Oración a San José por el día del padre
San José, padre adoptivo de Jesús,
Custodio de la Sagrada Familia,
Hoy frente a tu imagen queremos pedirte
que intercedas por todos los padres del mundo.
Que eduquen a sus hijos en el amor de Dios como tú lo hiciste,
que les enseñen a escuchar Tu Palabra y a vivir según tu voluntad.
Que junto a sus esposas les brinden un hogar
donde el amor y el respeto sean el pan
de cada día como en la Sagrada Familia.
Que nunca les falte la salud y el trabajo digno
para llevar el sustento necesario a sus casas.
Que sepan disfrutar de los momentos de alegría y tristeza.
Y que al final del recorrido en esta vida
se vean acompañados por el amor de los suyos. Amén
Oración para el Padre
Señor Dios, Padre bueno,
creador del género humano,
Tú enviaste a tu Hijo Jesús,
para redimir y salvar a los hombres,
El quiso nacer en una familia como la nuestra,
le diste a la Virgen María como madre
y a San José como padre;
te pedimos por estos padres
para que, a ejemplo de San José,
amen a sus hijos, los cuiden y protejan,
y sobre todo, les enseñes a amarte a Ti
que eres nuestro Padre del Cielo,
te sirvan en todo,
y alcancen finalmente la vida eterna.
Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amen
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Toca ahora dedicar este espacio a todos los papás, para quienes la Iglesia también tiene mensajes de apoyo a su tan importante e insustituible misión. Biológicamente cualquiera puede ser padre; sin embargo ser un PAPÁ en serio, con todo lo que esta palabra evoca, no siempre es fácil.
Desde este espacio cibernético deseamos a todos los papás ¡MUCHAS FELICIDADES! y que Dios, los bendiga siempre y les dé la fuerza necesaria para imitarlo.
Padre
"Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy" (Sal 2,7)
"Tú eres mi Padre, la roca que me salva" (Sal 89,27)
"Cuando
Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé
a mi hijo. Fui yo quien enseñé a andar a Efraín,
y lo tomé en mis brazos; pero no han comprendido que era
yo quien los cuidaba. Con cuerdas de ternura, con lazos de amor,
los atraía; fui para ellos como quien levanta a un niño
hasta sus mejillas o se inclina hacía él para darle
de comer" (Os 11,1-4).
Conocemos muy
bien a un bebé, muchas veces lo hemos sostenido en los brazos.
Su fragilidad despierta en nosotros los más nobles sentimientos
de afecto. Sus ojos deslumbrados por la luz y su boca entreabierta
que busca el alimento nos hacen apreciar los dones más elementales
de Dios para la vida. La ternura con que lo miran sus padres nos
hace penetrar en el más puro signo de los valores humanos.
Su debilidad lo hace más fuerte que nuestras seguridades
de adultos; su invalidez, más deseable que cualquier riqueza;
su indigencia más necesaria que nuestras llenuras. Ese bebé
es la gloria de sus padres y, me atrevería a decir, es también
la gloria de la humanidad: en su pequeñez resplandece, sin
velos, todo lo que es más valioso del hombre.
En los padres
que lo aman y cuidan de él, desde pequeño descubre
la fidelidad y la esperanza. Cuando se sabe querido y se da cuenta
de que sus necesidades son atendidas por quienes lo trajeron a este
mundo, aun sin poder expresarlo todavía, se va formando la
conciencia de que su vida humana es algo muy valioso, un tesoro
sagrado que nadie puede arrebatarle.
La paternidad
es un don muy valioso que Dios concede a los hombres, de Él
los seres humanos debemos aprender a ser padres o madres. Por puro
amor Él nos ha dado la vida, sin buscar un interés
para sí mismo, excepto la dicha de amarnos como Padre y de
vernos crecer como sus hijos. Él nos educa con una ley que
no ha impuesto como un capricho de quien tiene el mando, sino solo
para nuestro bien, porque de nuestra conducta Él no puede
sacar ningún provecho. Como Padre nos ha corregido, con firmeza
cuando era necesario, para acogernos de nuevo con misericordia cuando
nos hemos alejado. Con amorosa providencia ha estado a nuestro lado
en cada momento, con su presencia silenciosa, atendiendo a todo
cuanto de verdad necesitamos; pero sin concedernos lo que nos ilusionaba
conseguir cuando se trataba de caprichos.
