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José María Robles Hurtado |
Sacerdote, Escritor, Fundador y Mártir Mexicano Junio 26
Primeros Años
Nació el 3
de mayo de 1888 en Mascota, Jalisco, población enclavada en
un pequeño valle de la Sierra Madre, a 200 kilómetros
al oeste de Guadalajara, casi en línea recta hacia Puerto
Vallarta, de la que dista 100 Km. Hijo de Antonio
Robles y Petronila Hurtado. Fue bautizado el mismo día de
su nacimiento. Recibió la confirmación el 10 de marzo de
1896. Hizo su Primera Comunión el 12 de septiembre de
1896. Inició sus estudios en la escuela oficial y continuó
su instrucción primaria en la escuela parroquial. Pero la mayor
influencia educativa la recibió en su hogar, sobre todo de
su madre, mujer profundamente cristiana.
En el seminario menor
En 1900 ingresó
al Seminario de Guadalajara. En 1904 estuvo a punto de
dejar el Seminario al sufrir varias enfermedades y pretextando pueriles
penalidades; pero sus padres, con amor y energía, le hicieron
recapacitar en la sublimidad de su vocación, y al practicar
unos ejercicios espirituales se afianzó en su vocación. Uno de
los males que lo aquejaban, eran fuertes dolores de cabeza,
por vista cansada, que desaparecieron al adaptarle los lentes, que
usó por el resto de su vida.
En el seminario mayor
Era
inteligente y muy estudioso, por lo que siempre se distinguió
con máximas calificaciones. Fue tonsurado en enero de 1905. Siendo
estudiante de Teología, en 1908 acompaña a uno de sus
profesores, Don Ignacio Plascencia, nombrado Obispo de Tehuantepec, para misionar
durante cuatro meses y medio en el estado de Oaxaca.
En 1911 recibió el Subdiaconado y el Diaconado; un año
más tarde le confiaron los cargos de vice-rector y ecónomo
del Seminario.
Sacerdocio
Poco antes de cumplir los 25 años de edad,
fue ordenado sacerdote el 22 de marzo de 1913 en
el templo de la Soledad de Guadalajara, por el Excmo.
Sr. Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez. Sus primeros ministerios estables
empezaron en Guadalajara. Fue capellán de las “Siervas de Jesús
Sacramentado”, y director del “Instituto del Sagrado Corazón” (primaria y
preparatoria) que desapareció con el avance de las fuerzas de
Obregón. En Mayo de 1914 fue enviado a su natal
Mascota en vacaciones forzadas y adelantadas.
Escritor
No podía regresar a Guadalajara
porque había represalias contra el clero, permaneció en Mascota hasta
1916. Allí se dedicó a escribir algunos folletos de inspiración
ascética: “Esclavos del Corazón de Jesús en María”, “Tratado sobre
la Oración”, “Conozcámosle” y “Anhelos del Corazón Eucarístico de Jesús”. Otros
de sus escritos que se han publicado son: “Vía-crucis Eucarístico”,
“Novena en honor de la Bienaventurada (ahora Santa) Margarita María
Alacoque", “Las Virtudes”, “Enseñanzas Espirituales” (este último es un compendio
de los Consejos, Cartas Colectivas, Escritos Varios y Testamento; todos
dirigidos a sus Hijas Religiosas). El estilo del Padre José
María Robles en sus cartas es llano, sencillo y de
naturaleza afectuosa. Su poesía es totalmente religiosa: se cuentan 60
composiciones en verso (dramáticas unas, líricas otras) y 56 himnos
vertidos al latín.
Fundador
Siendo capellán en Mascota de las
religiosas del “Verbo Encarnado”, y durante la celebración de la
Misa, en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, 11
de junio de 1915, tuvo la inspiración de fundar una
congregación religiosa cuyo carisma se inspiraba en el pensamiento: “Ya
no verdugos, sino víctimas del Corazón Eucarístico de Jesús”.
