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Adolfo de Osnabrück, Santo |
Obispo
Martirologio Romano: En Osnabrück, en Sajonia, san Adolfo, obispo, que
abrazó las costumbres cistercienses en el monasterio de Altenkamp (1224).
Etimología:
Aquel que es un guerrero valiente, es de origen germánico.
Murió
en Osnabrück el 30 de junio de 1224. Era hijo
de una familia muy rica. El, sin embargo, dejando aparte
tanta herencia y prebendas, se inclinó por hacerse monje.
La cosa
no fue fácil para este joven. El no tenía una
vocación decidida como otros tantos que estamos leyendo cada día
en el santoral.
Fue justamente en un monasterio, llamado Cam, al
que se retiró para pensar en sí mismo, en
donde encontró los atisbos de su vocación religiosa a
la vida consagrada.
Con todo respeto pidió al abad que le
admitiera en el recinto sagrado. En seguida se ganó la
simpatía de todos los hermanos en congregación. Durante los
ocho últimos años de su vida desempeño pastoralmente el cargo
de obispo de la ciudad que le vio nacer.
Su trabajo
se basó principalmente en atender a los pobres y necesitados
de atenciones, sobre todo el mundo marginado de los leprosos.
Uno
de estos, que vivía alejado de todo el mundo, recibía
la visita de Adolfo una vez al año. Le llevaba
los remedios espirituales que, sin duda, eran más importantes que
los simplemente materiales.
Se pasaba el día con él amigablemente charlando
de temas de la oración y de la lectura de
la Biblia.
Cada uno debe ocupar el puesto que la sociedad
le encomienda con convicción y entrega absoluta a lo
que la vocación le pide.
Este trabajo apostólico no era bien
visto por algunos canónigos acomodados. Como no les prestaba la
más mínima atención, lograron que el leproso se fuera de
aquel lugar a otro .
No sabían estos señores canónigos que
la obra de Dios está por encima de comodidades. Por
eso, un ángel del Señor lo trasladó a la cueva
en que vivía anteriormente. La razón no era otra que
Adolfo pudiera verlo como siempre.
En los últimos momentos de su
vida, el leproso se vio asistido por su amigo. Lo
confesó y murió tranquilamente en la paz de Dios.
¡Felicidades a
los Adolfos!
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