Y es Él
quien nos acompaña como el guía del camino por medio
de su Hijo ("Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie
va al Padre sino por mí", Jn 14,16) hasta que al
final de la vida en este mundo entremos a vivir en su casa, que
será también la nuestra para siempre. La paternidad
divina es la fuente de la paternidad humana.
Un buen padre
no da todo hecho a sus hijos. Aquel que dice: "Yo no permito
que nunca les falte nada, para que no sufran como yo", en el
fondo les está impidiendo construir su propia vida. Con esta
conducta los bloquea, de modo que no puedan madurar y aprender a
afrontar los problemas que el mundo de seguro les pondrá
delante. ¿Y que harán de adultos, cuando ellos deban
tomar las riendas de su propia existencia? ¿Y qué
cuando el papá les falte? Otra cosa es dar a un hijo lo necesario,
sobre todo aquello de que, en su infancia, no es capaz por sí
mismo: acompañarlo con cariño, ofreciéndole
la orientación conveniente y enseñándole el
camino de la moral y de los valores que deben tener peso en sus
futuras decisiones.
Un padre
digno de ese nombre sabe corregir a su hijo, no para descargar
sobre él su ira porque éste no ha obedecido sus órdenes,
sino movido por el amor para que el joven inexperto aprenda a evitar
lo que le hará daño en su existencia. "Hijo
mío, no rechaces la instrucción del Señor ni
te enojes por su corrección, porque el Señor corrige
a quién ama, como un padre a su hijo predilecto"
(Prov 3, 11,12).
Mel Gibson, conocido en Hollywood por su abierto catolicismo y postura pro-vida, dio en entrevista cinco consejos prácticos para los padres de familia que enfrentan como él y su esposa Robyn Moore, (padres de siete hijos), la dura tarea de educar niños.
- "No
dejar que los 'pequeños monstruos' te pasen por encima".
Los chicos crecen demasiado aprisa. En un abrir y cerrar de ojos dejan sus pañales y están manejando sus carros. Disfrútalos cada minuto. Siempre balanceo mi trabajo con el tiempo para mi hogar, porque no quiero levantarme una mañana y ver que me perdí lo mejor de su infancia. Hago que mi familia sea mi prioridad tope. - "Ser
estricto y tierno".
A veces pienso que es imposible balancear ambos. Tienes que ser firme, debes dejar correr las leyes; pero recuerda que eras así a esa edad. Me pregunto todo el tiempo. '¿Fui demasiado estricto? ¿Fui demasiado lejos?' La culpa va de una mano a otra siendo un padre. - "Hay
que recordar que no hay reglas".
¿Por qué nadie escribió el libro de cómo ser padres perfectos? ¿Por qué no te envían a una escuela para aprender? ¿Por qué no hay tal lugar?. Tú haces las reglas, a tu medida. Pienso sobre cómo mis padres me educaron. Hay cosas que las hago diferente y otras en que trato de imitarlos. Pienso como nuestros amigos crían a sus hijos. Entonces, hago lo que siento que es correcto. Nadie dijo que iba a ser fácil. - "Los
niños son gente también".
"¿Cuántas veces comencé con un castigo, pero enseguida me ablandé, especialmente con mis hijos mayores?. Seguro que quiero apartarlos de los errores que cometí, pero solo puedes darles los fundamentos o razones, para que ellos mismos construyan su camino. - "Siempre
tener una puerta abierta".
Mis hijos quieren hablarme sobre cualquier tema, en cualquier momento. Estoy seguro que esto lo saben. Quiero que sientan que si están en problemas, su papi es su mejor amigo y el único que los puede ayudar, no importa cuan grande sea su problema. A veces me sorprenden las cosas que hacen siendo tan jóvenes; estoy sorprendido por las cosas que atraen su curiosidad. Pero ningún tema tiene sus límites. Siempre soy honesto con ellos y ellos me lo retribuyen.
"Siempre
doy gracias a Dios por mi buena suerte, por tener fe en Él
y por poder disfrutar ahora mismo de una familia estupenda".