En 1916
fue destinado como ministro a la Parroquia de Nochistlán, Zacatecas,
cuyo párroco era el Sr. Cura Román Adame (ahora Santo
Mártir). Allí fue nombrado profesor del Seminario Auxiliar y en
su ministerio dio pruebas innumerables de obediencia, piedad, laboriosidad y
abnegación. Por unos cuantos días fue trasladado como ministro a
Mexticacán, Jalisco, pero regresó nuevamente a Nochistlán.
El 27 de diciembre
de 1918 fundó la congregación de “Víctimas del Corazón Eucarístico
de Jesús”, después de vencer serios obstáculos y siempre con
ejemplar sumisión a las autoridades eclesiásticas. Siete fueron las hermanas
fundadoras.
Párroco
En diciembre de 1920 fue nombrado párroco de Tecolotlán, Jalisco.
Desde su primer sermón se ganó la confianza y admiración
de sus feligreses y con su fervorosa predicación comenzó a
encender en el corazón de todos el amor al Sacratísimo
Corazón de Jesús. Una de sus primeras preocupaciones fue visitar
el hospital y al encontrarlo en ruinas concibió la idea
de reedificar la finca. Formó grupos de fieles para integrarlos
a la labor parroquial, sin distinción de clases, sexos o
edades. Tuvo especiales atenciones para los obreros, a quienes exhortaba
a la fraternidad y a la observancia de una vida
netamente cristiana.
Se ganó la simpatía de sus feligreses por brindarles
un trato siempre amable, de sincera amistad, de estímulo al
cumplimiento de sus deberes.
Se distinguió por la perseverancia y constancia
en superar los obstáculos, como el caso de la fundación
de su congregación, pero su virtud relevante era el amor
al Corazón de Jesús y su deseo vehemente de salvar
a los hombres. Celebraba la santa Misa con mucho fervor
y trataba de infundir en sus feligreses el amor a
la Eucaristía.
Amaba entrañablemente a la Santísima Virgen. Lleno de caridad
para con todos se prodigaba en el confesionario y en
la atención a los enfermos. Por medio de la prensa
propagó la doctrina cristiana y el apostolado del Sagrado Corazón
de Jesús, publicó un periódico que llamó: “Luz del Hogar”.
Persecución
Religiosa
Con motivo de la persecución religiosa tuvo que ocultarse desde
el 2 de enero de 1927, puesto que el Gobierno
Federal le había declarado una persecución más severa desde que
colocó una Cruz en “La Loma”, cercana a Tecolotlán, considerando
este hecho como un delito.
Desde la casa donde estaba escondido
vigilaba y oraba por sus feligreses, a los que nunca
quiso abandonar. En ese tiempo se dedicó a escribir las
normas que habrían de regir a la comunidad religiosa fundada
por él.
El 26 de febrero de 1927, al conocer la
orden dada por Gobernación para que fueran aprehendidos los sacerdotes,
exclamó lleno de fe: “Estamos en las manos de Dios”.
Y poco después, cuando le rogaron que huyera para evitar
que lo mataran, contestó sonriendo “¡Ah, si el Corazón Eucarístico
me llevara!”.
Martirio
El 25 de junio de 1927 se disponía a
celebrar la santa Misa cuando llegaron los soldados y sitiaron
la casa de la familia Agraz, luego entraron a catearla
por orden expresa del Coronel Calderón, quien había recibido telegráficamente
esta orden: “Procédase con todo rigor en contra del cura rebelde”. Los
soldados tomaron prisionero al Padre José María Robles y lo
condujeron al cuartel de los agraristas donde pasó el resto
del día y parte de la noche. Se iniciaron algunas
diligencias ante los jefes militares para lograr su libertad pero
fueron rechazadas hasta con groserías. En la noche un grupo de
jovencitas lograron acercarse a la prisión y recibieron, por conducto
de los vigilantes, su breviario en donde venían unos versos
en honor del Sagrado Corazón y de la Santísima Virgen.
Era una última manifestación de su gran amor al Corazón
de Jesús y la aceptación gustosa del martirio:
Quiero amar tu
corazón, Jesús mío, con delirio, quiero amarte con pasión, quiero amarte hasta el
martirio.
Con el alma te bendigo, mi sagrado corazón. Dime: ¿se llega el
instante de feliz y eterna unión?
