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Luis Gonzaga, Santo |
Religioso
Ferrante Gonzaga, marqués de Castiglione delle Stiviere y hermano del
duque de Mantua, hubiera querido que su primogénito Luis, que
nació el 9 de marzo de 1568, siguiera sus huellas
de soldado y comandante en el ejército imperial. A los
cinco años, Luis vestía ya una pequeña coraza, con casco
y penacho y cinturón con espada, y jugueteaba detrás del
ejército paterno, aprendiendo de los rudos soldados el uso de
las armas y su colorido vocabulario. Un día aprovechó la
distracción de un centinela y le prendió fuego a la
pólvora de un pequeño trozo de artillería. Quedó desmayado más
no asustado. Pero ese niño le daría fama a la
familia de los Gonzaga, pero con otras armas. Lo enviaron
a Florencia como paje del gran duque de Toscana, pero
a los diez años le imprimió a su vida una
dirección muy precisa, haciendo voto de perpetua virginidad.
Un viaje a
España, en donde vivió unos dos años como paje del
Infante Don Diego, le sirvió para dedicarse al estudio de
la filosofía en la universidad de Alcalá de Henares y
a la lectura de libros devotos, como el Compendio de
la doctrina espiritual de Fray Luis de Granada. A los
doce años, después de haber recibido la primera Comunión de
manos de San Carlos Borromeo, resolvió entrar en la Compañía
de Jesús. Pero necesitó otros dos años para vencer la
oposición del padre, que lo envió a los cortes de
Ferrara, Parma y Turín. "Hasta los príncipes- escribirá más tarde-
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Luis Gonzaga, Santo |
son ceniza como los pobres: tal vez cenizas más fétidas".
Para
que su alma se perfumara con las virtudes cristianas, Luis
renunció al título y a la herencia paterna, y a
los catorce años entró al noviciado romano de la Compañía
de Jesús, bajo la dirección de San Roberto Belarmino. Olvidó
totalmente su origen noble y escogió para si los encargos
más humildes, dedicándose al servicio de los enfermos, sobre todo
durante la epidemia de peste que afligió a Roma en
1590. Quedó contagiado probablemente par un acto de piedad: había
encontrado en la calle a un enfermo y, sin pensarlo
dos veces, se lo echó a la espalda y lo
llevó al hospital en donde prestaba sus servicios. Murió a los
23 años, en el día que él había anunciado: era
el 21 de junio de 1591. El cuerpo de San
Luis, patrono de la juventud, se encuentra en Roma, en
la iglesia de San Ignacio. Este santo, víctima de cierta
hagiografía amanerada, a pesar de las apariencias, era de un
temperamento fuerte. Las duras penitencias a las que se sometió
son el signo de una determinación no común hacia una
meta que se había fijado desde su infancia.
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