"Hoy en día la gente se ahoga en un vaso de agua con
respecto a los hijos. Si puedes mantenerlos, darles de comer y educarlos,
¿por qué no tenerlos?". "Todo eso de la
superpoblación es una excusa absurda en Occidente porque
aquí ocurre todo lo contrario: cada vez se tienen menos niños".
Finalmente recomendó
a quienes creen lo contrario que "den un vistazo a los índices
demográficos a ver si cambian de opinión".
Estas afirmaciones son a favor de la familia.
Estas afirmaciones son a favor de la familia.
Los
cristianos podemos descubrir en Dios Padre el único y mejor modelo
para ejercer esta bellísima tarea, tratando de aprender de Él sus
principales características:
Dios
es Padre Amoroso:
amor no egoísta sino generador, genera vida y de ahí su Nombre: "Yahvéh", que significa "Yo soy", es decir, "el que hace existir". El padre terreno también genera vida y debe estar abierto a esa fecundidad. Pero como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "la fecundidad… no solo se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también, a su educación moral y a su formación espiritual…" (2221)
amor no egoísta sino generador, genera vida y de ahí su Nombre: "Yahvéh", que significa "Yo soy", es decir, "el que hace existir". El padre terreno también genera vida y debe estar abierto a esa fecundidad. Pero como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "la fecundidad… no solo se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también, a su educación moral y a su formación espiritual…" (2221)
¡Gracias
papá, por dar vida y por dar tu vida al entregarte por tus hijos
para formarlos y educarlos según la voluntad de Dios!
Dios
es Padre Misericordioso:
porque a pesar de nuestro pecado y desobediencia, nos ofrece el perdón y busca que regresemos a Él. El padre de la tierra debe tener siempre presentes las palabras de San Pablo: "…. Y ustedes padres, no irriten a sus hijos, sino para educarlos, usen las correcciones y advertencias que puede inspirar el Señor" (Efesios 6,4) Educar y corregir, siempre con misericordia, como lo hace nuestro Padre del Cielo.
porque a pesar de nuestro pecado y desobediencia, nos ofrece el perdón y busca que regresemos a Él. El padre de la tierra debe tener siempre presentes las palabras de San Pablo: "…. Y ustedes padres, no irriten a sus hijos, sino para educarlos, usen las correcciones y advertencias que puede inspirar el Señor" (Efesios 6,4) Educar y corregir, siempre con misericordia, como lo hace nuestro Padre del Cielo.
¡Gracias
papá, por aguantar y perdonar los errores y faltas de tus hijos;
pero sobre todo, gracias, por corregirlos con amor, cada vez que
están en peligro de apartarse del camino de Dios! .
Dios
es Padre Providente:
porque nunca se cansa de darnos todo lo necesario para seguir adelante. El padre terreno también provee, pero no basta conseguir para los hijos el dinero necesario para que no les falte nada material; proveer es también dar lo necesario para un desarrollo físico emocional, intelectual y espiritual. Recordando que el dinero debe estar al servicio de la familia, no la familia al servicio del dinero; ya Jesús lo dijo claramente: "… ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida…?
porque nunca se cansa de darnos todo lo necesario para seguir adelante. El padre terreno también provee, pero no basta conseguir para los hijos el dinero necesario para que no les falte nada material; proveer es también dar lo necesario para un desarrollo físico emocional, intelectual y espiritual. Recordando que el dinero debe estar al servicio de la familia, no la familia al servicio del dinero; ya Jesús lo dijo claramente: "… ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida…?
¡Gracias
papá, por dar todo lo necesario para comida, vestido, salud, estudios….
y, gracias también por las cosas materiales que has negado, así
has enseñado a tus hijos a valorar el producto del trabajo humano,
para que sean más conscientes y solidarios con los demás! .
Dios
es Padre Fiel:
porque todo lo que nos promete, nos lo cumple. El papá de la tierra debe ser fiel también a todas sus promesas, comenzando por la que hizo ante el altar un día diciendo "prometo amarte y serte fiel en lo próspero y en lo adverso…" ; los hijos valoran y aprenden de la fidelidad de sus padres, más que de todos las palabras que les pudieran decir.
porque todo lo que nos promete, nos lo cumple. El papá de la tierra debe ser fiel también a todas sus promesas, comenzando por la que hizo ante el altar un día diciendo "prometo amarte y serte fiel en lo próspero y en lo adverso…" ; los hijos valoran y aprenden de la fidelidad de sus padres, más que de todos las palabras que les pudieran decir.
