El término profeta proviene del lenguaje religioso y se refiere a una persona que sirve como intermediario entre la humanidad y la divinidad. Estrictamente hablando, un profeta es alguien que sostiene haber tenido una experiencia personal con Dios o con seres sobrenaturales, recibiendo de él/ellos la misión de comunicar sus revelaciones, hablando en su nombre a los seres humanos. Posee cualidades de intercesor por el pueblo delante de Dios y de mensajero de su palabra. Su carisma de interpretar la historia desde la perspectiva de Dios recibe el nombre de don de profecía.
También se utiliza el término profeta para designar a alguien que predice acontecimientos futuros, generalmente cuando lo hace interpretando señales o basado en una revelación sobrenatural.1
La palabra profeta deriva del griego προφήτης (profétes), cuyo significado etimológico es el de "mensajero", "portavoz" de otro. En la religión griega, los profetas eran sacerdotes adscriptos a los templos, en especial los oraculares, que se encargaban de interpretar la vaticinios divinos.
Esta palabra fue usada por los traductores de la Biblia al griego como equivalente del hebreo נְבִיא (nabi´); de este modo pasó a tener un uso restringido para referirse a los profetas del judaísmo anterior a Jesús y a quienes, posteriormente, cumplieron una función profética en la iglesia cristiana. A través de la Vulgata la palabra profeta pasó al latín como prophēta y de allí a las lenguas románicas y germánicas.
Nótese que para el Tanaj judío, también se considera como profetas a otros personajes, desde Moisés hasta David, que aún sin encontrarse en la sección de libros proféticos, se encuentran en la sección llamada profetas anteriores.
Para los cristianos, Juan el Bautista es considerado el último profeta anterior a Jesús de Nazaret, quien además de sus otros atributos (Mesías, Salvador, Rey de reyes, Hijo de Dios, etc.), también es considerado el mayor Profeta. A partir de él, todos los cristianos se supone tienen una misión profética en la historia, y de hecho a muchos de ellos se les considera verdaderos profetas.
El profeta es el centinela de la Alianza. Su misión consiste en interpretar el sentido de la historia y de los acontecimientos de la vida del pueblo a la luz de la fidelidad a la Alianza. Por eso, con frecuencia interpretan las tradiciones de Israel y critican las situaciones vividas por los hombres de su tiempo.
¿Qué es un profeta?
La palabra profeta viene del griego "profetes" que significa "locutor". El que dice lo que la divinidad le ha inspirado. En hebreo, se dice "nabi" que significa "el que ha sido llamado" "el que tiene una vocación".
La identidad profética tiene las siguientes características:
El encuentro con Dios,
El anuncio de la Palabra de Dios
La fidelidad a la Alianza.
El encuentro con Dios
Este encuentro le hace sentirse débil e incapacitado para la misión que Dios le encomienda.
La conciencia de haber sido llamado por Dios es un elemento fundamental en toda vocación profética:
El Señor me habló así: "Antes de formarte en el vientre te conocí; antes que salieras del seno te consagré, te constituí profeta de las naciones.
Yo dije: ¡Ah, Señor, mira que no sé hablar, pues soy un niño!
Y el Señor me respondió: No digas: Soy un niño, porque irás a donde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene. No les tengas miedo, pues yo estoy contigo para librarte, oráculo del Señor". (Jer 1,4-8)
El anuncio de la palabra de Dios
La misión profética se realiza con palabras y con hechos, con ocasión y sin ella amenazados o no por sus oyentes, lo mismo ante un rey que ante el pueblo, sin miedo a ricos ni a los poderosos.
La fidelidad a la Alianza
El profeta es el centinela de la Alianza. Su misión consiste en interpretar el sentido de la historia y de los acontecimientos de la vida del pueblo a la luz de la fidelidad a la Alianza. Por eso, con frecuencia interpretan las tradiciones de Israel y critican las situaciones vividas por los hombres de su tiempo.
"Cuando extendéis las manos para orar, aparto mi vista, aunque hagáis muchas oraciones, no las escucho, pues tenéis las manos manchadas de sangre. Lavaos, purificaos, apartar de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal, aprender a hacer el bien. buscar el derecho, proteger al oprimido, socorrer al huérfano, defended a la viuda. Luego discutamos -dice el Señor- Aunque vuestros pecados sean como escarlata, blanquearán como la nieve, aunque sean rojos como púrpura, quedarán como lana. Si obedecéis y hacéis el bien, comeréis los frutos de la tierra, si os resistís y sois rebeldes, os devorará la espada. Lo ha dicho el Señor"(Is 1,15-20)
Esta misión se realiza de dos maneras: unas veces anuncian al Mesías y levantan las cabezas abatidas de los hombres con el anuncio del gozo y la salvación de Dios, otras denuncian el pecado del pueblo en el orden religioso y moral. La edad de los profetas transcurre desde el año 750 hasta el 400 antes de Cristo.
El profeta es alguien que tiene conciencia de haber sido llamado por Dios para transmitir al pueblo la Palabra divina, anunciando la salvación de Dios y denunciando la infidelidad del pueblo a la Alianza.
El mensaje de los profetas
El anuncio de los profetas se puede estructurar en torno a tres puntos:
La relación del ser humano con Dios
La condición pecadora del ser humano,
La fidelidad a la Alianza.
La relación del ser humano con Dios
El centro mismo del mensaje de los profetas es Dios, se destaca la defensa que ellos hacen del monoteísmo, Dios no hay más que uno, y ese Dios es Yahvéh, por eso los profetas atacan duramente a los falsos dioses, a los ídolos, a la absolutización de cualquier cosa que no sea Dios.
Durante el exilio, cuando a través de tantos fracasos, el pueblo llega a dudar del poder de Yahvéh, este ataque profético contra los falsos dioses se hace más patente (Jer 10,1-16). Este Dios único es el absolutamente santo que merece, por eso, todo el respeto y veneración (Is 6,1 y ss. ) Pero, al mismo tiempo, es un Dios lleno de ternura y amor incansable para con su pueblo, como el esposo que ama a la esposa sin límites y se entrega a ella con pasión de enamorado. (Os2).
La condición pecadora del ser humano
A la santidad de Dios se contrapone la impureza del hombre, porque el pecado aleja al hombre de Dios. El pecado es, en efecto, un atentado contra el Dios de la justicia (Amos) contra el Dios del amor (Oseas), contra el Dios de la santidad (Isaías) .
En consecuencia, el hombre debe "buscar a Dios", es decir, debe practicar la justicia, portarse honradamente con los demás, vivir en sencillez y humildad (Mi 6,8), lo que Dios quiere es la religión interior, la que brota del corazón del hombre. La verdadera relación con Dios exige y lleva consigo una relación coherente con los demás (Is 10,1-4; Ez 9,8-10).
La fidelidad a la Alianza
Los profetas veían cada situación y cada hecho a la luz de Dios. Y eso es lo que les daba la libertad y la valentía que demostraron ante los reyes y grandes del mundo. Los profetas se interesaron por la vida política y social de Israel, porque en ella estaban comprometidos la fidelidad a la Alianza y el bien del pueblo.
Los profetas estaban persuadidos de que la seguridad de Israel dependía, no de los pactos internacionales con las potencias extranjeras, sino de la fidelidad del pueblo y sus gobernantes a la Alianza.
Está claro que hombres que hablaban con esta libertad debían tener un mal destino: la cárcel, la condena y la muerte. En este sentido, los evangelios recogen unas palabras durísimas de Jesús:
"Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, edificáis los mausoleos de los justos, decís si hubiéramos vivido en tiempos de nuestros antepasados, no habríamos colaborado en la muerte de los profetas. Pero lo que atestiguáis es que sois hijos de los que mataron a los profetas" (Mt 23,29-31)
Significación para hoy
El Concilio Vaticano II ha recogido este tema, haciéndose eco de su importancia en la vida de la Iglesia:
"Cristo, el gran profeta…cumple su misión profética hasta la plena manifestación de la gloria, no sólo a través de la jerarquía… sino también por medio de los laicos, a quienes, consiguientemente, constituye en testigos y les dota del sentido de la fe y de la gracia de la palabra para que la virtud del Evangelio brille en la vida diaria, familiar y social." (LG 35).
En este sentido, podemos comprobar que en la comunidad cristiana no faltan profetas que con su palabra y su vida anuncian, impulsados por el Espíritu, la salvación de Dios al mundo.
Son hombres y mujeres que creen en el mundo nuevo instaurado por Jesús y luchan por implantarlo oponiéndose a toda clase de injusticias y sin dejarse vencer por el desaliento ni por el miedo a los poderosos y sabios de este mundo. Gastan sus vidas y sus fuerzas en ayudar a todas las personas, especialmente las más necesitada
Profeta Isaías
El primero de los profetas mayores y sin duda el mas importante por su personalidad y mensaje.
Isaías vivió entre los años 760 y 701 a.C. y su actividad profética parece extenderse por unos 40años ,
Nació y vivió siempre en Jerusalén, pertenecía a una familia noble.
El libro comprende 66 capítulos. La parte original del profeta parece ser la primera parte, los primeros 39 capítulos. El libro se divide normalmente en 3 grandes partes:
Proto-Isaías (primer Isaías) capítulos 1-39
Deutero-Isaías (segundo Isaías) capítulos 40-55
Trito-Isaías (tercer Isaías ) capítulos 56-6
Mensaje de Isaías:
En su postura política, Isaías recuerda continuamente al pueblo elegido las promesas de Dios a David, promesas mesiánicas que se realizarán sólo si el pueblo se mantiene fiel a su fe.
Isaías, junto a la grandeza de Dios y su fidelidad, resalta las faltas y miserias de la conducta humana, la indiferencia religiosa, la confianza en el dinero y en las riquezas políticas.
