miércoles, 12 de junio de 2013

Bernardo de Menthon, Santo


Ayudante de los alpinistas, Junio 15
 
Bernardo de Menthon, Santo
Bernardo de Menthon, Santo

Ayudante de los viajeros

Nació en el año 923, probablemente en el castillo Menthon, cerca de Annecy, en Savoya; murió en Novara, en 1008. Fue descendiente de una rica familia aristocrática, y recibió una esmerada educación. Rechazó contraer un matrimonio honorífico propuesto por su padre y de-cidió consagrarse al servicio de la Iglesia. Poniéndose bajo la dirección de Pedro, Archidiácono de Aosta, bajo cuya dirección progresó rápidamente, Bernardo fue ordenado sacerdote y considerando su sabiduría y virtud fue ordenado Archidiácono de Aosta (en 966), haciéndose cargo del gobierno de la diócesis, secundando al obispo. Viendo la ignorancia e idolatría que todavía imperaban entre los pueblos de los Alpes, resolvió consagrarse a su convertirlo. Por cuarenta y dos años se dedicó a predicar el Evangelio a esos pueblos y llevó la luz de la fe incluso a algunos cantones de Lombardía, ocasionando numerosas conversiones y obrando varios milagros.

Por otra razón, sin embargo, el nombre de Bernardo será célebre por siempre. Desde los mas antiguos tiempos hubo un camino a través de los Alpes Peninos, desde el valle de Aosta hasta el cantón suizo de Valais, en el que está ahora el paso del Gran San Bernardo. Este paso está cubierto por nieves permanentes de siete a ocho pies (de 2 a 2,4 metros, N. del T.) de profundidad, y sus movimientos a veces acumula hasta cuarenta pies (un metro) de altura. Aunque el paso era en extremo peligroso, especialmente en primavera a raíz de las avalanchas, no obstante era utilizado por peregrinos franceses y germanos camino a Roma. Para comodidad y protección de los viajeros San Bernardo fundó un monasterio y hospedaje en el punto más alto del paso, a 8.000 pies (2.400 metros, aproximadamente, N. del T.) sobre el nivel del mar, en el año 962.

Algunos años más tarde estableció otro hospedaje en el Pequeño San Bernardo, un monte de los Grandes Alpes, de 7.076 pies (2.160 metros, N. del T.) sobre el nivel del mar. Ambos fueron puestos a cargo de monjes agustinos, luego de conseguir la aprobación pontificia en una visita a Roma.

Estos hospedajes son famosos por su generosa hospitalidad extendida a todos los viajeros que pasan por el Gran y el Pequeño San Bernardo, así llamados en honor al fundador de estas instituciones de caridad. En todas las estaciones del año, pero especialmente durante las duras tormentas de nieve, los heroicos monjes acompañados por sus bien entrenados perros, salen en busca de víctimas que podrían sucumbir a la dureza del clima. Les ofrecen comida, ropa, y refugio a los desafortunados viajeros que corren peligro de muerte.

Los monjes dependen de donaciones y colectas para sustentarse. Actualmente, la Orden cons-ta de unos cuarenta miembros, la mayoría de lo cuales vive en los hospedajes mientras algunos viven con vecinos del lugar.
La última obra en la vida de San Bernardo fue la reconciliación de dos nobles cuyo antagonismo amenazó en convertirse en una situación fatal. San Bernardo fue sepultado en el convento de Saint Lawrence. Venerado como santo desde el S. XII en varios lugares del Piemonte (Aosta, Novara, Brescia), no fue canonizado sino hasta 1681, por Inocencio XI.

Su fiesta es celebrada en algunos santorales el 15 de junio y en otros el 28 de mayo.
San Bernardo de Menthone, monje y presbítero
fecha: 15 de junio
fecha en el calendario anterior: 28 de mayo
†: 1081 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Mont-Joux, en Valais, san Bernardo de Menthone, presbítero, que, canónigo y arcediano de Aosta, durante muchos años habitó en las cumbres de los Alpes, donde construyó un renombrado monasterio y, para acoger a los viajeros, también dos refugios que llevan aún su nombre.
patronazgo: patrono de los habitantes de los Alpes, los montañeros y esquiadores.