Tiéndeme, Jesús, los brazos, pues tu “pequeñito
soy”; de ellos, al seguro amparo, a donde lo ordenes, voy.
Al amparo
de mi Madre y de su cuenta corriendo yo, su “pequeño” del
alma, vuelo a sus brazos sonriendo.
Un padre que espera a sus
hijos todos allá en el Cielo.
A media noche, sujeto con
cuerdas, fue sacado de la cárcel y obligado a caminar
rumbo a la sierra de Quila. Un soldado al notar
que se le dificultaba caminar, le cedió el caballo.
Al llegar
a la parte más alta de la sierra, los soldados
se detuvieron a los pies de un frondoso roble. El
Padre José María comprendió que lo iban a ahorcar, perdonó
a sus verdugos, y al acercarse uno de los agraristas,
que era su compadre, llamado Enrique Vázquez, le dijo: “Compadre, no
te manches”.
Y tomándole la soga de entre las manos se
la colocó el mismo. Los soldados consumaron el crimen y
lo bajaron poco tiempo después ordenando a unos arrieros que
dieran aviso a la gente de la ranchería de Quila
que allí estaba un ajusticiado; era la madrugada del 26
de junio de 1927.
Vinieron algunas personas de una carbonera cercana
y sepultaron superficialmente el cadáver, sin reconocer que era el
del Señor Cura de Tecolotlán. Al día siguiente, 27 de
junio, fue exhumado por gente de Quila y llevado a
la población donde lo velaron y le dieron sepultura.
Sus reliquias
El 26 de Junio de 1932, fueron trasladados sus
restos de Quila al templo Expiatorio de Guadalajara, con autorización
del Sr. Obispo D. José Garibi Rivera. Sus reliquias reposan
bajo el altar de la Capilla en la Casa General
de sus hijas religiosas, las “Hermanas del Corazón de Jesús
Sacramentado”, nuevo nombre de la congregación fundada por el Padre
José María Robles.
Ubicada en la calle Churubusco 366, Sector Libertad,
de la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Ahí mismo se puede
visitar un Museo dedicado en su honor, donde se explica
de manera detallada su vida y su obra; también se
pueden observar algunos de sus escritos originales, admirar muchas
fotografías de él, de su familia, de los lugares donde
vivió y algunas de sus pertenencias: ropa, muebles y diversos
objetos dedicados al culto sagrado que él usó durante su
vida.
Camino a los altares
Son muchos los que ofrendaron sus vidas
en un período que abarca veintidós años, prácticamente de 1915
a 1937, proclamando siempre con fuerte voz y corazón ferviente
el grito: “Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe”.
El
proceso de Canonización se inició desde el 27 de junio
de 1933. Analizadas las circunstancias particulares de estos testigos de
Cristo, quedaron 25 seleccionados que merecieron recibir el título oficial
de Mártires, el 4 de febrero de 1992, fecha en
la que se aprobó por unanimidad el título por la
Congregación de Cardenales de la Iglesia Católica de Roma. Tres
de ellos son seglares o laicos y veintidós son
sacerdotes, en una lista que encabeza el Padre Cristóbal Magallanes,
la mayoría nacidos en el Estado de Jalisco.
“Con firmes y
razonados argumentos se comprobó hasta la evidencia, que estos veinticinco
mexicanos, cristianos, bautizados en la fe católica, tuvieron muerte física
violenta que, por los golpes, heridas y tormentos, que por
odio a la fe cristiana les propinaron los perseguidores, y
los mártires pacientemente, con conocimiento y libre voluntad, soportaron por
amor a Cristo, porque la gracia de Dios los sostuvo
para que con heroica fortaleza dieran testimonio con su sangre
de la verdad del Evangelio y fueran así modelos de
cristianos y sacerdotes fieles para el mundo de hoy”. (Ramiro
Valdés Sánchez, Pbro.) Beatificación
El Siervo de Dios José María Robles
Hurtado fue beatificado por S.S. Juan Pablo II en la
fiesta de Cristo Rey, el 22 de noviembre de 1992,
durante el año del Quinto Centenario del Descubrimiento y Evangelización
de América, en una ceremonia celebrada en la Basílica de
San Pedro en el Vaticano, junto con sus 24 compañeros
Mártires.