Mesianismo real, Isaías es el gran profeta del Mesías salvador, descrito primero como UN REY PACIFICO, portador de gran paz y alegría en el pueblo y luego como el "Siervo de Yahvé"
Páginas escogidas:
Is. 1,1-27; Is 58,1-11 Exhortaciones al pueblo de Dios
Is 6,1-12; Is 49,1-16 Vocación del profeta
Is 43,1-13 Is 49,14-15 Is. 54,1-15 Is. 55.1-11 Proclamaciones del amor de Dios
Is 7,10-17 Is 9,1-7 Is 11,1-9 Is 61,1-3 Textos mesiánicos de Mesías-Rey y profeta
Is 42,1-4 Is 49,1-6 Is 50,4-9 Is 52,13-53 Los cantos del Siervo de Yahvé
Profeta Jeremías
Jeremías debió nacer entre los años 650 y 645 a.C., el relato de la vocación de Jeremías confirma que el profeta era un joven cuando oyó la llamado de Dios.
El profeta está apegado a sus orígenes campesinos. Sus observaciones revelan un contacto cotidiano con la vida del campo, medita y observa a gente y cosas, esto nos hace pensar que Jeremías era de un temperamento meditativo, hombre sencillo y dedicado, sensible al sufrimiento y profundamente sincero
Mensaje de Jeremías:
Se resume en la misión que le da Dios "Arrancarás y derribarás, perderás, edificarás y plantarás".
Es el cantor enamorado de su Dios, un Dios personal que dialoga con la persona y con el pueblo, que se comunica al corazón del hombre.
El aspecto positivo del mensaje del profeta, aparece con menos frecuencia que el otro de amenazas y castigos. Jeremías en la parte del libro definida "El libro de la Consolación" (cap. 30 y 31), invita al pueblo a la esperanza y pinta un futuro de reconstrucción nacional, mas religiosa que política, basada sobre una ALIANZA NUEVA, INTERIOR, sellada en el corazón del hombre.
Páginas escogidas:
Jer. 1,4-19 12,1-5 15,10-21 17,14-18 18,18-23 20,7-18 Misión de Jeremías y su historia interior.
Jer 2,1-25 3,1-5 7,1-15 17,5-13 Predicación del profeta
Jer 23,1-8 31,10-34 Profecías mesiánicas (Alianza Nueva y Eterna)
Profetas del siglo VIII Amos, Oseas y Miqueas
AMOS: Profetizó en el reino del Norte, Israel, bajo el rey Jeroboam II, los escritos suponen un período de prosperidad y riqueza, la cual se encuentra en manos de unos pocos. Amos nos da un cuadro detallado de la sociedad de su tiempo y de sus problemas, la fuerte desigualdad entre ricos y pobres crea abusos e injusticias sociales, contra las que se lanza el profeta, levantando poderosa la voz y la voluntad de Dios. Por eso Amós es considerado el profeta de la justicia social.
El libro de Amós es pequeño, de apenas 9 capítulos.
Mensaje de Amós:
Invita a su pueblo a profundizar y cumplir la ALIANZA hecha con Yahvé.
El profeta amenaza con la llegada del DIA DE YAHVE, día terrible en que Dios pondrá las cosas en su lugar, día de castigo y día de la justicia de Yahvé.
Denuncia la corrupción, las divisiones, la explotación, el culto exterior el fariseismo y el orgullo.
Páginas escogidas:
Am. 4,1-13 Fidelidad de Dios y la infidelidad del hombre
Am 5,10-13 8,1-14 Denuncia de la injusticia y explotación
Am 5,14-24 El día de Yahvé.
OSEAS: Vivió hacia el año 750 a.C. en el reino del Norte Israel, contemporáneo de Amós.
Oseas ha pasado a la historia como el profeta engañado por su esposa, a la que, a pesar de todas sus infidelidades, no dejó de amar. Vive una profunda experiencia en el fracaso matrimonial y descubre en ello un significado profético y simbólico, así que más que con palabras e imágenes, profetiza con su propia vida y con las desavenencias de su amor por Gomer, su mujer.
Este libro abarca 14 capítulos.
Mensaje del libro de Oseas:
Es el profeta del AMOR, del amor de Dios traicionado por su pueblo, por el hombre a quien tanto ha amado. Oseas es el profeta del amor traicionado, del celo y del perdón, es también el profeta de la ESPERANZA toda traición humana al amor de Dios tiene esperanza de perdón y de una nueva oportunidad para ser fiel al Señor.
Páginas escogidas:
Os 2,18-25 La alianza nueva y universal en el amor
Os 6,1-16 Salmo penitencial
Os 11,1-11 El amor misericordioso de Dios.
MIQUEAS:
Es contemporáneo de Isaías y es el último de los 4 profetas del siglo VIII, su vida y su predicación se desarrolla en el sur, en Judá en tiempo de los reyes Jotám, Acaz y Ezequías.
Era originario de Moreset cerca de los Filisteos, hombre de campo, su predicación es, como la de Amós, sencilla, directa y vehemente.
Mensaje de Miqueas:
Es el profeta del "Juicio de Dios", Yahvé es el juez y amonesta, procesa y condena el pecado y la explotación del pueblo y de los jefes. Las culpas que denuncia son semejantes a las del libro de Amós: La opresión de los ricos con los pobres las injusticias y falsedad de los jefes y de los falsos profetas.
Páginas escogidas:
Miq 4,1-5,14 Promesas mesiánicas (muy parecidas a las de Isaías)
Miq 5,6-8 El resto de Israel.
Profetas del siglo VII (700-600 a.C.) Sofonías, Nahúm y Habacuc .
SOFONIAS
Predicó en Jerusalén, en sus profecías nos da a conocer el estado de Jerusalén antes de la reforma religiosa: sus idolatrías, las costumbres extranjeras y paganas, el falso profetismo, las violencias y las injusticias. Sofonías escribe con un estilo directo y concreto y sus profecías se pueden acercar por sus temas a las de Amós.
Mensaje de Sofonías:
Denuncia las culpas de su pueblo y de la sociedad. Las sintetiza en un único pecado: el orgullo.
Es en contra de estos vicios y de sus autores que el profeta lanza su (día de la ira de Yahvé), que adquiere una dimensión cósmica, universal.
NAHUM:
Su nombre significa "Yahvé ha consolado". Predicó en Judá. El tema de su predicación es la caída de la ciudad de Nínive que seguramente en la mente del profeta es el símbolo de todo pueblo o ciudad que se opone a los planes de Dios.
Mensaje de Nahúm:
Las profecías de este profeta, su estilo y mensaje, reflejan el corazón de un patriota israelita que ama tanto a su nación, que con pasión nacionalista se lanza con amenazas sobre la ciudad opresora y enemiga de Nínive, implorando la justicia de Dios y la realización de sus promesas, seguro que el Señor gobierna la historia de los pueblos, y es fiel a su palabra de salvar a su pueblo.
HABACUC:
Profetizó en los años 605-600 a.C. cuando Nabucodonosor, iniciaba su dominio sobre las naciones vecinas de Asia Menor y también sobre el pueblo de Israel. Habacuc aparece, a través de su libro, como un profeta tremendamente inserto y metido en las problemáticas de su tiempo. Sus profecías enfrentan el tema dramático de la justicia divina, frente a la realidad de las opresiones, atropellos e injusticias contra el pueblo humilde y creyente.
Mensaje de Habacuc:
Enfrenta el problema de la justicia divina frente a las naciones y su desarrollo. El profeta se queja y se atreve a pedir cuentas a Dios. Dios dá su primera respuesta "Yahvé guarda el secreto de su manera de obrar y de gobernar el mundo, solamente nos pide que tengamos confianza en El y nos mantengamos fieles EL JUSTO VIVE DE SU FIDELIDAD". Mensaje central de Habacuc que será recogido y ampliado por San Pablo para demostrar que la salvación no viene por ley, sino por la fe en Cristo.
Profetas del Exilio
En el siglo sexto y quinto el Pueblo de Dios vivió la amarga experiencia del Exilio en Babilonia, misma que marcó también la palabra de los profetas del tiempo.
Los libros que fueron escritos durante este siglo fueron: EZEQUIEL, LAMENTACIONES Y EL DEUTERO-ISAIAS.
Cuando se habla del exilio de Babilonia, no se entiende que todo el pueblo de Dios fue deportado en masa. Quedó en Judea y Palestina una parte del pueblo: Los campesinos, los comerciantes, la gran parte del pueblo proletario y pobre, ajeno a la política y a la suerte del Pueblo de Israel.
Las condiciones materiales y espirituales de esta pobre gente que se quedó en patria debieron ser muy duras: Jerusalén y su Templo estaban destruidos, el país estaba al suelo, sin leyes ni jefes…quedó un pueblo sin religión y sin esperanza. Muchos perdieron su fe en Yahvé y se arrimaron a la religión de los pueblos aledaños.
La marcha de los exiliados también fue dura: desde Ramá partieron hacia Babilonia: debieron ser meses de marcha forzada. Llegaron los mas fuertes y fueron distribuidos en los varios pueblos alrededor de Babilonia en los trabajos de los campos y de la ciudad.
Ellos, los deportados, ese "resto de Israel", desde la humillación del destierro harán resurgir las esperanzas de salvación y de fidelidad a Dios, de la restauración del templo y de la nación.
Para mantener viva esta esperanza el Señor mandó especialmente a su profeta Ezequiel, que no sólo mantendrá despierta la fe de los exiliados, sino que purificará la religión ritualista del Pueblo en una religión del "corazón nuevo y espíritu nuevo" (EZ 18,31)í
EL PROFETA EZEQUIEL:
Pertenecía a una familia sacerdotal de Jerusalén y tenía una mujer a quien amaba tiernamente. Después del primer asedio de Jerusalén fue llevado al exilio, en la deportación del año 597 a.C: Allí en Babilonia, en el año 593 fue llamado por Dios en una solemne Teofanía para que como profeta, llegara a ser "bandera y centinela" para la "casa rebelde" de Israel (cap. 1,2 y 3)
Es un hombre fuertemente dotado de imaginación, un místico como Teresa de Avila o Francisco de Asís.
Es propenso al abatimiento y tiene una visión de la historia de Israel totalmente negativa.
A diferencia de otros profetas escritores, Ezequiel no se limitó a hablar, sino que actuó mucho simbólica y enigmáticamente. Teniendo un estilo apocalíptico.
