martes, 21 de febrero de 2012

Beato Álvaro de Córdoba


febrero († 1430).

NATURAL DE ZAMORA,
FUNDA EL CONVENTO DE ESCALACELI

Álvaro de Córdoba, Nació a mediados del siglo XIV, en Zamora (1360?) y murió en Córdoba el año 1430. Perteneció a la noble familia Cardona. Entró en el convento dominico de S. Pedro en Córdoba, en el año 1368. Fue un famoso y ardiente predicador, y con su ejemplo y sus obras, contribuyó a la reforma de la Orden, iniciada por el Beato Raimundo de Capua y sus discípulos.

Después de volver de una peregrinación a Tierra Santa, quedó impactado en el corazón por el doloroso Camino del Calvario, recorrido por nuestro Salvador. Deseoso de vivir una existencia en soledad y perfección, donde poder templar el espíritu para un apostolado más provechoso, con el favor del rey D. Juan II de Castilla, del que era su confesor, pudo fundar a tres millas de Córdoba el famoso y observante convento de Sto. Domingo Escalaceli (Escalera del Cielo), donde había varios oratorios que reproducían la “vía dolorosa”, por él venerada en Jerusalén.

Esta sagrada representación fue imitada en otros conventos, dando origen a la devoción tan bella del “Vía Crucis”, apreciadísima en la piedad cristiana. De noche, se retiraba a una gruta distante del convento donde, a imitación de su Sto. Padre Domingo, oraba y se flagelaba. Con el tiempo, ésta se convirtió en meta de peregrinaciones para los fieles. Poseía el don de profecía y obró milagros. Murió el 19 de febrero y fue sepultado en su convento. El Papa Benedicto XIV, aprobó su culto el 22 de septiembre de 1741.Pasa primero su vida entre el claustro y la docencia en la Universidad de Salamanca.

DEJA EL CLAUSTRO Y LA ENSEÑANZA EN SALAMANCA

En los albores del siglo XV deja la cátedra para recorrer los senderos de España, Provenza, Saboya e Italia, vibrante de inquietud y con dinamismo paulino, aguijoneado por la urgencia del apostolado. Los tiempos son difíciles, malos; pasó la peste negra asolando Europa y dejando los conventos vacíos que luego intentaron llenarse con gente no preparada con lo que decayó la tensión religiosa. La corrupción de costumbres es un hecho generalizado; los pastores sestean. Hay, con ínfulas de legitimidad, tres tiaras; unos obedecen como legítimo al papa de Avignón, otros al de Roma y otros al que está en Pisa. A Álvaro le duele el alma; predica, observa, reza y hace penitencia por la unidad tan deseada.

CONFESOR DE LA REINA CATALINA DE LANCASTERA su vuelta a España, lo nombran confesor de la reina Catalina de Lancáster y de su hijo Juan II. Pero Álvaro deja pronto la corte porque anhela la reforma dominicana. Ya obtiene los permisos para establecer conventos reformados en los reinos de España; Martín V lo hace prior de todos los conventos dominicos reformados en España; funda Escalaceli a siete kilómetros de Córdoba, primero de los reformados de la Orden dominicana que muy pronto se extenderá con Portaceli en Sevilla.

Enamorado de la Pasión de Cristo -la que le llevó a Tierra Santa- planta pasos que recuerdan la Pasión de Jesús en la sierra de Córdoba desde Getsemaní hasta la cruz del Gólgota; piadosamente reza, medita y recorre una y otra vez los distintos momentos o pasos o estacionesdel itinerario doloroso del Señor. Era para Álvaro y sus religiosos la “Vía dolorosa”... Luego, el holandés Adricomio y el P. Daza darán la forma y fijarán en catorce las estaciones al primer ViaCrucis que Leonardo de Porto Mauricio popularizará más adelante también en Italia, importándolo de España.

ESCALACELI CENTRO DE PERIGRINACIONES

Escalaceli es centro de peregrinaciones de las gentes que, cada vez desde sitios más distantes, pasan noches en vela, rezan, lloran sus pecados, piden perdón, expían y luego cantan. De ella recibió buen influjo y enseñanza la devoción del pueblo andaluz por sus Macarenas, sus Cristos crucificados y sus «pasos» de Semana Santa. Sí, aquello abrió tan profundo surco en la cristiana alma andaluza como las heridas que hicieron en la madera las gubias de Martínez Montañés, Juan de Mesa y Cristóbal de Mora.