El milagro
En vista de su canonización la Postulación de la
Causa presentó al juicio de la Congregación de las Causas
de los Santos una curación tomada como maravillosa, atribuida a
la intercesión de estos Beatos.
El caso pertenece a la señorita
María del Carmen Pulido Cortés, que prestaba sus servicios de
Química Farmacobióloga en un Hospital de Guadalajara, y comenzó a
sufrir dolores en los pechos, en los cuales se podían
apreciar al tacto dos nódulos.
El 17 de octubre del año
1991 se le hizo una mamografía y una ecografía y
se encontraron quistes mamarios bilaterales y en vista de que
dos de ellos habían crecido de una manera notable, el
día 5 de noviembre siguiente se le operó para extirpar
los nódulos de los pechos. De la inspección histológica resultó
que se trataba de una grave “mastopatía fibrocística bilateral con
prevalecencia de esclerosis y adenosis”.
Como la enferma era todavía joven
de treinta años, los médicos afirmaron que la enfermedad duraría
hasta la menopausia. Porque, aunque recibiera curaciones la enferma sufría
frecuentes dolores de cabeza, vómitos, repugnancia a los alimentos y
sus condiciones generales empeoraban cada vez más al grado de
que se vio obligada a abandonar su trabajo y guardar
cama, al mismo tiempo que caía en un estado depresivo,
sin encontrar mejoría en las terapias.
Una segunda ecografía realizada el
7 de enero de 1993, reveló la presencia de cincuenta
quistes pequeños de diversos tamaños distribuidos en los pechos.
Desde el
inicio de su enfermedad María del Carmen había implorado su
salud a Dios, por intercesión de los Siervos de Dios
Cristóbal Magallanes y 24 compañeros, y con la esperanza de
obtenerla, fue a Roma y asistió a la Beatificación de
los Siervos de Dios, pero no logró lo que deseaba.
Vuelta
al hogar siguió invocándolos, mientras que sus condiciones de salud
empeoraban. El 30 de enero de 1993 le llevaron las
reliquias de los Beatos y después de ponerlas con devoción
sobre los pechos, después de unos dos o tres minutos,
se levantó de la cama perfectamente sana. Canonización
El 10 de
marzo del Año Santo 2000, Jubileo de la Encarnación de
Jesucristo, el Papa Juan Pablo II autorizó el decreto de
la Canonización de los Veinticinco Mártires Mexicanos.
El Beato José
María Robles Hurtado fue canonizado el quinto domingo de Pascua,
día 21 de mayo del Año Jubilar 2000, fecha dedicada
exclusivamente a México, por S. S. Juan Pablo
II, en ceremonia celebrada en la Plaza de la
Basílica de San Pedro en el Vaticano, ante la presencia
de más de 40 mil mexicanos, entre
los que se encontraba un grupo de 150 de sus
Hijas Religiosas, y algunos familiares.
En dicha ceremonia también fueron
canonizados sus 24 compañeros Beatos Mártires, encabezados por el Beato
Cristóbal Magallanes; el Beato mexicano José María de Yermo y
Parres, presbítero y fundador de la congregación de religiosas “Siervas
del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres”; la
Beata mexicana María de Jesús Sacramentado (María Natividad) Venegas de
la Torre, religiosa fundadora de la congregación “Hijas del Sagrado
Corazón de Jesús”.
Su obra
Causa admiración el que a
los 29 años tenga el Padre José María Robles tal
sensatez espiritual para dar el enfoque fundamental de su obra:
el Instituto Religioso. Indica en pocas palabras el fin principal
de la Congregación:
“Amar, reparar y servir habitualmente al Corazón de
Jesús en la Eucaristía. Aceptar gustosamente todos los sacrificios, aún
el de la propia vida, por extender el reinado de
amor del Corazón de Jesús y por la salvación de
las almas. Trabajar únicamente por el Corazón de Jesús, en
todas aquellas obras en que esté de por medio su
gloria y la caridad para nuestros hermanos, por ejemplo: escuelas,
catequesis, hospitales, asistencia de enfermos, asilos, etc.”.