Mensaje de Ezequiel:
Todo su libro gira alrededor de dos temas: El pecado de Israel con el relativo castigo y el tema de la restauración-salvación. Ningún otro libro nos da una visión tan sublime de la majestad de Dios. Dios para Ezequiel es el "santo, el Trascendente". Desde la primera hasta la última página el profeta describe la "gloria de Yahvé".
Para Ezequiel, todos los pecados de Israel son ofensas contra la "santidad de Dios y contra su gloria"
Estos pecados se concretizan en la profanación del culto y del santuario, la idolatría, la infidelidad a Dios confiando en alianzas políticas, las culpas de las malos jefes y falsos profetas.
Es el profeta Mesiánico. La figura del Mesías salvador no será un rey, sino un sacerdote pastor, la misión es esencialmente sagrada, cultual, de santidad.
Páginas escogidas:
Ez 2,1-3 33,1-7 Vocación del profeta
Ez 16,1-63 Ez 22,1-31 Ez 20,1-44 Algunos oráculos condenatorios
Ez 34,1-33 El pastor de Israel y su rebaño
Ez 36,22-30 El corazón nuevo -don gratuito del Señor-
Ez 37,1-14 La visión de los huesos
Ez 47,1-12 El Río de agua que sale del templo. La Iglesia, ha visto en este Río de agua viva a Cristo
Que sale del seno de la Iglesia (el templo), en los 7 ríos de los sacramentos como medio de santificación que dan vida a todos los fieles.
LOS PROFETAS DE LA RESTAURACION. SIGLOS V Y III (AÑOS 530-300 a.C.).
La grandeza del imperio de Babilonia duró hasta el siglo VI, luego asoman al umbral de la historia del Oriente Medio los Persas, que sujetaron a Babilonia y ensancharon su imperio por el espacio de dos siglos. Ciro es el primero de sus jefes, Ya conocemos que con un edicto, en el año 538 a.C. permitió a los cautivos de Babilonia, volver a su patria. Durante el imperio de los Persas, el Pueblo de Dios vuelve a su patria y se estabiliza en Palestina, ocupándose especialmente en la reconstrucción del Templo y en la restauración de la fe de los padres, predicada por Esdras y Nehemías.
Los profetas contemporáneos ABDIAS, AGEO Y ZACARIAS, cooperaron con su palabra en la misión de la restauración. Estos profetas llamados "cultuales", por su interés en establecer el culto a Yahvé retornando a la fidelidad a la ley de Deuteronomio.
ABDIAS:
Es el libro más corto de todo el A.T. tiene solamente 21 versículos.
El profeta quiere manifestar solo tres ideas:
Que los Israelitas que regresaron del exilio son ese "resto de Israel" que construirá el nuevo culto a Yahvé.
El "Reino de Dios", escatológico y espiritual, no tendrá un carácter regal o dominio,como el antiguo reino de David, sino será un Reino basado sobre la santidad y sobre el culto.
En el "Día de Yahvé", serán juzgados los enemigos de Israel.
AGEO:
Es el predicador de la Gloria del nuevo templo restaurado. Aparece como un rígido fustigador del pueblo, que se preocupa más en su interés y en sus cosas terrenas, que en el culto y en el templo.
Su predicación gira en torno a dos temas:
La restauración del templo
La gloria futura (era escatológica) del pueblo fiel.
Para el profeta lo más importante es la construcción del templo, porque de ello depende también que Dios intervenga a favor de su pueblo.
ZACARIAS:
Este libro no pertenece a un solo autor. Se nota claramente que hay diferencias de temas, estilo, intereses entre la primera y segunda parte. Los capítulos 1-8 son del mismo profeta, pero los capítulos 9-14 son obra de otro profeta que vivió dos siglos después.
Es uno de los libros más difíciles de interpretar del A.T., escribe con imágenes y visiones surrealistas que producen desconcierto. Sin embargo, el mensaje de este Profeta resulta claro y fácil de resumir.
Mensaje de Zacarías:
Ante todo se refiere a la reconstrucción del Templo, que se hará principalmente por obra del Espíritu de Dios.
Lo que más interesa a Zacarías es el nuevo mundo futuro, las visiones de Zacarías se convirtieron en un buen arsenal de imágenes para los escritos apocalípticos del Nuevo Testamento. Especialmente el Apocalipsis de Juan.
La segunda parte del libro en los capítulos 9-14 llamados La Apocalipsis de Zacarías se desarrollan fundamentalmente cuatro ideas:
La salvación o condenación de los pueblos paganos Zac. 9,1-8; 14,16-21
El Mesías, Rey humilde, buen pastor, siervo de Yahvé (temas mesiánicos) Zac. 9,9-10 11,4-1712,10-13 13,7-9
Las guerras y victorias de Israel Zac. 9,11-10 10,3-11 12,1-9 14,1-15
La idolatría y los falsos pastores y profetas Zac 10,2ss 13,2-6
Leyendo estos capítulos, notaremos enseguida que algunos temas serán muy familiares, pues los hemos conocido en el Evangelio, como los mercaderes en el templo (Zac 14.2) la entrada de Jesús en Jerusalén (Zac. 9,9) la venta por treinta monedas (Zac 11,12) la contemplación del traspasado (Zac 12,10) o la imagen del Buen Pastor (Zac 13,7).
JOEL:
Este libro fue escrito entre el año 400 y el 350 a.C. Joel, como otros porfetas, aprovecha de cualquier cosa de la vida diaria (un cesto de higos, una sequía, una olla hirviendo, una rama de almendro…) para captar el mensaje de Dios. Toda la profecía de Joel se centra en el "día apocalíptico de Yahvé"
La enseñanza es clara: "ese día de Yahvé es el día en que Dios hará justicia, sea de su pueblo como todos los pueblos paganos" (Joel 2,1-11) El profeta a la vez consuela y sacude la conciencia de su pueblo. Para nosotros los cristianos, hay algunos pasos de Joel que usamos en la liturgia y son muy útiles para nuestra reflexión.
Joel 2,1-11 - desde muy antiguamente la Iglesia ha usado en las celebraciones de difuntos -.
Joel 2,12-17 -La Iglesia recoge esta profunda llamada a la penitencia en la liturgia de Cuaresma.
Joel 3,1-5 La efusión del Espíritu, que supera toda barrera de sexo, edad y clase social es el mismo texto bíblico que Pedro en pentecostés, anuncia y menciona en su primera predicación.
MALAQUIAS:
Este libro escrito en los años 480-450 a.C. Un aspecto característico de esta obra es el uso del diálogo.
El profeta hace una afirmación, los oyentes objetan o niegan la afirmación del profeta y este vuelve a justificar la afirmación inicial y saca sus consecuencias.
Malaquías aborda temas y problemas morales de su tiempo, como el Amor de Dios, la justicia divina, la retribución divina, las ofrendas, los matrimonios mixtos, los divorcios y los diezmos.
El pequeño libro de Malaquías es muy citado en el Nuevo Testamento como Mal. 3,1 y 3,23ss., que hablan del "Mensajero" en todos los casos es identificado con San Juan Bautista.
JONAS:
El libro de Jonás es uno de los más conocidos ¿Quién no recuerda este personaje gracioso, pesimista, fanático, nacionalista, rebelde, en el vientre de una ballena?. De hecho estamos delante de una narración didáctica, con intención de enseñar una verdad. ¿Cuál verdad? El libro de Jonás es una llamada al universalismo de la salvación y un himno al amor de Dios y su misericordia, que quiere salvar a todos.
El autor del libro escoge para su narración la ciudad de Nínive, porque había quedado en la conciencia del pueblo de Israel como el símbolo más cruel de agresividad contra él. Nínive representa a todos los pueblos paganos y opresores de todos los tiempos. A ellos debe dirigirse Jonás y todo fiel para exhortarlos a la conversión y a ellos les concede Dios su perdón.
Una última nota queremos decir de Jonás, Jesús adapta a sí mismo y a su muerte y resurrección, la situación de Jonás dentro del pez. (Mt. 12,40) Y otra vez en Lc. 11,32 y Mt. 12,41, recuerda la conversión de los Ninivitas frente a la falta de fe de los de su pueblo.
DANIEL:
Este libro es difícil de comprender y su lenguaje es diverso de otros profetas.
Daniel de la tribu de Judá, nacido de una familia noble y culta, fue llevado muy joven a Babilonia en la primera deportación de Israel y con otros jóvenes fue puesto entre los pajes del rey Nabucodonosor. Desde el inicio aparece dotado de justicia y sabiduría, características de su personalidad . Es fiel a la ley de Dios y tiene un extraordinario don de interpretar sueños y visiones, estas cualidades le favorecen la predilección y la simpatía del rey.
Los géneros literarios de este libro son Haggádico y Apocalíptico.
Haggádico = Haggada que quiere decir narrativo, relato inventado con escasa base histórica, narrado para inculcar una lección moral.
El género apocalíptico permitió al autor de Daniel, a través de visiones, alegorías e imágenes cósmicas, tener una visión de la historia más amplia y proyectar las promesas de los profetas hacia el futuro, hacia los últimos tiempos. Este género literario será usado a menudo en el N.T. especialmente en los Evangelios y naturalmente en el Apocalipsis de Juan.
Mensaje y enseñanzas del libro de Daniel:
Está muy claro que la obra se escribió ante todo para dar ánimo a los Judíos, para que se mantuvieran fieles al Dios de sus Padres, en una época que solo sentían el atractivo paganizante de Grecia.
Tiene especial interés de demostrar que la sabiduría de Dios es mayor que toda sabiduría y poderes humanos, dando pruebas de que Dios puede salvar a sus fieles de los perseguidores.
Insiste una y otra vez en que Dios ayuda al justo y humilde que observa la ley de Moisés, también en el peligro y lo libera como liberó a Daniel o a los tres jóvenes en el horno o a Daniel en el foso de los leones o a Susana de su injusto juicio. El profeta atribuye un importante papel a los ángeles como ministros de Dios, que a través de ellos revela su voluntad a los hombres. Daniel nombra y da importancia más que nadie en el A.T. a Gabriel y a los ángeles. Otra aportación importante es la clara doctrina de la resurrección de los cuerpos, lo que hace pensar que la fe en la resurrección era ya común en el pueblo de Dios desde el siglo II a.C.