¡Gracias
papá, por ser siempre fiel a tus promesas; por tu presencia y constancia
a pesar de tu cansancio! .
Dios
es Padre Guía y Maestro:
porque siempre pone en nuestro camino señales que nos lleven hacia Él y porque a través de su Hijo, nos ha dejado enseñanzas muy claras para vivir de acuerdo a su voluntad. El papá de la tierra es también guía y maestro, como lo dice el Catecismo: "…los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos…. El hogar es un lugar apropiado para la educación de las virtudes…. Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos." (#2223)
porque siempre pone en nuestro camino señales que nos lleven hacia Él y porque a través de su Hijo, nos ha dejado enseñanzas muy claras para vivir de acuerdo a su voluntad. El papá de la tierra es también guía y maestro, como lo dice el Catecismo: "…los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos…. El hogar es un lugar apropiado para la educación de las virtudes…. Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos." (#2223)
¡Gracias
papá por enseñar a tus hijos a vivir; gracias sobre todo, por enseñarlos
a amar a Dios sobre todas las cosas, haciendo del hogar una escuela
de virtudes humanas, como el perdón, respeto, fidelidad, servicio,
solidaridad…!
San José, jefe de la Sagrada Familia, alcánzame los dones y las virtudes necesarias para el cumplimiento de la tarea de dirigir esta familia en nombre de Dios.
Concédeme que, junto con mi esposa, podamos desarrollar con responsabilidad nuestras obligaciones, viviéndolas en la presencia de Dios y en la simplicidad de la fe, alimentadas por la caridad y con devoción y esperanza.
Ayúdame a imitar tu ejemplo y a poner en mi trabajo, cuidado, espero y honestidad para que mi labor se convierta en una verdadera colaboración a la obra de Dios sobre la tierra, y en un verdadero servicio a los demás hombres, mis hermanos.
Como tú te dedicaste a nutrir y educar a Jesús, ayúdame para que a los hijos que Dios me ha confiado los eduque con amor y firmeza, con tacto y delicadez, poniendo toda mi capacidad en esta labor.
Que sepa enseñarles a rezar haciéndolo con ellos, que les ayude a conocer y vivir, con la palabra y el ejemplo, sus deberes de hijos de Dios.
Que siempre viva la paciencia y mantenga la calma delante de sus errores y faltas, sin dejar de corregir y reprender con dulzura y fortaleza a la vez.
Ayúdame a ser consciente de que debo estar lo menos posible alejado de mi hogar, pues tanto mi esposa como mis hijos tienen una gran necesidad de mi presencia.
Alcánzame, San José, que todos los días viva cristianamente, y sepa guardar siempre a mi mujer y a mis hijos la fidelidad y el cariño que les debo entregar, a fin de que pueda cumplir la difícil pero maravillosa tarea de conducirlos hacia el Reino de los Cielos, para gozar de Dios eternamente.
Amén.
¡FELICIDADES
PAPÁ!
MEDITANDO CON SAN JOSÉ
PENSAMIENTOS E INVOCACIONES
Día 1º- Padre de Jesús.
Escogido por el Eterno Padre, con amor previsor, para ser un padre para
Jesús, tú, oh san José, has sido uno de los principales interlocutores
en el plan de la salvación, según las promesas de Dios a su pueblo.
Ayúdame, san José, a leer hoy, el proyecto de Dios sobre mi vida, conforme a su plan de salvación.
Día 2º- Hombre de los proyectos divinos. Durante
tu vida, tú, san José, no te has preocupado por hacer cosas grandes,
sino por cumplir bien la voluntad de Dios, inclusive en las cosas más
sencillas y humildes, con mucho empeño y amor.
Enséñame, san José, la prontitud en buscar y realizar la voluntad de Dios.
Día 3º- Esposo de la Madre de Dios. Después
de la perturbación inicial, oh san José, tu ‘sí’ a la voluntad de Dios
fue claro y preciso, aceptando a María como tu esposa. Fue por tu ‘sí’
que Jesús formó parte, a pleno derecho, de la estirpe de David ante la
ley y ante la sociedad.
