La caridad.
Si el Señor nos dice en el Evangelio que debemos practicar la caridad con nuestro prójimo, ¡cuánto más debe practicar la caridad el esposo con su esposa y viceversa, pues ambos son los prójimos más cercanos uno del otro y ya no son dos sino una sola carne!
El ejemplo lo deben tomar de la familia de Nazaret. La mujer imitando a la Virgen en su respeto y obediencia al marido; y el marido pidiéndole consejos a su mujer y amándola y haciéndole la vida agradable.
La mujer necesita de las atenciones del esposo, pues con una flor o un pequeño regalo, ella es feliz.
El hombre y la mujer no son iguales, por eso el hombre nunca debe tratar a su mujer como si ella fuera otro hombre, pues ella tiene una sensibilidad exquisita, y los detalles de amor la hacen feliz, y esto redunda en la felicidad del hogar, ya que cuando la esposa es feliz, el hogar está en paz y la familia prospera.
El matrimonio es una escuela de santidad, y por eso el Señor lo ha elevado al grado de Sacramento, ya que es un medio muy eficaz para que los esposos y la familia entera, alcancen la santidad.
Lamentablemente el demonio siempre quiere convertir todo lo bueno en algo malo, y el matrimonio cristiano no se ha salvado de esta obra destructora del Maligno. Por eso hay que rezar en familia, y estar atentos a no dejar entrar al malvado en el seno de la familia, del matrimonio. Y esto se logra acercándose los esposos a los Sacramentos, utilizando los sacramentales y orando en familia, en especial el Santo Rosario, pues familia que reza unida, permanece unida.
Oración de los esposos
Plegaria a Dios por el hogar, los hijos y el amor esponsal.
Señor: Haz de nuestro hogar un templo de tu amor.
Que no haya injuria porque Tú nos das comprensión.
Que no haya amargura porque Tú nos bendices.
Que no haya egoísmo porque Tú nos alientas.
Que no haya rencor porque Tú nos perdonas.
Que no haya abandono porque Tú estás con nosotros.
Que sepamos marchar hacia Ti cada día, viviendo tu Palabra.
Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio.
Que cada noche nos encuentre con más amor, más unidos.
Haz, Señor, de nuestras vidas que quisiste unir una página llena de Ti.
Haz, Señor, de nuestros hijos lo que Tú anhelas,
ayúdanos a educarlos y orientarlos por el camino de la vida.
Que nos esforcemos en el consuelo mutuo.
Que hagamos del amor un motivo para adorarte más.
Que demos lo mejor para hacer felices a los demás, en el hogar y en todas partes.
Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro,
nos concedas el hallarnos unidos para siempre en Ti.
Amén.
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