Dan 2,1-49 El sueño de Nabucodonosor
Dan 3,1-97 Los tres jóvenes en el horno
Dan. 6,1-29 Daniel en el foso de los leones
Dan 9,1-27 Oración de Daniel y las 70 semanas
La Cronología de los Profetas del Antiguo Testamento
Los dieciséis profetas -desde Isaías hasta Malaquías- cuyos escritos han llegado hasta nosotros, vivieron durante unos cuatro siglos; más o menos desde el año 800 hasta el 400 a. C. La mayoría de ellos consignó datos cronológicos que permiten ubicar, al menos en forma aproximada, la duración de su ministerio. En el caso de Joel y Abdías no hay una evidencia concluyente en cuanto al tiempo de su actuación, y los eruditos discrepan mucho al respecto.
El cuadro que acompaña a este artículo permitirá que el lector estudie a estos profetas dentro de su marco histórico. Muchos mensajes y profecías sólo pueden entenderse correctamente dentro del marco histórico en que los profetas actuaron y según los acontecimientos ocurridos durante sus vidas.
Ya que es posible ubicar con bastante precisión a los reyes de Judá e Israel, sobre todo los últimos, se presentan en este cuadro los diversos reinados durante los cuales ministraron estos dieciséis profetas, de acuerdo con las fechas que este Comentario emplea en su cronología bíblica provisoria.
Además, en una columna separada aparecen los reyes de Asiria, Babilonia y Persia, cuyas fechas han sido establecidas. La mayoría de ellos son mencionados en la Biblia, ya en los libros históricos, ya en los proféticos. La última columna da una lista de acontecimientos especiales ocurridos durante el período correspondiente, algunos de los cuales son de carácter político y tienen que ver con los países vecinos de Israel y Judá, mientras que otros acontecimientos son más bien nacionales. Este cuadro sólo muestra los sucesos que se mencionan en la Biblia y que son importantes para entender correctamente los mensajes proféticos. Los siguientes breves resúmenes contienen las pruebas cronológicas que sirven para ubicar a los profetas en las fechas dadas en este cuadro.
CRONOLOGÍA DE LOS PROFETAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
ISAÍAS
Isaías fue el gran precursor de una serie de escritores bíblicos. Los autores del NT reconocen este hecho al citar a Isaías más de 90 veces. Isaías profetizó en el reino del sur, Judá, donde actuó durante un período crítico de la nación. Desempeñó un papel importante durante dos períodos cruciales: (1) en tiempo de Acaz, durante la guerra entre Siria e Israel (cap. 7-11), y (2) en tiempo de Ezequías, cuando Senaquerib sitió a Jerusalén (cap. 36-37). Mediante su propia confianza en Dios estimuló a Ezequías y al pueblo, y de ese modo pudo ayudar a salvar a Jerusalén.
La primera parte de su ministerio parece haber coincidido con los últimos años del reinado de Uzías (véase la Introducción a Isaías), pero su llamamiento al ministerio profético aconteció en 740/739, último año de Uzías (cap. 6: 1). Continuó fielmente con su misión durante tres reinados: de Jotam, de Acaz y de Ezequías (cap. 1:1). Parece que fue odiado a muerte por Manasés, el impío hijo de Ezequías. Cuando Manasés subió al trono como rey exclusivo a la muerte de su padre, más o menos en el año 686, no perdió tiempo en deshacerse del fiel vidente (PR 281). Según la tradición judía, Isaías fue aserrado. Es posible que en Heb. 11:37 se haga referencia a este hecho.
Todo el ministerio de Isaías, desde Uzías hasta Manasés, debe haber durado más de medio siglo (PR 230, 281).
JEREMÍAS
La historia de la vida de Jeremías es más conocida que la de cualquier otro profeta. Era miembro de una familia sacerdotal oriunda de Anatot. Jeremías fue escogido por Dios para servir como profeta desde antes de su nacimiento (cap. 1: 5), y llamado en temprana edad (cap. 1:6-7). Aunque el vocablo hebreo ná'ar, "joven" o "niño", con el cual el profeta se designa (vers. 6), no indica la edad exacta del profeta cuando fue llamado por Dios, el contexto del pasaje parece apoyar la interpretación de que era aún muy joven, y que quizá tuviera menos de veinte años. Fue llamado en el año 13 del reinado de Josías (cap. 1: 2; 25: 3), alrededor del año 627. Josías también era joven, pues en esa época tenía sólo 21 años.
Jeremías vivió en un período crítico de su nación, y fue llamado a proclamar muchos mensajes de reprensión, y también a pronunciar solemnes predicciones de calamidades que sobrevendrían a su pueblo a causa de su desobediencia. Por causa de sus osados mensajes casi perdió la vida durante el reinado de Joacim, y por eso se escondió (cap. 36: 26). Durante el reinado de Sedequías, último rey de Judá, Jeremías fue encarcelado por considerárselo traidor a la patria (cap. 37: 11-16), pues aconsejó a su pueblo que se rindiera a los babilonios. Después de la caída de Jerusalén en 586, Nabucodonosor permitió que Jeremías quedara con el remanente del pueblo que fue dejado en el país (cap. 40:1-6). Después de que Gedalías -el nuevo gobernador de Judea- fue asesinado los judíos de Mizpa, temiendo la venganza de Nabucodonosor, se marcharon a Egipto llevándose a Jeremías y también a Baruc, su amanuense (cap. 43: 6).
Estando en Egipto, Jeremías clamó contra la idolatría que los judíos practicaban allí (cap. 43-44). Probablemente murió en el país del Nilo. Una tradición judía afirma que fue apedreado por su propio pueblo. Si el apéndice histórico del cap. 52 fue escrito por el profeta, debe haber vivido hasta 561, cuando Joaquín fue liberado de la cárcel por Evil-merodac, rey de Babilonia (cap. 52: 31 ), siendo pues, en tal caso, octogenario. Los que creen que el cap. 52 fue añadido como una posdata inspirada por el amanuense de Jeremías o por uno de sus discípulos, deducen que el profeta había muerto unos 20 años antes, alrededor del año 580 a.C. En el cuadro se dan las dos posibilidades y se indica, por medio de una línea discontinua, su posible ministerio de dos décadas, de 580 a 560 a.C.
EZEQUIEL
El profeta Ezequiel, también sacerdote, fue uno de los 10.000 judíos llevados al exilio por Nabucodonosor en 597 a. C., cuando el rey Joaquín fue llevado a Babilonia. En el 5.º año del cautiverio de Joaquín, 593/92, Ezequiel tuvo su primera visión junto al "río Quebar", un canal que se encontraba cerca de la famosa ciudad de Nippur, al sur de Babilonia (cap. 1: 1-3). La afirmación de que ese 5.º año del cautiverio también era el "año treinta", resulta enigmática. Se cree que el profeta hace referencia a su propia edad o a los 30 años transcurridos desde la reforma que ocurrió durante el 18.º año de Josías.
Varios de los mensajes del profeta llevan fecha exacta, y el último de esos mensajes proféticos que llevan fecha fue recibido en el año 27 del cautiverio de Ezequiel (cap. 29: 17), 571/70. Esto le atribuye a Ezequiel un ministerio de por lo menos 22 años, desde 593/92 hasta 571/70. Sin embargo, es posible que algunas de sus profecías que no tienen fecha hubieran sido dadas posteriormente. Por lo tanto, no es preciso considerar que el año 571/70 fue necesariamente el último de su ministerio.
DANIEL
Daniel fue llevado a Babilonia en el año 605 a. C., durante el año de la ascensión al trono de Nabucodonosor (ver com. cap. 1: 1). Pero fue sólo en el tercer año de su cautiverio, el 2º del reinado de Nabucodonosor, cuando el joven Daniel presentó las primeras pruebas de su vocación profético (cap. 1: 5, 17; 2: 1, 19). Por lo tanto, puede considerarse que el ministerio profético de Daniel comenzó en el año 603.
Por algún tiempo ocupó un encumbrado puesto en el gobierno de Nabucodonosor (cap. 2: 48), y se convirtió en un consejero digno de confianza del gran rey. Al parecer, durante los años de los sucesores de Nabucodonosor, sus servicios no fueron requeridos; sin embargo, aparece otra vez desempeñando un papel importante en la noche de la caída de Babilonia, cuando interpretó la misteriosa escritura de la pared (cap. 5). Poco después de esto, una vez más fue ascendido a un elevado puesto de honor y responsabilidad en el recién formado Imperio Persa (cap. 6).
Todas las visiones de Daniel que se registran en los capítulos 7 al 12 fueron recibidas en los últimos años de su vida: la primera de ellas (cap. 7) en el 1er año de Belsasar (552 o quizá más tarde), y la última (cap. 10-12) en el 3er año de Ciro (536/35 a. C.). Quizá fue en esta ocasión, siendo Daniel ya casi de 90 años, cuando se le mandó cerrar el libro y sellarlo (cap. 12: 4, 13). Por estas razones puede ubicarse el extenso ministerio profético de Daniel aproximadamente desde el año 603 hasta el 535 a. C.
OSEAS
El profeta Oseas era ciudadano del reino del norte de Israel, cuyo gobernante, Jeroboam II, es llamado por el profeta "nuestro rey" (cap. 1: 1; 7: 5). Al compararse algunas de sus profecías con las de Amós, se nota que Oseas fue contemporáneo de aquél, aunque algo más joven (cf. Ose. 4: 3 con Amós 8: 8; Ose. 4: 15 con Amós 5: 5; y Ose. 8: 14 con Amós 2: 5). Comenzó su ministerio durante el reinado de Uzías, rey de Judá, y Jeroboam II, rey de Israel (cap. 1: 1), y continuó hasta el tiempo de Ezequías, rey de Judá (cap. 1: 1). Sin embargo, todos sus mensajes están dirigidos a la nación del norte.