Te
confiamos, oh san José, a todos los padres, para que, siguiendo tu
ejemplo, acepten en los hijos el don inestimable de la vida humana.
Día 4º- Hombre del silencio. Junto a Jesús y a María, san José, fuiste hombre del silencio. Tu casa fue un templo. ¡Un templo donde lo primero fue el amor!
Enséñame, oh san José, a dominar mi locuacidad y a cultivar el espíritu de recogimiento.
Día 5º- Hombre de fe.
Aún más que Abraham, a ti, san José, te tocó creer en lo que es
humanamente impensable: la maternidad de una virgen, la encarnación del
Hijo de Dios.
Fortalece, oh san José, a quien se desanima y abre los corazones para confiar en la Providencia de Dios.
Día 6º- Hombre de la esperanza.
Oh San José, tú has vivido en una actitud de serena esperanza ante la
persona de Jesús, de quien, durante tu vida, jamás pudiste vislumbrar
algo que revelara su divinidad.
Aumenta, san José, mi capacidad de esperanza, alimentando el aceite para mis lámparas de espera.
Día 7º- Hombre del amor a Dios. Oh san José, tú diste pruebas de entrega plena y total a tus seres queridos, Jesús y María, y con ello dabas gloria a Dios.
Enséñame,
oh san José, a amar a Dios con todo mi corazón, con toda mi mente y con
todas mis fuerzas, y al prójimo como a mí mismo.
Día 8º- Hombre de la acogida.
Oh san José, tu trabajo te llevaba a relacionarte a menudo con la
gente, y en ello diste pruebas de atenta cortesía y de calurosa acogida.
Oh
san José, ¡que yo sepa descubrir aquellos gestos que me hacen imagen
viva de la disponibilidad con que Dios nos recibe tal como somos!
Día 9º- Hombre del discernimiento.
No te fue tan fácil, oh san José, discernir entre las circunstancias de
la vida lo que Dios quería de ti para tu misión y tu familia.
Ayúdame, oh san José, a intuir entre los acontecimientos del día el paso de Dios por mi vida.
Día 10º- Hombre de la docilidad.
¡Qué hermosa fue tu docilidad, oh querido santo, en actitud de
constante atención a la Sagrada Escritura y a la voluntad de Dios!
Aleja de mí, oh san José, la presunción, el apego tonto a mis opiniones, la obstinación de seguir sólo mis ideas.
Día 11º- Hombre de la entrega. Tú, oh san José, no perdías tiempo en cosas vanas e inútiles y no obrabas con disgusto o mala gana.
Ayúdame, oh san José, a no ser flojo en mis responsabilidades, sino a dedicarme a mis quehaceres con la máxima entrega.
Día 12º- Hombre de la sencillez.
Ser persona sencilla como tú, oh san José, no es sólo una dimensión del
carácter, sino una virtud adquirida con el esfuerzo diario de hacerse
disponible a los demás.
Ayúdame, oh san José, a no ser persona complicada, retorcida, e inaccesible, sino amable, sencilla y transparente.
Día 13º- Hombre de la confianza.
Tu seguridad, oh san José, se cimentaba en la atención y adhesión
constante a la voluntad de Dios, tal como iba manifestándose día tras
día.
Haz,
oh san José, que yo tenga la seguridad de quien confía en Dios,
sabiendo que en cualquier situación, aunque adversa, estoy en sus manos.
Día 14º- Hombre de la paz.
Tú, oh san José, como padre has educado a Jesús adolescente hacia
aquellos valores que luego Él predicó, proclamando felices a “los que
trabajan por la paz”.
Oh san José, ayúdame a promover la paz en mi propia familia y en el ambiente donde vivo y trabajo.
Día 15º- Ejemplo de humildad.
¡Cómo te sentías pequeño a tus ojos, oh san José! ¡Cómo amabas tu
pequeñez! Siempre en la sombra, mantuviste tu vida bien escondida para
responder al proyecto de Dios.
Ayúdame, oh san José, a huir de la vanagloria. Haz que encuentre gusto en la humildad y en relativizar mis intereses personales.
Día 16º- Ejemplo de fortaleza.
