sin espíritu.
 
Los fieles no han de admirarse de la presencia de los falsos doctores en la comunidad cristiana. Han de recordar las palabras que los apóstoles les habían dicho acerca de esto. Sin duda que todos los apóstoles en sus instrucciones al pueblo les habían prevenido contra los impíos que habían de surgir (v. 17-18). El autor se expresa como si él mismo no fuera apóstol. Sin embargo, tomadas las palabras en sentido estricto, pudieran entenderse en el sentido de que algunos apóstoles, no todos, habían muerto 33. Con todo, creemos que este versículo de Judas, así como la ausencia del título de apóstol en el v.1, constituye un argumento en favor de la no identificación de Judas hermano del Señor y Judas apóstol 34.
Las enseñanzas apostólicas que recuerda Judas no son palabras escritas, sino la enseñanza transmitida por la catequesis oral. La autoridad apostólica constituye el sólido fundamento de la Iglesia de Cristo 35. Este versículo de Judas hace ver la importancia fundamental para la Iglesia de la tradición apostólica, fuente de la revelación.
Una vez más el autor sagrado vuelve a mencionar a los falsos doctores, tratándoles de fomentadores de discordias 36, de hombres animales, sin espíritu (v.18). Los falsos doctores, con su maligna propaganda, introducen cismas y divisiones en la comunidad 37; y es posible que traten a los demás de hombres carnales. Judas se revuelve contra su orgullosa pretensión, tratándolos de hombres carnales, que se guían únicamente por los deseos malignos de la carne, pues son hombres sin espíritu, es decir, no tienen en sí el Espíritu Santo, no son movidos por el Espíritu Santo 38. Hay, sin embargo, autores que creen que aquí espíritu no se refiere al Espíritu Santo, sino que Judas compara simplemente estos herejes a "bestias sin razón." Por las epístolas paulinas sabemos que psíquico se opone a pneumático, y designa a los que no son guiados por el Espíritu Santo 39.
 
 
20 Pero vosotros, carísimos, edificándoos por vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, 21 conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna, 22 Cuanto a aquéllos, a unos reprendedlos, pues que todavía vacilan; 23 a otros salvadlos, arrancándolos del fuego; de los otros compadeceos con temor, execrando hasta la túnica contaminada por su carne.
 
Después de una última crítica contra los falsos doctores, Judas se vuelve a los fieles para indicarles el camino que han de seguir. Les propone un programa de vida cristiana: mientras los herejes destruyen poco a poco la Iglesia de Cristo, los verdaderos fieles han de apoyarse cada día más firmemente en la fe. Para esto han de impetrar en la oración la ayuda del Espíritu Santo, que les hará permanecer en el amor de Dios y les obtendrá misericordia para la vida eterna (v.20-21).
La fe es considerada como el fundamento del edificio de todas las virtudes y prácticas cristianas. La fe de la que aquí se habla es la fe objetiva, pero la invitación a apoyarse sobre ella mira a la fe subjetiva. Los fieles, una vez integrados en el edificio de la Iglesia, en el Cuerpo místico de Cristo, son vivificados por el Espíritu Santo, que es el alma de la Iglesia, y los dispone para el cumplimiento de obras saludables. Estas obras se dividen en dos grupos: por una parte, la oración en el Espíritu Santo 40; por otra, el esfuerzo ascético mediante el cual cada uno trata de perseverar en el amor y en la gracia de Dios. Toda la vida cristiana consiste en la observancia de los preceptos del Señor para permanecer en el amor de Cristo y del Padre41. Y el que permanece en este amor puede esperar con alegría el juicio del Señor misericordioso. Es digno de notarse la doctrina trinitaria de los v.20-21.
En los v.22-23 seguimos la lección larga de los códices A y Ν (S), y Vgta, que menciona tres clases de delincuentes. El cód. B. prefiere el texto corto de dos cláusulas: "Tened de los unos, de los que vacilan, salvadlos, arrancadlos del fuego; en cuanto a los otros, tened piedad de ellos." En estos versículos, el autor sagrado recomienda la prudencia caritativa para con todos. Judas señala la conducta a seguir con los cristianos seducidos más o menos por la herejía. Distingue tres clases: Los que vacilan como los neófitos, etc., deben ser instruidos por los que conozcan mejor la doctrina apostólica. La segunda clase estaba en peligro más grave: habían flaqueado ya, pero aún podían ser rescatados. Estaban envueltos en llamas, pero todavía podían ser socorridos. Con los de la tercera clase, que son hombres manifiestamente depravados y sin esperanza de ser salvados, han de portarse con temerosa misericordia y mantenerlos a distancia por temor a contaminarse42.
 
 
24 A aquel que puede guardaros sin pecado y haceros ante su gloria irreprensibles con alegría, 25 el solo Dios, salvador nuestro, por Jesucristo nuestro Señor, sea la gloria, la magnificencia, el imperio y la potestad desde antes de los siglos, ahora y por todos los siglos. Amén.
 