El libro no menciona la caída de Samaria que acaeció en 723/22 a. C.; por lo tanto, puede deducirse que el último mensaje del profeta fue dado antes de la destrucción de Samaria. Por esto puede ubicarse su ministerio desde más o menos el año 755 o antes, hasta aproximadamente el año 725 a. C.
JOEL
Nada se sabe del profeta Joel, excepto que era hijo de Petuel (cap. 1: 1). Su libro se caracteriza por el hábil empleo del idioma, una sintaxis bien equilibrada y una poesía vivaz e impresionante. Pero el libro no contiene ninguna indicación clara del tiempo de la actuación del profeta. Es imposible ubicar cronológicamente la devastadora plaga de langostas tan vívidamente descrita por el profeta, comparada con los terrores del día venidero del castigo. Los eruditos sostienen opiniones muy dispares en cuanto a la fecha del ministerio de Joel. La generación más antigua lo sitúa en el siglo IX a. C., mientras que la mayoría de los comentadores modernos lo colocan 23 en tiempos del rey Josías o en el período postexílico. Puesto que no existe ninguna evidencia decisiva en favor de ninguna de estas posiciones, aquí se presentan las tres:
1.- Joel vivió en el siglo IX.-
Los grandes imperios de Asiria y Babilonia no aparecen en el horizonte del profeta; por lo tanto, parece haber actuado antes de que Asiria tuviera que ver con los asuntos palestinos. Puesto que las hostilidades de los pueblos paganos contra Judá (cap. 3: 4 en adelante) parecen referirse a las que se registran en 2 Rey. 8: 20-22 y 2 Crón. 21: 8-10, 16, y nada se indica en cuanto a las dificultades ocasionadas por Hazael (2 Rey. 12: 17- 18; y 2 Crón. 24: 23-24), se ha llegado a la conclusión de que Joel dio sus mensajes en el período comprendido entre estos dos acontecimientos. Además, se piensa que el ministerio de Joel ocurrió durante los años cuando el sumo sacerdote Joiada actuó como regente de Joás, el niño rey (2 Rey. 11: 17 a 12: 2), lo cual explicaría por qué no aparece el rey en ninguna parte del libro, pero sí se habla de un floreciente culto en el templo.
2. Joel actuó en el siglo VII.-
Esta posición afirma que el ministerio de Joel parece coincidir con los primeros años de Josías, cuando el poderío asirio se estaba acercando a su fin y Babilonia era todavía un reino débil. Por esto el profeta no menciona a ninguno de estos dos reinos. Puesto que Josías ascendió al trono siendo niño, sin duda reinó bajo un regente, lo que explicaría por qué Joel no menciona a ningún rey. Además, el hecho de que los habitantes de Tiro y Sidón no aparecen como enemigos de Judá hasta las últimas décadas de su historia, entre tanto que en el libro de Joel figuran como enemigos de Judá, también parece indicar que el profeta actuó cerca del fin del reino de Judá. A esto puede añadirse la mención de los griegos (cap. 3:6), quienes difícilmente figuraron en la historia del Cercano Oriente antes del siglo VII. Por estas razones, este Comentario ha adoptado la posición de que Joel actuó en el siglo VII, aunque no hay una evidencia decisiva de que ésta sea la única posición aceptable.
3. Joel actuó después del exilio.-
Algunos comentadores han entendido que, puesto que Joel no menciona a ningún rey de Judá, ni de Asiria, ni de Babilonia, y hace referencia a la hostilidad de Tiro y Sidón y menciona a los griegos, deben ubicar el libro después del exilio. Pero es necesario notar que no se hace ninguna referencia a Persia, lo cual podría esperarse en un libro de origen tan tardío. Este hecho debilita el argumento en favor de una fecha postexílica para Joel.
AMÓS
Amós se presenta ante sus lectores como "uno de los pastores", "boyero" ("pastor", BJ) que también recogía "higos silvestres" (cap. 1: 1; 7: 14). En la introducción de su libro afirma que actuó durante los reinados de Uzías de Judá, y Jeroboam II de Israel. Puesto que éstos son los dos únicos reyes mencionados, puede entenderse que Amós profetizó durante el tiempo cuando ambos eran reyes exclusivos en sus reinos respectivos. Uzías reinó solo en Judá de 767 a 750, y Jeroboam en Israel de 782 a 753; por lo tanto, el ministerio de Amós puede haber ocurrido entre los años 767 y 753 a. C. A pesar de que se menciona que recibió su primer mensaje de parte de Dios "dos años antes del terremoto" (cap. 1: 1), es imposible situar su ministerio con mayor precisión, pues se desconoce la fecha del terremoto. Sin embargo, este sismo debe haber sido muy fuerte, pues lo recuerdan los que vivieron 250 años más tarde, según lo demuestra Zac. 14: 5.
Este profeta fue ciudadano de Judá, pero también fue portavoz de mensajes para el reino de Israel. Varios de sus mensajes fueron dirigidos contra naciones extranjeras. Fue a Bet-el, ciudad santuario del reino del norte, para pronunciar allí 24 mensajes proféticos de advertencia, reprensión y castigo para Israel.
ABDÍAS
El breve libro de Abdías, que consta sólo de 21 versículos, no lleva fecha, y su ubicación cronológica no es segura. La profecía de Abdías, dirigida contra Edom, presupone que había ocurrido recientemente un saqueo de la ciudad de Jerusalén, en el cual muchos judíos habían sido llevados cautivos. Algunos creen que el profeta se refiere a la conquista de Jerusalén en tiempos del rey Joram (2 Rey. 8: 20-22; 2 Crón. 21: 8-10, 16-17), en el siglo IX. Otros creen que el profeta se refiere a la destrucción de Jerusalén a manos de Nabucodonosor en 586 a. C. El hecho de que algunas de las palabras empleadas por Abdías también se encuentren en Jeremías (Abd. 1, 3-4; cf. Jer. 49: 14, 16) y Joel (Abd. 15, 17; cf. Joel 1: 15; 2: 1, 32) difícilmente puede servir como una evidencia para establecer una fecha más antigua o más reciente. Por lo tanto, aquí se adopta la fecha más reciente, sin que por ello se considere que es un error ubicarlo en un tiempo más antiguo.
JONÁS
El profeta Jonás era galileo, de Gat-hefer. En su libro no aparece ningún elemento decisivo para identificar la fecha de su misión a Nínive. Sin embargo, en 2 Rey. 14: 25 se afirma que Jonás también profetizó acerca de la expansión de Israel y que esa profecía se cumplió en el tiempo de Jeroboam II. Esta profecía debe haber sido dada antes de que Jeroboam fuera rey (aproximadamente 793 a. C.) o en los primeros años de su reinado; por lo tanto, es probable que Jonás haya sido el primero entre los profetas que se estudian ahora.
Esa fecha tan antigua para el ministerio de Jonás -en torno de 790 a. C.- coincide bien dentro de la historia asiria. El único período en el cual parece calzar la misión de Jonás a Nínive, con los resultados conocidos, es en el reinado de Adadnirari III (810-782). Durante el reinado de éste, Asiria dejó su religión politeísta por un corto tiempo, y abrazó un culto más o menos monoteísta dedicado a Nabu.
MIQUEAS
Miqueas era oriundo de Moreset-gat (cap. 1: 1, 14), probablemente lo que hoy corresponde con Tell el-Yudeidah en la parte sudoeste de Judá. No debe confundirse al profeta Miqueas con Micaías, hijo de Imla, profeta de Israel en tiempos de Acab (siglo IX a. C.). Algunos antiguos comentadores procuraron demostrar que se trataba de una misma persona, debido al empleo que hacen ambos de frases similares (Miq. 1: 2; cf. 1 Rey. 22: 28). Sin embargo, los datos cronológicos presentados por Miqueas se oponen a esta identificación, y demuestran que medió al menos un siglo entre los dos.
Miqueas afirma que su ministerio se efectuó en tiempos de Jotam, Acaz y Ezequías (cap. 1: 1). Puesto que Jotam pasó a ser soberano único después de la muerte de su padre Uzías en 740/39, sin duda debe ubicarse la fecha del comienzo del ministerio de Miqueas después de ese año. Por lo tanto, se ve que fue contemporáneo de Isaías, aunque algo menor que éste. El vocabulario y la terminología de Miqueas tienen mucho parecido con los de Isaías (Miq. 4: 1-4; cf. Isa. 2: 2-4). Jeremías, al citar a Miqueas (Jer. 26: 18 ; cf. Miq. 3: 12) afirma que éste actuó durante el reinado de Ezequías. Todo esto lleva a la conclusión de que Miqueas profetizó desde el año 740 al 700 a. C., aproximadamente.
NAHÚM
Se dice que Nahúm era de Elcos (cap. 1: 1), pero Elcos (Elcóš, BJ) no figura como nombre geográfico en ninguna otra parte de la Biblia. Algunos han procurado identificarlo con Elkesi, en Galilea, con Alkush en Asiria y con una aldea próxima a Eluterópolis en Judá. Sin embargo, no hay duda de que vivió y trabajó en el reino del sur y que su principal profecía estaba dirigida en general, contra Asiria, y contra Nínive en particular. No se dan datos cronológicos, pero el profeta habla de la caída de Tebas (No Amón, BJ; Noph, ARV; cap. 3: 8) como un acontecimiento pasado. Esta ciudad, capital del alto Egipto, generalmente conocida por su nombre griego de Tebas, fue destruida por el rey Asurbanipal en 663 a. C. Esto proporciona una fecha límite para la antigüedad de la profecía de Nahúm. Por otra parte, se describe la destrucción de Nínive como un acontecimiento futuro (cap. 3: 7). La ciudad de Nínive, capital de Asiria, fue tomada y destruida por las fuerzas combinadas de Media y Babilonia en el año 612 a. C., por lo cual ésta sería la fecha menos antigua posible para el libro de Nahúm. La descripción gráfica que da el profeta de la catástrofe ocurrida en Tebas deja la impresión de que el acontecimiento estaba todavía fresco en el recuerdo del pueblo. Si bien el poderío de Asiria estaba decreciendo, todavía no estaba cerca de su fin. Por lo tanto, se toma el año 640 a. C., a mitad de camino entre las dos fechas límites, o sea la destrucción de Tebas y la caída de Nínive, como una fecha conjetural razonable para el ministerio profético de Nahúm.