Sus ansias por la
realización de su proyecto, se deducen por sus escritos:
“Considero no
tener mayor felicidad que la de entregar muchas almas al
Corazón divino. Nuestra fundación es mi idea capital, la dulce
esperanza que alienta mi pecho, y el fin de mi
vida sacerdotal.”
Después de su martirio las noticias desalentadoras pululaban por
doquier: “La Obra del Padre Robles, muere…”. Dispersas las Religiosas,
obedeciendo prudentísima orden de recogerse con sus familias, esperaban y
oraban…
Su Obra la confió a Dios y a la Santísima
Virgen: no morirá, imposible perecer…
“No os engaño, siento íntimamente que
vuestra Congregación es Obra del Corazón Eucarístico de Jesús, y
que subsistirá si respondéis a las divinas exigencias, y dará
copiosos y perennes frutos”.
La formal aprobación diocesana de la fundación
fue dada el 11 de julio de 1933, por el
Arzobispo Orozco y Jiménez, autorizado a su vez por la
Sagrada Congregación de Religiosos de Roma, seis años después del
martirio de San JOSE MARIA.
El 26 de enero de 1963,
después de 45 años de estar solicitándola con perseverancia, el
Papa Juan XXIII dio la aprobación definitiva de la Congregación.
La
Congregación creció rápidamente. Las bases de su expansión han sido,
de una parte el que ofrece un camino a la
santidad personal y, de la otra, el que para lograr
dicha santidad se apoya en un apostolado muy humano. Enfermos,
huérfanos, ancianos, pobres, ignorantes, así como niños y jóvenes deseosos
de aprender, encuentran en las “Hermanas del Corazón de Jesús
Sacramentado” un apoyo sólido y cariñoso, ya sea para aliviar
su dolor o en sus deseos de crecer en sabiduría
y santidad.
Cabe destacar que la semilla del Apostolado sembrada por
San José María también ha dado frutos en África. A
la fecha se cuenta con un grupo de 6 Hermanas
Profesas y 12 Novicias de Angola, África. Así mismo en
Perú, donde hay 3 religiosas de nacionalidad peruana.
Un deseo hecho
realidad.
Uno de los grandes deseos de San José María era
el de fundar, junto con la Congregación de Hermanas, una
Congregación de Hermanos Sacerdotes. El padre Félix Rougier le recomendó
dedicar todos sus esfuerzos a la fundación de una sola
rama pues eran tiempos difíciles.
A través de la Congregación Hermanas
del Corazón de Jesús Sacramentado y después de su fructífera
labor en las misiones en África, fue aprobada por el
Sr. Obispo Eugenio dal Corso, de Saurimo, Angola, la rama
masculina en la Congregación, estando actualmente algunos aspirantes en preparación
en el Seminario de Saurimo.
Existe también un grupo de
Misioneros Laicos del Corazón Eucarístico de Jesús, proyecto iniciado por
la Madre Clara Genoveva HCJS, que se dedican a apoyar
a las religiosas en los lugares donde existen misiones; por
ejemplo en la región de las Huastecas: Huejutla, Hgo. y
Tamazunchale, S. L. P.
Oración
El Mártir Mexicano, San José María
Robles Hurtado, nos ha legado el máximo testimonio de fe
y de amor cristiano, nos dio prueba de su gran
amor al Corazón Eucarístico de Jesús y a la Santísima
Virgen, es heroico modelo de Vida Cristiana y nuestro poderoso
intercesor ante Dios. Por todo ello le rezamos a Dios
así:
Señor Dios nuestro, que concediste al Santo José María Robles Hurtado: amar
y hacer amar al Corazón de Jesús en la Eucaristía, practicar
y promover el verdadero amor a la Santísima Virgen, entregarse con generosidad al
servicio del prójimo vivir con plenitud su sacerdocio y ser un
fiel testigo de Cristo, hasta el martirio.
Ayúdanos a vivir, a
ejemplo suyo, en constante actitud de servicio y solidaridad con los más
necesitados.
(Petición)
San
José María Robles, apóstol incansable del Corazón Eucarístico de Jesús… Ruega por nosotros.
Consulta Mártires Mexicanos del siglo XX
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