El fundador de los dos célebres albergues, del «Gran San Bernardo» y del «Pequeño Snn Bernardo», que han salvado la vida a tantos viajeros en los Alpes, merece la gratitud de la posteridad. Por ello es extraño que el estudio crítico de las biografías claramente legendarias del santo no se haya emprendido sino hasta muy recientemente. Con frecuencia se le llama Bernardo de Menthon, porque, según la leyenda, había nacido en Saboya y era hijo del conde Ricardo de Menthon y de su esposa, que pertenecía a la familia Duyn. Pero lo más probable es que Bernardo haya nacido en Italia. No sabemos nada sobre su familia. En cuanto a la historia donde se cuenta que el santo huyó poco antes de contraer matrimonio, se trata, casi, seguramente, de una simple invención. Se dice que, después de recibir las órdenes sagradas, Bernardo fue nombrado vicario general de la diócesis de Aosta. Durante cuarenta y dos años recorrió toda la región; llegó hasta los más remotos valles de los Alpes, donde quedaban los últimos restos de superstición y paganismo, y su trabajo de evangelización se extendió más allá de su jurisdicción, hasta las diócesis de Novara, Tarantaise y Ginebra. En el territorio de su jurisdicción el santo fundó escuelas, restableció la disciplina entre el clero e insistió en la limpieza y buen cuidado de las iglesias. San Bernardo ayudaba a todos los necesitados, pero particularmente a los viajeros, generalmente peregrinos franceses y alemanes que iban a Roma, al cruzar los Alpes por los dos puertos del territorio de Aosta. Algunos se extraviaban y perecían de frío, otros morían arrastrados por los aludes y, los que escapaban a las inclemencias del tiempo, caían víctimas de bandoleros que les robaban cuando no los raptaban para pedir rescate. Con la ayuda del obispo y de otras almas caritativas, san Bernardo construyó en la cumbre los dos albergues que más tarde recibieron los tradicionales nombres en su honor.

San Bernardo no fue el primero en construir albergues en los Alpes. Se sabe que, en el siglo IX, había en Mons Jovis (Montjoux) un albergue atendido por el clero; pero había desaparecido desde tiempo atrás. En los dos albergues que construyó san Bernardo, se recibía a todos los viajeros, sin discriminación alguna. Al principio estaban atendidos por clérigos y laicos. Más tarde se encargaron de ellos los Canónigos Regulares de San Agustín, para quienes se construyó un monasterio en las cercanías. Dicha orden sigue encargada de los albergues en nuestros días. La afluencia de viajeros hizo pronto famoso el nombre de san Bernardo, y muchos personajes importantes visitaron los albergues y contribuyeron con generosos donativos. En alguna época de su vida, san Bernardo fue a Roma, donde, según se dice, obtuvo del Papa una aprobación formal de los albergues y el privilegio de recibir novicios para perpetuar su congregación. El santo vivió hasta los ochenta y cinco años de edad y murió, probablemente, el 28 de mayo de 1081, en el monasterio de San Lorenzo de Novara.

En Acta Sanctorum, junio, vol. III, además de otros documentos, hay una biografía de san Bernardo, que se atribuye a su contemporáneo Ricardo, archidiácono de Aosta. Pero en realidad todos esos documentos son posteriores, y las leyendas que relatan no merecen crédito alguno. En particular, la biografía atribuida a Ricardo es un zurcido de fábulas que defienden la tradición saboyana contra la italiana. Parece que está probado que san Bernardo no murió en 1008 sino en 1081. La fecha de la muerte del santo se halla confirmada por el texto publicado en la Biblioteca de la Societa Storica Subalpina, vol. XVII (1903), pp. 291-312; se trata probablemente del texto más antiguo que existe sobre el santo; en él se narra el encuentro de Bernardo con el emperador Enrique IV en Pavía, en 1081. Ver también Mons. Duc, en Miscellanea di Storia Italiana, vol. XXXI (1894), pp. 341-388. Otros autores fijan la muerte del santo en fechas diferentes; así, Gonthier, Oeuvres historigues, sostiene que San Bernardo murió en 1086. Henri Ghéon, en su obra teatral La merveilleuse histoire du jeune Bernard de Menthon, resucitó la forma primitiva de la leyenda de san Bernardo, que había constituido ya el tema de varios misterios medievales. En 1923, el Papa Pío XI, en una carta latina de singular elocuencia, proclamó a san Bernardo patrono de los alpinistas; el texto se halla en Acta Apostolicae Sedis, vol. XV (1923), pp. 437-442.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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