HABACUC
Fuera de su nombre, nada se sabe del profeta Habacuc. Es posible que hubiera sido cantor en el templo, puesto que su tercer capítulo está dedicado "al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas" (cap. 3: 19). Aunque no se encuentran datos cronológicos en el libro, ciertas declaraciones permiten ubicar con bastante aproximación las profecías de Habacuc. Se menciona que el templo todavía existe (cap. 2: 20), lo que indica que el libro fue escrito antes de que Nabucodonosor destruyera la ciudad de Jerusalén en 586 a. C. Además, se predice el surgimiento de los caldeos y su invasión del occidente, pero en ese tiempo esto parecía algo increíble (cap. 1: 5-7). Esta situación coincide mejor con el tiempo anterior al surgimiento del imperio caldeo en tiempo de Nabopolasar, quien comenzó a reinar en 626/25 a. C., y que, junto con los medos, ocasionó la destrucción de Asiria. Parecería apropiado asignarle al período de la actividad profética de Habacuc una fecha alrededor de 630 a. C., antes de que los caldeos llegaran a ser una potencia de cierta importancia.
SOFONÍAS
El profeta Sofonías hace remontar su genealogía a un Ezequías, quizá el rey de Judá de este nombre. Afirma que ministró en tiempo del rey Josías (cap. 1: 1), quien reinó de 640 a 609 a. C. Habla de la destrucción de Nínive, ocurrida en 612 a. C., como de un suceso futuro, lo que indicaría que escribió antes de esa fecha. Además, la repetida mención de la impiedad de Judá, descrita como enorme en su día (cf. cap. 1: 4-6, 8-9, 12; 3: 1-3, 7), parece referirse a la época anterior a la reforma de Josías, la cual comenzó en 623/22. Estas consideraciones parecen colocar a Sofonías en los primeros años del reinado de Josías, quizá alrededor de 630 a. C., como contemporáneo de Habacuc.
HAGEO
La reanudación de la reconstrucción del templo en tiempos de Darío I, después de que la obra había sido abandonada por algún tiempo (Esd. 4: 24; 5: 1), se debió al valiente ministerio de Hageo. El libro de Hageo contiene cuatro discursos, cada uno de los cuales lleva una fecha precisa, con día, mes y año del reinado de Darío (para esas fechas ver t. III, pp. 101-102). La secuencia del libro de Hageo indicaría que todo su ministerio conocido no duró más de 3 meses y medio, y que comenzó (cap. 1: 1) el 29 de agosto de 520 a. C., y se extendió, de acuerdo con sus dos últimos discursos registrados (cap. 2: 10, 20), hasta el 18 de diciembre de 520. De todas las fechas de los profetas, la de Hageo es la que puede darse con mayor precisión.
ZACARÍAS
Zacarías quizá perteneció a una familia sacerdotal (cap. 1: 1; cf. Neh. 12: 12,16). Recibió su llamamiento entre octubre y noviembre de 520 a. C., en el mismo año en que aparece Hageo por primera vez (cap. 1: 1. Algunos meses más tarde se dieron varias otras profecías (Zac. 1: 7 a 6: 15). Luego se nota una pausa de casi dos años en su actividad, al cabo de los cuales Zacarías recibió otro mensaje divino el 6 de diciembre de 518 (cap. 7: 1), registrado en los cap. 7 y 8. Los otros mensajes y profecías, registrados en los cap. 9-14, no llevan fecha, por lo cual no es posible fijar la duración total del ministerio de Zacarías. Si bien se sabe que comenzó su obra en 520, y que siguió hasta 518 a. C., no puede asignarse una fecha definitiva para el fin de su ministerio profético. Algunos eruditos ubican la terminación de su ministerio en el año 510; pero tal vez actuó durante un tiempo más prolongado, y quizá los cap. 9- 14 se escribieron mucho más tarde.
MALAQUÍAS
Como Malaquías significa "mi mensajero", no se sabe si éste es el nombre del autor del libro o simplemente se trata de un autor anónimo. Si se trata de esto último, sería éste el único de los libros proféticos del AT escrito en forma anónima. Sin embargo, no hay una razón válida por la cual no deba considerarse a Malaquías como un nombre propio.
Malaquías es el último en la secuencia de los profetas, y su libro también es el último libro profético escrito en la era precristiana. Sus mensajes muestran que fue escrito después del reino de Judá, cuando el país era regido por un gobernador (cap. 1: 8), o sea durante el período persa. Evidentemente, el templo había sido reconstruido, pues se ofrecían sacrificios en forma regular en el tiempo de las actividades del profeta (cap. 1: 7-10) .Los abusos que Malaquías reprocha son mayormente los mismos que Nehemías encontró al regresar a Jerusalén para iniciar su segundo período de gobierno (Mal. 3: 8-9; cf. Neh. 13: 10-12; Mal. 2: 11-16; cf. Neh. 13: 23-27).
Desafortunadamente no puede situarse con exactitud el segundo período del gobierno de Nehemías, por lo que resulta un tanto difícil ubicar el libro de Malaquías. El primer período del gobierno de Nehemías fue de 444 a 432 a. C. (cap. 5: 14), después de lo cual fue llamado a regresar a Persia. Allí pasó un número no determinado de años antes de que volviera a Judea y descubriera los abusos descritos en el cap. 13. Las vigorosas medidas tomadas por el gobernador pronto remediaron la situación que encontró allí. Esto hace pensar que la obra de Malaquías pudo haber sido posterior al primer período de Nehemías como gobernador, pero anterior a su regreso a Jerusalén desde la capital persa. Por esto probablemente pueda asignarse al libro una fecha alrededor de 425 a. C.
Los profetas
ÍNDICE |
1. El profeta, hombre del presente y de la historia
1. Términos hebreos y griegos para designar al "profeta"
TÉRMINOS HEBREOS
Se usan principalmente dos términos:
Nabi': (es posible quesignifique "el llamado", comparándolo con otros términos procedentes del acádico) sugiere la idea de alguien llamado o enviado por parte de la divinidad.
Hozeh: ("el visionario"): hace referencia a las visiones que recibe un profeta para conocer la voluntad de Dios.
La terminología hebrea para designar al profeta hace incidencia en su carácter de "llamado por Dios".
TÉRMINOS GRIEGOS
Se usan principalmente el término "profetés":
"pro" ("en lugar de", o "delante de ") + "faino" ("hablar")
Por tanto, "profetés" es
"el que habla en nombre de Dios"
"el que habla delante de la comunidad"
Erróneamente, algunos Padres de la Iglesia interpretan "pro-fetés" como "el que habla antes de". De ahí que "profeta" haya sido entendido principalmente como "el que habla antes de que sucedan la cosas", es decir, "el que anuncia el futuro".
La terminología griega para desginar al profeta hace incidencia en su carácter de "comunicador de la palabra de Dios".
El profeta es el SÍMBOLO MÁS AUTÉNTICO DE LA RELIGIÓN HEBREA:
La historia no es una sucesión muda de acontecimientos, sino que tiene un sentido.
El sentido de la historia pertenece a Dios.
Dios ha comunicado el sentido de la historia a los profetas.
Por eso, algunos de los libros clasificados como "libros históricos" (Josué, Jueces, 1 - 2 Samuel, 1-2 Reyes), llamados "profetas anteriores" en la Biblia hebrea.
Las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islam) son religiones proféticas. Se basan en un concepto personal de Dios, que ha creado el mundo y al ser humano no a partir de sí mismo (emanatismo, panteísmo), sino a partir "de la nada", que se comunica con el ser humano a través del mediador profético.
2. Amós, el profeta de la justicia
Nace en Tecua, a 17 km. al sur de Jerusalén.
Su llamada profética ocurre entre de 760-750 a. C., en la época de Jeroboam II (787/6 - 747/6 a.C.)
RIQUEZA Y DESCOMPOSICIÓN SOCIAL
Al subir al trono Adad Nirari III en Asiria, los asirios atacan Damasco. Israel ve aliviada la presión del reino de Siria sobre los territorios del nordeste y del valle de Jezreel, lo que favorece la expansión territorial y la prosperidad económica.
Sin embargo, esta prosperidad viene ensombrecida por la aparición de otros fenómenos sociales:
La descomposición social: Hay un contraste brutal entre ricos y pobres. El pequeño agricultor se halla a merced de los prestamistas, y caen sobre él grandes calamidades, que lo exponen a la hipoteca, al embargo, y a tener que vivir como esclavo.
La corrupción social: los ricos aprovechan sus finanzas para aumentar sus riquezas y dominios: falsean pesos y medidas,, recurren a trampas legales y sobornan a los jueces.
La corrupción religiosa: los grandes santuarios están llenos de actividad. Pero la religión no se conserva en su pureza.
Muchos santuarios eran abiertamente paganos y fomentan cultos de fertilidad y prostitución sagrada.
Otros santuarios yahvistas cumplen una misión negativa: pretenden calmar a la divinidad con ritos y sacrificios que garantizan la tranquilidad de conciencia y el bienestar del país.
Concepto erróneo de la religión israelita: El recuerdo de los beneficios de Dios en el pasado no fomenta la generosidad, sino la falsa seguridad y el complejo de superioridad. La alianza es letra muerta. El pueblo espera el "día de Yahvé", una intervención maravillosa de Dios en favor de Israel para colmarlo de beneficios y situarlo a la cabeza de las naciones.
CAPÍTULOS 1-2: LOS ORÁCULOS CONTRA NACIONES
Se usa la fórmula de enviado: "Así dice Yahvé".
Contiene oráculos de amenaza contra las naciones vecinas de Israel, y termina con oráculos de condena contra Israel y contra Judá.
El tema de fondo de todos ellos es la crítica de la injusticia social.