Judas concluye su epístola con una solemne doxología dirigida a Dios Padre, Salvador, por Jesucristo nuestro Señor. La doxología tiene cierto aire litúrgico, ya que, como las oraciones litúrgicas de la Iglesia, se dirige al Padre "per Christum Dominum nostrum." El autor sagrado pone de relieve cuatro atributos divinos en el v.25: la gloria, la magnificencia, el imperio y el poder. La expresión, el solo Dios, o bien, el único Dios, aparece con frecuencia en boca de autores judíos y cristianos. Por eso no parece necesario ver aquí una indicación contra los gnósticos, que admitían diversos eones salvadores. San Pablo emplea la misma frase en su doxología de la epístola a los Romanos 16:27.
El v.24 es importante desde el punto de vista doctrinal. San Judas afirma que sólo con el auxilio de la gracia de Dios podrán los fieles mantenerse firmes en la fe. Dios es el único que podrá conservarlos sin tacha y sin pecado, a fin de que puedan presentarse ante la majestad divina totalmente irreprensibles.
 

 
1 Cf. Jn 15:16. — 2 Jn 14:27. — 3 2 Pe 1:1; cf. 1 Pe 1:1. — 4 J. Chaine, o.c. p.295. Es un cuerpo de doctrina, como en Gal 1:6-9; Rom 10:8. — 5 AdEph. 7:1; 9:1. — 6 Cf. Sal. 95.7-10 — 7 Cf. Henoc 43:2; 60:10-23:82:7-20. — 8 Gf. J. Bonsirven, Le Juda'isme palestinien I p.231-233. — 9 6:7; 10:4-13; 13:1-2; 15:2-3. En Henoc 21,2ss se describe el pecado de los ángeles. — 10 Dt 29:22; Os 11:8. — 11 Esta idea se encuentra en Henoc 7; 9:8; 10:11; 12:4;15:4-12; 19:1-2; 69; 86; en los Jubileos 4:15.22; 9-10; enlos Testamentos de los XII patriarcas (Rubén 5; Neftalí 3); en Josefo Flav., Anf. iud. 1:3:1; en los textos rabínicos (cf. strack-bill., III 781-783), y también en muchos Padres, como San Cipriano (De habitu virginum 14), San Ambrosio (Apología prophetae David 1:4). Cf. J. chaine, o.c. p.304; A. Robert, Les fus de Dieu et les filies de l'homme: RB (1895) 348-366; A. Dubarle, Lepéchédesangesdansl'építredejude: Mém. Chaine, p.145-148- — 12 Cf. Sab 10:7-8. — 13 De principiis 3:2:1: PG 11:303. — 14 Adumbrat. in Epist. Iud.: PG 9:733. — 15 De vita Moisis 2:291. — 16 Jn epist. ludae: PG 119:713. — 17 Ex 2:12. — 18 3:1-2. — 19 Cf. P. Joüon: Bíblica 6 (1925) 318-321. — 20 Cf. 2 Pe 2:12. — 21 Gen 4:7; Sab 10:3. — 22 Núm. 22:7; cf. 2 Pe 2:15. Según Josefo Flavio (Ant.iud. 4:6:6-9), fue Balam el que aconsejó a Balac de incitar a los israelitas a la idolatría mediante las mujeres madianitas. — 23 Núm 16. Cf. G. H. Boobyer, The Verbs injud 11: NTS 5 (1958-59) 45ss. — 24 Cf. 1 Cor 11:20s. — 25 Vg: "maculae"; Nácar-Colunga: "deshonra." — 26 Tal vez haya una alusión a Prov 25:14: "Nube y viento sin lluvia es el hombre que se jacta de vana liberalidad." — 27 Cf. 2 Pe 2:20-22; Ap 2:11; 20:6:14; 21:8. — 28 Cf. Henoc 18,14ss; 21:3. — 29 Gen 5:6. — 30 Cf. Eclo 44:16; Heb 11:5. — 31 O.C. p.322. — 32 Cf. Dan 7:10; Mt 25:21. Cf. J. Azpiazu, Las profecías de Henoc en San Juan: Razón y Fe 42 (1915) 17-27- — 33 Cf. 2 Pe 3:2. Es posible que Judas se refiera al testimonio primitivo y más colegial de los apóstoles. — 34 J. Chaine, o.c. p.327. — 35 Cf. 1 Cor 3:4-7; 15:9-11; Ef 2:20; 3:5. — 36 Vg: "segregarit semetipsos"; en el griego no se encuentra el "semetipsos." — 37 Cf. 2 Pe 2:1. — 38 Cf. Rom 5:5; 8:11-15; 1 Cor 2:13-15; 3:16. Cf. 1 Cor 2:13-3:3; — 39 15:44-46. — 40 Cf. Rom 8:26. — 41 Jn 15:9-10. Cf. U. Holzmeister, Compendium officiorum christianorum a S. luda 20s propositum: VD 5 (1925) 367-369. — 42 Cf. 1 Cor 5:5; 1 Tim 1:20.