Sin duda, oh san José, tu fortaleza, como jefe de familia, fue
fundamental en los momentos cruciales que los Evangelios nos dejan
entrever. Pero seguramente se consolidó luego en el trabajo de cada día.
Ayúdame, oh san José, a no desfallecer frente a las tentaciones, fatigas y sufrimientos.
Día 17º- Ejemplo de obediencia.
Fue admirable tu obediencia en lo poco que los Evangelios nos revelan.
Obedecer, casi a ciegas, a lo que las circunstancias iban indicándote
como querer de Dios.
Aleja de mí, oh san José, todas las excusas que mi egoísmo y flojera me presionan para no cumplir la voluntad de Dios.
Día 18º- Ejemplo de justicia.
El evangelio te definió hombre justo, querido san José. Lo cual para
nosotros ahora significa ser persona que actúa para con Dios y los
hombres con rectitud y honestidad.
Alcánzame, oh san José, la ayuda para mantener actitudes sanas en mis relaciones con Dios y los hombres.
Día 19º- Ejemplo de prudencia.
Tu prudencia, querido santo, se manifestó en la correcta valoración de
las circunstancias para tomar en tu vida aquellas decisiones que mejor
favorecían a tu propia familia.
Haz, oh san José, que yo no tome decisiones importantes sin antes valorar bien a quienes realmente puedan afectar.
Día 20º- Ejemplo de pobreza.
La vida pobre y escondida en Nazaret, a lado de tus seres queridos, te
llevó, querido santo, a ser un trabajador responsable y activo, sin
escatimar sacrificio alguno.
Obtenme, oh san José, la gracia del espíritu de pobreza, siendo responsable en mis quehaceres.
Día 21º- Ejemplo de gratitud.
Nadie después de tu esposa, querido san José, recibió, de la bondad de
Dios, tanto como tú. Y después de María, nadie cultivó tanto un corazón
agradecido por los dones recibidos.
Haz, oh san José, que yo sea consciente de los dones que Dios me otorga cada día.
Día 22º- Ejemplo para los obreros. Como cada uno de nosotros, también tú, oh san José, sentiste la fatiga y el cansancio del trabajo de cada día.
Ayúdame, oh san José, a valorar la dignidad de mi trabajo, sea cual sea, y a cumplirlo con entusiasmo y responsabilidad.
Día 23º- Ejemplo de la misión. Aunque con una vida escondida, tú, oh querido santo, has cumplido una misión específica, única e irrepetible en la historia.
Haz,
oh san José, que yo pueda con la palabra y con el testimonio de vida,
colaborar en la misión de la Iglesia para la construcción del reino de
Dios.
Día 24º- Custodio de la virginidad. Como esposo de la Madre de Dios cuidaste con amor casto su virginidad respondiendo así al proyecto de Dios.
Haz, oh san José, que yo viva con responsabilidad mi vocación específica, educando y fomentando mi capacidad de amar.
Día 25º- Consuelo de los que sufren. Oh san José, tu vida no estuvo exenta de la sombra del dolor, que has asumido con mucha serenidad y paz del corazón.
Ayúdame,
oh san José, a darme cuenta de que una vida de amor no puede estar
exenta de la sombra del sufrimiento para que encuentre el camino hacia
la verdadera felicidad.
Día 26º- Esperanza de los afligidos.
En tu vida, oh san José, no todo fue claro y fácil de comprender. Sin
embargo, supiste ubicarte siempre con la seguridad que te daba la
esperanza de estar en las manos de Dios.
Te
ruego, oh san José, de consolar hoy a todos los que están afligidos por
cualquier causa. Llena sus días de personas amigas y desinteresadas.
Día 27º- Patrono de los moribundos.
Tú, oh san José, tuviste la suerte de morir asistido por Jesús y tu
esposa María. ¡Nadie podría desear algo mejor en el momento más decisivo
de su vida!
Asísteme, oh querido santo, en el momento de mi muerte.
Día 28º- Amparo de las familias. Oh san José, la Escritura afirma que a lado tuyo y de María, Jesús “crecía en edad, sabiduría y gracia”.
Te
ruego, oh san José, por los niños y los jóvenes para que encuentren en
su familia y en la comunidad el ambiente ideal para crecer sanos y
felices.