CAPÍTULOS 3-6: LOS DISCURSOS
Se usan las fórmulas: "Escuchad" y los "Ayes".
Contienen críticas a la injusticia social y al falso culto.
CAPÍTULOS 7-9: LAS VISIONES
Se usa la fórmula: "Así me hizo ver el Señor".
Contiene el anuncio del futuro juicio de Dios, y la catástrofe que le espera a Israel.
LA DENUNCIA DE LA INJUSTICIA
Amós critica el lujo, la perversión de la justicia, el sistema legal que perpetúa la injusticia, el soborno de los jueces.
LA DENUNCIA DEL FALSO CULTO
La religión no tiene sentido si está privada de justicia.
Amós critica los santuarios del país, a los que no se acude con intención de asumir un compromiso más fuerte para vivir la alianza, que incluye el establecimiento de al justicia, sino con intención de "sobornar a Dios" con las ofrendas, y acallar la propia conciencia.
EL "DÍA DEL SEÑOR"
Los paisanos de Amós creen que el "Día del Señor" será el día de la gran intervención de Dios en la historia, en el que dará el triunfo definitivo de Israel sobre sus enemigos.
Para Amós el "Día del Señor" será el día en el que Dios intervendrá para juzgar a Israel, y destruir todo lo que está corrompido. Por eso será "día de desgracia, y no de alegría".
1. La historia personal del profeta (Os 1-3)
GÓMER, LA MUJER DEL PROFETA
A Oseas, Dios le hace una sorprendente proposición: casarse con Gómer, una prostituta, una mujer infiel.
Este matrimonio tiene un valor simbólico: es la historia de Dios con Israel. Dios siempre ha amado a Israel, pero Israel le ha sido infiel.
Israel-Gómer se va continuamente con sus amantes (Asiria, los dioses extranjeros). Yahvé-esposo intenta atraerla de varias formas:
Le corta el suministro de alimento (la sequía), pero sigue en su conducta.
Le cierra los caminos por donde se escapa, pero siempre logra llegar adonde quiere.
La avergüenza en público, pero continúa en su obrar.
Se la lleva al desierto, porque allí fue su primer encuentro. Y en este caso, Israel-esposa, al revivir el amor, responde con fidelidad a Yahvé-esposo.
LOS TRES HIJOS DEL PROFETA
Oseas tiene tres hijos, cuyos nombres tienen valor simbólico, pues representan la historia de la infidelidad de Israel ante Dios.
Lo' ruhama ("No-amada" o "no-compadecida"): Dios no tendrá amor-compasión por su pueblo, porque éste no ha tenido amor a Dios.
Lo' ammi ("No-mi pueblo"): se ha roto la alianza, y Dios ya no reconoce a Israel como pueblo suyo.
Yezreel: evoca la matanza de Jehú a la dinastía de Omrí.
Dios le ofrece a Israel-esposa otra oportunidad, y quiere revivir en el desierto la experiencia única del éxodo. Entonces Israel vuelve a responderle a Dios como antes, y los hijos del profeta cambian de nombre.
"Lo' ruhamah" se transforma en ruhamah ("compadecida")
"Lo' ammí" se transforma en ammí ("mi pueblo")
"Yezreel" no recordará una sangrienta matanza, sino una semilla fecunda y bendita ("yezreel" = "Dios siembra")
2. Imágenes del amor esponsal y paterno-materno
OSEAS 2: LA ESPOSA
El poema de Oseas 2 es la lectura teológica de la experiencia del matrimonio con Gómer.
A la traición de la esposa, Dios reacciona afirmando su fidelidad.
En el desierto, el lugar del éxodo y la intimidad, vuelve a corresponderle la esposa con el amor de la juventud.
La imagen del "amor esponsal" ha sido utilizada frecuentemente por los profetas para simbolizar la relación entre Dios e Israel. Es una imagen incluso anterior a la de la "alianza".
OSEAS 11: EL PADRE
Yahvé aparece como padre de Israel, que es como un niño pequeño a quien hay que cuidar y atraer "con cuerdas de amor".
Israel se va con Asiria y con los baales, y abandona a Dios. Dios decide destruir a Israel, pero al final se arrepiente de su decisión, "porque soy Dios, y no hombre"
"HESED" Y "RAHAMIM" = "FIDELIDAD" Y "COMPASIÓN"
Oseas utiliza dos términos para hablar del amor de Dios, que serán empleados constantemente por la tradición bíblica:
"Hesed" parece indicar la "fidelidad a la palabra dada". Dios siempre cumple lo que promete, es fiel; por eso nos podemos "fiar". El origen del amor de Dios es la fidelidad de Dios. Es una cualidad "paterna".
"Rahamim" parece indicar las "entrañas", el "vientre", la "compasión", la "misericordia". Dios tiene entrañas, unas entrañas que se conmueven frente a la miseria del hombre. Mientras que la palabra castellana "misericordia" hace referencia al "corazón" (cor-cordis: corazón), la palabra hebrea "rahamim" hace referencia al vientre, a las entrañas. Es una cualidad "materna"
Libros proféticos
Los Libros proféticos del Antiguo Testamento cristiano y del Tanaj hebreo forman un grupo de escritos bíblicos atribuidos a los profetas, es decir, a hombres inspirados por Dios para hablar en Su nombre y transmitir al pueblo sus enseñanzas.
En el Cristianismo, se consideran proféticos a los libros comprendidos entre Isaías y Malaquías (último del Antiguo Testamento). El Tanaj hebreo llama a esta colección Nevi´im ("profetas"), aunque incluye varios libros considerados por los cristianos como históricos (Josué, Jueces, I Samuel, II Samuel, I Reyes y II Reyes), sin incluir al profeta Daniel.
Profetas hebreos y "profetas paganos"
En el Cercano Oriente así como en el ámbito del Mediterráneo el fenómeno del profetismo ha sido parte de las formas religiosas vigentes. Los testimonios acerca de profetas comienzan a finales del Tercer milenio a.C. y se mencionan revelaciones proféticas en los pueblos vecinos de Israel, como por ejemplo Mari y Biblos; la Biblia misma habla de los profetas del dios Baal.
Origen del nombre
La palabra hebrea es nabí (de aquí su plural Neviím). Tanto el origen preciso de la palabra como su sentido exacto se nos escapan. Se han propuesto tres teorías para explicarlos:
- "Extático", de la raíz hebrea "hervir" (el "calor" de la revelación convierte al profeta en un hombre "ardiente");
- "Mensajero", de la raíz hebrea "hablar" (Yahvéh nos "habla" por boca del profeta); y
- "Llamado", de la raíz acadia nabu, "llamar" (el profeta ha sido llamado o designado por Dios para transmitir Su palabra).
La tercera de ellas es la que goza de la mayor aceptación entre los estudiosos, aunque nadie pueda demostrar la verdad de esta hipótesis.
La versión griega de los LXX nunca traduce nabu en el sentido de "éxtasis" o "extático". La traduce como profetes, es decir, "el que habla en lugar de otro", "el representante de un tercero", "el vocero". Es común el error de creer que la partícula griega pro ("delante") se refiere aquí a "el que anticipa", "el que dice las cosas con antelación" (en otras palabras, "el que ve el futuro"). La acepción correcta de "profeta", por tanto, según los LXX; no es "el vidente" sino "el portavoz", "el mensajero".
Por el contrario, la Biblia hebrea se refiere a los nevi´im con otros tres términos que sí tienen una relación más cercana con el concepto popular de "profecía": roé ("el vidente"), jozé ("el que ve", "el que tiene vista") y jolém ("el soñador", "el que tiene un sueño").
Origen histórico
El uso de la palabra "profeta" es muy antigua en la Biblia. Ya se reputa profeta a Abraham en el Génesis (20:7), pero ese término ha sido introducido allí en fecha muy posterior a la composición del libro.
También Moisés ha sido considerado así, pero es más bien un conductor y un legislador, un enviado de Dios y un libertador antes que un profeta. El único libro que lo llama de esta manera es el Deuteronomio (18:15).
En los últimos tiempos de los jueces aparecen en Canaán ciertas organizaciones o grupos llamados "Hijos de los Profetas", que se parecen (al menos superficialmente) a los profetas cananeos. Es a estos hombres a los que los hebreos comienzan a denominar nabí, aunque los otros anteriormente apuntados ("visionario", "soñador", "vidente") se siguen utilizando más o menos indistintamente. Es importante destacar que nabí no solo se aplica a los que predican en nombre de Yahvéh sino también a todos los supuestos profetas paganos.
La oferta de profetas era variada: desde los verdaderos profetas bíblicos que escribieron libros hasta los 450 profetas fenicios que la reina Jezabel llevó a Israel (1R. 18), pasando por los profetas cortesanos y los del tiempo de Yehu (2R. 10:19).
Tanto Judá como Israel tenían plétoras de profetas que predicaban por doquier, y Zacarías nos dice que siguieron proliferando hasta desaparecer a fines del siglo IV a. C.
Algunos son arribistas e intentan sacar ventaja aproximándose a los poderosos (1Reyes 22 y Jeremias 28); otros son funcionarios de carrera dispuestos a defender sus prebendas, y la Biblia los llama "profetas profesionales". Los anteriormente mencionados "Hijos de los Profetas" representan un grupo intermedio entre estos últimos y los verdaderos profetas de Yahvéh.
Parece ser que los Hijos de los Profetas aparecen en tiempos de los Jueces (1S. 10:10 y 19:20), para hacerse muy numerosos en la época de Elías y Eliseo. Aparentan ser hombres probos y fervorosos, que se agrupan alrededor de los templos judíos para alertar a los fieles acerca de los peligros del paganismo. No sabemos si alguno de los profetas autores de los libros salió de uno de estos grupos, pero es incuestionable que al menos Samuel, Elías y particularmente Eliseo tuvieron estrechas relaciones con ellos.
El pasaje a la palabra escrita
Los variados aspectos del profetismo se hacen evidentes en los cambios que el vocabulario utilizado sufrió a través del tiempo. También los métodos de profetizar: los profetas primitivos hablaban solamente, mientras que los más modernos comenzaron a escribir libros.