LA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE SAN JUDAS APÓSTOL

LA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE SAN JUDAS APÓSTOL
Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo:
2 Misericordia y paz y amor os sean multiplicados.
3 Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.
4 Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.
5 Mas quiero recordaros, ya que una vez lo habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creyeron.
6 Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día;
7 como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.
8 No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad, y blasfeman de las potestades superiores.
9 Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.
10 Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales.
11 ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré.
12 Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados;
13 fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.
14 De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares,
15 para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.
16 Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho.
17 Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo;
18 los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos.
19 Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.
20 Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,
21 conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.
22 A algunos que dudan, convencedlos.
23 A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.
24 Y a aquel que es poderoso para guardaos sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría,
25 al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos.
Amén.



¿Quién es San Judas Tadeo?

 

Quizás muchos no sepan quien es San Judas Tadeo. El es el Patrón de los Casos Difíciles y Desesperados. Muchos tienen la confusión entre San Judas y el apóstol que traicionó a Jesús, Judas Iscariote, fue un obstáculo a la devoción a San Judas por muchos siglos. Hoy solo se pide que lo demos a conocer para que esta confusión ya no exista.

Judas Tadeo aparece en la lista de los doce Apóstoles de Jesucristo (Mateo 10:3, Marcos 3:18). No sabemos cuando ni como entró a formar parte de los discípulos. Lucas le llama "Judas de Santiago" (Hechos 1:13). Juan aclara: "Judas, no el Iscariote" (Juan 14:22). Esta distinción es necesaria dado a que el Judas Iscariote fue quien traicionó a Jesús.

"Judas" es una palabra hebrea que significa: "alabanzas sean dadas a Dios". Tadeo quiere decir: "valiente para proclamar su fe"

El Apóstol Judas Tadeo, "el hermano de Santiago", era probablemente el hermano de Santiago el Menor, se lo menciona así por la notoriedad de Santiago en la Iglesia primitiva "¿No es éste -se preguntan maravillados los habitantes de Nazaret, ante la fama que acompaña a Jesús- el carpintero . . . el hermano de Santiago y de Judas?".

Después de la Ultima Cena, cuando Cristo prometió que se manifestaría a quienes le escuchasen, Judas le preguntó porqué no se manifestaba a todos. Cristo le contestó que El y su Padre visitarían a todos los que le amasen: "Vendremos a él y haremos en él nuestra morada" (Juan, 14, 22-23). No sabemos nada de la vida de San Judas Tadeo después de la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo.

Se atribuye a San Judas una de las epístolas canónicas, que tiene muchos rasgos comunes con la segunda epístola de San Pedro. No está dirigida a ninguna persona ni iglesia particular y exhorta a los cristianos a "luchar valientemente por la fe que ha sido dada a los santos.

Porque algunos en el secreto de su corazón son . . . hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro Señor Dios en ocasión de riña y niegan al único soberano regulador, nuestro Señor Jesucristo". Es una severa amonestación contra los falsos maestros y una invitación a conservar la pureza de la fe. Termina su carta con esta bella oración: "Sea gloria eterna a Nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de conservarnos libres de pecados, y sin mancha en el alma y con gran alegría".

San Judas Tadeo es uno de los santos más populares a causa de los numerosos favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe.
Con frecuencia se ha confundido a San Judas Tadeo con el San Tadeo de la leyenda de Abgar y se ha dicho que murió apaciblemente en Beirut de Edessa. Según la tradición occidental, tal como aparece en la liturgia romana, se reunió en Mesopotamia con San Simón y que ambos predicaron varios años en Persia y ahí fueron martirizados. Existe un presunto relato del martirio de los dos Apóstoles; pero el texto latino no es ciertamente anterior a la segunda mitad del siglo VI. Dicho documento se ha atribuido a un tal Abdías, de quien se dice que fue discípulo de Simón y Judas y consagrado por ellos primer obispo de Babilonia. Según dice la antigua tradición, a San Simón lo mataron aserrándolo por medio, y a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con una hacha y por eso lo pintan con una hacha en la mano. Por ello, la Iglesia de occidente los celebra juntos, en tanto que la Iglesia de oriente separa sus respectivas fiestas.
Hay varias leyendas sobre San Judas Tadeo propagadas por Eusebio que son poco confiables.

El devoto debe quedarse de no caer ciertos abusos, como la "novena milagrosa" a Judas Tadeo que ofrece al devoto grandes recompensas económicas con la condición de que se hagan copias de ella y sean enviadas a un número de personas. Esta novena raya en la superstición y está centrada mas en interés económico que en la búsqueda de la santidad.

Pero aquella persona que cree fervientemente en el por su gran espiritualidad y fe, Judas Tadeo siempre es el amigo que espera para recibirnos y darnos ese abrazo sincero cuando estamos a punto de caer.

 

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