miércoles, 12 de junio de 2013

Clemente Vismara, Beato


Sacerdote Misionero, 15 de junio
 
Clemente Vismara, Beato
Clemente Vismara, Beato

Sacerdote Misionero

Em Myanmar (Birmania), Beato Clemente Vismara, sacerdote profeso del Pontificio Instituto Missioni Estere (P.I.M.E.). ( 1988)

Fecha de beatificación: 26 de junio de 2011, siendo Papa Benedicto XVI
Nacido en Agrate Brianza en 1897, participa como infante de trinchera en la primera guerra mundial, al final de la cual es sargento mayor con tres medallas al valor militar. Entiende que "la vida tiene valor sólo si las donas a los otros" (como escribía); ingresa en Milán al Seminario Lombardo para las Misiones Extrangeras, que luego pasaría a llamarse Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, PIME, es ordenado el 26 de mayo de 1923 y casi inmediatamente parte para Birmania. En Toungoo, la última ciudad con un gobernador británico, se queda seis meses en casa del obispo para aprender inglés, luego es destinado a Kengtung, territorio forestal, montañoso, casi inexplorado y habitado por tribus, todavía bajo el dominio de un rey local (saboá) patrocinado por los ingleses. En catorce días a caballo llega a Kengtung, allí vivirá tres meses con el fin de aprender algo de las lenguas locales, luego el superior de la misión lo lleva a Monglin, en el límite entre Laos, China y Tailandia.

Llega a su destino en el mes de octubre de 1924 y permancerá allí por los próximos 32 años (con la segunda guerra mundial de por medio y el hecho de haber sido tomado prisionero por los japoneses). Clemente Vismara funda de la nada tres parroquias: Monglin, Mong Phyak y Kenglap. Escribía en Agrate: "Aquí estoy a 120km. de Kengtung, si quiero ver otro cristiano debo mirarme al espejo". Vive con tres huérfanos en un galpón de barro y paja. Su apostolado consiste en dar vueltas a caballo por las aldeas tribales, pintar sus tiendas y darse a conocer: lleva medicinas, saca dientes que duelen, se adapta a vivir con ellos, al clima, a los peligros, al alimento, al arroz y salsa picante, la carne se la procura cazando. Desde el inicio llega a Monglin huérfanos y niños abandonados para educarlos. En seguida fundó un orfanato que se convierte en la casa de 200-250 huérfanos, hombres y mujeres. Hoy es invocado como "protector de los niños".

Su vida es pobrísima, Clemente escribe: "Aquí es peor que cuando estaba en la trinchera en el Adamello y el Monte Maio, pero esta guerra la he querido yo y debo combatirla hasta el fin con la ayuda de Dios. Estoy siempre en las manos de Dios". Poco a poco nace una comunidad cristiana, llegan las religiosas de María Niña a ayudarlo, funda escuelas y capillas, arrozales y granjas, canales de irrigación, enseña carpintería y mecánica, construye casas con muros y lleva nuevos cultivos, el trigo, el maíz, el gusano de seda, verduras (zanahoria, cebolla, ensalada: "el padre come hierbas", decía la gente).

En breve, el beato Clemente fundó la Iglesia en un rincón del mundo donde no hay turistas sino sólo contrabandistas de opio, brujos y guerrilleros de varias facciones; ha traído la paz y estabilizado en el territorio las tribus nómades que a través de la escuela y la atención de la salud, se incrementaron y hoy tienen médicos y enfermeras, artesanos y maestros, sacerdotes y religiosas, autoridades civiles y obispos. No pocos se llaman Clemente y Clementina.

En 1956, después que había fundado la ciudadela cristiana de Monglin y había convertido a unas cincuenta aldeas a la fe en Jesucristo, el obispo lo traslada a Mongping, a 250 kilómetros de Monglin en la exterminada diócesis de Kengtung, donde debe volver a comenzar de cero. Clemente escribía a un hermano de comunidad: "obedezco al obispo, porque entiendo que si hago lo que pienso entonces me equivoco". Con sesenta años da inicio a una nueva misión y funda la ciudadela cristiana y la parroquia de Mongping, una segunda parroquia en Tongta y deja en herencia otras cincuenta aldeas católicas.

Muere el 15 de junio de 1988 en Mongping y es sepultado cerca a la iglesia y a la gruta de Lourdes construida por él. Sobre su tumba, visitada también por muchos no cristianos, no faltan nunca flores frescas y velas encendidas. 23 años después, el 26 de junio del 2011, el padre Clemente Vismara fue proclamado beato de la Iglesia universal y primer beato de Birmania.



Beato Clemente Vismara, presbítero
fecha: 15 de junio
n.: 1897 - †: 1988 - país: Birmania
canonización: B: Benedicto XVI 26 jun 2011
hagiografía: Zenit.org
EN Mong Ping, Myanmar, beato Clemente Vismara, presbítero del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, que por su trabajo apostólico y social en favor del pueblo birmano mereció ser llamado "Patriarca de Birmania".

El padre Vismara desarrolló su labor 65 años en el país asiático, de 1923 al 1988, con un solo viaje a Italia en 1957 por enfermedad. Murió el 15 de junio de 1988 en Mong Ping, en la diócesis de Kengtung --en la frontera con China y Laos--. Inmediatamente fue invocado como «protector de los niños» -recuerda el padre Gheddo, también misionero- «porque vivió siempre entre 200-250 huérfanos que recogía en los pueblos destruidos por la guerra o dispersos por el hambre y la enfermedad». Fundó seis parroquias, construyó iglesias y capillas, escuelas, hospitales y orfanatos, y enseñó a los tribales una agricultura más moderna.

«Clemente murió a los 91 años, pero escribía que no se sentía anciano porque era aún útil a muchos niños y personas abandonadas (discapacitados, leprosos, viudas solas, opiómanos, ladrones expulsados de los pueblos), a quienes recogía en su misión, mantenía y trataba con la ayuda de las religiosas de María Niña», continúa el padre Gheddo.

El milagro que abrió la puerta a la beatificación fue la curación milagrosa de un niño de 10 años, Joseph Tayasoe, que "cayó de un árbol desde cinco metros de altura y se golpeó la cabeza con una gran piedra; perdía sangre por nariz y oídos, tenía el cráneo con una fractura apreciable a simple vista. Estuvo cuatro días en coma, y después de orar al padre Vismara se despertó de improviso y pidió de comer, completamente curado, sin consecuencia alguna ni tratamientos en los años sucesivos. Hoy, a sus 16 años -relata el P. Gheddo en 2006- es un chico totalmente normal".

Su sepultura en Mong Ping es meta no sólo de muchos católicos, sino también de protestantes, budistas, animistas y musulmanes. Hombre de mucha oración, siempre sereno y lleno de gozo, aún en las grandes dificultades y sufrimientos de una vida transcurrida entre pueblos en guerra, hambre y miseria, ladrones y bandidos de carreteras, y aislamiento en la selva con el médico más cercano a dos días de viaje. «Clemente es el auténtico misionero al servicio de los pobres y de los últimos -añade el padre Gheddo-, comprometido en el campo educativo y social, capaz de dar la vida por su pueblo, pero también, y ante todo, testigo y anunciador de Jesucristo con su vida».

Redactado sobre un artículo de la agencia Zenit, sin mención de autor, de 2006, ante la aprobación del milagro de la causa de beatificación.

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