Así, la tradición oral de Moisés pasó a los ancianos; las enseñanzas de Elías fueron enseñadas a Eliseo; Isaías transmite la palabra a sus discípulos y Jeremías enseña a profetizar a Baruc.
Pero pronto la transmisión verbal dejó de ser suficiente, y los conceptos proféticos cristalizaron en los libros que tenemos hoy. A partir del destierro, los libros proféticos que se fueron escribiendo instauraron en el pueblo judío una profecía retrospectiva, rescatando y conservando los dichos de los anteriores profetas orales ya desaparecidos, porque los que los siguieron consideraron que también habían estado inspirados por Dios y que sus palabras merecían preservarse para siempre.
El profeta
El profeta es un hombre llamado por Dios para que transmita Su palabra a los demás. Por definición, el profeta no obtendrá ningún beneficio de su misión excepto servir a Dios: de hecho, muchas veces iba a dar con sus huesos a la cárcel.
Se conjugan en el profeta tres elementos muy claros: la elección de Dios, la vocación del profeta mismo y una orden que amalgama ambas cosas. Es raro encontrar uno de ellos separado de los otros dos. La elección se describe en Jer. 1:5; la vocación en Am. 7:15 y en Is. 6:8. La elección y la vocación dan como resultado una misión (Ez. 2:3 o Jer. 12:1), y a menudo se presentan como una llamada a la que el profeta es incapaz de resistir (Is. 6).jeronimo
El mensaje que el profeta ha recibido rara vez es para una sola persona: casi siempre debe ser transmitido a la comunidad en su conjunto, y se trata de una comunicación que tendrá efecto aquí y ahora pero también lejos y en el futuro. Dicho de otro modo, se trata de una verdad intemporal y universal. El profeta es enviado a hablar con sus contemporáneos, pero desde el momento en que lo que dice está inspirado por Dios, el mensaje se vuelve eterno e imperecedero.Una de las características salientes del profeta es que tiene clara conciencia de su misión. Este saber de dónde viene su enseñanza le autoriza a utilizar la consabida fórmula "Así habla el Señor Yahvéh", que a los ojos del lego puede parecer soberbia, pero que implica en realidad que la verdad de su experiencia profética demuestra que el que habla es en verdad Dios a través de la boca del profeta.
El mensaje
El mensaje divino llega al profeta de muy distintos modos: puede ser en una visión, como en Ezequiel; a través de voces (Jer. 1:11) o en sueños (Dan. 7:1).
El concepto de "visión" debe ser entendido como "percepción sensible", y no implica necesariamente una "imagen visual". Lo que determina el método de recepción del mensaje parece depender del profeta y no de Dios: tal vez sus cualidades naturales o su temperamento personal.
Así como el modo de recibir el mensaje es variado, también son muy distintas las formas en que el profeta lo expresa a los demás. Suele acompañarse de gestos y posturas especiales (acaso de significados místicos), y puede transmitirse verbalmente o por escrito. Aunque la mayoría de los profetas fueron predicadores callejeros antes que escritores, muchos pusieron por escrito sus textos luego de gritarlos al pueblo durante años, seguramente pensando en preservarlos en caso de que nadie los recogiera luego de sus cadaveres.
Hoy no disponemos de las predicaciones íntegras de cada profeta: lamentablemente, nos consta que los textos de sus libros son solamente resúmenes. Estas lagunas de contenido y a veces faltas de contexto tornan a veces muy difícil la interpretación del sentido íntegro de ciertos pasajes.
Naturaleza de la profecía
La profecía es un proceso sumamente complejo que puede resultar muy difícil de entender para el hombre moderno. Es por ello que los teólogos han elaborado un listado de sus características más importantes para definir y aclarar exactamente cómo es y cómo opera.
Los rasgos distintivos de la profecía son cinco:
- Ningún profeta ha visto la realidad completa. En efecto, cada uno de ellos sólo dispone de una visión fragmentaria e insuficiente del plan divino. Esta verdadera "ley" de la revelación profética determina que a menudo ni siquiera el mismo profeta sepa lo que está diciendo, qué le ha sido mostrado ni de qué está hablando. Esta fatal ignorancia del propio profeta sobre la materia que está tratando, sin embargo, no invalida en lo más mínimo la verdad y la realidad de su profecía. La parcialidad de la visión genera esperanza en comprender el resto, y misterio como ingrediente inexorable de la fe. Respecto del futuro, muchas veces se les muestra el porvenir de Israel, pero no son capaces de decir si ese futuro llegará en un mes, un año o un siglo.
- El lenguaje profético es simbólico. La profecía es mostrada y transmitida mediante símbolos o imágenes (símbolos visuales o imágenes simbólicas), que exigen una trabajosa interpretación. La dificultad del análisis de los símbolos para traducirlos en conceptos inteligibles supone un escollo adicional que solo los hombres justos están en capacidad de sortear.
- El profeta sabe hacia dónde va la historia. Aunque no comprenda en detalle su propia profecía, el profeta siempre está en condiciones de predecir el curso general que seguirá la historia del judaísmo. Esta característica se verifica incluso en los profetas de los tiempos más primitivos.
- El profeta suele contradecir los deseos de la gente. Raras veces las profecías satisfacen el sentimiento general del pueblo, y por esta razón el ser profeta es un trabajo difícil y peligroso. Cuando el pueblo duerme en paz ellos tienen que anunciar la guerra; cuando hay calma predicen el castigo; cuando hay prosperidad prevén el hambre. Pero ante el hambre, el castigo y la guerra, el profeta siempre preconiza la futura salvación y la restauración religiosa y moral.
- El profeta se mezcla con el pueblo. Como miembro del pueblo y vocero de Dios para la gente, el profeta se diferencia de los sabios en el sentido de que no se limita a predicar in abstracto, sino que debe necesariamente intervenir en los asuntos de la vida diaria y trabajar sobre el plano de la realidad concreta. En este sentido, el profetismo supone un salto evolutivo con respecto al concepto de sabiduría.
Resultados
Los resultados obtenidos por los profetas no fueron, en general, halagüeños. Su fracaso tenía su origen en el punto 4 arriba citado y comúnmente les hacía enfrentar la indiferencia, la incomprensión, la persecución, a menudo el presidio e incluso, a veces, el martirio y la muerte.
Sin embargo, cierto tiempo después, la realidad demostró con hechos la verdad que había en sus prédicas. En este punto, todo Israel abrazó la doctrina de los profetas y el prestigio que adquirieron entonces superó las fronteras del país.
Enseñanza religiosa
La influencia que los profetas han tenido en el desarrollo religioso de Israel y el judaísmo fue crucial. Su importancia se evidencia al enumerar sus seis logros principales:
- Definieron para el común de la gente los conceptos de unidad, trascendencia y santidad del judaísmo, y por lo tanto, de Dios. Los profetas son, entonces, quienes "espiritualizaron" el concepto de Dios a los ojos del judío llano.
- Demostraron que el culto religioso no debía ser declamatorio y fatuo, sino emanado de una responsabilidad personal del Hombre hacia Yahvéh.
- Establecieron, teniendo en cuenta el punto anterior, el sentido de la moral y el concepto mismo del pecado.
- Hicieron tomar conciencia de la manera misteriosa en que Dios eligió a Israel de entre todos los pueblos de la Tierra para utilizarlo y castigarlo pero también para aliarse indisolublemente con él y para salvarlo en última instancia.
- Esta alianza fue, en palabras de los profetas, la mejor y más elegante demostración de la bondad esencial de Dios.
- Por último, en las prédicas de los profetas se repite una y otra vez la promesa mesiánica, la esperanza y confianza en la llegada del Cristo descendiente de David. Esta predicción trajo también la expectativa del reino de justicia y paz que Jesús establecería mucho más tarde.
Clasificación
Los libros proféticos pueden clasificarse según varios criterios diferentes, que se exponen a continuación.
Según sus métodos
Profetas oradores
Lo más antiguos, que no escribían libros sino solamente declamaban ante el pueblo sus verdades reveladas. Se cuentan entre ellos Débora y Samuel, que también eran Jueces, Natán y Gad en tiempos del rey David, Ajías de Siló durante Salomón, Semelas bajo Roboam, Miqueas ben Yimlá en época de Ajab y Elías y Eliseo en el siglo IX a. C.
Profetas escritores
A partir del siglo VIII a. C. comienzan a aparecer quienes ponen sus profecías por escrito. Así tenemos a Amós y Oseas en Israel y a Isaías, Miqueas, Nahum, Sofonías, Jeremías y Habacuc en el de Judá. Durante el Exilio profetizó Ezequiel al igual que Daniel y al regreso del mismo Ageo, Zacarías, Malaquías y Joel.
Según su tiempo
El Tanaj los divide en:
Primeros profetas
Abraham, Moisés, Josué y Samuel todos ellos pertenecientes a los libros del antiguo testamento.
Últimos profetas
Según la extensión del libro
El cristianismo dividió a los profetas en mayores y menores, clasificación que no se basa en la importancia relativa de sus profecías sino sencillamente en la mayor o menor longitud de los textos.
Profetas mayores
Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel.
Profetas menores
Los profetas menores son Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. A los tres últimos se los agrupa, a su vez, bajo el nombre de "Profetas postexílicos".
Canonicidad
Todos los libros proféticos citados son considerados canónicos e inspirados para la Iglesia Católica. Los judíos y protestantes, sin embargo, consideran apócrifos a Baruc, y a partes de Daniel (3:24-90, capítulos 13 y 14), por lo que no los incluyen en sus Biblias. Esto se debe a que fueron incluidos (en griego) en la Septuaginta y no disponemos de sus originales hebreos. En el caso de Baruc esto es cierto, pero Daniel sólo tiene algunas adiciones griegas, lo que no obsta para que el judaísmo rechace el libro entero. Los protestantes sólo incluyen las partes no escritas en griego, considerando el resto apócrifo, mientras que los Católicos aceptan ambos textos, denominándolos deuterocanónicos.
Véase también
Colección anterior:
Libros sapiencialesLibros proféticos Colección siguiente:
Evangelios
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