BEATO ALVARO DE CORDOBA

Hoy es mi santo, o, mejor diría, mi beato. Veamos algunas cosas de su efemérides.

No hay que confundirlo con el conocidísimo Álvaro de Córdoba (Paulo) que vivió en el gran siglo IX de los mártires cordobeses y que fue íntimo amigo del mártir san Eulogio, desempeñando un gran papel de apologeta en la España mozárabe de los Omeyas, carteándose con su maestro Espeaindeo, dejando escritos -aunque en bajo latín- que defendían los misterios de la fe cristiana con un apasionamiento y una fortaleza inusual aún cuando ponía en peligro su vida. Éste fue un hombre casado y con hijos.

Álvaro de Córdoba, el beato, nació a mediados del siglo XIV, en Zamora (1360?) y murió en Córdoba el año 1430.

Entró para sus estudios al convento dominico de S. Pablo en Córdoba, en el año 1368. Fina inteligencia, divertido, devorador de libros. Alcanza el doctorado en la Universidad de Salamanca. A sus viente años, comienza una dura prueba para la Iglesia. Malos años aquellos para la Iglesia y en general para toda la humanidad: La Peste Negra diezmó las ciudades y dejó vacíos los conventos. Los que quedaban o los que entraban de nuevo, muchos de ellos no tenían muchas ansias de austeridades y la relajación era bastante común. Por otra parte una terrible brecha, la más triste que había sufrido la Iglesia, le afligía aquellos días: El destierro de Aviñón, primero, y el tristemente célebre Cisma de Occidente, después. Todo esto lo veía y vivía el joven y después ya maduro Álvaro.

A principios de siglo salió por todos los reinos de España y fue un famoso y ardiente predicador, y con su ejemplo y sus obras, contribuyó a la reforma de la Orden, iniciada por el Beato Raimundo de Capua y sus discípulos.

Después de volver de una peregrinación a Tierra Santa, quedó impactado en el corazón por el doloroso Camino del Calvario, recorrido por nuestro Salvador.

Deseoso de vivir una existencia en soledad y perfección, donde poder templar el espíritu para un apostolado más provechoso, con el favor del rey D. Juan II de Castilla, del que era su confesor, pudo fundar a tres millas de Córdoba el famoso y observante convento de Sto. Domingo Escalaceli (Escalera del Cielo), donde había varios oratorios que reproducían la “vía dolorosa”, por él venerada en Jerusalén. Esta sagrada representación fue imitada en otros conventos, dando origen a la devoción tan bella del “Vía Crucis”, apreciadísima en la piedad cristiana.
De noche, se retiraba a una gruta distante del convento donde, a imitación de su Sto. Padre Domingo, oraba y se flagelaba. Con el tiempo, ésta se convirtió en meta de peregrinaciones para los fieles. Poseía el don de profecía y obró milagros.


Como símbolo de su santidad y devoción a Dios, le ocurre su más famoso milagro: "Venía Álvaro de su labor evangelizadora en la ciudad, cuando encontró en el suelo a un mendigo moribundo y hambriento al que invitó que le acompañara al convento. Éste al no poder ni levantarse, hizo que el fraile lo tapase con su capa y se lo echase a los hombros. Llegando a la portería del santuario descubre que lo que llevaba a sus hombros es el mismo Cristo Crucificado, el mismo que según la tradición se venera aún hoy, en la iglesia del convento."

Murió el 19 de febrero de 1430 y fue sepultado en su convento. El Papa Benedicto XIV, aprobó su culto el 22 de septiembre de 1741.


Existe en Córdoba una parroquia dedicada a este beato, y además llevan una página web que es modelo para otras parroquias españolas: de ahí me he informado que este viernes 20 de febrero, a las 19:30 de la tarde, en el Seminario Mayor de San Pelagio de Córdoba, se celebrará el rito de admisión al Orden Sacerdotal para el Hno. Antonio Escribano. Recemos una oración por él. http://www.parroquiabeatoalvaro.org/

(representación del milagro)



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