Día 29º- Modelo de vida doméstica. Oh san José, en la Familia de Nazaret asumiste plenamente tu responsabilidad, con espíritu de colaboración y de humildad.
Haz, oh san José, que los padres sepan unir todas las potencialidades del amor humano con una buena vida cristiana.
Día 30º- Terror de los demonios. Oh san José, fortificado por la Palabra de la Escritura, has podido vencer las tentaciones siempre.
Libera, oh san José, mi corazón y mi mente de toda tentación, para que sea un buen cristiano y un honrado ciudadano.
Día 31º- Patrono de la Iglesia Universal.
Oh san José, por la misión que te fue confiada, asistes a la Iglesia de
Cristo, haciendo que camine siempre en la verdad y en el amor, para ser
luz del mundo.
Guía,
querido santo, a la Iglesia de Cristo en el camino de la santidad, para
que sea siempre más eficaz y alegre anunciadora del Evangelio.
LETANÍAS A SAN JOSÉ
Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. |
(se repite) " " " " |
Dios Padre celestial. Dios Hijo Redentor del mundo. Dios Espíritu Santo Santísima Trinidad, un solo Dios. |
Ten piedad de nosotros " " " |
San José. Descendiente ilustre de David. Lumbrera de los Patriarcas. Esposo de la Madre de Dios. Custodio purísimo de la Virgen. Padre defensor del Hijo de Dios. Solícito defensor de Cristo. Jefe de la Sagrada Familia. José justísimo. José castísimo. José prudentísimo. José fortísimo. José obedientísimo. José fidelísimo. Espejo de paciencia. Amante de la pobreza. Modelo de obreros y artesanos. Gloria de la vida doméstica. Custodio de Vírgenes. Amparo de las familias. Consuelo de los menesterosos. Esperanza de los enfermos. Patrono de los moribundos. Protector de la santa Iglesia. Padre de nuestra Familia. |
Ruega por nosotros " " " " " " " " " " " " " " " " " " " " " " " " |
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. | |
Perdónanos, Señor. | |
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. | |
Óyenos, Señor. | |
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. | |
Ten piedad de nosotros. |
Señor, Jesús, que te dignaste elegir a san José para esposo de tu Madre santísima, te rogamos nos concedas tener en el cielo por intercesor, al que veneramos en la tierra como protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN DE LA FAMILIA A SAN JOSÉ
San José,
queremos poner
bajo tu protección
a nuestra familia,
para que cada uno de nosotros
viva en la fidelidad al Espíritu,
en la escucha y cumplimiento
de la Palabra de Dios.
Sé para nosotros el modelo
del amor desinteresado,
que busca en primer lugar
la felicidad
de mi familia.
Amén.
queremos poner
bajo tu protección
a nuestra familia,
para que cada uno de nosotros
viva en la fidelidad al Espíritu,
en la escucha y cumplimiento
de la Palabra de Dios.
Sé para nosotros el modelo
del amor desinteresado,
que busca en primer lugar
la felicidad
de mi familia.
Amén.
ORACIÓN DE LOS PADRES
Oh santo esposo de María,
por el don que tú hiciste
de ti mismo
al servicio de su divina maternidad,
bendice nuestro matrimonio,
para que en nuestros corazones
reine la unión, la paz
y la concordia.
Junto con María
protege a nuestra familia
para que seamos siempre
fieles a nuestra misión
de esposos y padres,
en el mutuo amor y respeto.
por el don que tú hiciste
de ti mismo
al servicio de su divina maternidad,
bendice nuestro matrimonio,
para que en nuestros corazones
reine la unión, la paz
y la concordia.
Junto con María
protege a nuestra familia
para que seamos siempre
fieles a nuestra misión
de esposos y padres,
en el mutuo amor y respeto.
ORACIÓN DE LOS HIJOS
Oh padre de Jesús,tú que has tenido la suerte
de cargar en tus brazos a Jesús,
de acariciarlo;
protégenos también a nosotros
con tu amor paterno.
Defiéndenos
contra todo peligro
del alma y del cuerpo.
A ejemplo de Jesús,
haznos crecer
en edad y sabiduría,
para que podamos vivir siempre
en el amor de Jesús y María.
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